miércoles, 25 de septiembre de 2019

HOMENAJE AL EDUCADOR Y ESCRITOR CHILENO BARTOLOMÉ PONCE CASTILLO - POR EL DOCTOR SAMUEL CAVERO GALIMIDI


ESCRITORES DE LATINOAMÉRICA ESTARÁN EN EL  VIII ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POETAS DECIMISTAS Y ESCRITORES; BARTOLOMÉ PONCE CASTILLO: MANTA, PORTOVIEJO, TACHINA, MONTALVO, ESMERALDAS, GUAYAQUIL; DEL 01 AL 07 DE OCTUBRE DE 2019
HOMENAJE AL EDUCADOR Y ESCRITOR  CHILENO BARTOLOMÉ PONCE CASTILLO
Por: Samuel Cavero Galimidi, 
Presidente de la Asociación Mundial de Escritores y Artistas (AEADO),
Gerente de Recursos Humanos de la Unión Hispano mundial de Escritores (UHE). 
y Presidente de la APLIJ Ayacucho.
     Sigamos pensando que la muerte es sólo un tránsito humano a la Eternidad. En ese sentido, amigos y amigas, la poesía del recordado poeta chileno Bartolomé Ponce Castillo, Premio Regional de Literatura, quien nos dejó con su repentina muerte desde Ecuador, merece muchas reflexiones, por la vida, al tiempo que nos plantea diversas interrogantes sobre la asistencia, eficacia y prontitud desde nuestros países y en especial, desde las instancias diplomáticas y gubernamentales cuando un escritor fallece fuera de su patria.
       Como se recordará Bartolomé Ponce Castillo, conocido escritor y docente coquimbano falleció repentinamente mientras se encontraba en Ecuador presentando una de sus últimas obras, y se tuvo que hacer muchos trámites por medio del consulado chileno para traer sus restos a Coquimbo, donde fue sepultado finalmente. Falleció a mediados de abril de 2019. Sus funerales se realizaron el 10 y 11 de mayo del 2019, en Coquimbo, donde autoridades, familiares y también el Círculo Literario Carlos Mondaca Cortés le rindió emotivo homenaje, pues Bartolomé, era uno de sus asociados más conspicuos y queridos.  
       Pero qué vamos a hacer, no nos pongamos tristes, el homenajeado, como el norte chileno, con su gran historia de luchas obreras, fue para el poeta marco inspirador para sus firmes convicciones políticas.
      Recordemos, la inmensidad del desierto chileno,  con su manto de feracidad, silencio y soledad, así los valles fértiles en medio de un escenario marcado por la sequedad y los cielos trasparentes de la zona norte de Chile siempre, han sido una fuente de inspiración para poetas y narradores como Bartolomé Ponce, que vieron en los paisajes nortinos y en la vida de sus hombres y mujeres una metáfora de este país extremo y duro muchas veces, pero pletórico de hermosura y perseverancia. Igualmente percibieron de sus culturas altiplánicas en sus cordilleras, pero también del  gran legado dejado por hombres de otros tiempos, en especial por las Etnias Prehispánicas del Norte de Chile que eran Culturas agroalfareras y pescadoras, como la Cultura Chinchorro, en Antofagasta, en Atacama y las que mucho antes se asentaron en la actual La Serena. 

       La poesía del poeta chileno Bartolomé Ponce Castillo no solo ha quedado registrada en sus propios libros, en blogs de poesía, sino también de su inquietud por rendir homenaje a la niñez, esto, en periódicos chilenos a través de su Biblioteca Nacional digital de Chile. Hay incluso varios libros de su autoría que son hoy de interés y lectura recomendada para niños, por la Secretaría de Arte y Cultura de la Gobernación de Elqui, aquel memorable valle que igualmente nos remite a Gabriela Mistral, pero también a las luchas obreras y a sus poetas.
         Es importante resaltar que el libro Niño Andino, de Bartolomé Ponce Castillo, que fue analizado por una Comisión especializada de la Secretaria Ministerial de Educación, lo declaró material educativo didáctico complementario de la educación chilena para la enseñanza de la asignatura del castellano, en 1991, año que yo llegué a Chile para vivir allá alrededor de cuatro años estudiando una Maestría de Sociología y haciendo periodismo, año a año, desde el Festival de Viña del Mar. Y el libro de Bartolomé Ponce Castillo es valioso en tanto “estimula la lectura, ayuda al desarrollo de la imaginación y acrecienta el interés por conocer el patrimonio histórico de Chile”. “Niño Andino”, presenta en sus últimas páginas planos a escala (1: 1 O.OOO), con explicaciones y leyendas de la ubicación del centro religioso indígena del Cerro “El Plomo”, correspondiendo a un conjunto de poemas breves, cuyos temas giran en torno a la momia del cerro, perteneciente a un niño de aproximadamente 8 a 9 años de edad, con vestiduras y adornos de claro origen prehispánico. Así, en el poema Ñauca, conocemos el inicio de esta historia en un verso simple y transparente: “De la sierra americana/ a las letras de mi verso,/ se deja venir tu historia/ tan antigua como el viento”.
     Continúa adelante. En el poema Phuti Bartolomé Ponce (cuyo nombre nos recuerda al padre Bartolomé de las Casas, defensor de los derechos de los nativos del Nuevo Mundo en los inicios de la colonización de América) nos dice: “Ay mi niño, niño quechua/corazón de charanguito/ caminé montaña adentro/ hasta encontrarme contigo./ Me atreví a tronchar tu sueño/ para mostrarte la luna,/ girando al son de un lamento/ que se escapó de la puna”. Para seguir el poema Vilama, donde el autor nos dice: ‘‘iQuilana Pachacamac!/ jViracocha, sacro genio/ Te ofrendamos este niño/ que al ígneo Sol ofrecemos./ Les rogamos que protejan/ el viaje del pequeñuelo,/ para que nunca lo toquen/ las miserias del infierno”.
     Con el poema Sloga, Bartolomé Ponce, hace recoger el alma al lector diciendo: “La mirada de mi niño/ no la alcanzo a comprender/ juega que juega solito/ miro el cielo y no lo ve”. El estilo de “Niño Andino” se hace grato en su lectura, original y diferente, más aún al introducir vocablos de origen quechua, los que están presentes en el idioma cotidiano del país y especialmente en la región de Coquimbo. Con el propósito de ayudar a la comprensión de los poemas, el autor incluye al final de la obra un glosario conteniendo las palabras de origen quechua y aimara incluidas en el poemario.
        El reconocido escritor chileno Luis Aguilera, a nombre de la Sociedad de Escritores de Chile nos dice del poeta Bartolomé Ponce Castillo sobre su libro “Niño Andino”, haciendo una interesante valoración antropológica de su obra que recoge los mitos y la milenaria historia de rituales andinos en Chile, con los sacrificios que mucho antes hubo, como el hallazgo de una momia en el cerro El Plomo, que corresponde al cadáver de un niño de 8 a 9 años, que fue encontrado en la cumbre del cerro, a 5,400  metros de altura, en el lugar conocido como “Pirca de los Indios”. Nos dice Aguilera:
De él tendríamos que decir que es un autor de prolífera producción literaria, y que no se le escapa ninguna situación que inquiete su alma sensible del poeta, este hecho le venía dando vuelta en su mente hace mucho tiempo. “Niño Andino” es la plasmación de todas aquellas inquietudes del poeta. Ponce contempla la visión incorruptible de la niñez y la intensidad esperanzadora de la juventud, porque él está en la posesión del mágico secreto de quienes son capaces todavía, de viajar por la mirada interior, extrayendo “al silencio las cosas del mágico misterio. Cantor de la vida sencilla y de las personas de nuestro pueblo”.
    Más adelante Luis Aguilera señala:
Bartolomé Ponce es un alfarero de sueños; da forma y aliento al lado de la historia con su pluma imaginativa, regresando siempre a la “fuente del canto”, es decir a la vida y a los deseos esenciales del ser humano. Sus versos nacen del pueblo y apunta a sus sueños en una voz de timbre universal, pero con la dicción y el tono de un poeta sencillo y sensible”.
     El propio Aguilera, destacado escritor y narrador chileno, que además se ha desempeñado como crítico y cronista literario, quien fue Presidente de La Sociedad de Escritores de Chile (SECH), ya era en ese tiempo voz profética anunciadora de lo que después le ocurriría a nuestro querido poeta. Lo cito, para no parecer un clarividente, y lo dejará anonadados:
   “Sin embargo este recuento poético va envuelto en un halo de tristeza y metafísica cuando habla del hombre ante la muerte; es eso lo que lo conmueve, el destino del hombre que habitó en este mundo de piedra”.
      La pasión literaria de Bartolomé Ponce continuó años después. Y justamente el diario Chañarcillo, de Chañaral, del 31 de agosto de 1995, da cuenta de esas actividades. Ya, amigos, de hace casi 25 años, hay un artículo escritor y de autoría de Arturo Volantines R, que lo conoció bien, que nos habla de los hermanos Ponce, quien rinde homenaje a nuestro recordado poeta en 1995,  sin presagiar lo que años después sucedería su repentina partida de este mundo, acaecida el 2018, como que hoy lo estamos recordando con admiración, respeto, y  Bartolomé Ponce es hoy nuestro gran poeta homenajeado desde Ecuador. Y lo cito:
“Bartolomé Ponce acude a la poesía de niños ampliando nuestro horizonte de ternura; pero, además averiguando del dolor que acecha al hombre, especialmente de aquel que aún lo cubre la desnudez de la infancia. Resulta terrible y alumbrador su texto, donde nos hunde en una tremenda realidad que abofetea. En este caso, es donde sus versos dan cuenta de su mayor vigor: “son pequeños Jesucristo que por la tierra se arrastran”.
      Indudablemente el poeta da cuenta del terror y las trizaduras del ethós, con suficientemente elaborada hebra y con una ilusión como una estrella que lo contiene y lo alumbra: “donde el fruto sea libre y vital”. Luego nos habla de los hermanos Ponce, algo que no sabíamos por estos lares, al parecer familia de poetas. Y dice:
“Estos tres hermanos tienen tres buenos y no tristes motivos: buscar un poblamiento del entorno familiar en lo más dulce y en lo más perenne, buscar a través de lo hondo y lo sagrado una sociedad más integradora y por ello, más plena y buscar por qué no, algo de cordura y ternura para el próximo milenio”.
         ¿Quiénes eran estos tres hermanos? De ocho hermanos no era precisamente José Antonio, María, Cecilia o Mónica Ponce Castillo. Hay aspectos familiares que todavía quedan ocultos. Como, por ejemplo, decir si tuvo dos hermanos escritores. ¿Qué hicieron ellos ante su muerte? Al respecto, sobre esta dolorosa muerte su hermana Cecilia ha escrito en las redes:
“Siempre serán pocos los homenajes y muestras de cariño para un pequeño y gran hombre. Sólo nos queda seguir tú legado de lucha social y amor incondicional por todo lo que realizaste en tu paso por esta vida”.

         Luego, Arturo Volantines, a manera de profecía, nos dice en su artículo por lo demás profético y revelador:
      “No es suficiente o necesario que los versos están sumamente bien escritos, tampoco es necesario que sean suficientemente creativos; pero es perentorio que  el corazón del poeta esté en la temperatura del infarto. Tal vez, Walt Whitman, nos de la llave: “quien camina un estado sin compasión camina a su propio funeral metido en su mortaja”. De estos versos son los aquí sembrados por los hermanos Ponce”.
      Uno de los textos que ha recorrido las redes sociales y que fue leído en el homenaje que realizó el Colegio de Profesores es el que escribió el artista y fotógrafo Mauricio Toro Goya y que a continuación les entregamos:
       “El niño comunista, que descalzo le recitaba a Allende” Pareciera un cuento de realismo mágico pero la vida de Bartolomé Ponce Castillo, es más que todo eso, vivió los tiempos en que Latinoamérica construyó su propia magia para enfrentar la miseria, años en que era mejor memorizar poesía, que tener zapatos. El compañero poeta nos dejó, partió en su segunda nación; un Coquimbo en abandono lo despide. En Coquimbo el año 1951 nace el octavo de los diez hermanos, Bartolomé, es el primero en nacer en Coquimbo. Su familia escapa de Limarí, en el año 1949, perseguidos por el Gobierno de Gabriel González Videla, El padre de familia busca refugio en los cerros de Coquimbo, donde sus compañeros comunistas tenían una red de protección. Desde niño el pequeño memorizaba los libros y poemas, sin ni siquiera haber aprendido a leer, disfrutaba las tardes de lectura con sus hermanas y aprendía los textos de memoria para luego jugar a que sabía leer narrando las historias a la perfección. Comenzó a recitar poesías en los actos del partido, con siete años fue parte del acto de campaña de Salvador Allende. Descalzo y como una paradoja de la poesía de Gabriela Mistral, gana el concurso de declamación organizado por Radio Riquelme para celebrar a la poeta Nobel.  Su juventud la pasó en la Escuela de Minas de La Serena donde participó como artista del elenco del Circo Minero. Con la llegada de la Dictadura de Pinochet, debe abandonar sus estudios en la universidad y vivir en la clandestinidad. El año 1976 viaja a Ecuador donde comienza a escribir libretos para teatro en el grupo formado por Jorge Guerra “Pin Pon”. La poesía lo conecta y desde ahí siguieron un camino juntos. “Yo escribo lo que veo y siento, soy un cronista de mi tiempo”. En 1979 regresa en clandestinidad a Chile para ser profesor rural en Rivadavia, donde enseñaba dibujo técnico, agricultura, carpintería y otras habilidades a los niños. Su abuela cantora de Chalinga y la abundante lectura influyen en su vida como artista. Su trabajo orientado a los estudiantes y profesores, es parte de su legado. “El problema es la educación en un país materialista como Chile” Sus publicaciones van desde poesía que narra historias latinoamericanas, locales, rurales y los horrores de la dictadura en “Sin olvido”. “No puedo escribir de las musas celestiales, cuando están matando gente y otros se mueren de hambre”. Sus últimos años seguía como profesor de la Escuela Aníbal Pinto de Coquimbo, nos conectábamos a conversar en Facebook, ahí supe que estaba nuevamente en contacto con Ecuador, su segunda nación, la que visitaba constantemente para presentar sus libros. “Los poetas nacen poetas”. Su tarea solitaria, su misión altruista y su sangre comunista guiaban sus convicciones, hacían de Bartolomé un pequeño gigante, que solo la tierra maltratada de Coquimbo podía parir. “Un día escribí un poema muy triste, en el cual yo hablaba con la muerte…”, había dicho de manera premonitoria el escritor Bartolomé Ponce, quien en verdad se encontró con La Muerte, falleció en Ecuador, durante un Encuentro Internacional de Escritores, en octubre 2018. Agradecer de manera muy especial, con un gran abrazo latinoamericano, agradecer por tantos padecimientos sufridos e incomprensiones, al escritor ecuatoriano Adolfo Ortiz, personaje dotado de una gran fuerza cristiana, misionero de fe, hacedor de cultura desde Esmeraldas, y de una espiritualidad sin igual, quien hizo valiosos esfuerzos, juntamente con su colega el escritor ecuatoriano Santos Miranda Rojas, para que se repatriaran sus restos inmediatamente y, como corresponde, se le diese cristiana sepultura.
     Mis condolencias igualmente para su querida familia, con lamentable noticia que enluta a las letras latinoamericanas, es una gran pérdida para la cultura y espiritualidad del norte de Chile. Nos quedamos hoy, y siempre, con el recuerdo de este querido escritor, educador, maestro activista social y político,  colega de trato amable y luchador incansable en la defensa del gremio de profesores. Su último trabajo fue importante, se desempeñaba como Inspector General del Colegio Santa Cecilia, en su ciudad, Coquimbo, donde la unidad educativa aun hoy todavía llora su tan repentina partida.
     Pensemos finalmente que el  norte chileno ha ganado un poeta eterno, con su historia de luchas obreras, al alero de la industria salitrera y de corrientes como el anarquismo y el comunismo, cuyo fundador, Luis Emilio Recabarren, proviene precisamente de esta zona.
       Pero el norte chileno, besando al sur peruano, es también una tierra pródiga en hombres y mujeres de letras, que ya desde el siglo XIX viene enriqueciendo el panorama literario nacional con nombres como José Joaquín Vallejo, Julio Vicuña Cifuentes, Manuel Magallanes Moure, Manuel Concha, Carlos MondacaSalvador ReyesRosario Orrego y Víctor Domingo Silva, por citar sólo algunos. ¡Y hoy, se une a esas egregias figuras Bartolomé Ponce Castillo!

Dr. Samuel Cavero Galimidi