jueves, 26 de marzo de 2009

BARQUITO DE MAGUEY


Autor: Jorge Vásquez Veramendi

-Shay, ¿vamos a Quisipata?

-A recoger huyu o shuplac.( frutas silvestres)

-En comer no más piensas…¡¡a recoger maguey!!

-Para qué.

-Para hacer nuestro barquito pues, no ves que ya viene el invierno y las calles estarán con agua.

-¡¡Yo no voy!! Hoy mataron un carnero y el almuerzo estará de la pitri mitri (delicioso)

Solo emprendí el camino pasando frente al cementerio, muchacho lleno de vida, corría por la bajada a pesar que estaba llena de piedras y gradas, en un momento me encontraba divisando el inmenso valle lleno de colorido. Como tenia que buscar los magueyes secos, caminé entre las chamisas, haciendo volar pichuychancas, palomas, perdices y yocoyocos, hasta dar con lo deseado, cortando la parte más gruesa , calculando que me salga uno o más barquitos y antes de emprender el regreso, me siento sobre una piedra para dar un nuevo vistazo a las aguas del río Aynin.


.Levantando la mirada para que mis ojos tengan el placer de ver la majestuosidad del imponente Yerupaja, extasiado como si lo viera por primera vez no me doy cuenta del tiempo transcurrido, apurado levanto mi trasero casi congelado para emprender el regreso, olvidando mi trozo de maguey. Regreso, lo cojo y en unos cuantos minutos ya estaba en la puerta de mi casa.

-¿Mamacita me prestas un cuchillo?

-¿Para qué hijito?

-¡¡Voy a hacer mi barquito!!.

-Creo que ya es tarde. Toma tu leche, ya mañana lo haces, además tenemos que afilarlo bien.

Ni bien amaneció ya le estaba dando unos cortes al madero, no es por exagerar pero me salió hermoso, ¡¡ahora a probarlo!! porque las primeras lluvias llegaron.


Las calles parecían ríos, me fui hasta barrio arriba y lo solté, navegaba como los mejores barcos corsarios y yo descalzo sin importarme el frío ni que me moje, delante del barquito limpiando las ramas o evitando que choque con las piedras hasta llegar a Quihullan. Ahora solamente esperar que los amigos salgan y ¡¡que comience las carreras!!! ¡¡Qué felicidad!!.

Como la madera es blanca, para adornarlo le dibuje en la parte delantera la cabeza de un tiburón con sus dientes grandes que resaltaban en la boca roja. Para mí, inspiraba respeto, y como esos días vi una película de indios que cuando estaban en guerra se pintaban con rayas en el rostro, le puse dos rayas diagonales a cada lado de color negro y rojo.

-Pasu macho, que tal pinta…¡¡parece que fuera a la guerra!!

-El que tira, tira y el que no, mira.

-Seguro que te lo hizo tu papa.

-¡¡Qué papa!!, yo sé de carpintería, porque en la Pre-Vocacional el profesor Quispe nos enseña.

-Si pues, esta chévere.

Es bueno decir que gané y perdí en las carreras, pero el chapuleo en el agua, las ganas de triunfar y el festejo de las victorias con el agua de lluvia que mojaba el rostro, del cual bebías un poco cada vez que te daba sed; y, en muchos casos con heridas en los pies ,¡¡¡nadie me lo quita ¡!!

Gracias Dios mío por permitirme nacer en Chiquián.
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