jueves, 26 de agosto de 2021

26 DE AGOSTO: DÍA DEL ABUELO - FOLIOS DE LA UTOPÍA - EN MI MANO TIEMBLA SU MANO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 

 
 

Construcción y forja de la utopía andina
 
 
AGOSTO, MES DE LOS NIÑOS,
DE LA JUVENTUD, LAS COMETAS,
EL DEPORTE, EL FOLCLOR Y
DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
*****

 
*****
 
26 DE AGOSTO


 
DÍA
DEL
ABUELO


FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


 
EN MI MANO
TIEMBLA
SU MANO



 Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. La trenza
de la lluvia
 
– ¡Hijo, hijo!
– ¿Sí, abuelita?
– ¡Ay, hijito! Sube a ponerle un balde a la gotera que está pasando agua al dormitorio. –Me ruega.
– ¡Allá voy, abuelita! –Contesto.
Corro y subo al terrado sobre el cuarto donde la abuela duerme.
Me deslizo entre las cosas viejas que de noche remueven los gatos y las almas de nuestros antepasados que aquí penan.
Trepo por los muros algunos ya mojados, oliendo los adobes a tierra húmeda y abombada.
Y esta es. Aquí está la teja que se ha ladeado y deja chorrear el agua de esta canal que ha hecho un charco en el suelo que se filtra hacia la bóveda de abajo y cae al piso de la habitación de la abuela.
 
2. ¿Qué
abuela?
 
Introduzco mis manos que sobresalen al cielo y a la tempestad inclemente por el techo vetusto y cojo las hilachas de la trenza de la lluvia desnuda.
– Ya arreglé la gotera, abuela. –Le digo, saliendo por la boca del terrado.
– Ya hijito. Gracias. ¿Ya eres un hombre, di? –Responde.
Y, hablando unas veces con alguien a quien no vemos, otras con los fantasmas que la acompañan, y otras tantas hablando consigo misma, mi abuela se pierde caminando leve y difusa por el corredor de la casa con su cantilena interminable:
– ¡Ya se va a caer la bóveda de la sala! ¡Y son los gatos dañinos los que mueven las tejas!
– ¿Qué abuela?
Y ella como si tratase de un recitado:
– ¡Ayer no había esa gotera en mi cuarto! ¿O no la he visto? ¿Ayer he levantado la vista? ¿Levanté ayer la pupila?
 
3. Me he
de morir
 
Y mi abuela se detiene solo para dudar. Está detenida solo por la duda de si levantó o no los ojos solo para mirar.
– ¡Estos ojos también que ya no se dan cuenta de lo que ven! –Eso dice y repite como una retahíla mientras el sol de la mañana ilumina el mundo
– ¡Estos ojos que ya no ven!
Las aves se persiguen unas a otras revoloteando sobre el muro y de un momento a otro hacen el amor enfurecidas apenas paradas en los cordeles y entre sus vuelos, mientras mi abuela sigue con su melopea:
– Ya me estaré quedando ciega con estos ojos.
La brisa ulula entre las pequeñas hojas de las malvas y desprende ese aroma leve que llega junto con su balanceo tímido y difuso.
– ¡Me lagrimean tanto los ojos!
Y otra vez mi abuela se detiene, pero esta vez es para llorar.
– ¡Ya me he de morir, en este invierno!
 
4. ¡Es paja
de las alturas!
 
– ¿Y a cuánto vendes la carga de paja?
Pregunta ya de pie mi abuela en la puerta de la tienda, mirando la calle con sus ojos que para mí son bellos e inocentes.
Y al ver al arriero que pasa con sus burros cargados de paja brava, o ichu.
– A cinco reales cuesta, mamita.
– Y, ¡por qué tan caro! ¡Dios del cielo!
– ¿Caro? ¿Acaso no cuesta trabajo madrugar, cortar la paja entre los charcos de agua, atarla, cargarla y traerla?
– ¡Cómo se está poniendo la vida, Dios bendito!
– ¡Es paja de las alturas, mamita! ¡Es paja larga y fuerte, madre!
– ¡A ver!
– Téngala en sus manos. Pálpela. ¡Ya ve!
– ¡Y por qué haces tan flojos los atados, Santo Sepulcro!
 
5. ¡Qué
lo vamos a hacer!
 
– ¡Qué más apretados pues, mamita! ¡Si estuvieran flojos ya se hubieran derramado los tallos por el camino!
– Y, ¿de dónde es?
– Vengo de la jalca, estoy caminando desde anoche, he cruzado la amanecida y llego recién ¡mire a qué hora! ¡Y sin comida!
– ¡Qué irá a ser de este mundo! ¡Ya nada es bueno ni honrado! ¿Señor, a dónde llegará esta vida?
– ¡Dos días me demora traerla desde la jalca! Y, ¿cortarla? Y los pollinos, ¿acaso no comen? Y yo, ¿cómo ando por los senderos? ¡De hambre! ¡Qué más barato pues, señora!
– Apéalo, pue. ¡Qué lo vamos a hacer!
– ¡Está bien comprado, mamita!
 
6. Néctar
divino
 
– ¡Qué lo vamos a hacer!
– Así será nuestra vida de pobres.
– Pero me lo subes y me lo dejas en el altillo, porque estas gallinas lo van a picotear y a regar las ramas por el suelo.
– Lo voy a subir, mamita y dejar todo arreglado.
– ¡Ay Dios! ¡Ya no sé qué hacer con estos animales!
– Le va a durar esta paja que es la mejor de la jalca.
– ¡Niños, no piquen los magueyes!
Es el grito de mi abuela. Y es que esas pepitas de sol, o de oro esplendente que cargan en sus patitas los moscardones, mordidas con los dientes y dejando que se deshaga en la boca es una ambrosía que, saboreada con la lengua, es un goce supremo de estar probando néctar divino.
 
7. La pared
del horno
 
– ¡Estos hijos! Pero, ¿cuál es el gusto de perseguir a esos animales por los aires?
– ¿Quiénes, abuelita? Si yo estoy a tu lado.
– ¿Quiénes? ¡Estos otros chicos! Ya me han desmoronado el pilar de la sala. ¿Y cuándo se caiga el alero? ¡Ay, cuánta falta me haces Desiderio!
Y mi abuela con un borde de su rebozo se enjuga unas lágrimas.
– Y ahora, ¿dónde se han metido? ¡Como almas desaparecen! Para las travesuras, ¡díganles y aparecen de donde estén!
– Sí, ¿abuelita?
– ¡Espanten esas gallinas que están picoteando la pared del horno! ¡Ay!, ya no puedo sostenerme ni siquiera para dar unos pasos.
– ¡Chis, gallinas!
 
8. Agua
del pozo
 
En eso llega la señora Tomasa buscando desesperada a mi abuela. Y desde el corredor, la dice:
– ¡Ay, niña Sofía! –Le dicen– ¡Ya murió la Felipa!
– ¡Cómo! ¿Qué? –Se alarma mi abuela.
– ¡Ya se fuel Felipa!
– ¿De qué habrá sido?
– ¡De pena ha sido! Desde que falleció su marido se ha ido secando la pobre.
– ¡Con razón ya no la he visto! Y me preguntaba: ¿Habrá viajado?
– Ya no quería comer, ni vivir la almita. No tenía gusto de nada.
– ¡Ay, la vida! Fijesiusté.
– ¡Pena no más sentía!
– De razón que no la he visto.
– Cuándo siempre ella venía a sacar agua del pozo, ¿diga?
 
9. En sus ojos
unas lágrimas
 
– ¡Muy buenita ha sido! Y sufrida, la pobre.
– ¡Ya dejó de padecer esta vida la almita de Dios!
– ¡Ya está en manos del señor bendito!
– ¡Ya es alma del cielo!
– ¡Voy a apagar las brasas de mi fogón e iré a acompañarla, mientras su cuerpo aún esté con nosotros!
Y encaminándonos a la casa siento cómo tiembla la mano de mi abuela que va sujeta a la mía.
Y con los hilos raídos de su rebozo ahoga unos suspiros y restriega en sus ojos unas lágrimas desconsoladas. Y repite hablando consigo misma:
– ¡Ya está en manos del señor bendito!
Y un rato después ella misma se pregunta y responde:
– ¿Y qué es esta vida? Solo trabajo y dolor. ¡Y el misterio de dónde venimos y hacia dónde vamos!
 
*****
 
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
 
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
 
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
 
  *****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
 
 
*****
 
Teléfonos Capulí:
393-5196 / 99773-9575
 
capulivallejoysutierra@gmail.com
 
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.