miércoles, 31 de octubre de 2012

HIJA MÍA - POR RODOLFO ASCENCIO BARILLAS, DIRECTOR DE PRENSA INTERNACIONAL DE ASOLAPO-EL SALVADOR


HIJA MÍA

Rodolfo Ascencio Barillas

Hija mía, grandes bendiciones de Dios tienes
El cielo te bendijo con alegre celaje
Todos los días el alma te da un mensaje
Y que también sabes que del mundo vienen,
Tus ojos iluminan la luz de la sonrisa
El viento, la lluvia y en el ocaso
El alegre Bohío, el valle, y tu regazo
Y las montañas que llevan su brisa.
Hija amada, fruto del amor del alma mía
Gracias le doy a Dios por tu eterna alegría
Que surgió del fulgor de una estrella.
Tu belleza es el cielo que hoy canta
Es el agua pura que lleva mi garganta
Siempre serás para mí, dulce, tierna y bella.
¡Oh! dulces recuerdos que aprisionan mis sentidos
Y una fugaz estrella que encendió tu vida
Y como luz en el firmamento llegaste bendecida
Noches placenteras con mi alma soñaron
Fueron mis amores que olvidaron tus besos.
Infinita estrella que vi en los cielos
Suspiros sagaces de bellos anhelos
Niños felices en senderos traviesos;
Mira hija mía la bella alondra que tienes en tu pecho
Y el rocío que cae sobre el heno
Y las rosas que exhalas en tu aliento
Y los manantiales que corren de tu fuente
Brotan en el agua cristalina de tus ojos
Y las mariposas que nacen con tu estrella.
Hija mía, fruto mío, vida mía, mi esplendor
Y escucha el consejo de tus padres
Y los mágicos luceros de tu camino
Y condúcete con la inteligencia de tu vida
Y con los senderos luminosos del cielo
Y con la belleza de tu dulce sonrisa.
Porque vives en la dicha de nuestros corazones
Y mañana cuando veas el sol brillar:
Vibrarás en el nuevo día de tus ilusiones
Y los fulgures destellante de tu ocaso
Contemplarán claros horizontes,
Y tu alegría será siempre mi felicidad
Y yo soñaré con la primavera de tu infancia
Y tú serás todo lo que yo siento
Para que oigas todo lo que presiento
Y te diga todo lo siempre tengo que decirte;
Tus manos son dos amapolas hermosas
Y tus lindos cabellos cual cascada de oro
Y eres tan preciosa como las esmeraldas
Y tus ojos son dos rubíes luminosos,
Así lo siento hasta en el hurís de mi espíritu
Y tu silencio es el blanco amanecer
Y tus palabras son la fina hierba de los campos
Y tu existir es la hermosura de los lirios
Y tus plegarias son los mares de ternura
Y los colores que pintan, la majestuosa naturaleza
Y tu armónica que suena con gran gentileza.
Hija mía, no olvides el sabio consejo de los años
Y la rectitud de tus discretas emociones
Y que hoy con la mesura de tus rojos rubores
Mi alma te viene a predicar… 

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcqaUHvRm0sn1R5kC5RKgWSsAY6VsQIIXJdwF6OVOASvNvVNgIO9HnpHmMreU6hKFp-m-YHoTStu1yBalZM2PGnHm1UQzkFPKX0z5iJ2NVHyzDg3uV711rzKgNG6V2Fl66YwGZFOWGsy1J/s1600/Poeta+Rodolfo++Ascencio+Barillas.png
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBe0g9TCjGl0vMIubhPrwwHO5HALMv7onVIzX60MRlAFHCxzOKgupq7F3e3XOTrCkyk7XoxDK1h6Ulz56j3PbZ0c7DlfRIICSOqngJPOYOOD8NRrIFaweuBT6jLTt4EVni_s-CMDAjji58/s1600/el+salvador.png

ESTAMPAS DE EL SALVADOR (Editado por Nalo Alvarado Balarezo)