miércoles, 24 de noviembre de 2021

24 DE NOVIEMBRE: ESTAMPA DEL MES DE NOVIEMBRE - FOLIOS DE LA UTOPÍA: TÚ QUE HAS VUELTO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
 

Construcción y forja de la utopía andina
 
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TUPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


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PISCO ES PUEBLO, PUERTO, AVE, LICOR;
Y UN LUGAR DEL MUNDO MILAGROSO


1.
Pisco en el Perú es el nombre de un pueblo antiquísimo que un día como hoy, 24 de noviembre del año 1832, se intentó cambiarlo por el de “Villa y Puerto de la Independencia”, en honor a que en ella desembarcó la Expedición Libertadora de don José de San Martín. Pero su nombre pervive.
Aunque en realidad es el nombre de dos poblaciones, porque hay Pisco pueblo, y hay Pisco puerto, este último donde el mar es de un azul turquesa precioso e intenso, que mirado desde el malecón se lo ve alto y tan hacia arriba que nos invade el temor de que sus aguas se fueran a salir y derramarse sobre el lugar en donde estamos parados.
Pero Pisco es también el nombre de un licor originario de estas tierras que le dieron nombre, bebida transparente, espirituosa e hirviente de apariencia fantasmal a vidrio líquido después de su fragua.
Pero, Pisco significa ave o pájaro, porque esta es región intensa poblada de aves, que habitan el litoral, en la bahía, las islas como las dunas cercanas; revolotean en las huertas, en el puerto y en las techumbres de las casas.
 
2.
Y hasta hay una de ellas que particularmente se llama pisco, y que puebla abundantemente estos parajes, claro que aumentándole la letra hache, con la cual el nombre de la avecilla resulta ser el de pishco.
Como en todo pueblo viejo en Pisco hay muchas historias, leyendas y hechos históricos. Aquí vivió de niño Abraham Valdelomar, siendo el primer escritor que hablara y refiriera en sus cuentos de su aldea.
Y en Pisco está la tumba en donde está enterrada Sarah Hellen, bruja y vampiresa cuyo esposo John Roberts, paseó su cadáver por todos los mares del mundo sin que pueda enterrarlo en ninguna ribera, salvo aquí.
Tierra generosa que la acogieron. Sus restos reposan en el viejo “Cementerio General”, cuyos nichos están cuarteados por los continuos movimientos sísmicos que aquí se producen, pues el pueblo se asienta sobre la cresta misma de la falla de Nazca.
 
3.
El último día del curso para maestros que dicté aquí los estudiantes contrataron un ómnibus para darme un paseo. Fuimos a Paracas, a conocer el lugar del desembarco de San Martín, la bahía de Paracas, el famoso hotel Paracas y, dentro de este recorrido visitamos el viejo cementerio de Pisco, muy concurrido por la gente, con la tumba de Sarah Hellen llena de reliquias, de agradecimientos, y de profusión de tarjetas, de exvotos, en donde se le hacen mil y un pedidos a quien el pueblo ha convertido en una santa popular.
– Pida, Profesor, un deseo. Algún favor que desea usted que se le conceda. Lo que quisiera.
– Gracias. Gracias. Pero continúen ustedes. –Les digo.
– Pida, profesor. A si no nosotros vamos a pedir por usted. Y es que regrese muy pronto a Pisco y haga con nosotros otro curso como el que hemos tenido.
Eso anotan en un papel y lo pegan de cualquier modo en el cemento blanco junto a miles de otros papelitos que cuelgan de la tumba y que algunos el viento desprende y arrastra por el suelo. Al mes estaba regresando a dictar un nuevo curso en Pisco. Por eso el pueblo cree en que Sarah Hellen en Pisco es milagrosa.


DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
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24 DE NOVIEMBRE
 
ESTAMPA
DEL MES DE
NOVIEMBRE
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


 
QUE HAS
VUELTO


 Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Ha tallado
la vida
 
Tú que has vuelto, peregrino, no te interesa si esta noche tienes o no tienes posada.
Has tomado una calle y la caminas de largo sin mirar el suelo, extasiado en sus muros, en sus balcones, en el remate de sus aleros; en su cielo ora despejado, ora anubarrado.
Con la mirada puesta en la cumbrera de los tejados donde se juntan la tierra y el cielo. Con el alma puesta en la vibración de la luz que hace el festoneo de las tejas al borde de los aleros.
En el fleco traslúcido que descompone la luz en un prisma de siete colores que se difumina sobre la sombra violeta de los balcones.
Con el corazón anhelante prendado del bamboleo de los hierbajos en lo alto de los muros y sobre los techos de rastrojos donde se muestran malvas, clavelinas y mostazas.
Devoto de cada esquina, recodo y declive que pareciera haber tallado la vida con sus manos compasivas. Absorto en la contemplación de cada torcedura, inclinación y hasta en el desperfecto de una pared o el quicio de una ventana.
 
2. He
vuelto
 
Tú que has vuelto, peregrino, no te interesa si esta noche tienes o no tienes posada.
Todo llama tu atención. El descascarado de la pintura en el enrejado de la pileta como el querer encontrar algunas huellas. El chirrido de un grillo en el jardín. Lo oblongo de una piedra en el cimiento de un muro.
Pero lo que más te fascina encontrar son las puertas. Porque ellas son testigos, confidentes y vigías.
Porque es en las puertas que hicimos nuestra primera declaración de amor, y bajo sus marcos dimos nuestro primer beso.
Es en las puertas en donde nos hemos despedido de nuestros padres, hermanos y familiares. Y es bajo sus umbrales que volvemos a reencontrarlos.
Porque ellas saben lo ocurrido en tanto tiempo, y que nadie más sabemos.
Porque nosotros a lo sumo sabemos lo que aconteció. Pero no lo que iba a acontecer, que es lo que más las ha herido y acongoja. Ni sabemos lo que se siente, pero ellas sí, ante ello se han estremecido.
 
3. El pórtico
de una cripta
 
Pero ahora están aquí, aunque tus ojos también empañados por las lágrimas no te permitan reconocerlas nítidamente. Pero, les dices:
– Hola, señoras puertas, ¿qué tal? Aquí estoy, he vuelto, estoy de regreso.
Y le quedan mirando. Y te hacen una venia profunda. Y guardan reverente silencio.
Sin embargo, lo que más llama la atención del peregrino de las puertas, en este viaje del retorno y del regreso son en ellas estos candados pasmados y pendientes.
Es a su vez lo que más conmueven, pues ellos cierran algo que sin duda se abre hacia otro universo
Que permanecen colgados e inmóviles en su dolorosa quietud, pero confidentes de un mundo secreto que acontece hacia adentro del mundo que ellos cierran y del cual nunca hablan.
 
4. Llave
de cerrojo
 
De arquitectura antigua, de llave en canuto y de orificio hacia el frente. Todos oxidados ya por el tiempo. Unos en forma de escudos nobiliarios.
Otros en forma de hornacina de las iglesias. Y hasta imitando el pórtico de una cripta.
Encima de ellos, desde donde se sujetan, y de los cuales penden, están las armellas. Son dos aros absolutos que el candado une implacablemente, echando así llave a la puerta.
Aquí están. ¡He aquí una vieja casona, orgullosa, pero de peor suerte porque de ella solamente pende una de las armellas!
De la otra sólo se registra el hueco carcomido desde donde debió pender el aro.
En cambio, esta otra puerta de esta otra casa, tiene una cerradura empotrada, donde la llave penetra por un orificio hecho en la madera.
En torno a él la madera aparece gastada y hasta renegrida. No es candado sino llave de cerrojo.
 
5. En estas
huellas
 
Tú que has vuelto, peregrino, no te interesa si esta noche tienes o no tienes posada.
¡Pero cuán desbocado está el resquicio, prueba de que muchas veces entraron y salieron! ¡Y a eso se le llama vida!
Eso sí, como casi en todas, en torno a la cerradura aparece descascarada la pintura. Y hasta un poco hendida la madera, en una especie de rosetón o círculo.
El desgaste en la cerradura hace un círculo, ¿debido a qué? Se entiende que es así por aquel dar vueltas a la llave.
¿No es, acaso, inmenso? En estas huellas está todo el palpitar, los latidos y los sueños de la gente. Ya que en ella rozaron las manos de quienes cerraban y abrían una o las dos hojas.
Donde cada puerta es una persona que tiene su destino y, a su vez, es síntesis de un conjunto de personas, a las cuales saludas y te responden como si mucho hubieran llorado.
 
6. Algún
gozo
 
Y más minuciosamente podemos advertir, hacia el borde del ala de la puerta, otro desgaste.
Ya no hay pintura y la madera está hundida por el uso.
Sin duda, por sujetarla desde aquí, apoyando una de las manos justo en este sitio.
Sería cuando el dueño o la dueña atendían a alguien que venía a buscarlos y que conversan con él en la misma puerta. 
¡Qué divagación profunda producen estas huellas!
Son como latidos hechos signo, de tantos y de nadie.
De manos y corazones tristes o esperanzados; poseídos de algún gozo o aquejados de alguna pena o tristeza.
De personas pasando con emoción, o sin ella, por entre estos marcos.
O bien con dudas y silencios, que a veces son peores, porque de ellos se desprende la muerte.
 
7. Antes de que sea
más tarde
 
Tú que has vuelto, peregrino, no te interesa si esta noche tienes o no tienes posada.
¡Es lo peor, sin duda!
Envueltas todas en la aparente rutina, pero en donde se cierne lo trascendente y eterno.
Costumbres, maneras de ser y sucesos que mirados a la distancia de los años dejan de ser rutina.
Porque lo que antes fue común y corriente, cuando se esfuma, recién deja ver dentro lo esencial e inconmensurable, lo permanente e ineluctable.
Ya pasó el ángelus, y es medianoche. Y el peregrino no recuerda dónde dejó su equipaje, aunque tampoco tiene posada.
Pero en la retina de sus ojos conserva el de las puertas con toda la luz del atardecer que nublaran sus ojos.
Sin mirar lo que se cree que es infaltable mirar. Antes de que sea más tarde y sobrevenga ineluctable el amanecer.
 
 
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