domingo, 3 de julio de 2016

3 DE JULIO: NACE MI HERMANA ROSITA - FOLIOS DE LA UTOPÍA: LLENA EL ALMA DE VIDA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN




CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2016 AÑO
CONSTRUCCIÓN DE CONCIENCIA
Y CONCRECIÓN DE SOLUCIONES
 
JULIO, MES DEL MAESTRO;
DEL SANTUARIO HISTÓRICO
DE MACHU PICCHU; BATALLA
DE HUAMACHUCO, LEONCIO
PRADO Y FIESTAS PATRIAS
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL

 
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
CAMINATA LITERARIA
 
LOS PASOS
DE VALLEJO
EN LIMA

 
PASEO CULTURAL RECORRIENDO
LOS PRINCIPALES HITOS EN LA VIDA
DE CÉSAR VALLEJO EN LIMA
 
SÁBADO 23 DE JULIO. 3 PM.
LUGAR DE CONCENTRACIÓN:
CASA DE LA LITERATURA PERUANA.
 
RECORRIDO:
– CALLE ACEQUIA ALTA
– LIBRERÍA LA AURORA
– ANTIGUO DIARIO LA PRENSA
– CAFÉ PALAIS CONCERT
– CASA JOSÉ SANTOS CHOCANO
– INSTITUTO BARRÓS
– CASONA DE SAN MARCOS
EN EL PARQUE UNIVERSITARIO
 
TÉRMINO DEL PASEO: 6 PM.
CONDUCCIÓN:
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
DECLAMACIÓN DE POEMAS
FREDERIK SOTOMAYOR
 
SIN PAGO ALGUNO.A LA ORGANIZACIÓN
“VALLEJO ES EL PRINCIPIO Y EL FIN”
 

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3 DE JULIO
 
 
NACE
MI HERMANA
ROSITA
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
LLENA
EL ALMA
DE VIDA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Dando
alaridos
 
Hoy día 3 de julio nació e nuestra casa mi hermana Rosita, quien cuando ella vino al mundo yo tenía cinco años y mi hermano Juvenal siete. Es la tercera de una familia de trece hermanos.
Para darla a luz mi madre daba tantos gritos en la habitación del segundo piso donde la atendían que creíamos temblando, y sacudidos como ramitas por una tempestad, que se moría.
Decían los mayores que entraban y salían que el hijo, o la hijita, se le había atravesado en el vientre de mamá.
Eran las dos de la madrugada cuando a hurtadillas y trepidando veíamos cómo mi abuela, mis tías y mi padre la sentaban en la cama.
Y luego le amarraban unas frazadas en torno a la cintura abultada, la alzaban y sacudían en vilo, en el aire para que la criatura bajara.
Y ella dando unos alaridos que a Juvenal y a mí nos estremecían y hacía que nos castañetearan los dientes.
 
2. Con toda
el alma
 
Por eso, nos llevaron casi desnudos y en ese frío glaciar hacia una habitación más lejana, que era una sala lóbrega, solemne y sin luz.
¿Para qué? A fin de que no nos asustáramos con ese padecimiento tremendo y atroz, ni gimoteáramos como lo veníamos haciendo hacía rato.
Pero ya confinados allí y a oscuras no podíamos permanecer tranquilos.
Salíamos gateando a tientas y subíamos hasta la mitad del escalón para escuchar y saber lo que seguía sucediendo.
Y ver si algo podíamos hacer para aliviar tanto sufrimiento. Permaneciendo en las gradas en donde tiritábamos no solo de frío sino de miedo y pavor de que le pudiera suceder algo a nuestra adorada mamá.
A quien queríamos y queremos con toda nuestra alma. Mientras oímos el ajetreo de las personas a esa hora pavorosa en que reinan las sombras que se han apoderado del universo.
 
 
3. El suspiro
de todos
 
Y cuando ni un solo susurro se escucha ni del reino animal ni del reino vegetal, solo los seres humanos deambulando conmovidos y estupefactos.
En la grada del escalón nos encontró papá, arrodillados en esos maderos titubeantes. Y con un resondro otra vez nos hizo bajar.
Y obligándonos a permanecer en la sala sobre un tosco cuero de venado que había al pie de la mecedora.
Pero de tanto temblar resultábamos fuera del cuero y rodando en el suelo gélido.
Ahí nos encogimos chocando nuestros dientes al punto que yo tenía que sostener mi mandíbula con las manos para no oír tanto ese ruido de cristales.
Hasta que escuchamos en esa noche tupida e inmensa el llanto límpido, terso y cálido de un recién nacido.
Era una nota dulce, diáfana y entrañable. Era un llanto cariñoso, absoluto y total, tal y como ahora es mi hermana Rosita.
 
4. Alguien
había nacido
 
Y todo se hizo luz en ese instante que parecía fatal. Todo lo iluminó ese llanto intenso en la noche intrincada.
Resaltaba ese gemido de la creación sobre todas las voces, apuros, alarmas y temores.
Y, como si todos los demás sonidos se hubieran apagado, solo sobresalía ahora ese sollozo.
Era como si repentinamente hubiera salido el sol. O amaneciera.
O se abriera alguna puerta en el infinito. O algún fenómeno estallara en el espacio estelar.
Rato después es que escuchamos el suspiro de todos, y ruidos de utensilios. Alguien había nacido y mi madre se había salvado.
Entonces yo recostado en mi hermano me puse a llorar, pero sin quejidos. Únicamente con temblores de mi cuerpo.
 
5. Como
una flor
 
Embargado por un hondo sentimiento, no sé si de alegría o de pena por el misterio de la vida, como a veces suelo llorar.
Con suspiros hacia adentro; solo para el fondo de mi corazón, sin que se lo pueda notar.
Ahí fue que Juvenal no sé si para consolarme, porque supiera que yo estaba llorando sin lágrimas ni quejidos, o por querer curiosear, me dijo:
– ¡Yo, hermanito, voy a ver qué pasa! Y luego te vengo a contar.
Y subió gateando otra vez por el escalón. Se demoró un rato.
Pero después volvió apurado, cayendo hacia abajo como alguien que se desprendiera de un árbol, ya de vuelta, para decir feliz y rozagante:
– Nos ha nacido una hermanita linda como una flor.
– ¿La has visto?
– A ella no, pero todos la miraban.
¿Cómo él allí mismo adivinó que se llamaría Rosita? digo yo. Porque eso dijo: como una flor.
 
6. Avivar
el fuego
 
Y por eso hasta ahora quedo yo todavía sorprendido, llevando el nombre de mi abuela, la mamá de mi mamá quien fue la primera que lo sostuvo en sus manos aquella noche.
Y nos abrazamos de contentos en esa noche tensa, intrincada y llena de correrías y de voces. Y nosotros tirados en esa sala abismal.
A esa hora recién descubrió papá que estábamos apenas cubiertos en ese frío helado con trusa y bivirí, tal y cómo nos habían acostado y sacado de la cama
Ya arropados salimos al corredor contiguo donde se había armado un fogón.
Allí La Mechita ya contenta avivaba el fuego con leña seca que calentaba unas ollas preparando caldo de gallina para mi mamá.
Después se suazaron choclos. Y pronto nos servían en pocillos humeantes mates de panizara, manzanilla o toronjil.
 
7. Tan débil
y tan fuerte
 
Y no sé en cuántas ollas más, se preparaba infusiones de hierbas que alivian y sanan para mamá.
Recuerdo tanto el rostro sudoroso y de contento de La Mechita tras las candelas altas, vivas y agitadas del fogón.
Eran tan alegres sus lágrimas confundidas con las llamas amarillas y chisporroteantes de la leña eran tan alegres que espantaban las sombras de alrededor.
Así nació mi hermana Rosita, quien para nosotros es una segunda madre, pese a que sea menor de mí.
Y aunque mi mamá, que esa noche parecía tan indefensa, siga viendo por nosotros, ¡qué nos falta, agobia o aqueja!
¿Cómo es la vida, no? ¡Tan débil y tan fuerte a la vez!
 
 
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