jueves, 6 de junio de 2019

LA EFEMÉRIDE DEL MES - FOLIOS DE LA UTOPÍA: EL VIAJE DE VALLEJO A EUROPA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 

 
Construcción y forja de la utopía andina
 
2019 AÑO
DEL TRIUNFO DEL BIEN
 
JUNIO, MES DE LOS NIÑOS,
DEL MEDIO AMBIENTE, DE LA GLORIA
DE ARICA Y DE LA IDENTIDAD ANDINA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
CAMPAÑA PERMANENTE
POR EL CUIDADO DEL CLIMA Y
DE NUESTRO MEDIO AMBIENTE
 
CAMPAÑA:
¡CONSERVEMOS EL TESORO
DE NUESTRO VALIOSO E INAPRECIABLE
PATRIMONIO CULTURAL!
 
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LOS CORREDORES DE LAS CASAS DE MI COMARCA


Las casas en mi comarca tienen un patio y a su alrededor corredores, siempre más altos y un tanto suspendidos, que a su vez tienen como refugios, puertas y ventanales que dan a la sala, a los dormitorios, y a la cocina junto al comedor.
Los corredores tienen pilares añosos, envejecidos con el bello color del tiempo que por corredor pasa, aunque todos ellos se mantienen esbeltos y rectilíneos; ninguno se tuerce, ni se curva ni se cimbra.
Al pie de los pilares hay setos de tierra hechos jardines, donde brotan lirios de agua, las hortensias azuladas y coposas, y los geranios de variados colores. Colgadas de estos maderos y a diferentes alturas lucen macetas de ruda verdinegra, clavelinas extasiadas, y alhucema de la buena suerte.
Los pilares hacen estrías en su superficie, o rajaduras, por algunos dolores, lamentos y quebrantos que se han dado sobre estas baldosas, rematando hacia lo alto en un chapitel que es donde cuelgan sus nidos las golondrinas de la estación y horadan allí sus huecos esos grandes moscardones de color negro abrillantado.
Ellos cargan obsesionados una gota de miel que han fabricado con delicado esmero durante semanas o meses, de un amarillo oro que disputa su hermosura y su fulgor con el mismo sol que boga imperturbable en el añil del cielo.
Todo corredor tiene miradas furtivas e indescifrables que se hacen desde una puerta aledaña, o bien desde un ventanal o sino desde un muro colindante. Y desde la lejanía en la nostalgia de los seres que se han ido, y lo evocan añorantes porque aquí han vivido.
A la vera del corredor está la acequia y el pozo de agua que cuando se colma se extiende apacible hasta sobre el brocal. Siendo así todo corredor es la ensenada del patio y la orilla bajo cuya sombra arriban los barcos.
Por el corredor se pasea la niña preciosa de vestido floreado, preguntando o queriendo adivinar su destino; que con el correr de los años es la anciana silenciosa que viste ya de luto y de blanco.
Todo corredor tiene voces de la gente que llega del campo, anunciando algún producto que han traído. Otras voces que anuncian el niño o niña que ha nacido. O que alguien que agoniza acaba de morir. Y allí se persigna.
¡Corredores por donde la vida aparece y desaparece! Donde la vida late, palpita y se acaba, por eso la sombra lastimada que a su pie habita.
Todo corredor tiene sillas esparcidas aquí y allá, donde por la noche vienen a sentarse las almas de quienes aquí vivieron y penan, evocando su vida pasada y que aquí invisible permanece.
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


*****



LA
EFEMÉRIDE
DEL MES


 FOLIOS
DE LA
UTOPÍA

 
 
EL VIAJE
DE VALLEJO
A EUROPA


 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
Sin el sacrificio previo
de uno mismo
no hay salud posible.
César Vallejo
 
 
1. Tambores
y clarines
 
El 17 de junio de 1923, César Vallejo dijo definitivamente adiós al Perú al viajar rumbo a París, para no regresar corporalmente nunca más.
Fue domingo el día en que zarpó del Callao, después de escribirle a su hermano Manuel Natividad lo siguiente:
Te pongo estas líneas para anunciarte que mañana me embarco rumbo a París. Voy por pocos meses, seguramente hasta enero o febrero y nada más. Voy por asuntos literarios y ojalá me vaya bien.
Iba donde la vida era crítica y hasta cruel. No era el incentivo de su viaje pasar buena vida, gozar de lo cómodo, acceder a lo complaciente o asumir lo hedonista. Menos aún era su intención ganar dinero, hacerse de una buena posición, o volverse rico.
Iba a un continente en donde era difícil incluso sobrevivir. Había tomado el rumbo hacia una Europa conflictiva, imprevisible y pronta a vivir un holocausto. Y le atraía porque en ella todo era agitado, inseguro y convulso, donde se buscaban nuevas formas de vivir.
Y donde ya se escuchaba el fragor de los tambores y clarines de combate, aunque esta vez la guerra se había sofisticado y ya no eran caballos ni torpedos sino tanques y cazabombarderos.
 
2. Y
estuvo allí
 
Para referirnos a un aspecto asequible y tradicional:
En el campo del arte aquí aparecen cada año nuevas corrientes literarias, que experimentan fórmulas, temáticas, lenguajes y novedosas relaciones con otras artes.
Se presencian manifiestos y proclamas decisivas, ocurriendo lo mismo en otros ámbitos como la política, la economía y el acontecer social.
Es una Europa de entreguerras agitada, vibrante y sin tregua, adonde él se arroja absolutamente inerme, ingenuo e indefenso.
En realidad, Vallejo siempre dirigió sus pasos hacia donde las papas queman, hacia donde la historia está en criba, en tropel y fragua plena.
Así fue a la estremecida Rusia en tres oportunidades y tuvo la intención de quedarse y trabajar allí en una etapa igualmente crucial, cuando todo en ella eran renuncias y privaciones; y cuando el gran soviet definía a cada instante su destino.
Y estuvo allí con su propio peculio, sin permitir que sus viajes fueran pagados sino sacrificando él su dinero personal para interesarse en un acontecimiento de valor social.
 
3. El riego
supremo
 
Ni siquiera aceptó que esta presencia en Rusia tuviera la forma de becas subvencionadas.
Tampoco quiso que en su interés por Rusia estuviera involucrado dinero del Estado Soviético; y esto a fin de mantener su imparcialidad e independencia de criterio.
Y es que César Vallejo era un ser exacto, puro, escrupuloso en todo, no en la dimensión de la apariencia sino del espíritu.
A España fue porque era otro lugar en el mundo en fragua, apasionado y heroico. Llegó en una oportunidad a Madrid cuando esta ciudad era bombardeada y se necesitó un permiso muy especial para ingresar a ella.
En cambio, no viajó ni se le ocurrió ir a Estados Unidos en bonanza. Si en algún lugar cabe imaginar que estaría en estos momentos es en Irán, Irak y Pakistán.
Y es que Vallejo era en todo un ser comprometido con la vida y la condición del hombre sobre la faz de la tierra. Y buscaba estar en donde dicha condición estaba en riesgo supremos. Ese mismo signo y sentido tiene su viaje a Europa el 17 de junio del año 1923.
 
4. Adiós
sin retorno
 
Acerca de cómo se gestó y se concretó su partida hay diversos testimonios, todos ellos coincidentes en señalar, en esta circunstancia, la actuación central de su amigo Julio Gálvez Orrego, integrante del “Grupo Norte”, sobrino de Antenor Orrego y un hombre generoso y servicial.
Es él, cuando César Vallejo se encuentra refugiado y perseguido por la policía en Trujillo, quien actúa como su enlace entre el mundo de adentro y de afuera.
Es él quien le trae y lleva recados, proporciona la comida y cumple labores de un asistente servicial y acomedido. Puntual y eficaz para con el amigo en este trance difícil.
Julio Gálvez, en marzo de 1923, conoció la noticia de que le correspondía recibir una herencia por la muerte de un familiar.
Valiéndose de esta situación solicitó un adelanto de dicha herencia comprando lo más pronto que pudo un boleto de viaje de primera clase para emprender la travesía soñada hacia Europa.
Ese pasaje luego de conocer que se había abierto el proceso judicial en contra de su amigo César Vallejo fue cambiado por dos boletos de tercera, a fin de viajar con él ante el riesgo que su amigo corría de quedarse en el Perú.
 
5. Comeremos
piedrecitas
 
Lo refiere Luis Alberto Sánchez, quien conoció de cerca estos hechos, cuando apunta de este modo:
Él dividió el pasaje de primera a Europa, que le obsequiaron sus parientes al declararse la herencia paterna, con Vallejo; de lo que resultaron dos pasajes de tercera y un hambre de primera.
Respecto a este mismo asunto, Juan Larrea cita el testimonio de Armando Bazán, explicando que ello concuerda plenamente con sus recuerdos: En marzo de 1923 le anunciaron de Trujillo que su abuela al morir, acababa de dejarle una pequeña fortuna.
Fue a esa ciudad inmediatamente. Y mientras se seguía los trámites pertinentes, tuvo noticia de las maniobras judiciales que se estaban haciendo allí para perder a su amigo César Vallejo.
A cualquier precio obtuvo, por eso, un adelanto de su herencia y regresó inmediatamente a Lima. Empezaba el mes de junio. En dos semanas pusieron, él y Vallejo, sus asuntos en orden.
La noche del 16 del mismo mes, cenaron alegremente, junto a algunos amigos, en un chifa de Capón, y el 17 al atardecer, tomaron el “Oroya”.
Acostúmbrate a comer poco, que en París comeremos piedrecitas.
Le reprochó Vallejo tiernamente en esa cita de la calle Capón al ver que su amigo engullía los alimentos con gusto y delectación.
 
6. Habría
querido bajar
 
Al abordar el barco “Oroya”, en el que viajó a Europa, a César Vallejo se le veía muy acongojado.
Lo acompañaron hasta el abordaje su hermano Néstor Pablo con quien estudiaron juntos en la Universidad de Trujillo y quien vino desde Huamachuco a despedirlo.
También estaba allí presente su amigo Crisólogo Quezada, “el gordo”, quien se interpuso al intento que se urdió para que se enlazara en matrimonio con Otilia Villanueva que había quedado embarazada de él.
¿Qué se agolpaba en el alma de César Vallejo cuando estuvo silencioso en la borda? ¿Y en aquel momento en que el “Oroya” se alejaba del puerto del Callao? ¿Y luego cuando navegaba por la costa del Perú, tras la neblina?
En carta que le dirige a su abogado Carlos C. Godoy, quien veía su juicio en Trujillo, le dice:
Habría querido bajar, a mi paso, en Salaverry, más lamentablemente, no toca el “Oroya” en ese puerto y me quedo con la mano en el aire, sin alcanzar a estrechar las de los poquísimos amigos que, como usted, ocupan mi corazón. Qué vamos a hacer. Ya lo haré a mi retorno.
 
7. Con la mano
en el aire
 
“La mano en el aire” es el gesto que encierra el significado de lo inacabable, de la despedida; también de lo inasequible, de lo que no se alcanza a tocar. También del misterio del adiós en este mundo y en esta vida. Es igualmente, el movimiento que se hace para apuntar a las montañas en las que hemos nacido. 
Es seguro que en el momento de su partida Vallejo pensaba en el Perú, al cual no dejaba, sino que lo llevaba incrustado en el alma. Porque él partió no para olvidarse de su país, sino para tenerlo más presente y rencontrarla siempre. Recogía en esos momentos sus cariños más hondos a fin de nunca olvidarse de ellos.
Fue, al estar de pie en la baranda de la sección de tercera clase de la nave que se alejaba, donde le asaltó aquel puñal ardiente y quemante del amor a la tierra, que laceró su alma constantemente y del cual dan testimonio sus amigos de París.
Cabe suponer que en las imágenes que se esbozaban en su mente estaban imborrables su casa, las calles de Santiago de Chuco, el perfil de los cerros, las lomas sembradas de:
papales, cebadales, cosa buena
Y las voces de sus seres queridos, algunos ya muertos, pero allí presentes en esa hora cuando él partía.
 
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