Danilo Sánchez Lihón
El hombre deberá llegar
hasta el espacio donde no
existe el aire. Allí de nada
servirán las hélices ni las alas.
La solución es el cohete. Por
allí deberá
marchar la ciencia.
Pedro
Paulet
1. Las mejores
referencias
– Muy estimado señor Pedro Paulet... –Le dice en inglés,
seguro de que su interlocutor habla perfectamente este idioma.
– Encantado de poder conocerlo y saludarlo
personalmente, estimado doctor Henry Ford… –Saluda con la misma deferencia
Pedro Paulet.
– En primer lugar quiero agradecerle por haber
atendido nuestra invitación para dialogar aquí en Detroit, y en este agitado
año de 1930. Y ojalá que las atenciones que he dispuesto que se le brinden
hayan sido de su plena complacencia.
– Permítame decirle, muy apreciado doctor Ford que la
atención que se me brinda es estupenda; y que esta mañana he recorrido en una
visita guiada maravillosa la planta Ford de Detroit, por lo que le estoy
sumamente agradecido.
– Qué bueno que así sea, y me complace escucharlo. Mis
ingenieros me han explicado acerca de sus inventos respecto de los cuales
tenemos las mejores referencias y un vivo interés en adquirirlos.
– Aprecio mucho la atención que ellos han merecido.
2. Dos
componentes
– Pero quisiéramos escuchar de su propia boca una
explicación sucinta respecto a dos de ellos. Uno es el motor a combustión
liquida. Y el segundo es el combustible mismo, pues con respecto a ambos aportes
quisiéramos hacerle sendas propuestas.
– Con el mayor gusto y trataré de ser lo más sucinto
posible.
– Le agradezco.
– El motor de combustible líquido se basa en la mezcla
de dos componentes. Uno de ellos es el carburante y el otro es el oxidante.
– Sí. Comprendo.
– Estos dos líquidos fluyen a una cámara común donde
combustionan por efecto de una bujía produciendo una fuerza de empuje extraordinaria
que supera todos los indicadores alcanzados hasta la fecha en cuando a
propulsión de objetos físicos se refiere.
– Excelente. ¿Y en cuanto a su innovación del
combustible?
– Es una combinación química en base a panclastita a
la cual adiciono disolventes, con el fin de controlar el factor fricción y
temperatura. La diferencia básica con los combustibles actuales es que estos
utilizan hidrógeno como carburante y oxígeno líquido como oxidante.
3. Trabajar
para nosotros
– Es exactamente lo que queremos. Estoy empeñado en
darle la mayor potencia a una serie de autos de carrera para las próximas
competiciones en las cuales pretendemos salir ganadores.
– Son aplicables, aunque los inventos míos se orientan
más bien a todo lo que es la cohetería y la fabricación de naves espaciales.
– Ciertamente, estoy informado también de cuáles son
sus sueños e intenciones Señor Paulet. Pues bien quiero proponerle la compra de
la patente de su motor a combustión líquida como de la fórmula del combustible
que usted ha ideado señor Paulet.
– ¿Cuáles son las condiciones de esta iniciativa?
– Le ofrezco un millón de dólares por la patente de
ambos inventos que pasarían a ser propiedad de mi compañía.
– Continúe, doctor.
– Además le ofrezco trabajar para nosotros con una
única condición, cuál es adoptar la nacionalidad norteamericana.
– He escuchado atentamente su propuesta Dr. Henry
Ford. Empezaré por lo último. Todo mi sueño desde niño ha sido encumbrar a mi pueblo,
Arequipa, y a mi nación, el Perú. Es decir, todo lo hago por mi país.
4. Para ser
sincero
– Lo escucho.
– Ojalá usted pudiera comprenderme en este sentimiento,
en esta postura y actitud mía que es irrenunciable.
– Lo entiendo perfectamente.
– Y lo segundo es que no vendería la patente
descartándose mi nombre definitivamente de estos inventos que los he hecho como
una realización personal y por un sueño muy antiguo al cual está ligado
totalmente mi nombre.
– Don Pedro. La oferta tiene en realidad dos partes. La
primera es comprarle los derechos de la patente, y de tal modo pasa a ser
propiedad de nuestra compañía. En el segundo aspecto es que le ofrezco seguir
trabajando en estos mismos asuntos ya en mi compañía, pero como ciudadano
norteamericano y todo deja de tener nombre propio pasando a formar parte de la
propiedad de la Compañía Ford.
– En verdad, para ser sincero doctor Ford, mi campo no
es el automovilismo sino la cohetería.
– Nacionalícese norteamericano. Es la condición para
que sus ideas puedan ser escuchadas y eventualmente acogidas.
– Le agradezco mucho por su deferencia, pero me es
imposible aceptarlas. Muchísimas gracias.
5. Todos
tus sacrificios
– Mi querida Lucha, ¿dónde estás?
– Aquí amor, ya llegaste. ¿Y cómo te fue? ¡Cuéntame!
– Bueno. Henry Ford en persona me ofrece un millón de
dólares si es que renuncio a mi autoría y a mi nacionalidad. Y me ofrece un
puesto en su fábrica, pero siempre y cuando renuncie a ser peruano para adoptar
la nacionalidad norteamericana. Lo segundo es que si quiero seguir
desarrollando en este campo puedo hacerlo pero sin figurar ni mi nombre ni mi
pertenencia a todo lo que haga a partir de ahora.
– ¿Y cuál ha sido tu respuesta?
– Primero, a ver, ¿cuál sería tu consejo, amor?
– ¡Ay, cariño! ¡Siempre lo que tú decidas!
– Dos de nuestros hijos han muerto de malnutrición
pese a nuestros desvelos.
– Yo al unirme a ti acepté sobrellevar todos tus
sacrificios.
– Gracias amor. Mi respuesta ha sido: ¡no!
6. Esa es
la consigna
– Le admiro, don Pedro. ¡Rechazar un millón de dólares!
– Creo que lo peor sería vender nuestros sueños y
nuestros sentimientos. ¿No les parece?
– Sí. Me adhiero.
– Pero, eso sí: ¡seguir luchando con la fortaleza de
no haber claudicado!
– No hay nada qué admirar cuando lo que interesa es el
infinito.
Mi sueño ha sido y es vencer el espacio y la línea
vertical.
El anhelo del espacio sideral. ¡El ser libres! Y el
conquistar el cielo.
El descubrir mundos nuevos e inaugurar otros posibles.
Y de este modo cumplir con el designio que se nos ha asignado. ¡Cumplir con
nuestras utopías sobre la faz de la tierra!
– ¡Desdeñar un millón de dólares!
– ¿Por qué? Ser eternos, ¡ese es el lema! ¡Esa es la
consigna! Además: mi desvelo es la aeronáutica, el llegar a las estrellas. ¡Lo
que importan son los principios y el alma, amigo!
7. Uno
de ellos
Hay locos sublimes. Pedro Paulet fue uno de ellos.
Quien nació el 2 de julio del año 1874, en Tiabaya, en Arequipa.
Fue ingeniero químico y pionero de la astronáutica.
Tenía tanta pasión por la ciencia como por el arte.
Estudió en La Sorbona de París ingeniería y
arquitectura.
Su sueño era construir una nave destinada a navegar en
el espacio sideral, en donde no se necesitan ni alas para planear ni hélices
para avanzar. No un avión sino un cohete.
Werner von Braun lo considera “el padre de la
astronáutica moderna”
Son palabras textuales de Pedro Paulet: “El progreso no consiste en igualar los
procesos de la naturaleza, sino en superarlos. Por tanto, lo que debemos
estudiar no es la aviación que viene de las aves y que solo invita a imitar su
vuelo, sino la desgravitación. Hay que propiciar el transporte por encima del
planeta, donde no hay aire, ni nubes, ni hielo”.
Por eso repetimos: hay locos sublimes. Y hay semillas
que duran siglos y hasta milenios y que algún día florecen y fructifican.
*****
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar
a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
PÁGINA WEB
HACER CLIC AQUÍ:
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos Capulí:
393-5196 / 99773-9575
capulivallejoysutierra@gmail.com
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.