martes, 10 de septiembre de 2013

10 DE SEPTIEMBRE: DÍA MUNDIAL PARA LA PREVENCIÓN DEL SUICIDIO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: LOS HOMBRES LOS RÍOS Y LOS CAMINOS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
 
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IMÁGENES DE LA INAUGURACIÓN
DEL XIV CAPULÍ
EN LA CASA DE LA LITERATURA PEUANA
 
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
VALLEJO
EN EL ALMA
 
RECITAL DE
FREDERIK
SOTOMAYOR CARRANZA
 
MIÉRCOLES 2 DE OCTUBRE
6.30 PM.
CASA DE LA LITERATURA PERUANA
ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
 
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PRESENTACIÓN
DEL LIBRO DE POESÍA
 
ALHELÍ
 
DE
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
SÁBADO 2 DE NOVIEMBRE
6 PM.
CASA DE LA LITERATURA
PERUANA. ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
 
7.30 PM.
AULA CAPULÍ
 
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CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
 
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
 
TRUJILLO
JUEVES 22
 
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
 
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10 DE SEPTIEMBRE
 
 
DÍA MUNDIAL PARA
LA PREVENCIÓN
DEL SUICIDIO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
LOS HOMBRES
LOS RÍOS
Y LOS CAMINOS
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Unidas
las manos
 
Las dos hermanas se santiguaron antes de poner sus pies en el tronco húmedo del árbol que cruza de orilla a orilla sobre las altas piedras y hasta donde salpican las aguas espumosas y enfurecidas del río que brama encajonado. 
 
Por el miedo se cogieron fuertemente de las manos antes de empezar a caminar, paso a paso, por el madero verdecido y resbaloso. 
 
Cuando fueron conscientes que estaban en el centro de ese cruce pavoroso, ya se habían extendido las sombras del cielo sobre el mundo. Y un viento helado desde dentro les caló los huesos y les invadió el miedo.
 
Sintieron el ruido y el fragor de los remolinos y las aguas que entrechocan en las piedras, allá abajo. 
 
Ahí fue que una de ellas quiso retroceder y en la indecisión ambas cayeron, cogidas de las manos. 
 
Pronto las envolvieron los torbellinos encrespados y fatales. 
 
Cayeron al río, unidas las manos. Y así se las vio, hasta el último instante, en que las aguas envolvieron sus dos cuerpos enlazados.
 
2. Pero,
llora
 
Momentos antes desde aquí las miramos que se animaban y desanimaban de pasar por el madero tembloroso. Una tenía trece años y la otra once. 
 
Ya grandecitas estaban, pero eran tiernas de carácter. Y ambas muy bonitas.
 
Ya engullidas por el torrente, aún así levantaron todavía las manos, como pidiendo auxilio. ¿A quién?, digo. ¿A quién, en medio de aquel turbión y bramido, en esta soledad y a esta hora? 
 
Pero así somos los seres humanos, que no perdemos la esperanza. Y nos aferramos a que hay alguien en algún sitio, o aquí mismo, quien todavía nos puede amparar y salvarnos. 
 
¿No es triste que así sea? ¿No es triste pedir un socorro, una ayuda, una mano tendida y esta no llegue o no se estire? ¿Que no esté allí para cogernos de ella, sino el vacío, la desolación y el desamparo?
 
¿Estamos solos en el universo? No lo sé, niño. Pero este suceso me ha dejado triste, muy triste en el alma. ¿Estamos solos?
 
– Pero llora todo lo que quieras.
 
3. La oveja
no aparecía
 
– Porque después de haber gritado desde esta orilla, y nuestros gritos retumbar como un eco, sentir que nadie nos oye.
 
Pronto llegaron las sombras y las tinieblas. Y los rugidos de las aguas los sentimos más amargos y atroces esa noche.
 
– Discúlpame niño. Si un viejo muere es normal. Pero no se entiende si son dos niñas las sacrificadas por la manera cómo hemos construido el mundo los adultos. 
 
– ¿Cuándo ocurrió eso, Eleuterio? 
 
Mañana va a ser recién un mes, niño.
 
– Y, ¿por qué huían?
 
– ¡Ay! A la mayor de las dos que regresaba trayendo las ovejas del campo, se le extravió una. Y su padre le dijo: “¡Si no encuentras a la oveja que has perdido, mejor vete y no regreses jamás a esta casa!”
 
– ¿Por qué? ¿Son muy pobres?
 
– Al contrario niño, don Liborio es el hombre más rico en toda esta comarca.
 
4. Dolida
en el alma
 
¬– Pero, entonces, ¿qué es una oveja, si se tienen tantas, en relación a una hija?
 
– ¡Eso, pué! Y le dio de plazo que esa misma tarde regrese con la oveja perdida. De lo contrario, la amenazó: ¡te largas!
 
Eso ocurrió como al mediodía. Llegó las seis de la tarde y por más que buscaba la oveja no apareció.
 
– Ahí fue que la niña decidió irse, dolida por la manera como su padre la había tratado. Por eso, ser rico o acumular plata es malo, niño. Porque el adinerado todo lo valora por un precio, hasta a los hijos. Y todo lo maldecimos, incluyendo a nuestra propia sangre.
 
La oveja en realidad no se había perdido, sino que la ocultó la neblina y al verse sola buscó refugio y abrigo entre los matorrales. Porque, a la mañana siguiente apareció, saliendo a unirse a la majada. 
 
Pero, ya era inútil, las niñas habían desaparecido envueltas por las aguas. Al ser ya de noche y no encontrar la oveja, de miedo por el castigo, y dolida en el alma la mayor decidió huir, camino a Santiago de Chuco. 
 
– ¿Y cómo es que también ahí estaba la menor?
 
– Porque no quería desprenderse de ella y la siguió a su hermana mayor. Ella no quiso dejar que su hermana se fuera sola.
 
5. Es
mucho
 
La menor lloraba cada vez que la mayor la ahuyentaba: 
 
–Tú, ándate a tu casa. De mí ya no es porque me la han negado.
 
– ¡No! Contigo voy a irme, ¡adonde sea! Así me arrojes de tu lado voy a estar contigo. –Le contestaba. Y ambas lloraban.
 
Y así lo hizo. Porque las dos intentaron cruzar el río. Y lo ha seguido más allá de esta vida, hacia ese ámbito oscuro que es la muerte.
 
– ¿Y por qué no cruzaron el río por el puente, que solo está un poco más abajo, y justo en el camino?
 
– ¡Ay, niño! Este puente ahora tiene dueño que es un hombre muy avaro y cobra. Y hay que pagar si uno quiere pasar por ahí. Y su actual propietario es tan duro de corazón que a nadie, que no pague, lo consiente ni permite avanzar un paso. Por más que lo lloren. Y, ¿de dónde iban a tener para pagar esas dos criaturas?
 
– ¿Y cuánto cobra por persona?
 
– Ahora cincuenta centavos, que es mucho para nosotros. Es la cuarta parte de una carga de leña, pagada en el pueblo.
 
6. Incluso
ahora
 
– Y también cobra por cada animalito. Y más todavía si ante él no nos humillamos. 
 
En ese caso aplica la tarifa que se le antoje. 
 
– Pero, ¿él construyó ese puente?
 
– ¡No, niño! El puente era “del común”, niño; pero él se ha adueñado, diciendo que lo ha comprado.
 
– ¿A quién?
 
– A las autoridades. Lo ha comprado al gobierno, que ha empezado a vender y rematar todo. 
 
– ¿El gobierno que está para velar por el bien público?
 
– Si, pues, niño. Ha vendido el agua de las lagunas, que ahora tienen dueño e incluso ahora están cercadas con alambres de púas, con guachimanes armados que no dejan pasar a nadie. Y disparan.
 
Ellos mismos informan que esos lugares ya son propiedad privada, porque ya fueron vendidas a las compañías mineras.
 
– ¿Y no hay reclamos?
 
7. ¿El puente
es suyo?
 
– Sí, hemos ido a quejarnos y a protestar. Pero no encontramos a ninguna autoridad en el pueblo. 
 
Parece que no viven aquí. No estaban ni el alcalde, ni el juez, ni el subprefecto. Nadie. Y si hubieran estado no nos hubieran recibido, porque se necesita pedir audiencia con anterioridad. Al contrario, casi nos meten presos, ese día. Se necesita, de otro lado, dinero para cualquier trámite. 
 
– Entonces, ¡han vendido el puente!
 
– Sí. Es el gobierno. Y también dice que va a vender el camino. Que desde antiguo es de todos nosotros, porque por él todos transitamos. En el puente hay ahora una caseta con un vigilante que es aún más desalmado que el dueño. 
 
Y en un poste hay pegado un cartel lleno de sellos, que es la resolución del juzgado, donde indica que el puente ahora es propiedad privada. Y que parte del camino también le pertenece. 
 
– Y ¿cómo ha hecho el trámite?
 
– ¡Eso sí no sé! Pero también hemos preguntado eso. Y la respuesta es que saber eso a nosotros no nos corresponde, ni incumbe, ni interesa que sepamos. Y que para reclamar tenemos que tener inscripción en los registros públicos. Y estar reconocidos como asociación, comunidad o junta de vecinos.
 
8. En
ese caso
 
El puente era nuestra única salvación ante la amenaza que se cierne al fondo y abajo, en el río tumultuoso. 
 
Por eso, para tener siquiera por donde pasar hemos derribado el árbol y cruzamos por él, aunque arriesgando la vida.
 
– Y los animales ¿cómo pasan? 
 
– ¡Ese es el problema! Porque algunos son hábiles y pueden, como las cabras, pero otros como las vacas no pueden. Entonces tenemos que pasar por el puente y pagar por ellos igual que por el humano, ya sea carnero, chivo, burro o vaca. 
 
– Pero, ¿cómo yo veo que por ese puente pasan los productos de la hacienda de “El Hospital”? 
 
– ¡Ah! ¡Cómo no, niño! ¡Esos sí que pasan!
 
– Y en ese caso ¿cómo hacen?
 
– ¡A ellos no les cobra nada!
 
En ese caso, la misma o peor humillación que exige que le muestren los pobres, es la que el dueño del puente rinde al hacendado o a la autoridad de la hacienda, a quienes se arrodilla y hace genuflexiones viéndolos pasar. Y hasta dejaría que lo azoten, tanto que pareciera que están unidos en un mismo negocio.
 
9. Orilla
por orilla
 
O como si entre ellos hubiera un acuerdo o contubernio en contra de la gran mayoría de nosotros que somos los pobres. ¡Ay, niño! Hasta el río está enojado de tanta iniquidad. Pero siempre me pregunto esto: ¿Por qué  es a nosotros a quienes el río cobra las víctimas.
Las últimas han sido esas niñas. ¿Qué culpa tenían esas pobres criaturas? Y, ¿qué es la vida así, de ese modo?
 
– ¿Y encontraron sus cuerpos?
 
El padre, que es dueño de muchas cabezas de ganado y tierras, ordenó que todos sus peones buscaran. Y lo han hecho recodo por recodo, orilla por orilla y playa por playa. Y se encontraron ambos cuerpecitos, ya lejos de este sitio, girando en un remolino, cerca de Chacomas. Pero los dos cuerpos juntos como si no hubieran querido desunirse ni en la muerte
 
Al reconocerlas el padre ha enloquecido de culpa y ha intentado matarse, que han tenido que amarrado. 
 
Ahora lo han soltado, pero no cesa de beber, desde que ellas murieron, habiéndose olvidado no sólo de la oveja que la niña perdiera –y que sólo ocultó la neblina– sino de los cientos y miles de ovejas que en sus rebaños todavía tiene.
 
10. Háblame
de los puentes
 
¿Cómo es este mundo, no? Eso le pasa al rico: ganan mucho pero pierden a sus hijos que es lo más precioso. Entonces: ¿para qué acumular tanto dinero?
 
– Eleuterio, ¿y tú cruzas por ese tronco que es el árbol derribado?
 
– De día, sí niño. De noche nunca. Aún así, al cruzar de día siento mareos, porque el árbol tiembla por lo largo que es. Y pareciera que enreda los pasos. Y abajo el fragor del agua reventando en las piedras es feroz
 
Después que ellas se cayeran no he visto que alguien se atreva.
 
Y es que abajo, retumban las aguas feroces y aciagas que en turbulencia de ondas golpean y saltan en las peñas.
 
– Pero niño, háblame otra vez de lo que tú sabes; háblame de los puentes y los Caminos del Inca, que antes me contabas.
 
– Los propios historiadores que vinieron con los españoles y con Francisco Pizarro, y a quienes se llama cronistas de la conquista, escribieron que ni en Roma habían edificios más espléndidos que esos caminos.
 
11. Sombra
y aromas
 
– ¡Miren pues cómo eran!.
 
– Subían desde las hondonadas hasta las cumbres de las montañas de nieves eternas, anchos y llanos, combinando adoquines de diversos colores. 
 
Cada cierto tramo habían tambos con ropa, zapatos, comida, frazadas para quienes lo necesitaran. A su vera se extendían acequias de agua.
 
Todos estaban cercados de piedra primorosamente labradas, haciendo hileras y a la vez ondulaciones, alineadas a una altura que dejaba mirar el paisaje, con apachetas representando figuras. 
 
Cada trecho distintos árboles combinaban sombra y aromas para deleite de los caminante. 
 
– ¡Los saludos que se daban quienes se encontraban era de hermanos, porque todos éramos hermanos, Eleuterio!
 
– Y ¿dónde puedo ver un trecho de esos caminos, niño?
 
– No queda una sola huella, Eleuterio. Todo ha desaparecido.
 
– Nunca puede desaparecer un camino, niño, porque por allí transita la gente.
 
12. Caminos
de esperanza
 
– Ni tampoco venderlos. Y sin embargo se han vendido.
 
Salvo cuando alguien desde fuera invade tu suelo y quiere desaparecer toda señal que te recuerde lo que has sido. 
 
Salvo cuando después entre hermanos nos hacemos enemigos y entre nosotros mismos seguimos desunidos. 
 
Salvo cuando unos abusan y viven a costa del sacrificio de otros. Y se engaña, se expolia y se es desleal. 
 
Salvo cuando todo se compra y se vende.
 
Salvo cuando a todo se le pone un precio. Salvo cuando dejamos de ser hermanos.
 
Salvo cuando no nos organizamos para defender lo que es nuestro, Eleuterio.
 
– ¿Y cuando volveremos a tenerlos?
 
– Eso depende de nosotros mismos, construir los andenes nuevos, los tambos y otra vez los caminos de esperanza para nuestro pueblo.
 
 
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