jueves, 25 de agosto de 2016

STRATFORD, SANTIAGO DE CHUCO, SHAKESPEARE, VALLEJO - ESCRIBE ÁNGEL GAVIDIA





STRATFORD, SANTIAGO DE CHUCO, SHAKESPEARE, VALLEJO

Escribe Ángel Gavidia



Stratford-upon- Avon es la tierra de William Shakespeare. Allí nació, allí murió. Y  allí, también probablemente, paso su niñez y adolescencia. Es un pequeño pueblo con una vasta campiña cubierta de pastizales para el ganado, en especial ovino y un río sin pretensiones de dios al decir de Arguedas. Sus casas conservan la arquitectura originaria a tal punto que la casa  del genial dramaturgo no desafina en absoluto con el conjunto de construcciones  de este pueblo. La saludable modernización ha sido muy respetuosa del aspecto exterior de las casas y las calles.

Casa de William Shakespeare

El turista, convocado por la enormidad  del autor de Hamlet, tiene con  Stratford  una cita obligatoria cuando visita  Reino Unido y, como digo, encuentra a  un municipio que se esfuerza, al menos en lo arquitectónico, por permanecer  fiel a su historia, consiguiéndolo. El lar natal de este  retratista de la diversa condición humana  se mantiene, entonces,  como todo un homenaje al que se suman entusiastas y satisfechos los miles y miles de turistas que desde todas partes del mundo  llegan en pos de los primeros y últimos rastros del literato inglés.



Santiago de Chuco, por su parte, es la cuna de César Vallejo. Y este pueblo es un poderoso referente de su poesía tan llena de Santiago: el cementerio, los caminos, personajes como el ciego campanero, el músico Méndez, el sacerdote aquel que caminaba saludando,  según se encontrara con un hombre o con una mujer, con buenas días José, buenos días María. Y, sin embargo,  teniendo la importancia que tiene,  hemos sido en extremo permisivos con la intrusa presencia del cemento, de las calaminas, de los edificios como aquel que bloquea la vista al cementerio desde la casa del poeta. 


 Casa de César Vallejo

Nos faltaron autoridades a la altura de esta enorme responsabilidad. Y, claro,  un pueblo consciente de su valor intrínseco. Carecimos del  asesoramiento que, seguro, para una óptica cortoplacista y “pragmática”, resultaba demasiado caro u opuesto al progreso y al emprendedurismo. Y es que es difícil entender que la verdadera tradición lejos de ser paralizante debiera ser como lo quería Mariátegui, viva y móvil; patrimonio y continuidad histórica; sobre todo eso: armoniosa continuidad histórica.


 Stratford-upon- Avon

Caminando por el pueblo de  Shakespeare uno comprende más “las furias y las penas” del pintor Eladio Ruiz cuando, inmisericordemente, modificaban la plaza de Santiago, cuando cambiaban los nombres de las  calles para, en un muy dudoso  reconocimiento al poeta, sustituirlos  con el nombre de los poemas y libros de Vallejo; en fin,  cuando re-cercaron el cementerio sin el cuidado con el que debía tocarse este ámbito tan  frecuentemente nombrado en Los Heraldos Negros

Vengo sosteniendo repetitivamente que gran parte de los lugares oscuros de la obra vallejiana se pueden iluminar al amparo del habla, de la geografía, de los hogares santiaguinos incluyendo los poyos (con y de yate), el zaguán, los corredores, los hornos y el pan fresco. En especial con sus decires  que  van extinguiéndose penosamente, supongo que ahogados por la televisión.

Ahora que la economía del país ha mejorado, que está en los planes del nuevo gobierno impulsar al turismo y que el ministro de cultura trae como una importante ventaja su larga permanencia en México, esperamos que  Santiago de Chuco se yerga, al igual que  Stratford, como un punto obligatorio para  el turista que llegue a suelo peruano, al menos con el mismo entusiasmo con el que suele enrumbar a Isla Negra cuando llega a Chile.

Trujillo, 20 de agosto del 2016

Santiago de Chuco
 
Ángel Gavidia, en círculo - Santiago de Chuco