viernes, 25 de octubre de 2019

¡DON ARMANDO ALVARADO MONTORO! ¡PRESENTE! - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

  

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL

 
*****

A LA MEMORIA DE DON ARMANDO
ALVARADO MONTORO, PADRE DE NALO
 
15 DE SEPTIEMBRE 1923 -
25 DE OCTUBRE 2010
 
NO
SE MUERE
NUNCA
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA

 
 
CARTA
A
NALO
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. El cariño y el bien
 
Personas como don Armando, querido Nalo, no mueren nunca, viven para siempre entre nosotros.
Están presentes en todas nuestras acciones, cuando a estas las inspira el bien.
Son impulsos en nuestras almas que nos infunden coraje, honor e ideales.
Se hacen vigentes en nuestras inquietudes y esfuerzos sacrificados y significativos.
Se hacen vivaces en nuestros gestos signados por la verdad y la belleza; por la honestidad, el cariño y el bien.
No mueren nunca quienes defienden lo humilde, lo auténtico, lo originario, frente al soberbio, al rico y poderoso.
 
2. Tangible y evidente
 
Evoquémoslo y tengámoslo siempre vivo entre nosotros, ¿de qué modo?
Luchando mejor, venciendo cabalmente, triunfando a pesar de todo.
Soñando más y mejor, ¡arduamente! y con la mirada puesta en un porvenir jubiloso para todos los hombres de la tierra.
Evoquémoslo y tengámoslo siempre vivo entre nosotros haciendo de nuestro país plenamente hermoso.
Haciendo que el ejemplo de su vida se haga tangible y evidente en los niños y jóvenes de nuestro pueblo.
 
3. Engrandeciendo la vida
 
Hagamos que su vida no haya sido en vano: realizando los proyectos que nos hemos propuesto cumplir.
Forjando las obras que alivien tanta pobreza. Escribiendo las canciones, los poemas, los cuentos y las consejas que ojalá sean memorables.
Haciendo que nuestro país sea digno en todo; en donde confiemos  los unos en los otros.
Donde aprendamos a ver y oír desde los ojos y los oídos de los demás.
Evocarlo y engrandeciendo la vida.
 
4. En la luz de la mirada
 
Hay distintas maneras de vivir. No solo se vive en forma física. Hay el ámbito afectivo, anímico, espiritual.
Entonces, ¿dónde buscar y encontrar a un ser querido y admirado que se nos muere?
¿Y pese a que sus hijos, sus amigos y todos nos arrojemos con él al turbión intentando atajarlo?
Busquémoslos en todo lo bello: en la sonrisa de los niños, en la luz de la mirada confiada de su madre.
Busquémoslo y encontrémoslo en todo lo edificante y altruista que hay en la vida.
En las obras que forjemos en nuestras tierras nativas.
 
5. Tierra sagrada
 
Busquémoslos en los acordes de las guitarras, de las arpas o de las mandolinas que entonan endechas de amor entre todos los seres humanos.
Busquémoslos en las espigas de los campos sembrados que ondulan al viento.
Busquémoslos en los yaravíes que cantemos. Y en los poemas que sean canto solidario y verdad para la vida.
Porque todos habitamos ya para siempre este mundo. Por eso esta es tierra sagrada.
 
6. Y no lo lloremos
 
Ya no busquemos entre los muertos a quien está vivo.
¿Por qué buscar entre los muertos a quien es derrotero de futuro?
¡Todos habitamos este mundo para siempre!
Y hay distintas formas de vivir, no solamente la forma física: hay el ámbito espiritual, anímico y afectivo.
Viven también las personas dentro de nuestros corazones.
Y hay también quienes viven entro de la comunidad a la cual han servido y consagrado a engrandecerla.
Busquemos y encontremos a don Armando entre nosotros. Y no lo lloremos.
 
7. Mi adhesión trémula
 
Esta es tierra sagrada, porque lo habitan para siempre los seres que hemos amado tanto.
Porque nadie que haya vivido de a verdad, y dando significado y defendiendo lo que merece ser defendido, en realidad se va.
Ellos se quedan para siempre. No desaparecen.
La vida se estructura de nuevo a partir de ellos. No mueren. Y su aliento prevalece.
Habitan para siempre nuestros corazones.
Y están en el empeño de todo lo que pueden hacer nuestros brazos.
Por eso, con mi adhesión trémula y entrañable cariño, digo, y ustedes me ayudan a repetirlo: ¡Don Armando Alvarado Montoro! ¡Presente!