CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
JUNIO, MES DE LOS NIÑOS,
DEL MEDIO AMBIENTE, DE LA GLORIA
DE ARICA Y DE LA IDENTIDAD ANDINA
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
*****
28 DE JUNIO
HABLA
EL
FOGÓN
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
Banda de Guerra del Centro Viejo en Santiago de
Chuco con sus maestros.
Atrás: El Director Carlos Castillo Murga, Diomedes
Paredes G. y Leoncio Rebaza.
En primera fila: Francisco Miñano Benites y
Danilo Sánchez Gamboa. (Fotografía: Luisan)
HOY
MI PADRE
CUMPLE AÑOS
Danilo Sánchez Lihón
1. Afligido
el corazón
Hoy 28 de junio mi padre cumplía años.
Pero, ¿cómo era un día como hoy en nuestra casa de infancia? ¿Acaso fiesta, jolgorio, derroche?
No.
No había festejo. Tampoco había mantel largo en la mesa. Ni siquiera la
acostumbrada reunión familiar cuando cumple años mi madre o mi abuela o
cualquiera de nosotros.
Al
contrario, era un día desolado y contrito, huraño y amargo, que recién
después de muchos años, trompicones y caídas en vértigo que me ha dado
la vida he podido y logrado comprender.
Pero
que sin embargo de niño conturbó y entristeció inconsolablemente mi
alma, por ser mi padre el ser a quien yo más admiraba y quería. Y más
aún ahora.
Les
contaré, aunque mis hermanos regañen otra vez, por confesar sucesos
íntimos y de entrecasa; al parecer deslucidos y que según ellos nos
dejan mal y que no aprueban que yo cuente.
2. Al campo
o de viaje
Pero, he aquí los hechos:
La
noche anterior de este día 28 de junio, cuando la calle estaba
solitaria salíamos sigilosos a obedecer la orden de papá, cubiertos por
la oscuridad de las sombras. Y era poner llave a la puerta de nuestra
casa que da a la calle.
Para
eso yo manoteaba en la sombra las dos armellas en aro que cuelgan
displicentes en cada hoja de la puerta que es verde, bruscamente las
junto e introduzco por ellas el arco del candado más grande y más fiero
que tenemos y clic ajusto quedando allí colgado adusto y hierático.
Y
nos regresamos corriendo los dos o tres hermanos que hemos salido,
ingresando por la puerta del callejón de la abuela y luego subiendo por
el terrado y por allí pasamos a nuestra casa, yo pensando que estamos
condenados a morir si hay un terremoto o un incendio.
Ya
de madrugada salimos secretamente por este mismo atajo toda la hilera
de chiquillos que somos los hijos con mamá, llevando nuestras cosas como
si nos fuéramos al campo o de viaje.
3. Aunque
este día
La consigna es dar la impresión de que no hay nadie en casa. De que hemos viajado todos, o nos hemos ido al campo.
Pero
lo cierto es que nosotros bajamos a pasar todo el santo día en casa de
la abuela Rosa. A comer y pasar el día allí, que no es como estar en
nuestro lar querido.
Mi papá en cambio se queda encerrado y bajo llave en la casa silente y vacía. Pero es así como él lo dispone.
Pero
para mis ojos y todo mi ser es como si él quedara prisionero, estuviera
encarcelado y hasta sufriera una condena, y justo este día en que él
había venido al mundo, tal vez por el delito de haber nacido, ¡o qué!,
pese a ser tan bueno y cariñoso.
Y esto a mí me dolía, como si él se autocastigara, se flagelase afligiéndome esto el corazón.
Aunque
este día a él allí dentro se lo veía más feliz que nunca porque
silbaba, cantaba, tarareaba, abría cajones para arreglarlos; tanto que
pareciera que era el día más feliz de su vida.
4. Nos
preguntarán
Este
día no iría a trabajar a su escuela, lo cual para él eso sí es un
castigo, ¡porque nunca falta ni llega tarde!, aunque para un día como
hoy está dispensado de asistir, por ser el día de su onomástico. Pero,
¿cuál es la razón para esta auto expiación?
Es
que mi padre detesta beber licor. Abomina entrar a una cantina y de
allí salir borracho, tambaleándose por las calles. Él no prueba licor, y
se conduele mucho de quienes lo hacen, aún más si son sus colegas,
maestros de escuela.
Su
tesis para graduarse de profesor fue precisamente sobre el alcoholismo
entre la población. Este día él sabe que será inevitable e ineludible
rehuir el hecho de que han de querer darle los amigos un agasajo,
buscándolo en la escuela o viniendo a la casa.
Aparte
de ello, su carácter no le hará posible que pueda intentar oponerse,
porque es de temperamento apacible. Por eso el único recurso es
aparentar que está de viaje, y nosotros tampoco podemos aparecer ni ir a
la escuela porque no podemos mentir, ni siquiera por una buena
intención, porque nos preguntarán: ¿Dónde está tu papá? Y él nos enseña a
no mentir.
5. Deliciosa
fragancia
Pero
en el fondo a mi padre le atrae un día como este pasarlo en total
soledad, leyendo alguna obra, pues es maestro. O cociéndonos alguna
prenda, pues es sastre. O interpretando algo en su mandolina, guitarra o
violín, pues es músico.
A
mí me corresponde hoy traerle su almuerzo, teniendo que hacerlo sin
caminar por las calles, mucho menos viniendo a la casa por las calles
céntricas que llamamos de El Comercio.
Más
bien tengo que bordear el pueblo, y sin que sea visto caminando con la
vianda, dando para eso un rodeo, y entrando por la parte de atrás de
nuestra casa. Ni siquiera puedo hacerlo por la puerta de la abuela
Sofía, sino pidiendo permiso por las huertas del fondo.
Y
desde allí recién subiendo por la casa de la señora Laurita y después
por el terrado de la abuela para alcanzarle a papá la vianda de su
almuerzo por una rendija abierta en el techo, entre el muro y las tejas
que él descubre desde arriba con sus manos fuertes.
6. Una claridad
difusa
Eso sí, mi madre le ha preparado hoy lo mejor de lo mejor que a él le gusta, lo más sabroso y la comida
de su preferencia. Y ya estoy pasando yo los platos envueltos en
manteles que se han manchado un poco con el jugo del guiso, desde donde
se emite una deliciosa fragancia.
–
¡Feliz cumpleaños, papá! –Le digo desde debajo del techo, casi sin
verlo ni poder abrazarlo, cogiendo sus manos que me las extiende entre
los carrizos. Pero mi voz repentinamente se ha quebrado. Y él lo nota.
–
¡Gracias hijo! –Me contesta con voz emocionada que trata de hacerse
valiente, queriendo darme ánimo–. ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? ¡Fredy!
¡Contesta! –Pero no puedo hablar, porque un nudo en la garganta me ahoga, y las lágrimas inatajables inundan mi rostro.
– ¡No puedo, papá! –Apenas musito. Y mi acento ya es llanto incontenible. Y sollozos.
Extrae
apurado, y como puede, las tejas. Y se desliza por entre los carrizos
hasta llegar a mi lado en el terrado oscuro, pero hasta donde se cuelan
algunos rayos del sol de junio.
Y de este mediodía radiante haciendo allí una claridad difusa.
7. Pero
entonces
– ¿Papá, por qué tienes que esconderte así? –Le reprocho.
– ¡Ah, me preocupaste hijo! Pensé que algún dolor te aquejaba, un cólico, una punzada.
Se
sienta a mi lado en el terrado y se está un rato acariciándome, con la
manera que él tiene de hacerlo que es frotándome la espalda.
– Tranquilo, hijo.
– A mí me da pena que pases tu cumpleaños así, de este modo, papá.
– Pero no debes tener esa pena.
– ¿Por qué papá? ¿Acaso no es bueno tener amigos?
–
Sí, es bueno tenerlos. Y yo los tengo. ¡Y muchos! Llenarían la casa.
Has visto, cuando ensaya la orquesta, ya no hay sitio en donde puedan
sentarse.
– Pero entonces, ¿por qué no te reúnes con ellos un día como hoy?
–
Reunirse en un cumpleaños es beber. Sería imposible eximirse de eso. Y
la verdad detesto que un maestro de escuela se embriague. Pero son
muchas otras cosas, por ejemplo se gasta dinero, que no lo tenemos.
8. Ya
en la calle
– ¿Quieres que yo trabaje, papá, para ayudar en casa?
–
No. Ahora no. Ahora quiero que estudies. Que leas. Que juegues. Algún
día lo entenderás, hijo, pero no llores. Yo en verdad así me siento
contento y feliz.
– ¿Solo?
–
No es soledad. Más tarde vendrán ustedes. He ordenado tantas cosas hoy.
¡Sé fuerte hijo! Y cuida de tus hermanos. –Es su comentario grave y
dulce.
– Sí, papá.
Los
rayos del sol en el terrado de adobes se hacen más nítidos. Mi padre me
abraza. Y esta vez siento que él está llorando porque hunde las cuencas
de sus ojos en mi cabeza y siento sus lágrimas. Y yo no quiero verlo
llorar.
Cojo
la vianda vacía y desciendo por los pilares y los huecos de la pared
por donde he subido. De este modo su cumpleaños hoy día es una
desgarrada soledad consigo mismo, más soledad que nunca, la de un
maestro y un ermitaño. Ya en la calle y mirando los cerros todo es
hermoso y radiante.
*****
El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es