sábado, 6 de julio de 2013

MAESTRA DE MI VIDA - POR LUCINDA MARTÍNEZ ZUZUNAGA, PRESIDENTE DE SIPEA-PERÚ

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MAESTRA DE MI VIDA

Por Lucinda Martínez Zuzunaga

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Hice mis estudios primarios y secundarios en el Colegio Nacional Santa Rosa de la ciudad que me vio nacer, Abancay, colegio de monjas de la congregación de Dominicas donde prevalecían alemanas y españolas.

Realicé los años de secundaria, en un tiempo en que las cosas estaban generando cambios, tiempos de modificar códigos y técnicas de estudio y de aprendizaje. Eso generaba cierta confusión en un contexto revoltoso, desafiante, pero a la vez, sediento de seguridades y abrazos contenedores.

Si esto era así, en realidad, es difícil saberlo, pero a los adolescentes no suele importarles mucho como son las cosas, sino como se ven y eso es lo que recuerdo.

La profesora de Literatura llegaba al aula y no le gustaba perder tiempo. Su estilo 'tradicional' resultaba sorprendente, contrastante. Utilizaba el libro de vez en cuando, solo para consultas, porque sus clases era más bien expositivas, ella dedicaba las horas a explicar los contenidos y no había que concentrarse mucho, para seguirle el hilo por lo que no había mucho margen para especular con ella, más bien para involucrarse totalmente. Eso marcaba una diferencia que puedo evocar claramente, como un ejemplo de silencioso respeto y admiración.

La recuerdo dibujando letras, esas metáforas que ahora entiendo, la recuerdo declamando y de memoria, con esa fuerza vital de sus años y que en cada exposición literaria mis posibilidades de ser su mejor alumna de letras iba creciendo de sus manos y dedicada orientación, la recuerdo explicando como nacen los vientos de la inspiración, como llegan los aromas en versos, la recuerdo espulgando en nuestros mejores aciertos para intensificar mucho más nuestras inspiraciones y evaluándonos con justicia, la recuerdo tanto cuando puso en mis manos el primer poemario de Alfonsina Storni y siguió la Rimas de Gustavo Adolfo Becker y uno a uno de tantos poemas nos explicaba con una precisión conmovedora que no fue difícil para mi, saber que por esos caminos de la poesía desearía seguir.

Ella me dio lecciones muy importantes para mi vida, los auténticos valores reconociendo sentimientos, de las palabras de amor, respeto, admiración y dignidad propia de una mujer, aquella que se fue forjando desde sus sabias enseñanzas, aquella que hoy soy y nunca le dije cuanto la admiraba.

Ella fue una de las claves vitales para la formación de muchas de las alumnas que integrábamos sus clases, a partir de las cuales comprendí cuan valioso era el conocimiento.

Hoy amo la Poesía y ese vínculo permanente que hace que la recuerde siempre y aunque mi destino me sorprendió con otros caminos, hoy cada vez que escribo, siempre regresan a mi memoria algunos de los conceptos que nos enseñó a lo largo de sus clases de Literatura en aquella feliz secundaria donde nos prodigó sus mejores ejemplos de gran Poeta y Maestra.

Hoy cuando mis tiempos ya besan el otoño, hoy cuando mis “Diálogos de papel” poemario que guarda su nombre como el primer reconocimiento de su gran labor magisterial, hoy, querida y siempre recordada Maestra de vocación, Maestra de mi vida, Martha Rodríguez, bendigo su nombre.

Lucy Martínez Zuzunaga

FELIZ DIA A TODOS LOS MAESTROS Y LA MAS INMENSA GRATITUD PARA ELLOS QUE HAN SABIDO GUIAR Y EMPRENDER NUEVOS RETOS A CADA UNO DE SUS EDUCANDOS. QUE DIOS LOS BENDIGA SIEMPRE.

LUCINDA MARTÍNEZ ZUZUNAGA



Presidente de la Sociedad Internacional de Poetas,
Escritores y Artistas - PERÚ