lunes, 28 de marzo de 2011

DOSTOIEVSKI: INGENIERO MILITAR DE CAMPO - POR FRANSILES GALLARDO



Dostoyevski en su época de ingeniero y alférez de campo


DOSTOIEVSKI: INGENIERO MILITAR DE CAMPO

Por Fransiles Gallardo

“Los hermanos Karamasov” fue el primer libro de Fiódor Mijáilovich Dostoievski que leí en Lima, cuando trabajaba como ingeniero de la Corporación de Desarrollo de Lima; en los primeros años de la década de los ochenta.

Era la época en que con José Castro, ex estudiante de literatura de la Universidad de San Marcos y director de la revista Santiago, gastábamos suelas entre ambulantes y vendedores de libros por Colmena, Quilca o las dos primeras cuadras de la avenida Aviación, en la temible y terrible Parada de la “rica Vicky”, “en la mañanita, antes que despierte la jauría malandra”, buscando libros usados de cien intis.

Fue en una de esas librerías de los “bazares suelo” que encontré también “El Jugador” empastado y en papel bulky y, también, en la solapa de sus datos biográficos estaba escrito: “Fedor y Mijaíl ingresan en la Escuela de Ingenieros Militares”.

Claro que en esa época, no le presté mucha importancia al hecho; puesto que mi prioridad era la ingeniería y ser un buen ingeniero, al servicio de mi país.

Para bien o para mal dejé hibernando a la literatura por 25 años.

Pero la tierra en su movimiento de rotación y traslación nos conduce tarde o temprano a los lugares comunes o a los vestigios aquellos que dejamos en el olvido momentáneo.

Y, si pues, sucede que limpiando los anaqueles de mi vieja y siempre querida biblioteca; encuentro estos antiguos libros en los cuales las polillas, se han dado un banquete depredador.

Pero entre surcos vacíos de páginas carcomidas, vuelvo a leer: “Fedor y Mijaíl ingresan en la Escuela de Ingenieros Militares”.

Será el bicho periodístico que aún nos recorre las neuronas, recordando nuestra época universitaria en Cajamarca, donde éramos parte del plantel de periodistas de Sucesos y Punto Político en la desaparecida Radio Cajamarca, de la esquina de la Plaza de Armas.

Era la época querida en que con los poetas Bethoven Medina y Angel Gavidia, “los cúbicos cajachos” hacíamos que el tiempo nos alcanzara para todo; hasta para emborracharnos con cajoneo, palmas y cohetes: “María ya no hay la vaca / tampoco el toro barroso / eso ha sido para venderlo / pa comprarte tu reboso”.

Nostálgicos y añorados años dorados, que jamás nunca volverán. ¿O sí?.

Pero retornemos a la ficha biográfica de Fiódor Mijáilovich Dostoievski.

Efectivamente, cuando tenía 16 años ingresó a la Escuela de Ingenieros Militares en San Petersburgo.

En la Academia de Ingeniería Militar, Fiódor Mijáilovich lidió con las matemáticas; pero también estudió leyó a Shakespeare, Pascal, Víctor Hugo, Balzac, Goethe y Hoffmann y, en 1843, a los 20 años de edad culminó con buenas notas sus estudios de Ingeniería, siendo ascendido a Alférez Ingeniero de Campo con el grado militar de subteniente; incorporándose a la Dirección General de Ingenieros en San Petersburgo, al servicio de topografía.

Entre los 23 y 25 años una furia literaria lo invade, escribiendo y publicando nueve libros, entre los que destaca “Pobres Gentes” del cual extraigo unas líneas:

“Los mendigos profesionales alquilaban, en los barrios pobres, niños escuálidos para llamar la atención de los transeúntes y si el niño moría durante el día, seguían exhibiéndolo hasta la noche para no perder el precio del alquiler...”

"Y temblando todo él, llegase corriendo a mí y mostrándome el papel, con vocecilla que tiritaba, me dijo: 'Una limosnita, señor'...”.

“Pero ¿qué iba yo a darle?”.

Sin duda un retrato actual de nuestra sociedad; especialmente la limeña. Nada a cambiado, solo se ha trasladado.

El año 1866 y a los 43 años publica El Jugador, la novela que Dostoievsky dictó en tan solo dos semanas, mientras trabajaba en Crimen y Castigo; la cual se va publicando por entregas en El mensajero ruso, con una gran aceptación por parte de crítica y público.

Otro aciago acápite en la vida de Fiódor Mijáilovich Dostoievski fue el que él y otros miembros del Círculo Petrashevsky fueron condenados a muerte por participar en actividades antigubernamentales.

Los prisioneros fueron llevados al patio de la prisión para su fusilamiento. Dostoievski tenía que situarse frente al pelotón de fusilamiento e incluso escuchar sus disparos con los ojos vendados; pero su pena había sido conmutada por cinco años de trabajos forzados en Siberia.

Durante esta época, los ataques epilépticos fueron en aumento.

Años más tarde, Dostoievski le escribiría a su hermano los sufrimientos que atravesó durante los años que pasó en Siberia «silenciado dentro de un ataúd”, describiendo el cuartel donde estuvo:

“En verano, encierro intolerable; en invierno, frío insoportable. Todos los pisos estaban podridos. La suciedad de los pavimentos tenía una pulgada de grosor; uno podía resbalar y caer... Éramos apilados como anillos de un barril... Ni siquiera había lugar para dar la vuelta”.

“Era imposible no comportarse como cerdos, desde el amanecer hasta el atardecer. Pulgas, piojos, y escarabajos por doquier”.

El 9 de febrero de 1881, muere Fedor Mijáilovich Dostoievsky de una hemorragia pulmonar asociada a un enfisema y a un ataque epiléptico.

En su lápida sepulcral puede leerse un versículo de San Juan, que sirvió también como epígrafe de su última novela, Los hermanos Karamázov:

“En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere produce mucho fruto”.

Lo que no nos aclaran sus biógrafos es, que pasó con su carrera de ingeniero militar. Si la dejó, cuando y porque razones.

Pero de que fue ingeniero, está probado.

Dos golondrinas pueden anunciar un tibio verano. Pero hay más. Mucho más.


Fuente:




FRANSILES GALLARDO

Poeta y narrador cajamarquino


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