jueves, 22 de julio de 2021

22 DE JULIO 1284: EL FLAUTISTA DE HAMELÍN - FOLIOS DE LA UTOPÍA: ¿ENIGMA O CONSIGNA? - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


      
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
 
JULIO, MES DEL MAESTRO;
DEL SANTUARIO HISTÓRICO
DE MACHU PICCHU; BATALLA
DE HUAMACHUCO, LEONCIO
PRADO Y FIESTAS PATRIAS
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
 
22 DE JULIO 1284
 
 
EL
FLAUTISTA
DE HAMELÍN
 
 

FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
¿ENIGMA
O
CONSIGNA?
 
 

Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Insólito
y fascinante
 
El día 22 de julio para unos, y el 26 de junio para otros, es el Día del Flautista de Hamelín, nombre del pueblo alemán en donde ocurrieron los sucesos que la leyenda relata, y que en el fondo pone de relieve el mundo encantado y mágico que constituye una de las tres hebras de que estamos hechos los seres humanos.
Pero, a su vez, donde se relieva el plano de lo moral con que se desenvuelven los acontecimientos de nuestras vidas, se estructuran las situaciones y se ordenan las cosas. Y que faltando a ellas ocurren los hechos lamentables que esta historia recrea. Porque entre los muchos significados de este episodio está, por un lado, el poder de atracción del arte, como en este caso la música emitida a través de la flauta de aquel personaje legendario, insólito y fascinante que es el flautista.
Pero donde también ocurre una desgracia, por el incumplimiento y la falta a la palabra empeñada de parte de los representantes de la ciudad, al considerar que había sido muy fácil desaparecer a los ratones que ellos no pudieron lograr por más esfuerzos y empeño que pusieron, incumpliendo el compromiso pactado de pagarle al flautista  100 monedas de oro.
 
2. Un mensaje
nuevo
 
El texto que sustenta este argumento tiene el carácter de leyenda pero también de crónica histórica, puesto que el pueblo es real y el tiempo en que ocurrieran los hechos es preciso.
Existen además registros históricos documentados que dan cuenta de este suceso, que incluye la desaparición de 130 niños, vértice en que mundo mágico y objetivo se juntan y colisionan.
Incluso ahora está prohibido cantar o interpretar música en la calle Bungelosenstrasse de Hamelín, sitio donde se ha ubicado que el flautista se detuvo para urdir su pócima o encantamiento que en este caso fue una tonada musical.
Existe el temor de que algo igualmente aciago pudiera ocurrir por la magia de algún taumaturgo venido quizá desde nuestros países. De algún flautista redivivo de los andes, que les conturbe con algún mensaje nuevo.
Por demás indispensable en estos tiempos azarosos y a la vez funestos, de sus vidas aparentemente  tranquilas pero en realidad faltas de sustancia y de un contenido trascendente.
 
3. Apariencia
estrafalaria
 
Porque la historia de El Flautista de Hamelín narra que en el año 1284 invadieron oleadas de ratones aquel pueblo, tantos que no había dónde poner los pies sin pisarlos, ni dónde colgar un sombrero sin tocarlas escuchando su chillido de fastidio y su ronroneo de protesta.
Las calles eran ríos de ratones, una avalancha de color parduzco de roedores que devoraban todo a su paso, no dejando sitio para el tránsito de los habitantes en aquel lugar antes acogedor y apacible, donde hasta los objetos cotidianos les servían de albergue a estos agitados e inquietos animales.
¿Qué hacer? Todo se había intentado y nada había dado los resultados esperados. Y los ratones seguían llegando a raudales. ¡Y nadie sabía ahora cómo solucionar tan grave problema!
Cuando se había perdido toda iniciativa y esperanza apareció providencialmente, ¡no se sabe cómo ni de dónde!, un flautista de aspecto distraído, vestido de ropa de colores vistosos y estallantes, de apariencia estrafalaria, esmirriado de talle y destartalado de contextura, que interpretaba tonadas en su precario instrumento.
 
4. No quedando
ni una sola
 
Aquel personaje manifestó que podía hacer desalojar a las ratas que habían invadido la ciudad y que cubrían como una piel plomiza y cenicienta en todo lo que se posaran los ojos. Y se comprometió a solucionar este inconveniente por la suma de 100 monedas de oro.
Las autoridades del pueblo incluyendo el alcalde le aseguraron que en caso de ver cumplida su promesa le pagarían la cantidad solicitada en el acto y sin demora.
Y empezó entonces a interpretar una música mágica y a caminar tranquilamente por las calles tocando su instrumento. Detrás los ratones lo seguían como halados por una fuerza invisible, extasiadas e inatajables. Cruzó el río y ellos por seguir su melodía se fueron arrojando a las aguas subyugados, no quedando ni uno solo de estos escrutadores e imprevisibles roedores.
Pero solo se dice que desaparecieron, de lo contrario el río Weser, donde ocurrieron estos hechos, se hubiera atorado en algún sitio el discurrir de su cauce, puesto que eran miríadas de seres que se movían. Pero los habitantes de Hamelín, visto que el problema estaba solucionado, dijeron:
 
5. Y todos
hechizados
 
– ¿Sólo por tocar una tonada insulsa 100 monedas de oro? ¡No! De ninguna manera. ¡Imposible pagar esa suma! ¿Qué se ha creído este tipo?
– Además, ¿de dónde viene? ¿Quién es? ¡Hay que investigarlo! ¿Cuáles son sus antecedentes, sus títulos, sus recomendaciones?
– Que diga, ¿quién lo respalda y a quién representa?
– ¡Que se largue! ¡Fuera de aquí! ¡Vete! –Vociferan.
En el fondo esta actitud es la incomprensión y el desprecio que siempre ha existido por el extraño, por el extranjero y por el arte; más lamentable si es que eso se produce por quienes ocupan cargos públicos y son autoridades. El flautista reclamó invocando el acuerdo al cual habían arribado y habían convenido formalmente. ¡Pero no! Al contrario, se burlaron e hicieron mofa de él.
Y lo trataron con sorna y con desprecio, como se maltrata a los que son de otros lugares, y a los músicos y a los poetas, quienes al final son quienes fundan o inauguran órdenes nuevos. ¡Cómo este en el cual vivimos que en algún momento fue un mundo nuevo!
 
6. Un enigma
irresoluto
 
Entonces el flautista regresó otro día y empezó a entonar otra melodía mágica que levantó de sus camas solo a los niños, despertándolos en los lechos donde dormían, quienes se dirigieron hacia él todos hechizados, y que empezaron a seguirlo.
Los niños desaparecieron sin saber tampoco el sitio por donde se esfumaron, aunque se dice que fue por una cueva. Solo dos, uno que era ciego y otro lisiado de una pierna, al quedarse rezagados no pudieron irse con ellos. Y no porque se resistieran a ir con él, sino porque no pudieron alcanzarlo.
Lo cierto es que los restantes nunca más fueron habidos hasta ahora, sin que nadie sepa cómo, hasta el día de hoy cómo desaparecieron, días en que todavía se los busca sin poder encontrarlos. De esto hace 731 años, puesto que ocurrió un 22 de julio, dicen unos y, otros, el 26 de junio del año 1284, fechas que la historia ha registrado con prolijidad, minucia y asombro.
Vértice además este en que mundo objetivo y fantástico se unen, se confunden y traban sus dedos, constituyendo juntos un enigma irresoluto.
 
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El texto anterior puede ser
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