sábado, 6 de julio de 2013

6 DE JULIO: ADHESIÓN EN EL DÍA DEL MAESTRO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: AQUEL MAESTRO VALLEJO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
JULIO, MES DEL MAESTRO;
DEL SANTUARIO HISTÓRICO
DE MACHU PICCHU; BATALLA
DE HUAMACHUCO, LEONCIO
PRADO; Y FIESTAS PATRIAS
 
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IMÁGENES DEL FESTIVAL TRILCE
DE LA CANCIÓN, LA POESÍA Y DANZA ANDINA
DEL XIV ENCUENTRO INTERNACIONAL ITINERANTE
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
EN SANTIAGO DE CHUCO, EN MAYO DEL AÑO 2013
 
HACER CLIC AQUÍ:
http://www.youtube.com/watch?v=7SriuD4RJJM
 
 
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PRESENTACIÓN
DEL LIBRO
 
CÉSAR VALLEJO
POETA UNIVERSAL
 
DE
MARA L GARCÍA
BRIGHAM YOUNG UNIVERSITY
 
EDICIÓN DE LA UNIVERSIDAD
NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
 
PANEL
DE PRESENTACIÓN:
 
ELID BRINDIS
MARCO MARTOS
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
ACTUACIÓN ARTÍSTICA:
 
RICARDO ELÍAS
 
FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO
MIÉRCOLES 24 DE JULIO, 4 PM.
 
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PARTICIPACIÓN
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
COMO JURADO CALIFICADOR
 
JUEGOS FLORALES ESCOLARES NACIONALES
“UN PAÍS DE TODAS LAS ARTES”
 
CONCURSO REGIONAL DE DECLAMACIÓN
CON LA PARTICIPACIÓN DE NIÑOS Y JÓVENES
REPRESENTANTES DE 45 UGELES DE LA REGIÓN
“LA LIBERTAD” EN SANTIAGO DE CHUCO
 
TEATRO MUNICIPAL TÚPAC AMARU
DE SANTIAGO DE CHUCO,
 
LUNES 19 DE AGOSTO, 2013
 
SE SELECCIONARÁN A LOS REPRESENTANTES
QUE COMPETIRÁN EN LA ETAPA FINAL NACIONAL
 
GERENCIA REGIONAL DE EDUCACIÓN,
UGEL SANTIAGO DE CHUCO
 
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CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
 
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
 
TRUJILLO
JUEVES 22
 
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
 
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PÁGINA WEB
HACER CLIC AQUÍ:
 
http://spanport.byu.edu/faculty/GarciaM/new/CapuliXV.htm
 
 
*****
 
Teléfonos Capulí:
420-3343 y 420-3860
99773-9575
 
capulivallejoysutierra@gmail.com
dsanchezlihon@aol.com
 
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6 DE JULIO
 
CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
 
 
ADHESIÓN
EN EL DÍA
DEL MAESTRO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
 
AQUEL
MAESTRO
VALLEJO
 
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
Este sí que es maestro.
Este enseña con autoridad,
y no como los maestros de la ley
(Marcos 1,22)
 
 
1. Cruz
y madera
 
El último poema escrito por César Vallejo y que constituye su testamento espiritual, que forma parte de España, aparta de mí este cáliz, es el poema de un maestro dicho desde un aula de clases; no desde un balcón ni desde la cima de un monte, no desde un palacio ni desde un templo, tampoco en un jardín o en un huerto, sino en el aula de una escuela, ante las carpetas o bancos de los niños, en donde encarga refundar al hombre y a la vida, al decir:
Niños del mundo,
si cae España –digo es un decir–…
¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡qué temprano en el sol lo que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!
¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra maestra con sus férulas,
está madre y maestra,
cruz y madera, porque os dio la altura,
vértigo y división y suma, niños;
 
2. Y qué
honra
 
Es el poema de un maestro de aula, de aquel hombre que para dar su mensaje redentor por ser trascendental e investido de la nobleza de su alma, con el terno raído y la corbata pobre de maestro, vuelve al pupitre y al aula de clases a dejarnos su mensaje de esperanza, como de coraje, y de valor de no renunciar jamás a nuestros ideales y a nuestras consignas más valederas:
Niños, ¡cómo vais a cesar de crecer!
¡cómo va a castigar el año al mes!
¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptongo, la medalla en llanto!
Donde incluso las imágenes aluden y recaen en las lecciones que se estampan en los cuadernos escolares:
¡Cómo va el corderillo a continuar
atado por la pata al gran tintero!
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!
¿Y cuál es esa letra en que nació la pena? ¿Acaso el Perú? Porque Vallejo nunca dejó de pensar en el Perú, incluso cuando escribió su adhesión a España. Y qué honra partir de esta letra para todo acto redentor.
 
3. Maestro
elegido
 
Y es que César Vallejo dedicó talento y esfuerzo, pálpito y temple, a la función magisterial y al acto de educar, actividad que llevó a cabo con total integridad, compromiso y convicción; y en la cual se transparenta el alma de este hombre esencial, tuétano y médula de hombre, que es lo mismo a decir hombre ejemplar, o modelo de hombre.
En esta perspectiva es valioso entonces analizar su desempeño en relación a la educación; y siempre como docente de escuela básica, elemental o primaria; y no de universidad, como se prefiere ser en el mundillo intelectual.
Tenemos así que su primera incursión como educador fue viajando en mayo de 1911 hacia Acobamba, en Ambo, ubicada entonces en la provincia de Pasco.
Fue maestro elegido cuando apenas tenía 19 años a fin de desempeñarse como guía y tutor de Francisco y Leoncio Sotil Wolcott, hijos de don Domingo Sotil, prominente minero, abogado y político en su época.
 
4. Pastor
garrido
 
Para contratarlo como profesor particular de sus hijos es indudable que Domingo Sotil vio en él cualidades excepcionales que quiso que se vieran reflejadas en sus hijos.
Y el hecho de que esta función la desempeñó a cabalidad y con creces lo demuestra el hecho de que no fue un mes o dos los que pasó confinado en una hacienda, sino que permaneció en Ambo casi un año, de mayo a diciembre, lo que señala y nos da un indicador de la aprobación que su labor mereciera.
Fue en esa estadía en Cerro de Pasco que publica su primer poema, titulado "Soneto", en diciembre de 1911, a la edad de 19 años, en el Nº 782 de El Minero Ilustrado.
Es probable que sea Domingo Sotil quien haya recomendado al editor la publicación del poema, dada la vinculación que él tenía con ese sector de la actividad productiva, la minería. Empieza así el soneto:
El día toca a su fin. De la cumbre
de un enorme risco baja el rebaño
pastor garrido, que con pesadumbre
toca en su quena un yaraví de antaño.
 
5. Siempre
en las aulas
 
Ya oficialmente como personal asimilado a la escuela pública y dentro de la planilla del Estado lo encontramos de preceptor entre los años 1913 y 1915, en el Centro Escolar Nº 241 de Trujillo.
Este es el centro educativo emblemático de Trujillo, situado en plena Plaza de Armas de dicha localidad, en donde enseñaba a los niños a leer y a escribir. Pero también a conocer aspectos básicos de las ciencias, de las artes y humanidades.
Podemos decir que tenemos el orgullo como para que el destino registre estos hechos, que César Vallejo fue maestro en las escuelas y colegios emblemáticos y representativos de cada localidad.
Porque otro hito en su trayectoria magisterial es el período que abarca entre 1915 y 1917, época en la cual dicta clases en el primer grado de primaria del Colegio Nacional de San Juan, en esa misma ciudad señorial.
Ya en Lima, desde 1918 labora como preceptor en el Centro de Educación Primaria del Instituto Barrós, denominado después de la muerte de su director y propietario, como Instituto Nacional.
 
6. Maestro
auténtico
 
En esta entidad educativa le cupo desempeñar en algún momento el cargo de director, función a la que inmediatamente renuncia y que asumió más bien presionado por sus colegas por ser el único quien poseía grado académico de Bachiller expedido por una casa de estudios prestigiosa como era la Universidad Nacional de Trujillo.
Sin embargo, nunca tuvo aspiraciones ni de riqueza económica ni mucho menos ganas de ocupar cargos públicos ni de pugnar por ningún tipo de poder en el ámbito de una institución.
Era artista y maestro auténtico, no administrador como tampoco empresario en el campo de la educación, con lo cual imparte también cátedra y magisterio.
Ya en 1919 lo encontramos como profesor del 4º y 5º de Educación Primaria en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe en Lima.
En marzo de 1921 nuevamente ejerció la docencia en esa institución educativa emblemática, donde participó como jurado examinador junto con los profesores Octavio Mayaute, Eduardo Valenzuela, Severino Sedó y Juan Ronceros.
 
7. Enormemente
proyectivo
 
Así, prácticamente, desde que inicia sus estudios universitarios, en el año 1911, hasta que se aleja del Perú, en 1923, trabajó en la educación básica y como maestro de aula, solo con breves interrupciones.
Pero hay algunos rasgos, en el desempeño docente de César Vallejo, que interesa conocer y que nos dan una imagen de cómo eran sus cualidades en esa faceta de su desenvolvimiento personal y que ilustra tanto acerca de su calidad de ser verdadero como acerca del desenvolvimiento de la pedagogía nacional.
Por un lado, hay datos de lo que hacía y también de lo que no hacía o dejaba de hacer; atributos que nos permiten deducir que era un maestro implícito, intuitivo, perspicaz e inteligente, como profesor o profesional de la educación.
Porque se puede ser un genio de la poesía, como él lo es, pero un inepto como docente, como felizmente no lo fue. Pues al contrario, en ese ejercicio fue acertado, sagaz y enormemente proyectivo. Incluso a pesar de algunos prejuicios y convenciones de su época. He aquí algunos distintivos:
 
8. Claves
de su magisterio
 
a. Enseñaba emotivamente, con el afecto, en empatía con el estudiante, consagrado a él y a su desarrollo y erigido como su protector.
b. Practica una educación por el arte, componiendo poemas didácticos, colaborando continuamente en la revista "Cultura infantil", editada en su propio colegio, lo cual significaba que instalaba el tema de la educación en el contexto de la cultura humana.
c. Se proyectaba a la comunidad, tomando la palabra en toda actuación cívica, recitando poemas ante los niños y padres de familia en las ceremonias públicas, buscando así una vinculación de la educación con la comunidad.
d. Explica aspectos de sabiduría vital, interesándose por la formación de la personalidad y el carácter del niño, lo cual lo coloca en la perspectiva de una educación en valores.
e. Lo hacía de manera creativa utilizando la fantasía y la imaginación. Los enseñaba a producir textos.
 
9. Contar
historias
 
Asimismo, utiliza para su magisterio lo que recién se ha descubierto, validado y se aplica últimamente como una manera de enseñar, cual es la producción de textos. Ciro Alegría al respecto recuerda:
Algo que le complacía mucho era hacernos contar historias, hablar de las cosas triviales que veíamos cada día. He pensado después en que sin duda encontraba deleite en ver la vida a través de la mirada limpia de los niños y sorprendía secretas fuentes de poesía en su lenguaje lleno de impensadas metáforas. Tal vez trataba también de despertar nuestras aptitudes de observación y creación.
Lo cierto es que, frecuentemente, nos decía: "Vamos a conversar"... Cierta vez se interesó grandemente en el relato que yo hice acerca de las aves de corral de mi casa. Me tuvo toda la hora contando cómo peleaban el pavo y el gallo, la forma en que la pata nadaba con sus crías en el pozo y cosas así. Cuando me callaba, ahí estaba él con una pregunta acuciante. Sonreía mirándome con sus ojos brillantes y daba golpecitos con la yema de los dedos, sobre la mesa.
 
10. No
lo diré
 
Pero aún más: Hacía una educación de la resiliencia, que es la capacidad para afrontar las situaciones adversas, de escasez y hasta de dolor; de afrontar la miseria para a través de la educación buscar la justicia social, compensando el maltrato a los débiles, en oposición de una educación para el éxito y la competitividad. Es decir cuando aún no existían los conceptos de resiliencia ni el de educabilidad, que es hacer que la educación compense las desventajas de las condiciones adversas de la vida, ya César Vallejo la practicaba, con testimonios como el siguiente que nos presenta Juan Espejo Azturrizaga en su libro: César Vallejo. Itinerario del hombre:
En el tercer año del Centro Escolar No 241, a cargo de César Vallejo, cursaba estudios un alumno muy delgadito, muy fino que siempre llegaba tarde. A los retrasados se les castigaba dejándolos una hora todas las tardes, de pie en un gran patio, esto es, hasta las 6 de la tarde, ya que la hora de salida era a las 5 p.m. El chiquillo nunca era llamado cuando se leían las listas de reclusos, lo que lo tenía siempre muy sorprendido. Pero una mañana se esforzó en llegar temprano. Vallejo se le acercó y con mucho cariño tomándole la cabecita le dijo: “Tu puedes llegar tarde siempre, no lo diré. Eres flaquito y te hace daño agitarte” y acariciándole añadió: “Me gusta tu cabeza”
 
11. La moral
de un maestro
 
Además, enseñaba gráficamente, con imágenes y metáforas, con ayudas didácticas e incluso acentuando rasgos curiosos de la voz.
Ciro Alegría, quien fue su alumno, nos cuenta:
Anunció que iba a dictar la clase de geografía y, engarfiando los dedos para simular con sus flacas y morenas manos la forma de la tierra, comenzó a decir:
Niñosh... la Tierra esh redonda como una naranja... Eshta mishma Tierra en que vivimos y vemos como shi fuera plana, esh redonda. Hablaba lentamente, silbando en forma peculiar las eses, que así suelen pronunciarlas los naturales de Santiago de Chuco.
Pero hay también apuntes sobre el dato aparentemente negativo y que hacían mella a su magisterio, por lo que se le reprobaba en ese entonces y que resulta lo moralmente más importante conocer.
Es decir lo que no cumplía y dejaba de hacer, que para la época en que él trabajó eran puntos en contra, pero gratamente no para la visión pedagógica actual. Sobre este aspecto Vallejo como maestro no incidía en estas actitudes ahora desaprobadas pero honorables en su tiempo. Así:
 
12. Se adelantó
a su época
 
a. No castigaba a sus alumnos, a lo más disimulaba hacerlo, aparentando indignación y hasta cólera; simulando entonces –escribe Ciro Alegría– como que les daba un tirón de cabellos, todo esto en el marco de una concepción en la cual era casi una obligación que el maestro maltratara físicamente al niño, dado que el precepto era que "la letra con sangre entra".
b. Nunca los hacía quedar castigados después de acabadas las horas de clases; y no hacerlo constituía exponerse a la extrañeza y eventual sanción del personal directivo de la escuela y de los padres de familia, quienes exigían disciplina y drasticidad.
c. No suspendía o reprobaba a nadie, promoviendo de año escolar a la totalidad de niños, lo cual a todas luces era una actitud nefasta como imagen para él, en una época en que la imagen de ser buenos maestros era en ser exigentes en educación, obligando al maestro a herir psicológicamente a los muchachos.
d. No se preocupaba de enseñar a sus discípulos a marchar, hecho irreverente, provocativo y hasta lindante con una actitud subversiva del orden legalmente establecido.
 
13. Maestro
certero
 
Estos aspectos en aquel momento eran sencillamente descalificaciones graves en un profesor de una capital de Departamento, como era y es Trujillo. Y mucho más grave tratándose de Lima, la capital del Perú, donde él ejerció la docencia.
Un hecho así quizá podía ocurrir en un lugar alejado, donde nadie se enterara ni se diera cuenta, pero no en las ciudades capitales en donde era inconcebible que se rompieran los esquemas establecidos, se alterara la rutina y los conceptos de aquella época. Actitudes como las señaladas era contravenir la pauta y significaba inmediatamente ser tipificado como mal profesor y tener encima el juicio severo de los propios colegas en la labor magisterial. 
¿Cómo hizo Vallejo para que, sosteniendo y ejecutando tales actitudes, se le respetara, asumiendo posturas que para su época estaban mal pero que, sin embargo, la pedagogía contemporánea podría sacar a relucir a César Vallejo como un maestro certero y ejemplar, situado en la perspectiva correcta de las nociones avanzadas ahora de la educación?
 
14. Por designio
o gracia
 
Y esto mucho antes de que estos principios siquiera fueran esbozados, mucho menos permitidos y para nada aceptados. Lo importante es la visión y, de otro lado, la fortaleza moral para haberlas llevado a cabo, sin el retraimiento y la claudicación de posiciones tan comunes en este tipo de actividades, en donde lo que se intenta es formar parte del sistema imperante para así obtener de él las mayores ganancias y ventajas.
La actitud humana de educador la llevó César Vallejo en el alma, poeta esencial pero educador nato, hecha borbotón en su corriente sanguínea, porque provenía de la tierra legendaria de los chucos y de una raíz telúrica al formarse ahí los maestros catequiles del Perú ancestral. Tuvo esa savia en su retina y en su sangre y no la olvidó jamás, incluso en tiempos de guerra y en el trance de la vida hacia la muerte.
Reluce incluso como decíamos en aquel poema de épica moral como es España, aparta de mí este cáliz, donde, mucho o todo, transparenta en sus versos esta vocación, del poeta mayor de nuestra cultura, de ser maestro esencial, como un puente colocado por designio o gracia del destino delante de los niños y la historia, como cuando lo oímos decir al final de su epopeya y de su vida:
 
15. Erigir
la vida
 
Niños,
hijos de los guerreros, entretanto,
bajad la voz…
¡Bajad la voz, os digo;
bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto
de la materia y el rumor menor de las pirámides, y aun
el de las sienes que andan con dos piedras!
¡Bajad el aliento, y si
el antebrazo baja,
si las férulas suenan, si es la noche,
si el cielo cabe en dos limbos terrestres,
si hay ruido en el sonido de las puertas,
si tardo,
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta; si la madre
España cae –digo, es un decir–
salid, niños del mundo; id a buscarla!…
Es el canto de las sílabas en los niños su aprender a leer la vida. Pero por si acaso no me encuentran, dice el maestro, y los asustan los lápices sin punta, si todo es dolor y desgracia, entonces empezar de nuevo y erigir otra vez la vida.
 
 
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