lunes, 6 de enero de 2014

ACUARELA DE MI TIERRA - FOLIOS DE LA UTOPÍA: LOS CELAJES EN EL CIELO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


2014 AÑO

DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y

ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN

DE UN MUNDO MEJOR


ENERO, MES DE LA DEFENSA DE LIMA

DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS, HERAUD

Y LOS PARADIGMAS DE MACHUPICCHU


CAPULÍ ES

PODER CHUCO


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HOMENAJE

A DOS CONOTADOS

VALLEJISTAS


GEORGETTE DE VALLEJO

Y JORGE PUCCINELLI


EL DÍA

DE SUS NACIMIENTOS,

7 DE ENERO


PANEL

DE EXPOSITORES


SIGNIFICACIÓN

DE GEORGETTE

EN LA VIDA Y OBRA

DE CÉSAR VALLEJO


FLORENCIA ROLDÁN

EMILIO SÁNCHEZ LIHÓN


SIGNIFICACIÓN

DE JORGE PUCCINELLI

EN LA CULTURA NACIONAL


MANUEL VELÁSQUEZ ROJAS


ACTUACIÓN ARTÍSTICA

FREDERIK SOTOMAYOR


PALABRAS DEL EMBAJADOR

HARRY BELEVAN MACBRIDE

DIRECTOR

DEL INSTITUTO RAÚL PORRAS

BARRENECHEA


CONDUCCIÓN GENERAL

DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


Ingreso libre

Se agradece su gentil asistencia


MARTES 7 DE ENERO, 6.30 PM.

INSTITUTO RAÚL PORRAS

BARRENECHEA DE LA UNMSM

JR. COLINA 398. MIRAFLORES,

LIMA, PERÚ


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ACUARELA

DE

MI TIERRA




FOLIOS

DE LA

UTOPÍA



LOS

CELAJES

EN EL CIELO




Danilo Sánchez Lihón


1. El

Mirador


Lo primero que miramos al despertar en mi tierra, luego de tender las frazadas de lana de carnero multicolores del lecho donde dormimos, y salir al corredor o al patio, es el cielo. 

Y, si en él hay nubes suponer qué día ha de hacer según el presentimiento que tengamos de qué humores embargarán a los nimbos plateados que ya se arremolinan en el cielo.

En mi casa de infancia, que más bien es una torre hacia lo alto, hay una escalera que da al hueco del terrado y frente a él se sostiene una explanada entre la pared y el techo que se eleva sobre la morada colindante que es la casa de mi abuela, lugar al cual llamamos El Mirador.


2. Misterio

cotidiano


En ese lugar me he cimbrado sobre el vacío, con el espanto de mi madre, porque cuelgan allí del techo pedazos de soguillas con que se amarran los magueyes y los carrizos que se tienden entre madero y madero, y se sujetan a las vigas, que a su vez sirven para que sobre ese tejido se sostengan las tejas.

De aquellas soguillas desprendidas o sueltas solemos cogernos para no perder el equilibrio y columbrar los cerros lejanos.

Luego alzar la vista a los copos de nubes que se apelotonan en lo alto y en lo bajo de la bóveda celeste. Misterio el de arriba como el de abajo, aunque lo recorran las gallinas cotidianas picoteando entre las piedras.


3. El cielo

infinito


Desde aquí miramos el cielo y sus mudanzas, desde que amanece.

Con los copos de nubes silenciosas subiendo de los valles, navegando en el cielo azulino.

Desde aquí seguimos su rumbo impredecible, su suerte y su destino de almas errantes.

– ¿De quién?

– ¡De las nubes!

Ora se entrelazan apacibles, ora se revuelven furiosas.

Desde aquí divisamos las hondonadas de los ríos y el cielo infinito, abierto con todos sus secretos, estrellas y planetas, sobre nuestras pobres almas indefensas.


3. Alfombras

de flores


Arriba, en el cielo azul, los celajes son rebaños apiñados y mugientes.

Son manadas que plañen y en sus balidos adoptan todos los perfiles y fulgores, matices y tonos de color.

Los celajes son olores y fragancias ante el asombro y prodigio que se hunde y se eleva en lontananza.

Algunos son vellones de ovejas trasquiladas que buscan sus majadas, vagando dispersas y desorientadas.

Los celajes deambulantes sin saber que con sus hebras los pastores del cielo van tejiendo el arco iris.

Y las alfombras de flores que se riegan por el suelo en las poblaciones de los pueblos entrañables.


5. Cunas

y tumbas


Hay vellones que se han vuelo vellocinos que son fantasmas ululantes que se alejan hacia una luz difusa que apenas se esboza en el horizonte.

Y van recogiendo de algo o de alguien sus latidos y su vida. 

Son los que al final como nubes extraviadas se unen a los espíritus de los cerros.

Los celajes son a ratos calmos y en otros momentos compulsivos y frenéticos.

Son estables como a veces furtivos. Son a la vez cunas y tumbas estremecidas.


6. Que dos miradas

coincidan


Los celajes son clarines de batallas y responsos fúnebres en el cielo pasmado.

Son el silencio meditativo y el estallido de una hora que nada piensa y todo lo avasalla.

Hacia ellos crecen y se dirigen las espigas que crecen en los tejados ingenuos e indefensos.

Hacia ellos se dirige la tristeza y la melancolía cuando se ama, y se busca que dos miradas coincidan.

Primero en mirarse ellas mismas y después en mirar hacia el mismo sentido.


7. Bien

sea


Hacia los celajes vuelven los ojos los amantes compungidos. Bajo ellos cobijan sus esperanzas los idilios rotos, que es cuando las nubes con sus mantos regios los cubren y ellas mismas se encienden de colores.

En esta vida doméstica o épica es cuando, en el escenario de las nubes que bogan en la bóveda celeste, inventamos mil historias subyugantes según la danza o el estrépito que hacen.

Y según sea el temperamento de nuestros latidos, bien sea que se sientan regocijados, bien sea que los desgarre una pena o melancolía.



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