viernes, 26 de noviembre de 2021

26 DE NOVIEMBRE: CADA QUIEN TIENE DENTRO UNA PUERTA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 

 
 

Construcción y forja de la utopía andina
 
2017 AÑO
DE LA IDENTIDAD Y DEL PATRIMONIO
INALIENABLE DE NUESTROS PUEBLOS
 
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TUPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
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ROMERÍA A LA VIRGEN DE GUADALUPE
AL NORTE DEL PERÚ, DEPARTAMENTO DE LA LIBERTAD


 
1.
La Romería a la Virgen de Guadalupe de Pacasmayo, al norte del Perú, se inicia hoy y se realiza del 26 de noviembre al 10 de diciembre de cada año, siendo su fecha central el 8 de diciembre.
Este es un culto centenario, que data del año 1560, siendo una peregrinación que se inicia en los primeros años del Virreinato del Perú, y se proyecta a cumplir ya la mitad de un milenio. ¿No es sorprendente que una devoción se renueve año tras año desde hace varios siglos? ¿Qué lo explica? En gran medida la fe inmersa en el alma de la gente.
Pero, ¿cómo se erigió? Como en todo, a partir de un hecho curioso: Ocurrió cuando aparecieron en la ciudad de Trujillo libelos infamantes que incriminaban a las familias más notables de la ciudad. Se apresó, por esos caprichos del destino, a un capitán español llamado Francisco Pérez de Lezcano nacido en Extremadura, y de manera sumaria se lo condenó a muerte, por ser tanta la indignación de la gente aludida en el pasquín de marras.
 
2.
Él se cuenta que, ciego de fervor y sabiéndose inocente, se encomendó fervientemente a la Virgen de Guadalupe, icono milenario de España a cuyo templo Cristóbal Colón ingresaba de rodillas antes de presentar su informe al rey luego de cada viaje al nuevo continente recién descubierto.
Y aconteció el milagro, cuál es que un día antes de la ejecución fue capturado el verdadero autor de los pasquines, quien confesó su delito y fue ejecutado.
Así como fue liberado con todos los honores Francisco Pérez Lezcano, quien viajó a la península europea a agradecer en su mismo templo de España a la Virgen.
Y que fue quien trajo una réplica de la imagen que se conserva con el nombre de La Chapetona en la ciudad que Francisco Pérez Lezcano fundó en honor a su culto y que lleva el nombre de la Virgen.
 
3.
Guadalupe es uno de los cinco distritos de la provincia de Pacasmayo y estar en su suelo constituye sobre todo una emoción primigenia.
Es un recodo del camino en donde algo se quedó para siempre; y hasta donde Capulí, Vallejo y su Tierra llegará el día domingo 27 de mayo del año 2018, también para ungirnos de fe, fervor y esperanza.
Estuvimos ya en dicho lugar, el 24 de mayo del año 2017, y sesionamos en el espacioso y bello auditorio del Palacio Municipal.
En este lugar nos espera el poeta Carlos Egisto Antinori Ascoy, y su comité de organización del 19 Capulí en Guadalupe, así como visitaremos también el valle en donde se siembra arroz y cultivos de pan llevar.
Así como visitaremos el templo y los adoratorios anteriores a los incas, porque Guadalupe es tierra ungida de todo lo místico antes, ahora y siempre.


DANILO SÁNCHEZ LIHÓN



CADA QUIEN
TIENE DENTRO
UNA PUERTA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Por muy
humildes
 
Cada quien recuerda la puerta de su casa de su pueblo nativo, porque yo he indagado, creyendo que solo era mía esta pena. Y me han dicho:
– Yo mi puerta la llevo clavada en el alma. Y no me olvido de sus clavos ni de sus rendijas. Tampoco de sus nudos, estrías, ni se sus agujeros.
He respirado aliviado, pero, me pregunto ahora: ¿por qué?
En cambio, he comprobado que muchas otras personas, nacidas en otros lugares, no recuerdan las puertas de sus casas, sea la que da a la calle, o sea las de sus cuartos interiores, en donde se criaron.
¡Nosotros sí las recordamos, por muy humildes que ellas hayan sido!
Tanto que, pese a estar tan lejos en la distancia y en el tiempo, no es que las evocamos, sino que salimos y entramos por ellas cuando basta que cerremos los ojos y soñemos.
O cuando basta que estemos simplemente dormidos, que es cuando regresamos a corretear por patios, corredores y rincones que dejamos ocultos cuando éramos niños.
 
2. Silencios
inconfesos
 
Pero esto ocurre no solo cuando es de noche sino en los amaneceres ojerosos y desvelados. Allí están las puertas.
O ya sea cuando en lo mejor de un momento nos atraviesa un presentimiento que nos asusta.
Sea cuando de improviso nos asalta una tristeza. Y que puede ser hasta en el fragor de una batalla, o en lo más hondo y empinado de una fiesta.
Y, estemos en el lugar del mundo en que estemos, nos sumergimos en el subconsciente, entrando o saliendo por ellas.
¡Y qué dolor no estar con las manos y la frente apoyados o amparados por ellas! ¡Rogándolas que calmen compasivas una ausencia y una amargura!
Como es el hecho de que aquel ser que amamos no esté aquí. Que no llegue nunca a la cita. ¡Y que nos sanen, o alivien por lo menos, aquellas heridas del alma!
¡Qué dolor no poder confesarles, o hablarles al menos a ellas; ya que nuestras madres ya no están con nosotros!
¡Porque son ellas las que están abiertas en el fondo de nuestros silencios inconfesados! 
 
3. Penan
tanto
 
Es, quizás, porque de niños, yo en Santiago de Chuco, tú quizá en algún otro sitio, hemos jugado mucho en sus travesaños y marcos de madera. Hechas de algún árbol que ha crecido a la vera de un camino, o al borde de un río; y erigiéndose tan alto en una campiña que ha mirado desde su copa compasivo la vida que pasa allá abajo.
Y en sus vanos translúcidos, y en su quicio curvado por el paso de la gente que allí pisa y donde está el temblor de nuestros latidos y de los años que pasan por encima, ha guardado lo que quisimos que fueran secretos.
Y, aunque fallemos en muchas cosas, saben que somos sinceros y valerosos. Y aunque no estemos donde deberíamos estar, apoyamos en todo las causas nobles de esta efímera existencia.
A horcajadas sobre su umbral, ¡cuánto hemos soñado!, descubriendo rugosidades, curvaturas y escondrijos. Perdiendo y encontrando tesoros entre sus ranuras.
Yo he dejado talismanes, en que se convertía cualquier lata o dije; botón de una camisa o pedazo de vidrio, y que desaparecían en sus entrañas. ¿Será por eso que penan tanto en mí? ¡O es mi ser de niño que se cobija en ellas! Y ellas en mi insomnio y duermevela atribulados.
 
4. Son
decisivas
 
Porque es montado en su quicio que nos hemos enlazado con la vida de adentro y la de afuera. De allí que tienen todo el peso, el vuelo y la caída de nuestros impulsos e inquietudes.
Es desprevenido en ellas que se nos han quedado las voces de nuestros seres queridos, algunos vivos y otros muertos; de transeúntes y de sombras quietas que nos contemplan desde otros mundos, pero tan cerca de nosotros que se nos pega su temblor, suspiros y estremecimientos.
Es cogido a sus jabas donde hemos contemplado a los viajeros impalpables que se demoran en algún abismo o cuneta, y a los otros que en vez de irse aquí se quedaron. Los adioses de gente que se va y las expresiones de dicha de quienes vuelven o regresan están impresas en sus hojas.
Es curioso, pero creo que hemos aprendido a mirar el mundo desde una puerta. Y eso es lo que nos prepara para asombrarnos, para descubrirlo todo y ser solidarios. También, quizás, para estremecernos de angustia, de pena o de miedo.
De tal o cual presentimiento, pero muy poco de alegría. Porque a los chucos nos cuesta mucho estar alegres, porque para ello tendrían que coincidir muchas cosas. Y en todo ello son decisivas las puertas:
 
5. Por uno
y otro universo
 
Como, ¿cuáles cosas?
Tendrían que coincidir los hechos de adentro y los hechos de afuera. Lo que ocurre lejos y lo que ocurre cerca. Los sentimientos de antes y las emociones de ahora. Y aquello que sucederá después en el futuro en nuestras vidas.
Y en todo ello son decisivas las puertas.
De allí que no hay dos puertas idénticas, porque cada una tiene su memoria y también sus ausencias, carencias y huecos negros. Unas son galantes, altaneras, soberbias. Y otras son sumisas, modestas, balbucientes.
Pero los niños borramos las diferencias y las universalizamos con nuestra ternura y nuestra inocencia.
He aquí, por ejemplo, los portones inmensos de dos hojas arrogantes y, dentro del marco de uno de los flancos, se abre una puerta más pequeña, donde muchos dieron su primer beso.
Yo no. Quizá por eso me he quedado en la vida desvelado. Y vague errante por uno y otro confín, como por uno y otro universo.
 
6. Como
estás viendo
 
Ahora tú has regresado a tu pueblo después de una larga ausencia y un prolongado silencio.
Caminas lentamente recordando y observando cada detalle. Las casas parecen abandonadas, los techos más cimbrados todavía; las tejas ladeadas. Con soguillas que penden desde los aleros, rotas y ya carcomidas por el comején y el silencio; hechos flecos por la incuria del tiempo, como manos mendicantes.
Aunque los muros de las tapias que tienen tréboles, malvas y mostazas felizmente florecen; y sus espigas que se alzan hacia el cielo se mecen con el viento.
En muchas casas, como ves la puerta ya está vencida e imposible de ser abierta. porque los adobes han recostado toda su ancianidad sobre ellas. Todo ello porque han cedido y se han ajustado los parantes y las hojas yacen mustias y yertas, como estás viendo.
Pero, ¿no es acaso este jardín sobre el muro parte de ellas? ¿No indica que en el fondo de su ser y de su entraña ellas viven y algo y mucho sienten?
 
7. Mariposa
de plumas doradas
 
He aquí las armellas, los candados y las cerraduras insomnes de las puertas que yacen abandonadas.
¡Qué abren o que cierran ya nada!
Nosotros, nos hemos venido a vivir en otras ciudades, pero las puertas siguen allí; algunas enmohecidas, con el jardín familiar y el huerto entumecido al fondo.
Y, a la vez, floreciendo al centro de nuestros estremecidos espíritus.
Otras aún con la madre y los niños sentados o de pie al filo de la tarde, recibiendo y despidiendo a los seres queridos que se han ido, quizá para no volver ya nunca jamás hacia otras islas.
Aunque otros retornen firmemente asidos en las alas frágiles y a la vez poderosas de esa mariposa de plumas doradas e impalpables que es la nostalgia:
La hermosa y, al mismo tiempo, entristecida nostalgia de las puertas que no se abren, y en mí que no se cierran.

PUERTAS Y BALCONES DE SANTIAGO DE CHUCO
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Fotografías: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)

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