lunes, 17 de mayo de 2021

VÍCTOR RAÚL PLASENCIA CASTILLO: ZORZAL, HORNERO, HERMANO DE CANTO ANDINO - POR VÍCTOR HUGO ALVITEZ MONCADA

 

VÍCTOR RAÚL

PLASENCIA CASTILLO:

ZORZAL, HORNERO, HERMANO DE CANTO ANDINO.

Por Víctor Hugo Alvitez Moncada

Crónicas Pisadiablescas

Con hondo sentimiento rindo homenaje a mi hermano y coterráneo Víctor Raúl Plasencia Castillo, zorzal y hornero de canto andino y ancestro contumacino, de interminables caminos y esperanzas, quien partió a la inmortalidad a seguir labrando nidos de ternura, aguardando nuevos trinos, nuevos vientos, nuevos tiempos y; junto a él, lamentables pérdidas de entrañables amigos, vecinos y conocidos comprometidos con la cultura, con quienes compartimos parte de nuestra vida o admiramos su trayectoria profesional, entusiasmo personal y perdurable amistad: Prof. Ampelio Sagàstegui Calero, Dr. Alberto Robles Guibovich y hermana Teresa, Prof. Marco Merry Salazar Jácome y esposa, artista gráfico Wilmer Reyes Castillo, Prof. Ricardo Jovito López, Prof. Antipas Colonia Carlos, y con ellos, a todas las víctimas del Covid-19 u otras enfermedades que en Perú y el mundo sigue arrasando valiosas vidas.

A los deudos y a quienes continúan padeciendo este terrible mal ─del cual soy convaleciente─ mi sincera solidaridad y fortaleza fraterna, esperando revertir pronto tan cruel pandemia y larga desilusión.


Víctor Raúl Plasencia Castillo

 

I

 

Víctor Raúl Plasencia Castillo, maestro de educación primaria formado en Escuela Normal de Varones de Cajamarca y posterior Bachillerato en Universidad Nacional del Santa, luego de recorrer distancias sembrando semillas del saber y silbando trinos de esperanzas en el norte de la patria y otras regiones, llegó a Chimbote a extender sus enseñanzas con esmerada devoción y entusiasmo al fragor de la ternura pedagógica, identidad andina, compromiso y eterna nostalgia por el suelo que lo vio nacer: aquel paraje del distrito Santa Cruz de Toledo, provincia Contumazá, (Cajamarca) “Cuna de intelectuales”: Mario Florián, Andrés Zevallos De la Puente, Marco Antonio Corcuera, Oscar Corcuera y muchos más, un 17 de febrero de 1943, hijo de doña Ofelia Castillo y don Basilio Plascencia. En dichos lugares estudió primaria y secundaria: hombre honesto, maestro ejemplar, creador innato y amigo íntegro, sin presentimiento alguno, víctima de esta fatal pandemia del Covid-19 partió como todos sin despedirse y en pleno mes de las letras el último 12 de abril, en vuelo sin retorno hacia el sol, dejando desolación y tristeza en su familia, quienes lo conocimos e instituciones educativas y culturales a las que aportó conocimientos y creatividad literaria. Humano, inquieto, campechano, fraterno, soñador de transformaciones sociales y amaneceres de un nuevo Perú, equitativo, justo, libre.

Desempeñó labor docente en Escuelas Normales de San Ignacio y “Víctor Andrés Belaúnde” Jaén - Cajamarca; “Nuestra Señora de la Asunción” (Otuzco) y funciones administrativas en Octava Dirección Regional de Educación de Trujillo – La Libertad; y desde 1973 en la Zona de Educación Nº 85 de Chimbote ─ Ancash, hoy Unidad de Gestión Educativa Local (Ugel). Aquí sentó su domicilio familiar por largos años junto a su señora esposa Delmira Carranza Narro, destacada maestra de Lengua y Literatura del Colegio República Federal Yugoslavia, e hijos Juan José y Omar Raúl, en Urbanización Los Héroes - Nuevo Chimbote. Jubilados luego del 2000, decidieron radicar en Trujillo; él siguió ejerciendo tarea pedagógica en Colegio Particular “José Sabogal”, Instituto Superior Pedagógico Privado “San Jerónimo” – Nuevo Chimbote, colegio “Mariscal Orbegoso” de Santa y finalmente capacitador de Educación Primaria del Programa de Capacitación Docente (Plancad) en Universidad San Pedro; hechos que lo mantuvieron siempre cerca de Chimbote, retornando permanentemente al feliz reencuentro de viejas amistades y tertulias latentes.

Víctor Raúl Plasencia Castillo, intelectual silencioso y fecundo, plasmó ideas y creaciones literarias, artículos pedagógicos y de opinión en revistas y periódicos, siendo incorporado en estudios y antologías literarias por donde tocó trajinar sus inquietudes y otras ciudades del país: Jaén, Otuzco; en Chimbote: “Alborada”, “Alboradita” y “Marea”; diarios “El Faro” y “Últimas noticias”; “Runakay” de Guadalupe, “La tortuga ecuestre” y “La manzana mordida” (Lima).

Integró el añejo Grupo Literario “Isla Blanca” de Chimbote, creado por Oscar Colchado Lucio, desde 1977, junto a una segunda generación de destacados escritores como Jaime Guzmán Aranda, Marco Cueva Benavides, Pedro Rodríguez Ortiz, Félix Ruiz Suárez, Leonidas Delgado León, Carmen Mimbela Otiniano, Brander Alayo Alcántara, Gonzalo Pantigoso Layza, Enrique Tamay.


 
Víctor Raúl Plasencia y Gonzalo Pantigoso.
 

En 1984, fue seleccionado en el III Festival del Cuento Infantil de la Provincia del Santa, con el relato “La clase del recuerdo”, evento organizado por el Programa de Desarrollo Socio Económico de Ancash (Prodesea) y Concejo Provincial del Santa, con auspicio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia – UNICEF, y publicado en el I-II-III Festival del Cuento Infantil de la Provincia del Santa, en 1985; única “Antología enriquecida por el ingenio y creatividad puesto de manifiesto por los adultos que escribieron para niños. Sólo en la tercera convocatoria a concurso, en 1984, se dio esta oportunidad. Quienes lo hicieron son conscientes de la importancia que tiene el arte de la Literatura Infantil para el desarrollo integral del niño”.

De su paso por el grupo “Isla Blanca”, nos ha legado:“Viajera del tiempo”, colección “Vientos de la Isla”, breve plaquet de un solo poema publicada la década ’80 del siglo pasado por cada integrante del indicado grupo e invitados. También aparecen trabajos suyos en Alboradita. Revista de Literatura Infantil del Grupo Isla Blanca, números2 y 3, donde divulgael poema “Navidad andina” y el cuento “La marimonda”, cuya tercera publicación realizó con Brander Alayo. Las pequeñas revistas formato cuarto de oficio fueron dedicadas y presentadas en IV y XXI Encuentros de Literatura Infantil y Juvenil, en Ica y Trujillo, los años 1985 y 2002, respectivamente; eventos organizados e impulsados anualmente por Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil (APLIJ).

El nombre del poeta y narrador Víctor Raúl Plasencia Castillo, fue ratificado y considerado en la primera Antología poética de Isla Blanca, perdurando sus versos “Primero de mayo y nada más” y “Estos mis febreros”, selección del crítico literario y creador Gonzalo Pantigoso Layza, en 1988. Asimismo, aparece sucesivamente en Alborada. Revista de creación y análisis, entre los llamados “chalaneros” del grupo Isla Blanca de Chimbote, las décadas ’80, ’90 y mediados del 2000 o inicios del siglo XXI, al jubilarse de maestro, con íntegra identidad por el grupo como integrante, autor de poemas o cuentos y hasta responsable de algunas ediciones; es decir, un activo socio de la embarcación porteña; participando además en diferentes encuentros literarios regionales o nacionales y diversos eventos y actividades programadas y difundidas por el reconocido colectivo cultural. Un breve recuento nos acerca por ejemplo a sus aportes poéticos en: Alborada números: 17 - 1984;22 – 1999, edición dedicada a la literatura lúdica; 27 – 2003, Literatura de la etnia negra, con:“De colores y discursos” y “Azul negro / negro azul”; “Agüita cantarina” y “Estoy consciente”:

 

Agüita cantarina

del amanecer

cántame ese canto

no me hagas padecer”(…).

 

Igualmente, participó en la revista de poesía Marea del indicado grupo Isla Blanca: Nºs. 7 - 1997; 9 - 1998 y 17 - 2004, difundiendo: “Para el registro de la historia”, “Toledanita dulce” y“A veces me ocurre”.

 

¡Dónde estarás

toledanita dulce

dónde tu sonrisa

de manantial

de luna!

Dónde tu corazón

de urpicha

dónde tus labios

de “cosheque”

y “chimulalas”(…)

 

Víctor Raúl Plasencia, en celebración literaria porteña.

 

Achallau florcillas (que bellas florcitas), es el título de su primer poemario editado en 1993, en treinta y dos páginas, donde como en toda su obra hace uso de recursos naturales de su lar idílico: flores, pajarillos, viento, lluvia, luceros, caminos, esperanza. El maestro y escritor coterráneo nuestro Iván Vásquez Salazar, en prólogo, reafirma: “hermoso ramillete poético, bajo el epígrafe de ‘Achallau florcitas’, dos voces: una quechua y otra hispana que nos expresan el fondo mestizo del autor (…). Lo más agradable y original del poeta que me ocupa es el ‘tacto literario’, con que canta a la flora serrana y específicamente al hermoso cromatismo de las flores que crecen espontáneamente en nuestra región andina” (…). La ilustración de tapa corresponde al artista plástico y poeta Pedro Rodríguez Ortiz, igual militante del grupo “Isla Blanca” y retrato de perfil del autor en contratapa al maestro y artista chiclayano Alfonso Tello Marchena. El libro está compuesto de catorce poemas de versos breves, encendidos y sugerentes: “Siempreviva”, “Chimbila flor”, “Marametunalicha”, “Geranio príncipe”, “Amapolita del ande”, “Karakucho”, “Pasionaria”; “Panisara”, “Campanita flor”, “Margarita silvestre”, “Rosa”, “Violeta”, “Clavel” y“Retama flor”:

 

Retama flor amarilla

de la pena

antiguo símbolo

 

retama flor y follaje

sol y esperanza

sangre y coraje

 

retama canto del pueblo

clara voz

y pensamiento

 

retama luz y alegría

fronda de vida

en los caminos

 

retama verde ramaje

materia prima

del artesano

del campesino

 

 


Luego publicó el cuento Los sueños del zorro Ventolín y la gaviota Golondrona, (Chimbote, 1999), en ocho páginas, bajo su pretendido sello Ediciones “Chimulala”, cuyas atractivas ilustraciones de tapa e interiores solicitamos al biólogo amigo Juan Fernando Merino Moya, docente en Universidad Nacional del Santa, entonces jefe de Extensión Universitaria y Proyección Social, oficina donde laboré largos años promoviendo nuestra cultura, hoy es Vicerrector de Investigación. “Canta palomita” y “Los sueños del zorro Ventolín y la gaviota Golondrona”, habían merecido primer y segundo puestos del III Concurso de Literatura Infantil y Juvenil, del Ministerio de Educación, con la finalidad de recoger materiales literarios de docentes de cada región para alumnos de quinto y sexto años de primaria, en 1998; resultando Víctor Raúl Plasencia Castillo, ganador por Ancash.

 


Después, asomó Canta palomita, (Trujillo, 2000), en veintiocho páginas, con inspirados y motivadores poemas: “Agüita cantarina”, “Siempreviva”, “Karakucho”, “El hornero”, “La ronda y los luceros”, “Navidad andina”, “La sonrisa de la lluvia”, “Campanita flor”, “Rojo botón de vida” y “Margarita silvestre”. El notable calificador  Gonzalo Pantigoso, en presentación, alude: “Aportar al conjunto de obras de literatura infantil es importante desde varias perspectivas, entre ellas, porque es poco lo que aún se ha escrito en este campo y es necesario que nuestros niños cuenten con abundante material bibliográfico para ir formando en ellos el hábito de lectura y una sensibilidad estética y social (…) Víctor Raúl Plasencia, como Profesor de Educación Primaria, no es ajeno a dicho conocimiento y, como tal, hace uso de su capacidad creativa para brindarnos en esta oportunidad, este breve conjunto de poemas de temática variada, pero que ratifica, una vez más, su predisposición al manejo de elementos de la naturaleza, el ritmo musical y el sentimiento profundo, conjugados con un buen lenguaje poético” (…).Nuevamente, la afición pictórica de Juan Merino Moya, ilustró atractivamente la parte externa e interna del ágil libro.

 

 


 

II

 

Las obras de Víctor Raúl Plasencia Castillo, aunque breves, están hechas con mucho amor y sensibilidad especialmente para niños y maestros de escuela por su belleza cantarina y néctar sublime de profunda y sincera emoción vivencial; imaginados entonarlas acompañadas de ritmos musicales cajamarquinos, ancashinos, ayacuchanos, selváticos o costeños, sentados con nuestros alumnos a la vera del camino del campo, mirando el paisaje y horizonte floridos desde aquella fila o loma del patio de recreo cubierto de pasto verde de esas escuelitas aferradas al Ande, las mismas de su esencia y procedencia.

Saniel Lozano Alvarado, acreditado estudioso y crítico,en su libro El rostro de la brisa. Chimbote en su literatura, (Trujillo, 1992), dice sobre el poeta: “cultiva el relato y la poesía. En esta última forma sus composiciones tienen ese particular encanto que produce la contemplación de la naturaleza viva, como cuando se refiere a la estampa marina de las tardes mortecinas (…). Además, con profunda convicción y sensibilidad, buena parte de su producción está destinada a la literatura infantil, a cuyo desarrollo contribuye con positivos logros”.

El Grupo de Literatura y Arte “Isla Blanca” y sus integrantes han merecido muchos reconocimientos por diferentes instituciones locales y regionales. Alumnos de Lengua y Literatura (VIII Ciclo) de Universidad Nacional del Santa, rindieron homenaje al celebrar 25 años de fundación y fructífera labor cultural a favor de nuestra cultura, el 12 de setiembre del 2002, otorgando placa recordatoria y pergamino a su fundador Óscar Colchado Lucio, más  diplomas de honor a todos sus “chalaneros” de la pluma, entre ellos: Víctor Raúl Plasencia Castillo, Víctor Hugo Romero Manrique, Pedro Rodríguez Ortiz, Marco Cueva Benavides, Brander  Alayo Alcántara, Leonidas Delgado León, Félix Ruiz Suárez, Medalit Escalante Tarazona, Jaime Guzmán Aranda, Gloria Díaz Azalde, Gonzalo Pantigoso Layza, Enrique Tamay Marín, Sixtilio Rojas Gamboa, Augusto Rubio Acosta, Francisco Vásquez Carrillo y Teófilo Villacorta Cahuide.

Semblanzas porteñas. Homenaje al centenario de Chimbote, (2007), su autor Julio Orbegoso Ríos, menciona: “Un hombre tranquilo y amigable, grande por su humildad y conocimientos, es el profesor Víctor Raúl Plasencia Castillo, natural de Santa Cruz de Toledo, Contumazá (Cajamarca), la tierra tibia y hermosa sembrada de flores y ensueños que siempre acoge al foráneo con el corazón y el alma rebosante de alegría y amistad. De este bello y turístico lugar, un día llegó a estas playas inquietas como las olas del mar, nuestro querido amigo Víctor Raúl, trayendo en la mochila del conocimiento, un ramo de letras, poemas y cantares para obsequiarle con amor a esta tierra generosa que nos prodiga la vida. Su poesía es un canto nativo que rememora nuestro entorno serrano, como las floridas retamas, la dulzura del capulí, los frutos de las tunas y la miel que destilan los labios de la mujer de los Andes”.

 

III

 

  Víctor Hugo Alvitez, Víctor Raúl Plasencia,
Leonidas Delgado (Cajamarquinos) y Roberto Díaz
(arequipeño), residentes en Chimbote, rumbo al
XXI Encuentro APLIJ – Trujillo.

 

Con Víctor Raúl Plasencia (Contumazá), Leonidas Delgado León (Jesús – Cajamarca) y quien escribe estas líneas, intentamos reunir a nuestros escritores coterráneos cajamarquinos residentes en Chimbote y otros identificados plenamente, con la finalidad de editar la antología CAJAMARQUINOS EN EL PUERTO, en homenaje y gratitud a la ciudad que nos acogió y acoge con tanto amor y cariño, habiendo compendiado a:Arcenio Vásquez Romero (Jesús), Iván Alcides Vásquez Salazar (Valle de Condebamba - Cajabamba), César Napoleón Quiroz Miranda (Cajamarca), Hugo Vargas Tello (Cajamarca), Oscar Zevallos Marín (Bolívar – La Libertad)representado a Celendín, Ernesto Antonio Cedrón León (Contumazá) y el suscrito por San Miguel. Empeño que no pudo concretarse oportunamente y como tal, sueño pendiente y especial en reconocimiento a nuestros elogiados autores que de algunos de ellos sus melodías se esparcen desde la eternidad.

Similar compromiso tendrá que asumir alguna institución por Víctor Raúl Plasencia Castillo, su familia, fondo editorial, el grupo literario de sus emociones “Isla Blanca”, o “Alfarero” última institución literaria que cobijó sus sueños en Trujillo, con la finalidad de reunir toda su obra dispersa y editar un tomo que reivindique sus inquietudes pedagógicas, literarias y merezca ser recordado y reconocido como el maestro, escritor, “chalanero”, “alfarero”, hermano o amigo de profundos sentimientos e ideales humanistas y sinceros.



Hoy, apenas a un mes de su vuelo, calma y dolencia de brisa marina, llega cansino desde lejos como el viento a mi memoria su presencia afable, tenue sonrisa y generosa amistad, ataviado de cartapacio lleno de libros, CDs o manuscritos en corrección; cubriendo su pronunciada calvicie una gorra al puro estilo Pablo Neruda; de trajes grises, cremas o verde, zapatos de suela marrón y andar calmo; observando siempre árboles, bordes de caminos, ríos, acequias cantarinas, flores y pajarillos silvestres que inspiraron su obra y acompañaron de por vida. Pensativo, a veces distraído cual niño escuelero pero amable, respetuoso y jovial con todos. Cuantas conversaciones, tertulias y caminos recorrimos alegres tras eventos literarios en Ancash, Trujillo o San Miguel de Cajamarca, tantas veces fue posible. Es que Santa Cruz de Toledo y San Miguel de Pallaques –contabas- tienen mucho en común, como su protectoraSantísima Virgen del Arco, de mi pueblo en bulto y la tuya en gran mural sobre pared enlucida de adobe, decían los campesinos que ellas eran amigas y se visitaban ocasionalmente porque en el camino de herradurahan hallado retazos de blondas de sus enaguas de las santas andariegas arrancadas por los riscos. Nos echamos a reír sin parar, desafiándonos ir al cercano bar “El Dietético” del vecino Bellamary la universidad en Nuevo Chimbote, donde tú pediste una botella de novedoso licor de maca y yo respondí con otra─efecto que hasta hoy perdura─haciéndonos cantar abrazados rodeados de Tamay, Shorton y Amarildo, a viva voznuestrascashuas, carnavales y valses cajachos:

 

Cajamarquina de ojos azules
por tu amor estoy llorando
no me niegues tu boquita
por la que ando suspirando…

 ***

 Dicen que a todas las suegras,
las van a votar al mar,
mi suegra ni tan cojuda,
ya está aprendiendo a nadar.

***

La jarra le dice al urpo
y el cántaro a la botija,
tú la tumbas a la vieja
y yo me tumbo a la hija.

Matarina, matarina,
matarina de algodón…


***

Mi linda sanmiguelina
tiene talle de palmera,
sus ojos son dos luceros
que alumbran el amanecer…


Aunque por esta última canción surgió una breve discusión al defender que no era “Mi linda sanmiguelina” sino “Mi linda contumacina”, llegando a buen final al reconocer que la bella y original composición correspondía a “Mi linda cutervina”; tonada que todas las provincias cajamarquinas han hecho suya. Nos volvimos abrazar y descorchamos la segunda maca creyendo que era nuestra espumante chicha o aguardiente contumacino o sanmiguelino, sirviéndonos a vaso lleno.

Hermano, Víctor Raúl Plasencia Castillo, sin ser de sangre fuimos de ancestral terruño; maestro adepto a José Carlos Mariátegui, César Vallejo, José María Arguedas y renombrados escritores peruanos, hispanoamericanos y universales. Siempre venía a tu memoria José Martí y la “Pedagogía de la ternura” donde encontraste tus éxitos, y es que ella despertaba la simpatía del lector como ingrediente al proceso educativo desde una pedagogía renovada, vivencial y consejos útiles a maestros y educandos. Preocupado andabas tarareando antiguas canciones infantiles y escolares que reunían muchos valores morales para editar nuevos cancioneros para volver a cantar en las escuelas, las adivinanzas y rescatar las lenguas que van desapareciendo como nuestro culle, muchik y otros. Cansado de tanta injusticia, desigualdad y corrupción, era hora de organizar el nuevo Partido de los Trabajadores.

Hermano soñador empedernido, hoy que vuelvo a echarte de menos, pernoctas el largo trajín rodeado de palomas cantarinas, indio pishgos, karakuchos y luceros; aromando, alumbrando, soñando y vigilando tu amor por la vida, la educación, la niñez, tu lar y pasión, plenos de paz, recuerdos y eternidad. Hermano, solo hace falta un pocillo, mitad de cáscara de chibche o mate tiznado para empozar nuestras lágrimas, hechas cataratas. Por ello escribiste:

 

PARA EL REGISTRO DE LA HISTORIA

(…)

Fui un niño ¡Qué ideoso!

llevar nidos y flores silvestres a casa.

Ser niño y no entender la muerte

fabularle explicaciones y punto.

 

Soy, aquí… quiero a esta tierra

Soy hombre viejo

 

a veces niño

no pedí el turno

no es culpa mía

A estas alturas

los poetas dicen

“Que soy una piedra enamoradiza”

“Un fantasma enfermo y cano”

“Voy por las calles con pésimo olor a barro”

“Que viste anticuadamente horrible”

“Que soy jugador o un destartalado carro”

 

Tal vez olviden

soy joven herrero

suerte que tengo

y me da pena

estoy enfermo

Suerte que tengo

una canción, un cementerio

enorme cruz

varios poemas

de yapa de cerro.

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 (*)          Gestor cultural, director: Centro de Documentación “Pisadiablo” – Sección Ancash.

Chimbote – Perú, 12 de mayo,MMXXI.

pisadiablo100@hotmail.com

 

(**)        Leído en Zoom: “Homenaje a Víctor Raúl Plasencia. In memoriam. Grupo Literario Isla Blanca”. Chimbote, 11 de mayo 2021. Por Víctor Hugo Alvitez Moncada

 


 Distrito Santa Cruz de Toledo, provincia Contumazá, (Cajamarca)