sábado, 5 de octubre de 2019

DÍA DEL OLLUQUITO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: LOS DOS HERMANITOS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
 

Construcción y forja de la utopía andina
 
OCTUBRE, MES DE LA SALUD,
LA ALIMENTACIÓN, LA GESTA
DE ANGAMOS; VIDA Y EJEMPLO
DE MARIO FLORÍAN Y LUIS
DE LA PUENTE UCEDA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
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LUNA DE SHANGHÁI


Es de noche. Fuera ya del aeropuerto y encaminados a nuestro destino pende a un costado de la carretera, y hacia lo alto del cielo azulado sin nubes de Shanghái, la luna llena.
Luna nítida, límpida y serena. Protectora, cordial y magnánima, como una madre sobre la telaraña de puentes, de autopistas a desnivel que se cruzan con luces intermitentes y rascacielos divagantes.
Luna elevada sobre el ruido estremecedor de los camiones, los ómnibus y trenes que se deslizan arriba y abajo. Y de toda clase de vehículos que circulan veloces y alucinados.
Luna pendiendo allá arriba y rielando en el agua de la bahía; reflejándose en los barandales, en los árboles y espigas de los campos sembrados.
Luna en el espejo retrovisor; entrando por el parabrisas y por la ventanilla con su manto compasivo hasta el asiento posterior donde en silencio te extraño y evoco.
Luna que es la misma de mi comarca y que esta vez la encuentro esperándome al otro lado del mundo, con su pastora, su lana y su rueca de plata.
Luna como cuando regresamos ya de noche por el campo con tu falda recogida de niña. Luna en tus trenzas, y tus manos que hasta ahora velan por mí desde la lejanía.
Abarcando con su claridad los mares como los confines donde se erigen las fábricas como los puertos en donde en los barcos se aduerme un momento en sus jarcias.
Luna de Shanghái reflejada en el agua insondable al fondo de tu inmenso recuerdo, con lo cual se entiende menos o más esta vida estremecida.
Pero, ¿acaso, a la vida hay que entenderla? ¿No es que solo hay que vivirla, como hoy que me dejo llevar por tu añoranza? Pese a que siempre vas a mi lado, ¿me encuentre donde me encuentre?
Como hoy cuando se escucha el trino de un pajarillo en la enramada, boga la luna en el horizonte, y el mar rompe a nuestros pies su oleaje inabarcable.


DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
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5 DE OCTUBRE
 
DÍA
DEL
OLLUQUITO


FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


 
LOS
DOS
HERMANITOS

 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Tan
linda
 
De niños con mi hermano Juvenal venimos a las chacras de mi tía Carmen en Guamanchal a la cosecha de papas por encima de los cuatro mil metros de altitud, en donde también se siembra mashua, ocas y ollucos.
En la conversación de la noche en torno a la hoguera en el corredor de la casa de campo en donde está el fogón de la cocina, frente a las chacras y bajo las estrellas que rutilan en el firmamento, se cuentan anécdotas, pasajes y se recrea la vida cotidiana pero como si ya pasara a ser mágica.
Una de esas historias refiere que antes el mal eran las heladas que asolaban sobre los cultivos. Que cuando caían al otro día las plantas estaban quemadas como si hubiera pasado por ellas un incendio.
Sin embargo, antes era la helada la que se imponía y nada podíamos hacer frente a ella, de poder sembrar por todo ámbito ya que asolaba la aridez y la muerte:
– ¡Ay, mi chacrita, tan linda y preciosa que estaba! ¡Ya echando flores cada tallo y dibujándose cada espiga! Cuando ahora todita está quemada.
 
2. Encendemos
fogatas
 
 
– ¡Ay, con sus frutos colgando de las ramas ya estaban mis habas y mis alverjas! Y otros apenas enterrados en la tierra, pero ahora toda está calcinada.
– ¡Ay, mis ovejitas!, muertas han amanecido, matadas por la helada siniestra. Toda su carnecita y hasta su lana está quemada.
Y así cundían los lamentos, la desolación y la desgracia. Antes no podíamos hacer nada.
¿Cómo hacerle frente si no tiene cuerpo y, además, viene de lo alto y ni se acerca, sino que mata desde arriba y desde lejos?
Quemaba nuestras plantas, que al otro día amanecían muertas. Y si las tocábamos se deshacían como ceniza.
Pero ahora sí podemos combatirla porque salimos con mecheros, antorchas, y candiles. Encendemos fogatas y la ahuyentamos de nuestros campos.
 
3. Sus vientres
se abultaban
 
Y la vemos que se aleja por esos confines a seguir haciendo daño, pero ya por otros parajes.
Pero, ¿cómo la vencimos? Esto nos cuentan nuestros abuelos:
Que eran dos hermanas muy lindas y de buen comportamiento que vivían solas, cultivando juntas sus chacras de ollucos.
Todo el trabajo lo hacían ellas y de tanto cuidado que ponían los ollucos que daban sus campos eran los más grandes, dulces y sabrosos.
Regaban y acicalaban sus hojas. Y les quitaban las malas yerbas.
En sus cabellos lucían las flores blancas y verde azuladas que no era que ellas se las ponían, sino que de las mismas plantas se prendían a sus cabellos.
Y las plantas en sus chacras florecían de lo más hermosas y finas. Pero un día ambas notaron que sus vientres se abultaban y que la regla se le había suspendido.
 
4. Se parecen
tanto
 
Ambas estaban encintas.
– Yo siento que algo me palpita en el vientre, como si tuviera dentro un hijo.
– Me ocurre igual a mí. Siento palpitaciones, pero no he tenido relación con ningún hombre. Y además soy virgen.
– Yo también. Entonces, ¿por qué nuestros vientres están abultados? Y las dos al mismo tiempo.
Habían concebido cada una un hijo de la chacra de ollucos.
Al cabo de nueve meses nacieron dos niños varoncitos hermosos, de una preciosura sin par; y transparentes.
– Son hijos de las plantas de olluco. –Dijeron ambas–. No puede ser de otro modo. Además, ¡se parecen tanto por lo lindos que son!
 
5. Nobles
y puros
 
Y era cierto.
Cuando nacieron eran dos preciosos niños, completos y cabales.
Pero que tenían toda la esencia del olluco, rozagantes, de piel lisa y brillante, colorados y con tornasoles en las mejillas.
Y ambos al crecer además de bellos eran fuertes y valerosos. Y de extraordinaria inteligencia.
Además, tenían una rara cualidad: Eran resistentes al frío. Podían estar apenas cubiertos con una ligera camisa y el viento más frígido no les afectaba para nada.
Tenían toda la belleza del olluco: pulidos abrillantados, y sobre todo eran nobles y puros.
Y se criaron juntos, como dos hermanos al cuidado de sus madres que nunca los abandonaban.
 
6. La
helada
 
Un día otra vez asolaron los campos los esperpentos de las heladas ensombreciendo la comarca.
La gente empezó a correr desesperada a fin de tener tiempo para guardar su ganado y trancar sus puertas tapando todo resquicio y agujero.
Pues las heladas ya se pintaban en el horizonte. Y, es más, algunas aparecían escondidas en el cerro más cercano. Y pronto llegarían aquí con su manto de horror, desolación y muerte.
Mataría todo lo que quedase afuera y estuviera vivo, sea un buey, una cabra o una chacra de cultivo, de lo que sea.
No había tallo ni espiga que resistiera, y hasta la copa de los árboles eran convertidos en cenizas
– ¡Corran! ¡Corran! ¡Ya viene la helada! ¡Entren! ¡Entren en sus casas!
En cambio, los dos jóvenes salieron a ver lo que sucedía.
– ¡Entren! ¡La helada va a matarlos!
 
7. Hasta
que por fin
 
– ¡Nosotros no la tememos! ¡Déjennos luchar en contra de ella para librarnos de tanto perjuicio!
No presentía la helada que dos varones la esperaban para vencerla.
Nadie antes había podido luchar contra ella, por sentirla y saberla tan fría y desalmada, haciendo que los hombres se escondieran.
Fueron ellos que salieron al campo descubierto y con sus mazos y porras. A ratos las heladas, reunidas para vencerlos, parecían doblegarlos. Y a ratos ellos lo corrían asestándoles fuertes golpes. le dieron muerte.
– ¡Fuera!
– ¡Aléjate! –Le decían.
Lucharon a brazo partido ambos muchachos. Hasta que por fin le dieron muerte y la sumergieron en el río para ahogarla.
– ¡Música! ¡Música! –Pedían– Con pífanos y tambores celebremos.
 
Epílogo
tenaz
 
Fueron los dos hijos de la chacra de ollucos quienes nos enseñaron a defendernos de las heladas encendiendo hogueras y ahuyentándolas con nuestros gritos.
Desde entonces la corremos y cada vez hemos ido conquistando más campos de las alturas donde cultivamos maca, papa, olluco quinua, cañihua y quiwicha.
Y ya no las tememos. Los dos hermanos hijos de la chacra de olluco nos enseñaron a cómo hacerlo.
A partir de entonces la prosperidad reina entre nosotros.
Y es porque al final el olluco es hijo del sol, así como la papa es hija de la luna serena, apacible y nocturna.
Porque el olluco tiene la figura de su padre: amarillo, brillante, cálido, y fuerte. Y que nos alumbra y da la vida cada día.
 
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