viernes, 7 de marzo de 2014

EL VIAJE LEGENDARIO DE CARLOS EDUARDO ZAVALETA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
 
MARZO, MES DEL AGUA, DE LA MUJER
LA POESÍA, EL TEATRO Y EL NACIMIENTO
DEL POETA UNIVERSAL CÉSAR VALLEJO
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
*****
 
 
POR VALLEJO
 
Ya todo estaba escrito cuando Vallejo dijo: –Todavía.
Y le arrancó esta pluma al viejo cóndor
del énfasis. El tiempo es todavía,
la rosa es todavía y aunque pase el verano, y las estrellas
de todos los veranos, el hombre es todavía.
Nada pasó. Pero alguien que se llamaba César en peruano
y en piedra más que piedra, dio en la cumbre
del oxígeno hermoso. Las raíces
lo siguieron sangrientas cada día más lúcido. Lo fueron
secando, y ni París pudo salvarle el hueso ni el martirio.
Ninguno fue tan hondo por las médulas vivas del origen
ni nos habló en la música que decimos América
porque éste únicamente sacó el ser de la piedra más oscura
cuando nos vio la suerte debajo de las olas
en el vacío de la mano.
Cada cual su Vallejo doloroso y gozoso.
No en París
donde lloré por su alma, no en la nube violenta
que me dio a diez mil metros la certeza terrestre de su rostro
sobre la nieve libre, sino en esto
de respirar la espina mortal, estoy seguro
del que baja y me dice: –Todavía.
 
GONZALO ROJAS
Poeta de Chile.
Premio Cervantes
 
 
*****
 
7 DE MARZO
 
 
HOY NACE
CARLOS EDUARDO
ZAVALETA
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
EL VIAJE
LEGENDARIO
DE C. E. ZAVALETA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Y mirar
la lejanía
 
Se dice que para morir hacemos un viaje como almas ya en pena y que es el viaje de despedida que hacemos por la senda más querida y subyugante, en donde se han quedado ensimismados nuestros pasos.
 
Es el viaje que ya hacemos en espíritu. Y lo realizamos sin haber exhalado todavía el último suspiro. Entonces en ese viaje nos acompaña nuestro cuerpo pero ya ensangrentado.
 
Si así fuera el viaje que me relató Carlos Eduardo Zavaleta iba de La Pampa, donde él nació, a Corongo que era su obsesión y desvelo. 
 
Y de Corongo se proyectaba a Sihuas. Viaje a la matriz pues en esa tierra nació su madre y hacia allá se dirigía.
 
Lo describía con detalle, con afecto y con ternura, en cámara lenta, acompañado de Pío, su guía y tótem.
 
Viaje que partía desde la oscuridad de la noche, de los cañaverales titubeantes hacia la luz esplendente de la amanecida, hasta ver clarear el día, pasando por un temible puente colgante, “pálido pero sereno” es su frase reiterativa, puente sobre el río Chuliclín, para llegar al mirador llamado Tarica y allí servirse el fiambre y mirar la lejanía.
 
2. Una serpiente
diminuta
 
Era esa su evocación la tarde de marzo que yo lo visité en su departamento de Miraflores, mirando él la vida pasada más nítida que la de este presente difuso, observando los pueblos desde lo alto de un caballo, siendo un niño de ocho o nueve años.
 
Tal vez ya envestido como un caballero andante de los sueños, como El Quijote, con una irresistible nostalgia de las casas dormidas aún en la honda penumbra de la madrugada. 
 
Y él ya cabalgando hacia su destino final. Ahí está la cuesta –le oigo decir– cuyo nombre es La culebrilla, un camino zigzagueante de guijarros y arena resbaladiza.
 
Allí clarea el día y amanece por el lado de la cima de las montañas. Allí está El Mirador de Tarica, desde donde se contempla hacia abajo la planicie con una piedra monumental como emblema.
 
Allí se sirve otra vez el fiambre, en una mesa servida por el guía que es un mantel de tela escocesa que se extiende. Y lo primero que prueba es el pan del horno de la abuela.
 
Y prosiguiendo esta senda novelesca en su relato, allí está el río que apenas se lo ve hacia abajo como una serpiente diminuta. Árboles al margen y al otro lado de la orilla la tierra árida.
 
3. Geografía
infinita
 
De Corongo hacia Sihuas en su relato el viaje abarca la jalca, con lagunas traslúcidas, el suelo escarchado y los chorrillos de agua convertidos en hielo. 
 
Entre roquedales el agua blanca que se despeña. Y el frío ahora cortante de la puna. Con el ichu que se cimbra con el viento
 
Me explica que en el viaje a caballo se ven girar las montañas, hecho que nos enseñan a vivir la vida cotidiana con épica y fortaleza.
 
Siempre él y Pío, el arriero, el peón hierático y austero, leal y sufrido.
 
En ningún momento era él con su familia, o él con sus padres. Sino él y Pío, el guía.
 
Y esto sucedía cuando él tenía de ocho o nueve años.
 
Viajes en los cuales recorre pueblos, atraviesa puentes. Y siempre es avanzando desde los llanos hasta las cumbres, cabalgando en la geografía infinita.
 
Pero hay en su relato reflexiones, como por ejemplo acerca de los paisajes del Perú, tan fabulosos.
 
4. Pueblos
vetustos
 
Y anotaciones poéticas, como por ejemplo acerca de las piedras, respecto a las cuales me dice que es una experiencia sublime contemplar y extasiarse con los diversos tipos de piedra. 
 
¿En qué parte del mundo se puede ver un espectáculo así?, se pregunta el mismo. ¡Y cómo se ordenan y acomodan para conformar las ciclópeas montañas que tenemos!
 
Viajes y miradas donde vemos que la tierra son placas: como un alfajor, hoja por hoja; como un nido, brizna con brizna; como un ala pluma sobre pluma. Así se juntan las distintas clases de piedras y de rocas.
 
Y las lagunas arriba, traslúcidas y encantadas. De escarchas azules y grises, seduciéndonos, invitándonos a entrar en sus superficies fantasmales y en sus aguas tersas pero heladas, como una manera dulce de morir.
 
Y luego llegar a los pueblos vetustos donde se siente su densidad histórica, lleno de grandeza y de heroicidad. Y donde allí mora alguna novia nuestra que no alcanzamos ni a conocer pero que sí amamos en el fondo de nuestro corazón.
 
5. Un mensaje
oculto
 
¿Qué fue entonces esta conversación sino una despedida y un encuentro con algo muy hondo?
 
Porque mediante ellas pude ingresa a esas poblaciones de gran linaje, de casas solariegas, de portales en alto relieve.
 
Si no, ¿a qué razón se debe que me habló de viajes y jinetes insomnes? ¿Por qué remarcó tanto en esa edad, de un niño de ocho a nueve años? 
 
¡Claro!, en ese momento yo no podía pensar jamás de que con esos relatos él en realidad se estaba despidiendo. 
 
Aunque claro, cuando me lo refería se lo notaba exaltado, vehemente, caminando febril y agitado entre los muebles, apoyándose en un bastón tronante e indetenible.
 
Y como si hubiera estado buscando que alguien lo escuchara.
 
Me dejó la sensación de algo simbólico, de que había un mensaje oculto en toda esa conversación, dicho en ese estado misterioso y difuso.
 
6. Le agradecí
conmovido
 
Después he revisado sus libros para ver si este era un tema recurrente, que quizá estaba repitiendo constantemente. Que fuera un tópico y algo para él muy querido. Que tal vez son estampas en las cuales se recreara siempre.
 
Pero no. No hay tal. No encuentro ningún desarrollo de estos temas de los cuales me habló esa tarde alucinada donde el estío tremolaba en las ventanas pocos días antes de morir. 
 
Eso sí, recuerdo que mientras me narraba él caminaba por su sala apurado y golpeando el suelo con su bastón, tentando ya como alma si el suelo era todavía suelo, o qué; yendo por los caminos que recreaba obsesivo en el relato que me hacía, hundido en la imagen de algún sueño.
 
Pero al darse cuenta de mi presencia, creo que por disimular, aunque en ese momento yo le creí, aunque ahora piense que lo dijo por disimular, me aclaró:
– ¡Los médicos me han recomendado caminar mucho!
Lo curioso es que lo decía detenido en mirarme, abstraído, quizá asombrado de reconocer que yo estaba en la orilla extraña, mientras él ya retozaba libre y gozoso en la orilla definitiva.
 
 
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CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
 
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
 
TRUJILLO:
JUEVES 22
 
SANTIAGO DE CHUCO:
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
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