sábado, 16 de abril de 2022

16 DE ABRIL: DÍA DEL RUIDO, Y LA VOZ - FOLIOS DE LA UTOPÍA: LA PASIÓN DE LAS PALABRAS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 

 

Construcción y forja de la utopía andina
 
 
ABRIL, MES DE LA PALABRA,
LA CREATIVIDAD LITERARIA E
INMORTALIDAD DE CÉSAR VALLEJO
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


16 DE ABRIL



DÍA
DEL RUIDO,
Y LA VOZ


 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
LA PASIÓN
DE LAS
PALABRAS



Danilo Sánchez Lihón
 
 
Hay que reivindicar el valor
de la palabra
poderosa herramienta para
cambiar el mundo.
Golding
 
1. Ese
bien
 
Partamos planteando una prueba de valor superior y hasta supremo. Dicho desafío es tratar de encontrar lo más valioso y atesorable, lo más extraordinario y soberano que se pueda encontrar en la vida y en la vastedad del universo.
¿Qué es aquello que justifica nuestra existencia desde siempre y para siempre? Intentemos pensar acerca de eso ahora. ¡Y alcanzarlo! Si no está aquí dejemos este local y vayamos al lugar que nos parezca más próximo y propicio desde donde aspirar a aquel bien apreciado, anhelado y máximo.
Y clamemos, roguemos, imploremos que aquello que tanto valoramos nos sea concedido. Y hagámosle todo el honor con nuestro esfuerzo por conseguirlo
Si no lo logramos por lo menos nos quedará la satisfacción de haberlo avizorado y convocado con nuestro clamor y nuestro pulso comprometido, reclamando y luchado por obtenerlo.
Y de haberle tendido nuestros brazos tratando de asirlo. Y arrojando todo nuestro cuerpo con tal de unirnos a ese bien culminante y sumo.
 
2. Cada
día
 
¿Pero qué es ese don y joya preciosa? ¿Cuál es ese diamante invalorable? ¿Y el cual si no lo alcanzamos y tener con nosotros nuestra vida habría fracasado para siempre?
Ese bien eminente e indiviso es la palabra cargada y plena de sentido. ¡Esa es la merced, gracia y ofrenda absoluta! ¡La palabra henchida del mayor significado posible! Una palabra que lo resuman y contengan todo, o lo más adorable y legítimo.
Se grafica en el nombre de una amada, de un ser querido, de un ideal a concretar, como en el de una utopía. El vocablo dentro del cual encerramos y tenemos pendiente incluso nuestra felicidad y hasta nuestra vida misma, como puede ser el nombre del país en que hemos nacido y la tierra que amamos.
Puede ser el nombre de una escuela filosófica, literaria o artística, puede ser un lema de un ideal político. Puede ser el nombre de una profesión, que sintetice un desempeño en nuestra existencia.
Un lugar dónde vivir, una promesa a cumplir, o un ideal por alcanzar. Una deidad. Dios mismo como vocablo, clave y signo que enunciamos. Como síntesis, consuelo y amparo en nuestro sentir.
Un tiempo hermoso signado por valores y en el cual anhelamos habitar. O la casa y el hogar verdadero que intentamos cada día y cada uno de nosotros de construir cada día.
 
3. Seguir
las huellas
 
Pero necesitamos enamorarnos de las palabras, del lenguaje, de la poesía y la literatura para cumplir nuestros sueños
Porque en la medida en que somos invitados y visitantes asiduos del enigma de las palabras que convocan nuestros anhelos más profundos, es que esos mundos posibles alcanzarán a realizarse.
Porque las palabras son un amor probado en el ara de todos los fuegos y sacrificios. Es un peregrinar por los caminos, es un deambular por cielos, infiernos y purgatorios asomándonos a todos los abismos.
Es el habernos enamorado de los vocablos y sus configuraciones, de sus resonancias y matices. Es un desvelo que no se acaba con la vida.
Es seguir las huellas de nuestros pasos en el trajín de todo lo que nos aproximan a las estrellas. Porque las palabras son amantes inagotables, leales e infalibles.
Las palabras son núbiles, temblorosas, púdicas. Son amantes que se ofrecen a la vera de un ancho río cuál es el lenguaje.
 
4. De un infinito
a otro
 
Uno se hace justo y digno solo cuando usa bien las palabras. Uno alcanza a ser honrado cuando les otorga honestidad a sus palabras. Y esa es la medida de la estatura de un hombre. Y de nuestra dignidad que es el honor de nuestras palabras.
Las palabras forman y estructuran una música propia. Tienen ritmo, melodía y tiempo del descanso y del reposo.
Porque somos música en nuestros huesos y en nuestros tejidos, y en todo el orden de nuestras células y en el de las palabras estupefactas.
Somos piezas musicales, cajas que resuenan y hasta sinfonías que se expanden. Venimos desde tiempos inmemoriales con danza y compases que son la brújula que nos guía.
De lo contrario nos hubiéramos perdido en la noche infinita o en la luz implacable del cosmos en donde nos guían las palabras como naves pilotos.
Y no podríamos avanzar por la fragosidad de los senderos que van de un infinito a otro infinito si no fuera por las palabras.
Y adonde llegamos entonados en un baile armónico con los parajes por los cuales pasamos, y en donde a veces solemos quedarnos extasiados por centurias o milenios. Y ese compás nos lo dan las palabras.
 
5. Donantes
de su sentido
 
Con las palabras se fundan universos nuevos, se establecen reinos y quimeras.
Se alcanza también libertad plena. Con una sola palabra yo puedo traspasar triunfante hacia la eternidad.
Así me confinen, así me esposen y engrilleten. Basta tener las palabras en mi boca para que nunca puedan encarcelarme, salvo que no reconozca ese valor en las palabras ni en los sueños.
Porque las palabras son mundos ignotos. Y que se inauguran a partir de las visiones de mis ojos configurados por los verbos de mi lenguaje.
Por eso, debemos heredar unas palabras claves y fundamentales a nuestros hijos.
Dejar como legado un vocablo impoluto o un conjunto de ellos.
Que estén, además, llenos de encanto, pero fundamentalmente ahítos de verdad y de coraje.
Porque somos donantes de su sentido. Las palabras nos cautivan. Y nosotros cautivamos sus significados.
 
6. Al fondo
de cada una
 
Por eso, alcanzar la libertad en nuestras palabras. ¡De eso se trata! Que las palabras nos hagan libres, fuertes e indestructibles.
Que ellas tracen nuestros horizontes abiertos e infinitos. Que las palabras nos conduzcan por caminos pródigos.
Nos produzcan ternuras, nos colmen de abrazos. Y ella sea la palabra amorosa, la palabra piadosa, la palabra que defiende lo humano y la vida temblorosa.
Las palabras nos envuelven con sus flautas, laúdes, clarines y tambores. Son como sirenas encantadas a las orillas de los mares asombrados.
Son unicornios asombrados y sonoros en bosques innombrables. Son arlequines y arquetipos.
Hallemos nuestra libertad en las palabras, al fondo de cada una de ellas. Enlazadas unas con otras que es como construimos mundos nuevos.
En la dimensión mágica y profunda de las palabras es que hacemos nuestro destino como individuos y como pueblos.
Y en el telón de los sueños que acrisolamos yendo tras ellos con nuestros pasos.
 
7. Vírgenes
y arrobadas
 
Con todo ello inauguramos reinos, ejercemos un poderío pleno sobre mundos concretos, reales y totales.
Fuera de esos mundos nada es cierto, nada es verdad. Solo el mundo de las palabras lo contiene y explica todo.
Las palabras cuando las llamas vienen a ti. No es que solo tú vas a ellas. Se adhieren, vuelan por el aire y son atraídas en razón de una identidad con aquel misterio de que están impregnadas sus alas.
A mí se me adhirió por ejemplo la palabra alegría y en cambio pasó volando la palabra tristeza.
Hay un destino de las palabras que somos los seres humanos que nos erigimos como atalayas y pararrayos de palabras, las mismas que se quedan como otras se van. Tú mueres y mueren tus palabras.
La pasión por las palabras es fundamental enseñarla porque ellas son: mundos secretos, jardines nuevos y antiguos, moradas que se ofrecen inmarcesibles, vírgenes y arrobadas para quien quiere poseerlas y existir en la eternidad del instante en donde ellas moran.
 
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