lunes, 15 de junio de 2020

AULA VIRTUAL CAPULÍ: EL ALMA HUMANA Y EL COVID 19 - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


15 DE JUNIO

AULA VIRTUAL CAPULÍ

DEL SÁBADO 20 DE JUNIO


 INVITACIÓN

 Estimados escritores, investigadores y público en general:

Un cordial saludo. Aula Virtual Capulí, tendrá su sesión el sábado 20 de junio a las 6 pm (hora del Perú). Pueden entrar a partir de las 5:40 pm para socializar o si tienen preguntas sobre Zoom.

Para entrar al aula Global, Hacer “clic” directamente en el enlace, más abajo, y seguir las instrucciones. No necesitan ninguna clave.  Sólo válido para el  sábado 20 de junio de 2020.

 
EL ALMA HUMANA Y EL COVID-19

Enlace Zoom para el 20 de junio
 

 
Pueden compartir el enlace, a sus contactos, por e-mail o wasup. Por seguridad, no se puede anunciar el enlace en lugares públicos.

Muy atentamente,

Mara García

Capulí, Vallejo y su tierra



EL ALMA
HUMANA Y
EL COVID 19



Danilo Sánchez Lihón

Invierte el sufrimiento
posiciones…
César Vallejo


1.

El estrago anímico y psicológico de la Pandemia Covid 19, es de un efecto devastador. Hay muchas personas que están muriendo y que no es porque han sido contagiadas e infectadas por el coronavirus, sino que están muriendo desalentadas y deprimidas; afectadas por las bajas defensas, debido al estado de estrés que se vive, que es cuando otros virus y enfermedades asaltan el cuerpo humano causando deterioro y la muerte consiguiente.
Resulta entonces cierta aquella parábola o apólogo que ahora se repite tanto, y que cuenta que un hombre que huía de la peste la encontró a esta en el camino cuando ya estaba cerca de entrar a su pueblo y le preguntó con rencor y desenfado:
– Y, ¿a cuántos vas a matar ahora aquí en mi pueblo?
– Solo a tres mil personas. –Le contestó.
Cuando regresó volvió a encontrar en el sendero a la peste ya de salida, y le reprochó del siguiente modo:
– Además de cruel, letal y perversa eres falsa y mentirosa. Me dijiste que matarías a tres mil y han muerto ocho mil personas.
– ¡Ah! –Le respondió la peste con ojos desorbitados–. Yo solo he matado a tres mil. Las demás se han muerto de miedo.

2.

Pues bien, es curioso. Se están muriendo muchos amigos míos no solo del virus Covid 19 sino de otras enfermedades, agudizadas por la situación de estrés en que vivimos.
Ante lo cual tenemos que anteponer barreras, soportes y estrategias anímicas y mentales, no solo para resistir nosotros mismos, sino para orientar e incentivar actitudes coherentes, partiendo desde nuestros seres queridos y proyectándolas hacia los demás.
Considerando que lo que más aflige al alma humana son sombras y temores, sospechas y recelos, angustia y hasta pánico. Sabiendo que son engaños y fantasías las que más hacen daño a la salud, que nos sugestionan pensando siempre en lo peor, que es lo que más nos debilita y hace mella en nuestro sistema inmunológico; lo cual es terreno propicio para enfermarnos de lo que sea.
Las emociones, los comportamientos y los sentimientos humanos no son generalmente convenientemente atendidos. El sistema de salud que ahora libra una batalla frontal en contra de la enfermedad Covid 19, no atiende lo emocional, aspecto que sí tiene que ser visto y atendido desde la órbita de la cultura, del arte y la fe.

3.

Estamos dejando que la Pandemia Covid 19 sea además de perniciosa en sí misma el disparador de una explosión que está rebasando todo límite, causando efectos desastrosos no solo en lo económico y social sino en un campo más sensible y trascendente que es en la moral de la gente.
¿Dejar que cada uno viva y muera como pueda? Ya se ha señalado que un valor que se hace evidente por su presencia o ausencia en estos momentos, es la solidaridad. ¿La estamos propiciando y alentando convenientemente? ¿La estamos procesando, encausando y consolidando?
Una situación así, se ha precisado, señala un antes y un después. Ahora bien, el reto es que ese después sea mucho mejor que el antes. ¿De quién depende eso? De todos. Pero más de quienes son hacedores de cultura, los artistas y escritores, los humanistas y orientadores, escritores y artistas.
Y de los maestros que se erigen como grandes conductores, de aquellos que van al cimiento y saben colocar una piedra angular en el edificio de la cultura de su gente y de su pueblo. Una experiencia así tiene que hacernos madurar. Tiene que hacernos mejores personas, más sabios, más responsables y visionarios


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