domingo, 27 de marzo de 2011

27 DE MARZO: DÍA MUNDIAL DEL TEATRO - PLAN LECTOR: LA MAGIA DEL TEATRO INFANTIL - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA,
INLEC DEL PERÚ,

Y
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


MARZO:


MES DEL AGUA,
LA POESÍA Y EL NACIMIENTO DE CÉSAR VALLEJO


CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES

27 DE MARZO:

DÍA MUNDIAL DEL TEATRO



SÁBADOS 7 PM. AULA CAPULÍ:

CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA

Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República

Ingreso libre.

Se agradece su gentil asistencia

Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860


planlector@hotmail.com

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PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA

LA MAGIA DEL TEATRO INFANTIL


Por Danilo Sánchez Lihón

Porque desde el aula hoy día
puedo cambiar el mundo.

«Mi madre hizo una cruz en el calendario
el día en que nací, y yo era el que gritaba:
ese pequeño montón de cabellos, de uñas y de carne.
– Soy yo, soy yo...
–Solo no eres nadie. Es preciso que otro te nombre
Bertolt Brecht

1. Palabra y espacio mágicos

El niño tiene derecho desde su nacimiento a un nombre y a una nacionalidad, reza el principio 3 de la Declaración de los Derechos Universales del niño. Y quiero ocuparme del teatro infantil primero como uno de los derechos intrínsecos del niño en este mundo.

El principio que hemos citado lo podríamos definir y caracterizar como el de la identidad, diciendo que todos tienen derecho a un nombre, a la palabra y a la pertenencia a un lugar y a un espacio real y a la vez ideal, es decir la identidad. Como el niño tiene derecho a ser libre, más libre que nunca. ¿Dónde? En el teatro y la literatura, en donde está la palabra y el espacio mágicos.

En donde ha de volar con las alas fuertes, amplias y arriesgadas de su ilusión. Donde ha de arrojarse hacia el infinito, sin temores ni reservas, con creatividad. Donde no ha de amilanarse, ni tener temores ni recelos.

El niño tiene el derecho a considerar la literatura y el teatro como un país de maravilla y fábula, una gruta encantada y uno de los placeres más exquisitos de la existencia, porque en ellos nada es punible salvo quedar para siempre atrapados entre su plumaje dorado y elevados en sus naves hechizadas.

El niño tiene derecho a que todo se arregle y reacomode de acuerdo a cómo él es y trae porque son obra directa de Dios. A transformar la vida y hacerla de acuerdo a cómo sus ojos cuando se abren la representan.


2. Manera de comprender

Y es la literatura y dentro de ella el teatro el arte que recrea la conducta de los hombres en niveles de alta significación, enlazadas aquellas en una historia de la cual se desprenden mensajes inusitados y trascendentes y a la configuración de un mundo ideal.

Tiene como centro y como destinatario al hombre y recrea el destino peculiar de éste en su excelsitud como también en sus desgracias, caídas y fatalidades.

La clave implícita de este arte es la representación del destino del ser humano que sufre sobre la faz de la tierra y lo hace en el espacio mágico de un escenario.

El teatro de niños tiene que ver con estos elementos ya enunciados, pero mucho más con la fantasía, e igual, y aún más en extremo todavía, con la identidad.

Incluso, una forma o manera de comprender mejor la identidad de una persona o un grupo es a través del psicodrama y del sociodrama, así como volando prendidos a las alas de las metáforas y del hechizo de la imaginación que se ofrece a través del teatro infantil.

Así, por ejemplo, para entender un problema de cómo es el sufrimiento de los minusválidos se recurrió a aquella hermosa metáfora del niño que tenía dos ojos entre los normales de aquel universo, en que todos solo tenían un solo ojo.


3. Nuestro propio destino

Esta perífrasis deja como conclusión y resultado la meditación de ¿qué es finalmente lo hermoso y lo normal? ¿Tener dos ojos o tener uno solo, como en el cuento?

La dicotomía daba lugar a que por derivación se aceptaran las diferencias de unos en relación a otros, como hechos de revelación y hasta de enriquecimiento. Y no como defectos.

Y jamás como taras o estigmas.

En el teatro infantil la clave no está centrada en el rol o el papel que como niños se pueda representar en la función. Tampoco en el desempeño de actores, que nos puede resultar bien, regular o mal.

Lo importante está en asumir un papel, cumplir un empeño y encarnar una misión en nuestra vida; lo importante es conocer y representar nuestra propia imagen frente al mundo, dar plena realización a la función que nos ha tocado cumplir, al rol que hemos elegido o al personaje que hemos aceptado encarnar en nuestra existencia.

Es dar plasmación a ser actores de nuestro propio destino.


4. Al niño eterno

Al hacer teatro con niños olvidémonos por un momento de lo formal, del libreto y de la actuación. Y bajemos más al zócalo, al cimiento y al inicio de esta actividad. Y no confundir que el motivo es actuar o el de ser actor.

La primera responsabilidad que aparecerá para quienes son maestros de niños –si maestros es lo que somos, o de simplemente adultos que quieren asumir el reto de educarlos a través del teatro– es conseguir que los niños actúen en coherencia con su identidad.

Tal identidad tienen que buscarla cada día, cada hora y en cada palmo de tierra que abarcan sus pasos. Esa es la primera y principal obra de teatro que debemos poner en escena, logrando que cada uno conquiste su autonomía y su plena libertad.

Porque, no distorsionemos las cosas aceptando que el público hacia el cual se dirige el teatro infantil son los adultos. El teatro para niños se dirige para los propios niños que actúan, de modo principal. Los padres estarán allí para que aprendan a no olvidar esto.

Y es al niño eterno, al niño que hay en todos los seres humanos, el niño que habita en todos nosotros, a aquel a quien se dirige –de manera central– el teatro infantil.


5. Brillo y vigor

El teatro en la infancia es un género literario ligado de manera natural y espontánea al alma y al ser infantil, debido a que el niño lo realiza como una expresión innata, incluso sin proponerse hacerlo. Así como ocurre con la poesía y el cuento, artes para lo cual ellos tienen especial predilección.

Para el niño la vida es teatro y el teatro es vida. Y juega encarnando personajes, porque la existencia para él es aventura y merece ser representada. Y todo ello se da constantemente vinculado al juego.

Sin embargo, hay diversas formas de teatro relacionado a la infancia.

El primero es un teatro para niños que los adultos dedican o destinan a dicha edad, basados en cánones, convenciones y propuestas de las cuales son conscientes los adultos.

Requiere, como condición previa que atienda los intereses e inquietudes profundas que tienen los niños ante la realidad, la vida y el universo; hondura de tratamiento, así como pensamiento cabal y valeroso sobre los temas y asuntos que enfoque.

También realización estética de mucho brillo y vigor, dejando de lado las banalidades y supercherías, las idealizaciones y adornos gratuitos, porque el niño quiere y aprecia la belleza que es honda y raigal.


6. Textos abiertos

Este teatro no sólo debe entretener, divertir, complacer. Ha de hacerlo, pero como un requisito y exigencia inicial o de partida para arribar a su fin esencial, que es mucho mayor: a. Formar una conciencia individual y social. b. Hacer comprender una serie de aspectos fundamentales de la vida. c. Proponer una ética y una moral social.

Hay, de otro lado, el que podríamos llamar teatro infantil, que hacen los niños dirigidos y orientados por los adultos, quienes les plantean una temática, un argumento o una historia, les asignan roles, se hacen responsables de la dirección y organizan el acto de la presentación para un público infantil y adulto.

Bien conducido este teatro convierte el tiempo cronológico en tiempo afectivo y éste en tiempo mágico, que altera todos los relojes y hace estallar todos los cronómetros; pone al revés los prejuicios, de cabeza y boca abajo las sinrazones.

En este teatro lo que se busca no debe ser tanto producir una obra acabada, perfecta o exacta; pues la literatura como el teatro son textos abiertos, obras inconclusas, que solo alcanzan a ser plenas cuando los recrea el lector o el público que participa activamente en su elaboración final.


7. Íntima razón de ser

Es importante en este tipo de teatro que el niño actor y el público niño añada o quite éste o el otro elemento, le den éste o el otro sentido, cambiándole de mensaje o de ser. Por eso, más que el producto debe interesar el proceso, el camino, la participación y las experiencias que alcanzará a tener el niño.

Y hay también otra modalidad que es el teatro de niños que es cuando ellos por su propia cuenta e iniciativa se organizan para urdir una historia y representarla.

Lo hacen como parte de sus juegos, como una dimensión recreativa inherente a su proceso de maduración y desarrollo, en donde tiene que ver mucho la fantasía, pero de igual modo la identidad.

Porque la primera función del teatro de niños es el hallazgo con lo que somos, de nuestro rol en el universo, de la coherencia con lo que representamos en nuestra actuación vital.

Es el encuentro de nosotros mismos, la encarnación veraz y sincera del personaje que somos lo que verdaderamente importa, en suma: el afloramiento de nuestra íntima razón de ser en el mundo.


8. Teatro es maravillarnos

Dicho de otra manera y talvez recapitulando lo anterior:

En el teatro para niños, ellos son el público, en donde es preferible que todas las actividades las hagan los adultos, pues de lo contrario se forzaría demasiado a los pequeños, presionándolos para que se ajusten a normas y disciplinas rígidas y fuera de su contexto natural.

En el teatro infantil, que está muy emparentado con el teatro escolar, los niños son los actores y a su vez los animadores. En él el público está compuesto de personas de distinta edad.

En el teatro de niños, son estos quienes actúan y generalmente no hay público, todos participan de algún modo e incluso, los que observan cumplen un rol y una función cardinal en la representación.

Cabe anotar como corolario de todo esto que el teatro es importante sobre todo para descubrir nuestra identidad, profundizar e extasiarnos con ella. San Agustín expresa un pensamiento que corresponde anotarlo aquí:

«Los hombres viajan al extranjero a maravillarse ante la majestuosidad de las montañas , las gigantescas olas del mar, los interminables cauces de los ríos, la inmensidad del océano y los movimientos circulares de las estrellas, y no se maravillan de su propio ser».


9. Principios del teatro infantil

El teatro es una de las formas, tal vez la más límpida y directa de complacernos con nuestro propio ser.

Cuando el niño convierte a un palo de escoba en un caballo o en un corcel, y a sí mismo en un jinete que devora caminos, cruza ríos, tramonta montañas y hasta asciende a las nubes, en realidad ¿qué está haciendo? De manera espontánea, viva y natural, hace el teatro más puro, raigal y auténtico que uno pueda imaginar, pero a la vez está dando expansión a su ser.

Igualmente, cuando el niño coge un sombrero, una capa, un par de zapatos de su padre o de su abuelo y empieza a hacer una función de representación, suplanta la realidad: asume la conducta de un gran hombre, de todo aquello que sus sueños, sus anhelos ocultos, sus miedos y sus cariños le inducen o sugieren ser.

De allí que el teatro infantil se basa en dos principios educativos del máximo valor:

La práctica creadora, que deja libre la capacidad de cada uno en particular y de todos los miembros o participantes en general de intervenir con ideas, sugerencias, planteamientos y actuaciones propias, y:

El trabajo grupal, en donde el niño aprende a asumir roles y a acoplarse armoniosamente en un conjunto vasto de personas.


10. Libre iniciativa

Otro elemento se agrega a lo anterior: la capacidad organizadora, dado que hay que ordenar muchos factores, pero principalmente las coordenadas de espacio y tiempo, tanto en la preparación de un determinado texto a ser representado, como en la escenificación misma de dicho texto.

El teatro infantil, de otro lado, debe permitir el desenvolvimiento de los aspectos biológicos, psíquicos y sociales de los niños; servir para aliviar tensiones, generar climas de entusiasmo, de compromiso y responsabilidad tanto en el grupo que actúa como entre quienes desempeñan otras actividades distintas.

En lo posible, debe dejar la libre iniciativa de los pequeños, la posibilidad de que ellos creen soluciones propias y audaces a cada situación que se presente.

Ha de ser un momento de juego, de alegría, de total desparpajo, en donde la confianza, la sonrisa y el placer de compartir estalle y se exalte; en donde el niño tímido, inhibido, triste o melancólico, sea incitado a salir de esos estados de ánimo, todo obtenido por el ambiente contagiante de espontaneidad que se logre conseguir.


11. Exacta belleza

Ha de ser como cuando salimos de pasero con los niños al aire libre, o practicamos un deporte en los campos abiertos y nos disponemos a la sana expansión a través del vuelo del espíritu por los ámbitos de la imaginación.

El teatro como tal y visto así será franco, sincero, desenvuelto y parte del proceso del niño de instalarse o relacionarse con los demás en un clima de confianza y de crecer en comunión con los otros.

Es consabido que hay una etapa de la evolución del niño que es imitar, en la cual él aprende reproduciendo lo que padre, madre y toda persona que alcancen a conocer hacen. Ellos imitan los aspectos más característicos y definidos que cumplen en hacer sus mayores.

Y es eso, lo que llevado a un espacio de representación de teatro en vivo, lo que significa una reflexión valiosa y un vivir a otro nivel, con categorías intelectuales superiores, teatro que surge desde el centro del ser y vuelve hacia él transformado.

Cabe advertir que en el teatro infantil hay la tentación del acartonamiento, de los clichés y de la rigidez. Por eso, siempre debe estar presente, como fundamento de trabajo, que el principio rector es la libertad creativa, claro que bajo una disciplina de labor y compromiso. Es sólo con esa orientación que se manifiesta en todo su esplendor la vida auténtica de los seres humanos, con autonomía pero también con exigencia de lograr exacta belleza.


12. Punción en el alma

Pero hay otro factor digno de apreciar y de tener en cuenta, cual es la incondicionalidad del espectador, actitud esencial para la existencia de este arte. Es esa complicidad, esa sana creencia de que todo lo que se representa merece atención, lo que favorece llegar a la esencia de este arte.

Es esa convicción de respeto a las reglas de estos juegos artificiales y simulaciones las que hacen posible la existencia de un arte como el teatro, y esta maravillosa actitud y condición nos la enseñan cada día los niños.

De allí que el teatro no sólo redime al espectador, porque la catarsis, el cambio, la transformación ocurre igual o más en el actor, así como también en el creador literario y hasta en el guionista y en el adaptador de una obra, que originariamente fue escrita ingenuamente y solo con una lejana esperanza de que fuera escenificada.

De allí que el teatro infantil se reduzca a ser una forma de lectura colectiva del texto, pero a través de unos intermediarios, transmisores y recreadores, cuales son los actores y todos quienes participan en una u otra tarea en esta actividad múltiple y compleja. Ellos son los que tamizan, traspasan, enfatizan u ocultan, relevan o apagan un determinado mensaje. Y con ello una punción en el alma de quienes lo viven y comparten.


13. De máximo valor

¿Es el teatro infantil una distracción, un adorno, una actividad de extensión? ¿Es en la escuela una actividad de carácter mas bien recreativa, para alivio entre una y otra tarea pedagógica? Una concepción así es errónea.

El teatro infantil es una actividad esencial y trascendente. Y lo es si es que verdaderamente se lo acepta como teatro, es decir como un arte cabal, íntegro y completo.

En tal sentido, es como la música y las artes plásticas, un bien y un valor primordial en la educación; y de gran significado puesto que desarrolla la percepción, la emotividad y las diversas inteligencias que alcanzan a integrarse en experiencias que son síntesis de vida y de visión del mundo.

Es básico y primordial para la formación integral del hombre. Y si aceptamos que ese es el fin supremo de la escuela entonces consideraremos, consecuentemente al teatro infantil como central y de máximo valor en la educación.

Porque a través de él el niño alcanza a:

a. expresarse
b. participar
c. integrar grupos
d. crear colectivamente algo
e. ganar en autoestima
f. sentir reconocimiento
g. conocer desde dentro el conflicto y la solución de problemas que presenta la vida en el medio circundante.



14. Ese plano promisorio

El teatro infantil rompe barreras que obstaculizan la comunicación, la interacción con el medio y la captación de mensajes que ofrece la realidad. Pero además, abre los canales a la espontaneidad, a la libre expresión, al vínculo con el yo profundo, y con los diversos seres y personajes del mundo circundante.

Permite comprender:

a. Aspectos de la psicología y del alma humana
b. Conflictos en donde relucen valores y conductas ejemplares
c. Nociones acerca de la realidad natural, histórica y cultural.

Permite expresar:

a. Problemas e incertidumbres
b. Potencialidades y capacidades
c. Anhelos, esperanzas y expectativas

Con él todo aquello que es positivo para el niño será capaz de hacerse y de ser, porque quedará abierta la puerta liberadora para acceder a ese plano promisorio. Si hay algo que lo acosa y es negativo se le estará poniendo la válvula que cierra la posibilidad de que el niño realice aquello desfavorable, porque el teatro le estará permitiendo avizorar cuáles son las consecuencias de una y otra acción, aparte de hacerse más conciente respecto a cuáles son los códigos de conducta socialmente aceptados.


15. Porque ya es hora

El teatro infantil debe enseñar divirtiendo y divertir enseñando, lo cual es difícil de lograr, salvo en el teatro mismo.

No debe ser ni divertimento puro ni fría lección escolar puesta en lo que es un formato o apariencia de teatro, esquema que debemos evitar y para lo cual se han de tomar en cuenta no sólo la forma sino la esencia y el fondo de lo que es el teatro.

Porque, para ser y merecer el nombre de teatro aquella manifestación que pretende llamarse así, tiene que ser primero obra artística, que rescata aquellas cualidades innatas en el niño, cual es representar y actuar dando vida a personajes propios de su mundo y acerca de temas y enfoques correspondiente a sus inquietudes e intereses en relación con su proceso de formación integral.

No le corresponde ni compete entonces temáticas que son propias del programa de estudios, del currículo, ni del Calendario Cívico Escolar. O de algún otro asunto de interés para la institucionalidad educativa pero no para el niño.

Porque ya es hora de concebir la escuela no sólo como el espacio circunspecto en donde tiene únicamente cabida lo que está normado e institucionalizado excluyendo todo aquello que no es intrínsicamente pedagógico.


16. Siendo así

El teatro infantil no está para ocuparse de aquello formal previsto en los lineamientos y en las orientaciones académicas y administrativas que se dan para situar y orientar la acción que se desarrolla en la escuela. Su compromiso es con lo vital, anímico y los grandes asuntos del destino de la persona humana.

Y es que la escuela también es espacio para la creatividad total y plena, sin limitaciones ni cortapisas, y allí se instala el teatro abierto a todo aquello que la creatividad libre puede aspirar a desarrollar.

Siendo así, el fin del teatro infantil no es el producto escénico, ni la excelencia en la actuación, ni la interpretación de personajes, ni lograr escenificar con la mayor calidad una pieza teatral. No está el niño supeditado al producto o al resultado de la calidad estética de la obra, porque arte es mucho más que estética en educación.

El fin es el desarrollo del niño y todo lo que el ejercicio del teatro puede lograr, haciendo que éste experimente nuevas emociones, se sienta más en armonía consigo mismo y mediante la actuación sus movimientos sean más fluidos, o que su expresividad brote más espontáneamente.


17. Su dimensión más fecunda

Si dentro de todo este repertorio de logros se añade el que se sienta gratificado con una representación que pueda ser celebrada por aquellas personas que para él son importantes, mucho mejor, hecho que ha de elevar su autoestima ante todos quienes asistan al acto de su puesta en escena, pero eso no es lo principal.

El siguiente principio equívoco, que ha regido y sigue rigiendo, no es el que debe sostener u orientar el teatro que se desarrolla en la escuela: “Instruir deleitando”. Porque no es lo que legítimamente sustente al teatro en la escuela partir del propósito y la intencionalidad pedagógica, para luego adoptar algunas formas, recursos, medios y posibilidades que nos pueda ofrecer –entre otras manifestaciones humanas– el arte, a fin de alcanzar mejor los objetivos pedagógicos que alguien se proponga alcanzar.

Seria muy mecánico y pedestre reducirlo a dicha función. Sin negar que es una meta o ideal a alcanzar en el proceso de enseñanza aprendizaje el “instruir deleitando”. Sin embargo, ese no es el fundamento del teatro en la escuela, porque reducirlo a ese fin sería desperdiciar o perder su dimensión más fecunda cual es ofrecer al niño una experiencia estética verdadera y sustantiva.


18. En vivo

El teatro infantil tampoco tiene como fin descubrir o preparar actores dramáticos o personas para dedicarse al cultivo de esta manifestación artística. Su propósito es estimular al niño a poner de manifiesto su expresividad mediante el gesto, la palabra, el movimiento y la actuación.

Instalados ya en esta perspectiva es importante producir mensajes, ideas, belleza y significados que sirvan, a quienes actúan y a quienes observan, de estímulo y motivación para comprender determinados contenidos o fenómenos de la realidad.

Pero, mucho más –y ojalá así sea– para encontrar claves esenciales con las cuales guiarse y orientarse en la vida.

De manera más específica, las dramatizaciones son muy oportunas para dar nociones importantes respecto a aquellos asuntos básicos y esenciales de la naturaleza humana.

Esto gracias a que una idea que cobra movimiento y se visualiza a través de los actores deja una impresión más nítida y fórmulas mucho más funcionales para repensar la realidad.

De tal modo logramos que se internalice más y mejor toda noción sobre la cual queremos que recaiga la reflexión de la persona humana, presentando en vivo y en movimiento aquello que se quiere decir y exponer.


19. Algunas disyuntivas

Hay algunas dicotomías que se presentan y surgen de manera continua y permanente en el teatro infantil. Una de las principales es la siguiente: ¿Qué es lo que más importa: el proceso o el producto?

Si nos importa el producto avasallaremos el proceso a fin de privilegiar el corolario y el éxito reducido a un objeto, cual es la obra puesta en escena.

Al respecto, no es saludable ni conveniente que seamos selectivos, exclusivos y hasta tirantes, de tal modo que todo lo sacrifiquemos ante la visión de la calidad y excelencia del resultado final de la obra teatral.

Quizá esta noción esté bien para un director o un empresario empeñado en obtener un impacto con la representación de una obra, pero si actuamos dentro del campo de la educación, y somos educadores, otras son las prioridades.

El maestro indudablemente da más valor al proceso, a la integración que logre alcanzar entre los participantes del grupo que actúa, que apoya y se identifica con la actividad.

Será el proceso creador y la participación que cada uno ponga de manifiesto en la interpretación, el hallazgo o el encuentro entre los dones expresivos de los niños, aquello que constituye nuestro éxito.


20. ¿Drama o teatro?

Otra disyuntiva en el teatro infantil es la oposición de la preponderancia, rol o importancia que se da a la persona o a la técnica, en donde casi siempre se presenta el dilema de optar o elegir por la idea, el esquema o el modelo frente al ser real y concreto, que está en el espacio mágico del teatro, y con el alma en vilo, por ver cómo resuelve y supera una situación.

Porque no se trata de aplicar una manera, un cartabón y una técnica de teatro sobreponiendo este interés al ser, al sentir y al actuar libre y gozoso de cada niño.

Implementemos más bien formas propias y potencialidades inherentes, y hasta ocultas, respecto a la expresión y al movimiento.

Una tercera disyuntiva es la opción entre: ¿drama o teatro? La disyuntiva se resuelve así: En la escuela y con los niños principalmente drama y después teatro.

Porque, teatro deviene generalmente en lo esquemático y convencional; en lo formal y rígido. Ya es un arte que tiene sus convenciones, en cambio el juego dramático es todavía más libre y abierto.

Y porque drama es el conflicto, el meollo del teatro. Él es el centro, la parte anímica y psíquica del teatro.

Más nos interesa partir entonces del juego dramático,
después del cual llegaremos más fluida y confiadamente al teatro.


21. ¿Es legítima la actuación?

Se ha puesto, asimismo, en cuestión si corresponde a la edad, a la situación y al estado emocional, y hasta a la salud del niño, que lo sometamos a la prueba que él se trasmute en otro personaje, el mismo que ha de representar en una obra o en una pieza teatral. A propósito, surge la interrogante de si cabe alentar esa transposición de su personalidad nata para asumir otra que no le corresponde, es decir el incitarlo con la representación a tratar de ser otro ser o personaje.

Respecto a este punto, hay una vieja discusión: de si en la actuación teatral ocurre realmente una descarnalización y despojo del ser del actor para asumir el de una persona ajena con la cual no tiene nada que ver, es decir que se convierte en otro ser completamente distinto.

Esto ha conllevado a meditar si, ante cualquier personaje que alguien represente, se sigue siendo la misma persona. Y la respuesta es clara: seguimos siendo los mismos, pero experimentando una faceta distinta, descubriendo en la actuación algo nuevo y original de nuestra propia personalidad que es bueno develar y poner a luz.

En cualquiera de los casos, no causa daño de ninguna especie vivenciar, en el juego y la dimensión del arte, personalidades distintas. El niño desde muy tierno, y por propia iniciativa, experimenta y se introduce en el ser de otros personajes, incluso del mundo físico e inanimado, como también del biológico y cultural, prueba a ser por ejemplo muchos animalitos a la vez.


22. El cristal de la representación

De otro lado, conocer un personaje desde dentro y vivenciarlo –y mucho mejor si ellos son prototipos de caracteres humanos bastante definidos y hasta extremos, o que viven situaciones paradigmáticas muy especiales– es abrir la sensibilidad y la inteligencia del niño –tanto de quienes lo representan, como del equipo de apoyo, como de los niños que son los espectadores– a entender realidades originales, novedosas e iluminadoras.

Y, al contrario, esta transposición es importante a fin de que él pueda movilizarse de una a otra situación, a fin de tener una comprensión más amplia y variada acerca de la realidad. Además, toda actuación se realiza de acuerdo al potencial de transposición del niño hasta límites que son permisibles sin riesgo a nada que sea enajenante.

Estas posibilidades del teatro –como de todo arte– lo incitan y motivan al máximo, siempre que se den los elementos de estímulo, confianza y entusiasmo, que allanen al niño a participar con total y plena identificación.

En realidad, el teatro nos permite mirarnos en un espejo, nos hace encarar nuestro propio rostro en el cristal de la representación que es una dimensión proyectada de nuestra identidad; y nos atraviesa de alguna duda fecunda de que aquello que se representa tiene parte de lo que es el ser de uno mismo.


23. El propio ser

El teatro no es tanto un salto hacia afuera desde nuestro ser intrínseco para trasmutarnos en otro ajeno y distante. El proceso más bien se da en la intimidad, desde una situación hacia otra situación en el plano interno, en donde la identidad de una persona puede ser incluso aquella que la propuesta de representación invita a seguir.

Nos permite proyectarnos hacia dentro y afuera, nos permite avizorar mundos posibles hacia los cuales avanzar; puesto que el personaje que se representa no existe fuera del actor sino como potencialidad y posibilidad dentro de él.

El juego dramático, inmerso en el teatro, hace que la persona asuma roles, papeles y situaciones que pueden ser el hallazgo de la situación que cada persona busca para sí.

Por supuesto, lo que el hombre descubre como nuevo, sorprendente y posible, es mucho más importante que la rutina y que la situación ya obtenida, coincidiendo en este punto teatro y educación.

Y es que ambas actividades buscan en el ser humano ubicarlo en un punto mejor, más óptimo e ideal, hecho que se logra cuando el niño se ve en la necesidad de construir un personaje, incitado por un texto revelador, pero en donde cada quien pone el lado correspondiente de su propio ser.


24. Rico y copioso trabajo de equipo

Desde otro ángulo, el teatro infantil es una materia y un área del arte que tiene la particularidad de reunir e integrar a otras artes, como la literatura, la pintura, la música, la danza, el mismo haciendo uso y recurriendo a todas las formas posibles de expresión. Dejar todo esto abierto a la participación entusiasta y creativa de los niños.

Asimismo, el lenguaje dramático tiene sus propios signos, sintaxis, estructura y también su manera propia y peculiar de organizarse, que no es inamovible sino que se presta a la constante innovación. Dejar también todo esto a la participación libre.

El teatro infantil ha de ser lo más espontáneo posible, en donde cada miembro del grupo tenga la iniciativa para sugerir la mejor actuación dejando siempre abierta la posibilidad de intercambiar criterios, opciones, alternativas en un rico y copioso trabajo de equipo.

Y esto en contraposición a lo tradicional, en donde para la puesta en escena de una obra o pieza teatral hay un director quien es el que señala una pauta de cómo hay que hacer esto y lo otro.

En donde, incluso, el director tiene la prerrogativa de dar el modelo para representar cada pasaje y cada intervención de un personaje a fin de que el alumno-actor imite o tenga como referencia el paradigma que él desarrolla.


25. Su total y plena ejecución

Gesto, movimiento y voz son los elementos básicos que, en el cuadrante del espacio y tiempo, que nos sirven para expresar una emoción, una idea, una fantasía que debe alcanzar belleza expresiva y significado trascendente.

Todo ello se debe trabajar como elementos que resalten por sí mismos, y acerca de los cuales caben ejercicios para lograr su plena expresión; a tal punto que plasmarlos constituyan experiencias conmovedoras e impactantes, que permitan que el espectador pueda profundizar en la comprensión de un aspecto importante y hasta esencial de la realidad.

La buena dicción, la pronunciación clara, precisa, sonora de las palabras es importante para llegar al público con la nitidez de nuestro mensaje, lo que se consigue ejercitando una respiración adecuada y ejercicios de prosodia y vocalización.

La fuerza de voz, el dominio vocal, la expresión corporal, coherente con el mensaje que se está desarrollando, es ideal que alcancen aquí su total y plena ejecución.


26. Elementos y componentes

Otro aspecto fascinante es el de la emoción y la significación que cada personaje y situación contienen.

Para ello, el actor tiene que construir su personaje desde la emoción y buscando hallar siempre una perspectiva que alcance a tener el mayor potencial en cuanto a su significación.

En el teatro infantil se reconocen los siguientes elementos básicos en esta perspectiva:

– Conflicto
– Dialéctica en los diálogos y situaciones
– Destino.

En función de ello se utiliza:

– Cuerpo
– Voz
– Espacio
– Tiempo escénico.

Componen el teatro en general, y el teatro para niños en particular:

– Sentimientos
– Vivencias
– Situaciones
– Percepciones de la realidad
– Ideas
– Visiones sobre determinada aspecto o situación.


27. Situación del teatro infantil

Ahora bien, en el teatro infantil vinculado a la educación y a la escuela ¿sólo deben participar los niños que tienen dotes y talentos para la actuación?

La respuesta lógica es: no. La decisión correcta más bien es la opuesta y contraria.

Todos los niños, en la medida de sus posibilidades, deben participar en la actuación, por una sencilla razón, cual es que no se trata de crear estrellas protagónicas que tengan el privilegio de ser únicas en el reparto de roles, sino favorecer con la experiencia del arte y la expresión creadora a todos o a la mayoría de personas.

Inclusive, hay que poner mayor atención en aquellos niños que muestran mayores trabas y dificultades para expresarse y relacionarse o vincularse con armonía y fluidez con sus compañeros, como con quienes manifiestan tropiezos para establecer vínculos fluidos con la vida y el mundo en general.

Sin embargo, es importante también encauzar y dar proyección y curso a aquellos que ante esta manifestación del arte muestran tener capacidades especiales y extraordinarias, haciéndolos participar y vinculándolos con instancias que pudieran ser propicias para su avance en el dominio de esta manifestación honda, raigal y magnífica del arte.


28. Todas las aulas

Las prácticas de teatro infantil que se realizan de modo regular en las aulas deben ser lúdicas y creativas y como tal requieren un ambiente en donde los niños sientan que tienen plena expansión, donde puedan correr, saltar, gritar, buscando formas originales en dar solución a un problema escénico.

Ello acaso querrá decir que ¿no habrá ni se pondrá de manifiesto ningún sentido crítico? Debe haberlo, y mucho, sólo que serán criterios en busca de soluciones, donde la crítica impulse, anime, exalte; donde la alegría de crear debe ser la tónica que predomine y caracterice las sesiones de teatro infantil.

De otro lado, ¿quién debe promoverlo en la escuela? ¿El docente de aula? ¿Un equipo de docentes? ¿Será una sola aula la que presenta todo un repertorio en una actuación? ¿La iniciativa habrá de venir del director del plantel escolar? ¿Quién?

No hay una instancia exclusiva. El teatro infantil ha de ser libre y abierto. Eso sí, se espera que deba existir una actuación continua, cotidiana y permanente. Cabe esperar y recomendar que deba haber una actuación formal anual, ante un público abierto y vasto.

Incluso es importante que haya una fecha ya establecida para el teatro infantil, y que sea un punto de referencia para que todas las aulas se sientan incitadas a intervenir y que, ya sea integrada o por separado, preparen sus obras a ser representadas que ojalá sean aquellas que surjan de la interacción feliz de todos los involucrados en esta práctica.


29. El ser del hombre

Cabe comentar, asimismo, el siguiente tema, sobre el cual alguna vez se solicitó mi comentario: ¿Es necesario y recomendable que exista en un centro educativo un profesor de teatro o de arte dramático?

La experiencia de lo que ha acontecido en el campo de la música nos inclina a pensar que no es necesario, pues nunca estuvo más ausente la música en la educación.

Desde que se asignaron profesores de música a los centros educativos, porque dejó de ser una actividad inherente al hecho mismo de educar en toda circunstancia, momento y lugar.

El maestro en general tiene que tener entre sus dotes y dones el de ser un animador y propulsor entusiasta del teatro infantil.

El error de pensar que debe haber un profesor de artes plásticas, de teatro escolar, de literatura infantil o de música, por separado, divide tanto estos campos que al final el verdadero maestro se queda sin nada sustantivo y esencial qué poder realizar.

Y esto porque todo lo medular lo cogieron los especialistas. Con el agravante de que como hay desintegración nada resulta bien hecho; dejando otro deplorable resultado cual es que en cada una de estas artes y la educación en general deja de ser así una mirada íntegra y global acerca del ser del hombre.


30. Es tener de corazón una flor

Quisiera finalizar con el fragmento de un poema que escribí:

Ser
actor, poeta niño, o niño poeta;
o ser
músico, danzante, declamador,
es sensacional,
algo más bravo aún y de escala
mayor:
es arrojar saco, corbata, camisa
y pañuelo
infinitamente. Es tirar los zapatos
a una fuente.
Es ponerse a soplar un cornetín;
flotar
y darse de volantines por el viento
al ritmo
de un tambor. Es tener de corazón
una flor, oír
un colibrí inapagable en el pecho.
Es hacer
de pies y manos una sonaja, un
cascabel.
Es ser mago, alarife y estar locos
de remate.
Es tener alma y voz de ruiseñor.
Es ofrendar
la vida a ti, a mí, a él, a ella, a Dios.
Y, sobre todo, es
consagrarse ahora y para siempre
a los demás.

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