domingo, 5 de abril de 2020

5 DE ABRIL: DÍA DE LA CIRUGÍA PERUANA - FOLIOS DE LA UTOPÍA - ÁNGEL GAVIDIA MÉDICO CIRUJANO Y POETA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 


CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
ABRIL, MES DE LA PALABRA,
LA CREATIVIDAD LITERARIA E
INMORTALIDAD DE CÉSAR VALLEJO
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


 
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5 DE ABRIL


 
DÍA
DE LA CIRUGÍA
PERUANA


 FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


ÁNGEL GAVIDIA
MÉDICO CIRUJANO
Y POETA


Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Configurando
la realidad
 
Ángel Gavidia es médico y poeta, quien nació en Mollebamba, en Santiago de Chuco, en el año 1953, estudió medicina en la Facultad de San Fernando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, graduándose de médico cirujano en el año 1980.
Ha publicado trémulos e intensos libros de poesía como: “La soledad y otros paisajes”, “Un gallinazo volando en la penumbra”, “Fuera de valija” y “El centro de la tierra”. Asimismo, se ha valido del cuento para dar una versión maravillada y transida del mundo en tres libros memorables: “Aquellos pájaros”, “La cita y otros cuentos” y “Los días y el viento”.
En ensayo ha publicado: “El cólera en la ficción de García Márquez” y “Ribeyro y Santiago de Chuco”. Tiene, además, otro libro de vivencias y relatos, titulado “El molino de penca”, e integra el grupo literario Greda, cuyo nombre alude a una arcilla a partir de la cual se hace una olla, una alcancía, un pífano, y todo tipo de cerámicas, como alude también a la noción de cambio y al intento de volver a configurar la realidad.
Participa también en el Frente de Escritores de La Libertad. Actualmente es jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Belén de Trujillo y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Trujillo.
 
2. Con solemnidad
y prestancia
 
Max Silva Tuesta, médico psiquiatra quien dedicó estudios prolijos a la vida y obra de César Vallejo, y por ello es reconocido como uno de los vallejistas más connotados del país, me preguntó siempre por Ángel Gavidia a quien Max al parecer no conocía personalmente, pero a quien recordaba mucho por la siguiente anécdota:
En el concurso de cuentos del año 1996 que organizó el Colegio Médico del Perú a nivel nacional, a le tocó desempeñarse Max, como correspondía dada su alta investidura de ser a la vez un prestigioso hombre de letras, como miembro del jurado de dicho certamen.
El día del anuncio de las obras premiadas el cuerpo directivo del gremio médico estaba presente no para cuidar que la calificación se hiciera en total y absoluto anonimato, como podría parecerlo, sino para agregar aún más solemnidad y prestancia a la sesión que de por sí ya era solemne.
Según me contaba Max el nivel de los trabajos concursantes era extraordinario en el conjunto de todos los textos presentados, porque curiosamente hay una gran afinidad entre la literatura y la medicina, quizá porque ambas disciplinas o campos del conocimiento se ocupan de lo centralmente humano y sensible.
 
3. Indudables
candidatos
 
Él recuerda que después de una ardua labor de organización, discusión de pautas y rubros que debían primar en la calificación de los trabajos presentados, se acordaron rubros bien delimitados cada área o campo.
El acta del jurado que he alcanzado a revisar, estipula los siguientes aspectos, cada uno con un esquema explicativo y diversos casilleros para asignar las notas correspondientes:
1. Dominio del tema
2. Dominio del lenguaje
3. Desarrollo argumentativo
4. Estructura narrativa
5. Caracterización de personajes
6. Autenticidad en los diálogos
7. Concatenación entre elementos reales e imaginarios.
Como se ve, la calificación era prolija y exhaustiva, proceso en el cual, luego de la lectura de las obras numeradas el jurado alcanzó a seleccionar tres cuentos, que eran indudables candidatos merecedores al primero, segundo y tercer galardón.
 
4. Extrajeron
la hoja
 
Habían llegado a una ardua discusión defendiendo cada uno de los miembros de la comisión asignada, uno y otro de estas tres composiciones que indiscutiblemente tenían el mérito para obtener el primer puesto.
Cada uno de los cuentos además de tener gran calidad literaria se destacaban por ser muy originales y distintos uno frente a los otros y en múltiples aspectos.
Habiendo dirimido el orden en que al final acordaron que tendría que darse el veredicto del jurado, en presencia del público asistente y de las autoridades allí presentes del Colegio Médico de aquel entonces, procediendo a abrir los sobres correspondientes.
Lo que interesaba sobre manera era conocer la identidad de los ganadores empezando por el tercero para crear más expectativa.
Retiraron la plica, voltearon las solapas del sobre y, nerviosamente, extrajeron la hoja con datos que guardaba la identidad del primero de los afortunados que se había hecho merecedor a uno de los premios. Se había empezado por el tercer puesto, como hemos dicho. El nombre del médico que había obtenido ese galardón era el del doctor Ángel Gavidia Ruiz. 
 
5. Estupefacción
y asombro
 
El aplauso de los asistentes al acto fue espontáneo y que pronto se convirtió en estruendoso, lo que constituye ya para un artista una auténtica recompensa.
El nombre no lo conocían. Pero anotaron detalladamente sus señas no solo de parte de quien tenía la función de ser secretario, sino cada uno de los miembros del jurado y hasta había en el público asistente quienes anotaban los datos que se iban anunciando.
Procedieron a abrir el sobre correspondiente al cuento que se hacía merecedor del segundo puesto. Se quedaron estupefactos, el ganador era también el médico Ángel Gavidia Ruiz.
Su asombro los congelaba en una sola pieza. Bueno estas cosas pueden pasar, pero solo una vez en la vida. Las bases del concurso no había estipulaban que solo se tenía que presentar un solo cuento. Vamos al tercer sobre. Allí sí se cayeron de espaldas, pese a estar sentados. Era también el médico Ángel Gavidia Ruiz.
Como había sido un proceso llevado paso a paso por acta, esta vez fue el único caso en la historia que en el acto de premiación de un concurso literario subió las tres veces al podio para recibir el primero, el segundo y el tercer premio del concurso de cuentos el médico y poeta Ángel Gavidia Ruiz.
 
6. Brote
telúrico
 
Lo anterior lo destaco porque grafica la calidad literaria del autor al cual nos estamos refiriendo, pero también porque el hecho ocurrió, además, en un gremio célebre en el Perú por el cultivo de las letras.
Pero yo quiero extraer, además, una sola imagen de uno de sus libros de cuentos de Ángel para dar un símbolo que nos pudiera aproximarnos a las características de su poesía como de su prosa; y, en general, de su arte literario.
Lo entresaco de su libro “El molino de penca”, en donde cada uno de los textos allí reunidos contiene esta imagen a tal punto que se convierte en un símbolo, y este es: la espina. Y espina significa defensa si se lo ve desde dentro y desde el fondo; esto es: desde el centro del ser.
Nada como la espina para significar defensa como significa ataque a lo externo y ajeno. Y nadie como la penca para sostener y ostentar ser espina, pues la luce en la punta de sus hojas y de su tallo y hasta en sus flores.
Pero espina exacta, perfecta, dueña y soberana de ser espina. Así como ser maguey y ser penca en la poesía es de algún modo el signo de Ángel Gavidia, brote telúrico abierto al misterio y al infinito.
 
7. A retazos
y a sorbos
 
Maguey y penca, sea en el camino o en lo empinado de la ladera, sea en la pampa abierta y extendida, o sea en la quebrada abrupta y escondida. La penca es espina que defiende hacia fuera, hacia el cielo y el viento anubarrados.
Solo en el molino de pencas la espina está hacia adentro. Solo allí su punta se hunde hacia la médula del tallo y deja hacia fuera su extraña corteza, hecha de hebras de cabuya lastimera que gotean su sabia bondadosa y en donde el agua golpea para hacer girar con maravilla este artefacto.
Y así es cada poema y cada cuento y cada fragmento de texto que nos ofrece Ángel Gavidia, incluso hasta en sus conversaciones: Una espina hacia el fondo de su ser en donde se duele, siente pena, se lo nota lastimado, o celebra la vida.
Pero hacia fuera muestra su corteza cariñosa, aunque en las hebras llore, como en cada uno de sus poemas con sutil y sublime capacidad de sugerencia. Donde se redime la vida sencilla, escasa y desolada; donde se hace canto y proclama de lo más desvencijado de la vida que se nos ofrece a retazos y a sorbos como el café fraterno que a veces al pasar por Trujillo donde él vive hemos compartido con Ángel.
 
8. Huidas
y regresos
 
Uno siente al leer los poemas o bien los cuentos de Ángel Gavidia, médico y poeta que en el fondo de ellos hay espina y hay dolor.
Soledad sutil y callada que es de lo que se hace poesía, de lo que se fábula que es como se urde el canto, y se teje y desteje hasta el júbilo de la creación.
¡Cuánto habremos sufrido para escribir cosas como esta, que es un verso de Ángel Gavidia!, cuando dice:
Y si el puquio
y si el puquio
es un niño,
en medio de la pampa
abandonado?
Pero, así como denota que se ha sufrido –y es por eso que queremos aún más a nuestra tierra– qué importante es saber al mismo tiempo cuánta ternura se pone para sentirla, reconocerse e identificarse con ella, y que es la razón por la que se es médico y a la vez poeta.
Cuántas lágrimas, soliloquios, viajes inacabables hay que recorrer. ¡Cuántas caídas hondas del alma! ¡Cuántas huidas y cuantos regresos! Y en uno de ellos escribir poesía o literatura.
 
9. Amor
infinito
 
Porque poesía es turbación, conmoción y crisis. Y así como es hazaña del lenguaje, es también emoción humana y social. Que es lo que nos enseña César Vallejo de quien somos herederos y de quién Ángel va repitiendo sus versos cuando camina, como esos que cierran así y que él los recita de memoria:
Vámonos, pues, por eso, a comer yerba,
carne de llanto, fruta de gemido,
nuestra alma melancólica en conserva.
Vámonos! Vámonos! Estoy herido;
Vámonos a beber lo ya bebido,
vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva.
Y que después de decirlo, parándome en seco en medio de la calle, y mirándome a los ojos, me pregunta a boca de jarro: “Qué quiere significar con “vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva”. Y es con el poder de estos elementos o materiales, rústicos y díscolos por si mismos, que se disponen para ser la materia con la cual se ha de construir belleza.
De allí que la poesía ha de ser también una actitud reverente a la vida, compasiva con el mundo y la realidad, y sobre todo con lo humano. Y sabia, en el sentido de dar a todo su tiempo y su lugar, su comprensión y su ternura. Y añadido a todo ello, lo importante es no olvidarse de nada, juntarlo todo, asumir, levantar y encarnar al hombre, pero no de cualquier modo sino con el amor más infinito, como él lo asume, lo hace y lo cumple. ¡Salud, miliciano del alba!

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