jueves, 25 de septiembre de 2014

SOBRECARGAS HUMANAS, ESTRUCTURALES Y VEHICULARES EN LIMA - POR FRANSILES GALLARDO (MAGDALENA, CAJAMARCA)




SOBRECARGAS HUMANAS, ESTRUCTURALES Y VEHICULARES EN LIMA

Por: Ing. Fransiles Gallardo

           
Allá por el año 86, cuando trabajaba en la Empresa de Limpieza de Lima, un obrero que trabajaba con nosotros me pidió que le hiciera la independización de su casa, ubicada por el temible y temido barrio de Cinco Esquinas, zona antigua y guerrera de Lima Cercado.

Era una vivienda de unos 70 metros cuadrados, con una sala, cocina, un dormitorio, un baño y un altillo.

Allí vivían y convivían  3 generaciones “abuelos, padres y nietos”; 5 matrimonios “papás, hijos, hijas, yernos y nueras”; es decir 17 personas en total de diferentes edades y sexos, sin contar las paisanos, amigos y demás.

Hasta ahora no me explico; como, cuando y donde comían, dormían, hacían el amor y se reproducían.

Un gran problema de sobre carga humana. Un grave problema de espacios, intimidad y de conflictos personales y grupales.

Que hacer, como hacer para ducharse y usar el único inodoro horas previas para ir al colegio y al trabajo. Además; cada cumpleaños, que como se supondrá eran todos los meses del año, se celebraban con no menos de 30 personas con jarana de viernes, sábado y domingo.

Estas edificaciones “para solteros” se construyen a mediados de los 50 debido a la industrialización textil en Lima y a la demanda de mano de obra; lo cual obligó a los empresarios que para garantizar la permanencia de sus obreros, construyeran viviendas para sus trabajadores con este diseño, obviamente para solteros.

Como siempre sucede, la soledad hizo que estos solteros buscaran su pareja y se casaron, tuvieron hijos, los hijos se casaron y como no tenían casa, hicieron el altillo “hasta que tengamos la casa propia, que no llegó”. Las hijas dijeron lo mismo y también se quedaron.

Ojalá, que con los nietos no haya sucedido lo mismo.



Recientemente, un amigo me pidió que le hiciera también, la independización de su vivienda en Los Cipreces, en Lima Cercado; una urbanización de la clase media capitalina.

El hecho anterior se repetía; pero con algunas diferencias.

Como consecuencia del terremoto de Huaraz, que dejó más de 60 mil víctimas, se genera la segunda gran invasión provinciana de Lima, masificándose las tomas de los arenales, cerros y terrenos libres; donde las mafias traficaban con lotes y tierras; amén del hambre, la pobreza y la necesidad.

Bastaba poner una bandera peruana y el nombre de algún político de turno; para asentarse en cualquier lugar y luego “queremos agua, queremos luz, queremos pistas”.

Pero el provinciano es chamba. Ya vivió en el cerro, en el arenal, en la jungla y en las peores condiciones climáticas y de vida. Así que “cualquier trigo es limosna”.

Estos migrantes compraron un lote de terreno de 160 metros y construyeron la soñada casita con una sala comedor, cocina, medio baño, escalera, garaje y jardín en el primer piso “para sembrar sus yerbitas y no olvidarse de la tierra” y en el segundo piso el dormitorio principal, un baño completo, tres dormitorios y una azotea “donde hacer una parrillita con la paisanada, de vez en cuando”.

Se casó la hija y como no tenía donde vivir, construyeron un departamento en el tercer piso. Luego el hijo contrae matrimonio y construyen el cuarto y, por último, el último hijo levanta el quinto piso.

Esa edificación fue diseñada y estructurada para 2 pisos y azotea, actualmente es un edificio de 5 pisos; es decir su sobre carga es de dos veces más, lo inicialmente calculado.

Sin estudios geotécnicos de suelo y el concurso de un ingeniero para reforzar zapatas, columnas y vigas se fue elevando piso a piso; sólo bajo irresponsable y la clásica versión de los albañiles de gorro triangular hecho con bolsas de cemento “el fierro aguanta, no se preocupe, señor”.

Un grave problema de sobre carga humana y estructural. Un grave problema sismo resistente.

Una misma versión: La del callejón; uno echado, el otro parado.

Esto es una constante que se repite, en casi todas las urbanizaciones de todos los distritos de Lima y de las ciudades del Perú “porque Dios es peruano, nació peruano y morirá peruano”

Esta irresponsabilidad tiene implicancias y responsables, no sólo ingenieriles “por el ejercicio ilegal de la profesión”, sino también de los propietarios “para que pagarle a un ingeniero, si el maestro albañil lo puede hacer”, de los albañiles “he construido un montón de casas y ninguna se ha caído”, y de las instituciones y/o municipalidades por el no cumplimiento de la legislación existentes “construye nomás, que después se regulariza”.

Y si viene un gran sismo?.



El mercado automotriz peruano, entre el 2011 y el 2014 han vendido más de medio millón de vehículos y este 2014 venderán más de 200 mil.

“Pobres callecitas mías”.

Además, hasta el 2012 se han registrado 2 millones de unidades vendidas y que para el 2020, “aquicito nomás”, habrán alcanzado la cifra de 4 millones 500 mil unidades vendidas.

Alguien puede decirme: “¿Dónde circulará esta imponente masa vehicular?”.

El parque automotor crece y crece espiralmente; pero ¿Alguien ha pensado en las sufridas y sufrientes callecitas, jirones y avenidas de todas las ciudades de nuestro país?.

“¿Se han ampliado?. No. ¿Siguen igual?. Si. ¿Son las mismas?. Si.

Las calles de nuestros pueblos son estrechas por naturaleza, utilidad, conveniencia y tradición.

Los provincianos diseñaron sus calles para el tránsito de sus arrieros, acémilas y auquénidos, no para vehículos.

Las municipalidades han ampliado las calles en longitud, pero no en ancho.

Habría que derruir media ciudad y medio pueblo. Demoler los jardines, árboles, flores y sus bermas centrales de las pocas calles y avenidas, que aún las tienen.

Alguien puede decirme: “Donde caracho, van a parquear 4 millones y medio de vehículos el año 2020”.

Como siempre, vamos a dejarle los problemas a los que detrás vienen.