lunes, 26 de octubre de 2015

REGRESO AL PARAÍSO DE OLGA TORPOCO EN USA - POR JOSÉ BELTRÁN PEÑA

 
REGRESO AL PARAÍSO DE OLGA TORPOCO EN USA

Por JOSÉ BELTRÁN PEÑA

     La maravilla de nuestra existencia, es que siempre la vida nos da gratas satisfacciones humanas y artísticas llenas de amor y encantos mágicos, como es la procreación para que sigamos existiendo a través de nuestros descendientes, o literarias, lo que en verdad pura, es la parte central del presente libro titulado, Regreso al paraíso (Lima, Gaviota Azul Editores, 2015) de nuestra querida amiga-poeta peruana, Olga Torpoco, quien reside con su respetable familia en los Estados Unidos de Norteamérica.
 
     La poeta Torpoco, lleva en su haber dos poemarios de significativa factura: Out of Paradise,  y La fuerza del amor, en los cuales, siempre hemos podido percibir su elevada sensibilidad humana y artística, que han iluminado nuestras conciencias, corazones e impulsos, habiendo sido escritos con un lenguaje sencillo lo importante y valioso de la vida en sus múltiples manifestaciones y pulsaciones.
 
     Ahora, con el poemario mencionado, enmarca a través de la palabra su gran amor a la existencia de su hermoso nieto Mark Ryan Aníbal Torpoco, todo el rito que ha existido, desde la espera de su nacimiento hasta sus primeros pasos dado en la sociedad humana, leamos este encantador afecto en varias aristas:
 
     Sentirse doblemente madre: madre- abuela por el hijo-nieto:
 
“Me dieron un bebé en los brazos./ Hoy sentí una ternura olvidada, / el corazón dio campanillazos / un ser pequeñito me hizo sentir anonadada”.
 
     Así como toda madre se prepara para recibir a su hijo, la poeta Olga se preparó para cumplir su rol de abuela:
 
“El inmenso libro para cuidarte / ya me lo leí en sus totales, /  lista estoy a desplazarme / ven ángel de mi esperanza.”.
 
     En el desarrollo de esta bella “historia poetizada” la  autora llega a rememorar imágenes del niño Jesús:
 
“Canasta de paja / llenita de sorpresas / mis  manos tejieron, / la espera me mata”.
 
     A un año de nacido sus “ojitos de muñeco”, así llama a su nieto, comparte con ella, sus primeras palabras:
 
“Ya dices tus palabritas, / en bilingüe, a ciencia cierta: / “cac” para todo lo que cae al suelo, “teta” fue tu palabra primera / cuando curiosos le preguntamos / cuál era su favorita”.
 
Y cómo no la palabra mamá:
 
“Hoy escuché tus primeras palabras / dijiste “mamá” a tu madre / extendiendo tus brazos a ella. // De pronto pensé / que todos nuestros esfuerzos / de abuelos, tratando de ayudar, / no han sido en vano”.
 
Y por supuesto que hay poemas sobre el sentir de los abuelos:
 
“Nita” y “Nonno”· / lo que quieras llamarnos / está bien para nosotros. / Son trocitos de oro / que recibimos de ti. /I Cuando jugamos en el suelo me siento con energías, todos mis dolores desaparecen”.
 
     Asimismo, encontramos textos que se refieren a circunstancias no tan gratas en la vida de Mark que conllevan al sufrimiento y la preocupación de la abuela, por ejemplo en una enfermedad:
 
“Tu  adorado cuerpecito / abrazado en las llamas de la fiebre./ Mis labios que besaban / tu cabeza querida / movíanse en plegarias / rogando por tu alivio. / Qué largos estos tres días de calenturas continuas”.
 
     Otro impulso es el extrañar al nieto, en donde los tiempos se multiplican:
 
“Abriste tus bellos ojos de muñeco, / como adivinando mi presencia / ¡Dios, qué bueno fuiste conmigo! / Este nieto, me devolvió la alegría, con clemencia”.
 
     La luz de la felicidad se deja leer en el poemario:
 
“La felicidad que se siente alrededor / está llena de gloria, / estamos orgullosos de todas las cosas / que estas aprendiendo a hacer. // Nuestros corazones se sienten más jóvenes deseando verte crecer”.
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     Y en el mismo juego de la vida, la abuela experimenta un juego muy especial, infantil y rejuvenecedor, en donde ni los achaques de los años impiden dicha maravillosa felicidad:
 
“Se me llena el alma de ternura / cuando me pides jugar: “a piratas” a los “knits”. / En estos momentos quisiera / no ver la realidad /  para tu compañera de juegos ser / sin cansarme, ni jadear”.
 
     Y era de imaginarse que la abuela se cansa y el nieto quiere seguir jugando, produciéndose la primera rabieta infantil con final feliz:
 
“Hoy nos “peleamos” por primera vez, creo que estabas cansadito. Exigías de mí más, / de lo que ya te estaba dando, / sentándome en el suelo / a jugar a los trenes. / Me gusta enseñarte, / pero hay veces  / no quieres aprender. Cómo me dolió / escuchar tus llantos / “que la Nita era la peor compañera de juegos”. Te dejé descansar de mi presencia. / Al rato ya estabas / en mi pecho, / yo llenándote de besos”.
 
     Un poema muy especial es el de Halloween, puesto que allí se revela el amor familiar por tan significativa fiesta norteamericana, su proceso y desarrollo, que incluye la infaltable compañía para que el niño pida caramelos a las casas vecinas, terminando Olga el simpático final de la siguiente manera:
 
“Dulces te darán /que el cansancio /disiparan. / Muy entrada la noche / contento los contarás / y cuidado con esa Nita / que ladrona de dulces / ¡se volverá!”.
 
     La autora, quien es en la práctica doblemente madre, le ha creado a su amado nieto,  una hermosa canción de cuna que es de antología:
 
“Duérmase  mi niño / duérmase mi amor, / que los angelitos / cantan con amor…”.
 
     Nuestra poeta, Olga Torpoco, ha escrito un bello poemario bilingüe (castellano – inglés), recreando con poemas  “la historia de una abuela y su nieto”, el cual, dentro del mundo de la historia de la poesía peruana, es un caso único y muy especial, pues nunca antes se ha leído un libro completo con esta temática y con la sencillez magistral que  solamente una madre-abuela puede escribirlo cuando existe un gran amor.
 
 Olga Torpoco con el laureado actor norteamericano Ernest Borgnine
fallecido en California el 8 de julio de 2012