lunes, 12 de noviembre de 2018

TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL (MIAMI), DE ADDHEMAR H.M. SIERRALTA - AÑO 10 Nº 338, DEL 12 DE NOVIEMBRE DE 2018

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TIEMPO NUEVO 
 
Internacional 
 
por  Addhemar Sierralta 
 
Año 10 Nº 338
 
 
Miami, 12 de noviembre  de 2018
 
 
    ELECCIONES DE MEDIO TÉRMINO EN U.S.A. :

¿MÁS ENFRENTAMIENTOS ENTRE DEMÓCRATAS

 Y REPUBLICANOS O ACUERDOS SENSATOS?
 
Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).
 
El pasado 6 de noviembre se realizaron las elecciones de medio término en los Estados Unidos de América. Hasta el momento los resultados han determinado que los republicanos retienen su mayoría en el Senado, aumentando el número de curules. Por su parte los demócratas recuperan la Cámara de Representantes pero con una mayoría menor a lo previsto históricamente en gobiernos anteriores.
 
Respecto a las gobernaciones y cámaras estatales los demócratas pareciera que han recuperado terreno pero sin hacer evidente la “ola azul” que preveían.
 
Al momento de esta nota aún faltan por dilucidar conteos en Florida por la gobernación y el senado. Pero de una u otra forma se estima que los próximos meses la lucha entre republicanos y demócratas podría intensificarse, salvo que como lo han anunciado en estos días, tanto el presidente Trump como la lideresa Pelosi del Partido Demócrata, se busque el entendimiento por el bien del país.
 
Lo inteligente, en estos momentos, es llegar a acuerdos antes que enfrentarse en luchas infructuosas que dañarían a los ciudadanos y por ende al país. Claro que hasta ahora  los demócratas se resisten a aceptar a Trump como su presidente y lo culpan de todo. Mientras los republicanos exageran las declaraciones acerca de la prensa y los inmigrantes.
 
Estimamos que los acuerdos debieran centrarse en lograr una nueva ley de inmigración y un sistema de salud más inclusivo y mejorado.
 
Lo que no se pude soslayar es que el gobierno de Trump ha logrado una recuperación económica sostenida y sorprendente, mejor acuerdo comercial con Canadá y México, detener el riesgo de una conflagración con Corea del Norte y promover la paz de este país con Corea del Sur. También se han abierto las puertas de negociaciones con China y Rusia para llegar a acuerdos comerciales y sobre aspectos geopolíticos.
 
Claras son las posiciones del gobierno actual en contra de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán y Siria. Pero hay una situación candente con los cuatro grupos de migrantes centroamericanos que se acercan a U.S.A. y deben llegar en los próximos días. Esperemos que la sensatez se de y no haya víctimas que lamentar. 
 
 
 
FALTAN ALGUNOS.
Por Enrique Guillermo Avogadro (Argentina).
 
"Los grandes cansancios presagian grandes entusiasmos". Manuel Vázquez Montalbán
En realidad, el triunfo de Jair Bolsonaro sólo alteró los cálculos de Unión Ciudadana, que esperaba la victoria de Fernando Haddad para iniciar, por contagio, el renacimiento del clepto-populismo en Centro y Sudamérica. Esta semana, La Nación publicó una infografía que muestra a las claras cómo ha avanzado la ola contraria, a la que sólo resisten Venezuela (Nicolás Maduro), Nicaragua (Daniel Ortega), Cuba (Miguel Díaz-Canel) y Bolivia (Evo Morales; salvo la última, una verdadera excepción, todas esas naciones se han convertido, por el fracaso económico y la feroz represión que ejercen esos regímenes contra su población, en verdaderas tragedias humanitarias. 
Algunos, hace muchos años, preveíamos que eso sucedería, y que la corrupción, disfrazada de progresismo, estaba mostrando sus últimos estertores; yo mismo publiqué una nota al respecto en marzo de 2015 (https://tinyurl.com/y7cbq6hc), cuando aún gobernaban Cristina Kirchner, Dilma Rousseff, Michelle Bachelet, Ollanta Humala y Rafael Correa, el Foro de San Pablo estaba en todo su esplendor y la UNASUR entronizaba la estatua de don Néstor, hoy retirada. 
Todavía es muy pronto para saber qué hará el nuevo Presidente de Brasil -nuestro principal socio comercial- a partir de su asunción, el 1° de enero, pero ya hay algunas definiciones, en especial expresadas por Paulo Guedes, su futuro superministro de economía e industria, que tienden a endulzar alguna de las aristas más ríspidas de sus discursos de campaña. Por lo demás, y pese a la pena que me produjo la aceptación por parte de Sergio Moro del cargo de Ministro de Justicia, debo reconocer que en nuestro vecino, y eso es normal en la región, las instituciones funcionan y nadie puede ponerse, impunemente, las políticas de Estado del país de sombrero. 
Además de los mandatarios mencionados en el primer párrafo, en los diarios y en los tribunales, siguen faltando algunos nombres emblemáticos; en concreto, las ausencias más conspicuas son las de Enrique y Sebastián Eskenazi, los testaferros de los Kirchner en la compra del 25% de YPF. ¿A ningún fiscal o juez se le ocurrió todavía investigar a quien pertenecen, en realidad, las acciones de las empresas Petersen?; sorprende que aún no hayan sido llamados a prestar declaración indagatoria, toda vez que fueron cómplices en el episodio de corrupción más grave de la década robada.
Como he explicado en más de una oportunidad, lo califico como lo peor que hizo el kirchnerismo porque significó la pérdida del autoabastecimiento energético y, como consecuencia, obligó a importar ingentes cantidades de gas licuado y de electricidad, drenando hasta la extinción las divisas del Banco Central y generando la inflación desatada que llevó al 30% de la población, a caer en la miseria.
Para agravar el caso, en estos momentos se está decidiendo en las cortes norteamericanas la jurisdicción que corresponde al juicio iniciado por el fondo buitre Bulford, que teóricamente compró a esos bandidos el derecho a reclamar a la Argentina una indemnización por una suma que llegará, con las costas, a los US$ 5.000 millones.  Por eso llama tanto la atención el silencio judicial que rodea a los Eskenazi cuando, a esta altura, ya deberían estar dando cuenta de las tropelías cometidas y haberse iniciado el camino para recuperar los bienes mal habidos.
En otro orden de cosas, aplaudo la decisión del Gobierno de impulsar la inmediata expulsión de los extranjeros condenados por la comisión de delitos menores; era hora de que la Argentina dejara de ser el país más idiota de la región y que ese tipo de delincuentes nos costara más dinero aún mientras estuvieran alojados en nuestras repletas cárceles. Pero es sólo un primer paso en la dirección correcta.
Es necesario aplicar, como lo hacen todos nuestros vecinos, las reglas de la reciprocidad, tanto en materia de salud cuanto de educación públicas. Debemos entender, de una vez por todas, que somos un país pobre, aunque tengamos infinidad de recursos naturales, y que no podemos continuar dilapidando el dinero de nuestros impuestos -los más altos- en afrontar los costos de brindar gratuitamente esos servicios esenciales a los inmigrantes y meros transeúntes que carecen de ellos en sus países de origen. No pretendo negarlos, pero reclamo que sean éstos quienes paguen, a través de sus embajadas, las facturas correspondientes.
Además, también exijo que se refuerce seriamente la seguridad de nuestras fronteras que, por su enorme extensión, están llenas de poros por donde penetran el terrorismo, el narcotráfico y el contrabando. Resulta suicida haber trasladado, desde ellas, al 70% de los efectivos de la Gendarmería y de la Prefectura Naval a los conurbanos de Buenos Aires, de Rosario, de Córdoba y de otras grandes ciudades. Ese personal está educado y entrenado para controlar los confines terrestres y marítimos de nuestro territorio y no para desempeñar el rol de policías urbanos que la explosión del delito les atribuye.
Y eso nos lleva, una vez más, al modo en nuestro país, de la mano de quienes siguen las recomendaciones gramscianas, ha decidido abdicar de la defensa nacional; Argentina, al revés de todos sus vecinos, está absolutamente desarmada y carece de la capacidad necesaria para defender su integridad territorial y los ingentes recursos naturales que posee en tierra y en el mar. Desde 1983 a la fecha, todos los gobiernos (fueran radicales, peronistas o cambiantes), ha degradado a las fuerzas armadas y las ha privado de todos los medios indispensables para cumplir la misión que la Constitución Nacional y el mínimo sentido común les impone.
Utilizando el falso argumento de los derechos humanos, se las ha desposeído completamente de aviones, de buques, de blindados, de misiles, etc., mientras nuestros vecinos Chile y Brasil disponen de una enorme capacidad defensiva y ofensiva. Y el hecho de contemplar diariamente la inicua persecución a los 2000 ancianos que se pudren en las cárceles de todo el país privados de todo derecho -ya han muerto 463 (122 desde la asunción de Mauricio Macri)- por el delito de haber defendido a la Patria contra el terrorismo marxista, no contribuye precisamente a levantar la moral de los uniformados.
A fin de este mismo mes, Buenos Aires será sede de la reunión del G-20, y en ella estarán presentes los más importantes mandatarios del mundo. Que nuestro país no pueda garantizar su seguridad, y la natural preocupación que ello implica para las otras naciones, confirmada por la presencia de tropas extranjeras para asumirla, empaña todavía más la imagen que la Argentina exhibe en el exterior.
Sigo empeñado en constituir el Partido de la Austeridad y la Decencia, y espero poder concretar su reunión fundacional en el curso de esta noviembre. Pido disculpas por la demora a los muchos que me han expresado su adhesión y han mejorado con sus esenciales aportes la plataforma tentativa (https://tinyurl.com/y8cyxhto) que elaboré originalmente.
Bs.As., 3 Nov 18
 
ORIGINAL PRESENTACIÓN DE LIBROS EN LA CASA MUSEO RICARDO PALMA.
 
Pocas veces se da que dos primos, en una misma oportunidad, presenten sus nuevos libros. En esta ocasión se trata de Maggie Sierralta (Chile) y Addhemar H.M. Sierralta (Perú) quienes –el próximo miércoles 28 de noviembre a las 6 y 30 p.m.- lo harán en la Casa Museo Ricardo Palma en Miraflores sita en la avenida Gral. Suárez No. 189.
 
Maggie nos hará vibrar con una sentida historia familiar al presentar “Vientos del pasado”. Por su parte Addhemar nos ofrecerá, en “Para volver a soñar”, una serie de cuentos  que nos llevarán a situaciones y lugares insospechados. 
 
El libro de Maggie será comentado por Addhemar. Y hay una razón especial para ello: ambos son hijos de dos hermanos, Addhemar de Eduardo y Maggie de José. La historia de los Sierralta es muy singular y esta oportunidad servirá para develar aspectos curiosos y dramáticos.
 
Por su parte el escritor y crítico literario José Beltrán Peña, presidente de la Sociedad Literaria Amantes del País que auspicia el evento, hará los comentarios de la obra “Para volver a soñar” de Addhemar H.M. Sierralta.
 
La entrada a esta presentación es libre y se ofrecerá a los asistentes un brindis de honor.

 
VAMPIROS Y PAJUROS .
 
Por Alfonsina Barrionuevo (Perú).
 
De Perú: Mundo de Leyendas, de nuestra amiga y colaboradora, Alfonsina Barrionuevo. Disfruten.
     
Su aliento quemaba pero el lente de la cámara se aproximó lo más cerca que pudo y captó en primer plano la mirada malévola de sus ojuelos inyectados de rojo. Retrocedió milímetros y lo capturó cuando abría la feroz boca encolmillada para lanzar un rabioso chillido. A toda pantalla se sentía su furia. Volteó además la diminuta cabeza y mordió el dedo del médico que lo sostenía. No hubo cuidado. El guante que tenía el doctor Málaga era especial. 
 
Fue mi primer encuentro con un murciélago vampiro vivo cuando Manchay era un lugar agreste, en los extramuros de Lima. Me dijeron que mordían hasta niños.
 
Un año después lo vi en un documental del National Geographic. Estaba casi oscuro cuando se desplazó como un minúsculo hombrecillo, saltando con suma cautela entre las piedras donde descansaban los lobos marinos de Parakas.
 
Quiso morder en la oreja a uno, pero éste lo lanzó a muchos metros de un manotazo. Volvió a la carga cuando dormía y logró su intento. Hincó sus colmillos y se apartó. Fue suficiente. Después se puso a lamer su sangre en la herida abierta. Volvería cientos de veces y el otro nunca se percataría. Así son los vampiros tropicales.
 
No sabía que en nuestra Amazonía había una diversidad de murciélagos. No solo vampiros. En una tarde tormentosa fui al Zoológico del Bronx en Nueva York. Nos refugiamos en el espacio destinado a murciélagos vivos  porque arreciaba la lluvia, aunque sin esperar nada sensacional. Pero fue todo lo contrario, porque para mí fue un descubrimiento inesperado. La ambientación excelente, en penumbra, nos introdujo a un sector de selva viva, con árboles y riachuelos, donde aquellos volaban de un lado a otro tras una gruesa mampara de vidrio prácticamente invisible.
 
Fue fascinante. Había murciélagos fruteros, murciélagos picaflores que absorbían la miel con su sorbete natural, murciélagos pescadores, murciélagos de un tamaño increíble,  algo más grandes que un kuye, que se pasaban raudos de una rama a otra, con una piel finísima que me hizo recordar a Atawallpa, el príncipe cusqueño. En Cajamarca, almorzando con Pedro Pizarro, se le derramó un poco de comida en el traje y salió a cambiarse. Este se asombró al verle retornar con uno que parecía de un lujoso terciopelo y cómo no, había sido armado con decenas de cueritos del pecho de unos voladores que mordían y habían sido llevados de ¡muy lejos!, Tumbes.
 
Apreté un botón y salió una reseña que me llenó de orgullo. Los extrañísimos murciélagos que estaba viendo eran en su mayoría del Perú,  donde había más de 500 variedades: ¡Una locura!
 
Los científicos que se dedican a estudiar lo que tenemos en nuestro territorio, aseguran algo muy cierto: En el Perú hay especies de flora y fauna que están desapareciendo sin que hayan sido registradas, porque lo existente es vastísimo.
 
Cada árbol, además de formar parte de ese pulmón que oxigena al planeta, es como un gigantesco rascacielos con pisos que albergan una infinidad de especies. Cuando se talan, los “inquilinos” son desalojados y tienen que huir aceleradamente. La tierra y el agua son el hábitat de otras tantas asombrosas  criaturas en formas, tamaños y colores. Ni la imaginación más fértil podría hacer lo que es obra de la naturaleza. En sapos he visto unos que parecen pintados como si fueran flores y flores donde el arco iris ha colocado su pintura con una gracia imposible de imaginar.
 
Pasando por nuestro germoplasma agroalimentario tenemos una diversidad de plantas medicinales increíble. En una feria limeña se pudo ver un extraño fruto llamado “teta de vaca” por su forma, con capacidad para limpiar uñas de los hongos más rebeldes. En Yarinaqocha, Pucallpa, una investigadora americana me mostró un pequeño arbusto que, según dijo, podía acabar con la calvicie y hacer que los varones conservasen undosas cabelleras. Me mostró su libro, un “best seller”,  y se fue rezongando de nuestra ignorancia. Lastimosamente no tuve a la mano una cámara para fotografiarla con la primicia vegetal.
 
En la cabecera del país los pajuros, especie de papas que crecen en  árboles coposos, son una delicia para cajamarquinos y amazonenses que no llegan a nuestros mercados. Sus frutos se mecen en una vaina grande como el pakae que parece una cuna. Los comen en el desayuno, mientras que en la ciudad es rutinario el té con pan francés, al que se ha sumado el serranito”, con  semejanza a las chaplas ayacuchanas, huancavelicanas y otras conocidas sólo en sus lugares de origen. Pan que huele a arrayán, a algarrobo, a eucalipto y a otras ramas que calientan los hornos donde se cuecen y que son su singularidad.
 
Hay mucho que mencionar, de vez en cuando aparece una que otra novedad como la llullucha que mencionaba Guaman Poma. El Perú, nuestra patria, es ¡un gigante! en recursos genéticos y culturas asociadas a estos bienes naturales.
 
 
 
EL PEQUEÑO ARRIERO.
 
Por Armando Alvarado Balarezo “Nalo” (Perú).
 
El autor escribió la semblanza de su padre, cuando este cumplió 83 años en el 2005, y la compartimos con ustedes porque la nota de “Nalo” –nuestro amigo- lleva el sentimiento del amor al padre con la fuerza de nuestros pueblos ancestrales.
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'Padre mío, no habrá distancia que nos pueda separar, ni otras prioridades que logren evitar, que este día como ayer, nos volvamos a encontrar….NAB 15 SET 2005.' 
 
De niño no advertí la verdadera dimesión de la ternura de papá hacia mi persona, pues mi condición de varón me impulsaba a negar todo lo que pudiese denotar flaqueza de espíritu, lo que muchos llaman: sentimiento paternalista; es decir, sentimiento que suponìa patrimonio de mi mamá. Hasta me preguntaba: ¿acaso un paisano de Luis Pardo tiene derecho a ser sentimental?, !Nooo manan imaipis!, "ese derecho es de las mujeres", susurraba en tono machista. De pronto tuve en mis brazos a mi primera hija, tan frágil que parecía que se me iba a escurrir de las manos. Ahí experimenté por primera vez el valor de ese noble sentimiento paterno: ¡me había convertido en papá!. Cuando mis hijos crecieron vi en sus ojos las mismas preguntas que me hice de niño, y seguramente las mismas preguntas que mi papá se hizo frente a mi abuelo Felipe, quién partió al llamado de Dios joven aún.

Hoy, varios años después, creo sin dudar, que cuando uno tiene hijos recién comprende a su padre. Los consejos, la mano firme y la mirada severa, que en algún momento de mi juventud me causaron inquietud, empezaron a tener sentido; pero como en aquellos años, dichos arqueripos no se ajustaban a mi manera acelerada de vivir, recién con el nacimiento de mis hijos los valoré y tomé como propios, porque de ese amor puro, oculto tras el gesto adusto de mi viejo, surgió el ejemplo en toda su grandeza, mostrándome el otro perfil del sentimiento: el amor que alerta, que modera, que protege, que corrige, que enseña, que quizá calla las demostraciones más sutiles, pero que está allí, como un ángel guardián, compañero inseparable dispuesto a todo por mitigar el sufrimiento del hijo. 

Y así vienen nuevos eslabones en la gran cadena de amor paterno, los hijos nos convertimos en padres, abuelos y con el tiempo en bisabuelos y tatarabuelos, si Dios nos alarga la vida. La misma vacilación en cada eslabón, el mismo temor al no saber con precisión si lo que estamos dando a nuestros descendientes es lo más adecuado para ellos. Sólo sé que les estoy brindando el sentimiento más puro, aquel que aún trastabilla camino hacia sus corazones, y que todos conocemos como: AMOR.

Sé que tu amor es igual o quizás mayor del que narro de mi propio existir, porque el ser humano nace con la Bendición Divina para ser un buen padre.

A estas alturas de mi vida pensar en Chiquián, en sus hijos y en los hijos de sus hijos, es retrotraer el tiempo y sonreír recordando a los amigos y amigas de mi generación que avanza de puntillas el sendero de la tarde; pero también para agradecer con cariño y veneración a todos y cada uno de los viejos chiquianos que con su ejemplo moldearon mi personalidad y me guiaron por el empedrado camino de la vida.
 
Mi papá Armando nació la madrugada del sábado 15 de septiembre de 1923, en un dulce hogar forjado con harina de Huaraz y levadura de Huacho, en el apacible pueblo de CAJACAY, un acogedor rincón andino a 2,600 metros sobre el nivel del mar, al que los lugareños han bautizado con orgullo: “Atenas de Ancash” , por la geografía en que reposa su estructura urbana y la reconocida inteligencia de sus hijos predilectos, quienes año tras año corren presurosos al llamado del Santo Patrón San Agustín y a orar al milagroso Señor de Chaucayán.
 
A los ocho días de nacido fue bautizado en la Capilla de Cajacay, siendo su padrino don Antonio Sotelo. La ceremonia se llevó a cabo de manera anticipada, como una forma de adelantarse al Mandato Supremo del sueño eterno, pues nació delicado de salud y con peso pluma. Unos días después se trasladó a Chiquián con mi abuelo Felipe Alvarado Garro, mi abuelita Victoria Montoro Ramírez y mi tío Rómulo Alvarado Montoro de dos añitos de edad en aquel entonces.
 
En Chiquián les fue difícil integrarse al pueblo que venía atravesando una soterrada crisis de convivencia. El germen de la prepotencia azotaba a los núcleos familiares, que para subsistir se agrupaban en componendas que culminaban en escaramuzas con contusos y heridos. Ante la imposibilidad de pertenecer a un bando político sin generar malos entendidos con los otros, este pacífico grupo conformado por papá, mamá y los dos pequeños, optó por retornar a Cajacay, donde durante diez años se dedicaron a las labores de zapatería y panadería.
 
En sus pocos ratos libres de niños trabajadores y estudiantes de Primaria en Cajacay, Rómulo y Armando hilvanaban sus sueños en las veredas de lajas y las calles polvorientas de su modesto barrio de Cinco Esquinas, jugando calachaquis al fútbol con balones de pucash de chancho o a los vaqueros con caballos de madera y riendas de elástico, "matagente" con pelota de trapo, trompo de eucalipto, bolero de huarango, canga de aliso, chuncando con pushpus bayos y pintos o fabricando carritos de madera y hojalata o cazando con hondilla: torcazas y shulacos  en las chacras del lugar.
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Con el paso de los años Cajacay resultó un mercado pequeño para los sueños de la familia, por lo que retornaron a Chiquián, iniciando una modesta, pero pujante empresa panificadora en el barrio de Alqococha, donde los hermanitos Rómulo y Armando inauguraron el primer negocio ambulatorio de la zona, ofreciendo de puerta en puerta sus semitas, jaratantas y bizcochos, que en poco tiempo fueron los preferidos de los amigos chiquianos, huastinos, aquinos, carcacinos, llaminos, corpanquinos y roqueños. Pero esos sueños de pequeños vendedores de ilusiones, a veces era despertado con sobresalto por el chasquido del fuete que algún hacendado hacía resonar sobre sus cabezas, cayendo al piso sus canastas con panes. Gracias a Dios, estos abusos no los amilanaron y siguieron labrando su futuro con la frente en alto. 
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De 1933 a 1937, con dos hondillas en el cuello y los bolsillos repletos de esperanza, el todavía pequeño Armando, a quien ya sus amiguitos habían bautizado con el sobrenombre de Chuqui, por su habitual uso del sombrero de paño huarino, ayudó a su papá Felipe en el transporte de productos alimenticios de Barranca a Chiquián a lomo de burro y de mula. Estos viajes duraban entre cuatro y cinco días de ida y siete los de retorno. Dichas expediciones lo hacían con 25 animales de carga y cuatro arrieros como mínimo, entre los que destacaban los chiquianos Marcos Ñato y Mauro Ramírez, algunas veces por las rutas de Ocros y otras tantas por las de Cajacay, ruta del bandolero romántico.
 
Cada viaje era una odisea interminable; un día en el solitario Chonta, otro en Raquia, otro en Chasquitambo, luego en Huaricanga y por fin la planicie costeña, última pascana del periplo, lugar donde aguardaban pequeños camiones rumbo a Barranca.
 
Los días de lluvia el lodo les llegaba hasta las rodillas, patinaban sus pies y los llanques impregnados de barro pesaban kilos; muchos ponchos de agua raídos y rotos por las espinas y las filudas piedras, amén de las luxaciones de tobillos donde el joven “Muchqui Valerio” hizo sus primeras prácticas con emplastos de pollo tierno, llantén, achupalla y ron alcanforado.
 
Iniciaban su viaje contemplando los potreros chiquianos y las chacras de dorados trigales cual ponchos que el viento cardaba a su paso. A estas alturas del  trayecto el clima todavía es templado. Luego viene la inmensa Pampa de Lampas Alto, ya hace frío, el ichu silba huaynos tristes y el viento baila con los pajonales; después cerros con abundante vegetación perfumada de flores silvestres escoltan el paso de los arrieros, mientras los riachuelos Macocha, Vado, Cajacay y Marca se van ensanchando sirviéndoles de guía en la dura travesía. 
 
Durante el recorrido Armando iba cazando tortolitas, torcazas, tupuc chiquitos, chacuas y vizcachas que cocinaban en improvisados fogones y consumían con sabor a gloria en el lento y difícil viaje, que más de las veces era interrumpido por malos imitadores de bandoleros, amigos de lo ajeno, quienes con la cómplice sorpresa de un zarpazo les arrebataban sus pertenencias, cubriéndose el rostro con pañuelos empapados de sudor cobarde.
 
Siguiendo la senda de herradura van apareciendo bosques de moles pétreas donde el viento gira de un momento a otro. Para cortar camino descienden por angostas cornisas de granito; luego vienen cerros escarpados en cuyas bajadas peligrosas los burros pierden el control y golpean sus cuerpos contra las rocas de los desfiladeros. Muchos cuadrúpedos quedan patas arriba, aptos para el festín de los zorros y las aves de rapiña. 
 
Horas más tarde aparece el río Fortaleza. Allí se multiplican las columnas de cactus con brazos cortos y espinas que punzan el cielo quieto de la quebrada. En el lugar el clima es cálido y abrigador, la modorra hace presa del sufrido caminante y el sueño parece que se va y retorna en un vaivén que enerva la resistencia física. También asoma el miedo a la culebra coralillo y a los mosquitos, y la cabeza afiebrada martilla: ¡paludismo!, entonces la mente apura, aunque los ojos se cierren... Y así van pasando Colquioc, entre arbustos, sauces,pacaes, papayas, paltos, yucas y algarrobos
 
De pronto asoman los cañaverales en el amplio valle. A la distancia la chimenea de Paramonga les da la bienvenida arrojando humo. De ahí para adelante, si no encuentran un camión que los transporte, siguen caminando hasta Tunán o  Cerro Blanco, lugares de aseo, últimas paradas antes de arribar a Barranca en vehículo motorizado. En Barranca, “Capital de la Solidaridad”, permanecen un par de días repartiendo encargos a los paisanos residentes y adquiriendo productos, y retornan a Chiquián que los ve llegar después de 17 días de penitencia.
 
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Hoy, cuando contemplo desde el balcón del recuerdo los abruptos desfiladeros por donde mi abuelo, mi padre y sus amigos arrieros surcaron a pie para llevar un pedacito de la costa a Chiquián, en aquel entonces: 'puerto' de los pueblos aledaños, ahora, 'lugar de paso', elevo mis plegarias por los viejos caminos perdidos en el tiempo, pero que en la mente se levantan como señales perpetuas de fatiga y lágrimas, conservando por siempre las energías de tantos viajeros que palmo a palmo cubrieron largas distancias con pesadas cargas a cuestas, dialogando a su paso con humildad con la Madre Naturaleza que nos brinda el abrigo de sus entrañas...

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En sus vacaciones escolares Armando fue testigo de cómo, pieza a pieza, armaron el primer vehículo automotor en Chiquián, un camión que llegó por partes a lomo de mula y músculo humano, desde Barranca, como regalo navideño de 1929. Esta hazaña sin precedentes en la zona fue realizada por la Municipalidad Provincial de Bolognesi, con el apoyo mecánico de don Benjamín Robles Valverde, quien desde hacía unos años venía trabajando como chofer profesional en Cerro de Pasco y las haciendas “Rontoy” y “Alpas” del norte chico. La caseta  y la carrocería fueron hechas por carpinteros chiquianos con clavo, madera de eucalipto y pintura al duco. Fue también don Benjamín, el que con dedicación y cariño enseñó a manejar sin cobrarles ni un puñado de cancha a muchos chiquianos, entre ellos a Armando, con clases de reparación y mantenimiento. Con los años llegaron los camiones de la familias Roque, Moncada, Alvarado y Aranda, entre otros comerciantes chiquianos, estrechándose el tiempo de viaje a un solo día, con servicio adicional de pasajeros y encomiendas a domicilio, pues en ese entonces no circulaban por la ruta omnibuses, camionetas ni automóviles. En la actualidad, el viaje de Barranca a Chiquián, dura cinco horas en promedio, dependiendo del vehículo y del estado de la vía.
 
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En enero de 1939, Armando viajó a Huaraz, tierra de sus abuelos maternos, donde estudió del primero al tercero de Secundaria en el Colegio Nacional 'La Libertad'. A fines del 40 el aluvión que cubrió de piedra, lodo y árboles caídos dicha ciudad, lo arrastró hasta Lima siendo matriculado en el Colegio Nacional 'Nuestra Señora de Guadalupe', en cuyas aulas estudió el cuarto y quinto de Secundaria, junto a sus compañeros con quienes atravesó momentos de angustia en aquella fatídica noche donde la furia de la naturaleza enlutó a miles de hogares huarasinos. 
 
Al culminar sus estudios y en momentos que se encontraba inscribiendo para postular a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, su amigo chiquiano José Bolarte Pardavé, le comunicó la noticia de que su papá Felipe se encontraba mal de salud en Chiquián y solicitaba su presencia; quedando truncos sus sueños de convertirse en abogado. En esas penosas circunstancias su hermano Rómulo, quien había ocupado un lugar privilegiado en su aula del Guadalupe, postulaba a la Escuela Militar de Chorrillos, donde luego de estar a la vanguardia en los exámenes, como por arte de magia ocupó el puesto 51 de 50 que lograron su ingreso.
 
Como no todo es felicidad en la vida, su papá Felipe, quien pocos años atrás había sido Inca en la Fiesta de Santa Rosa, falleció el 5 de agosto de 1945, y Armando tuvo que radicar en Chiquián para ayudar a su mamá Victoria en la empresa panificadora y el transporte de camiones; mientras Rómulo, apenado por la muerte de su papá y por su frustrado deseo de convertirse en militar, se internó en el valle del Fortaleza donde arrendó el fundo Hornillos dedicándose a la producción de cereales y a la caza de camarones; años después abrazaría la profesión de ingeniero agrónomo.
 
Mamamita Victoria, abuelita heroica, nos diste como legado un padre sencillo y ejemplar; nuestro mejor alimento fue el pan bendito que nos obsequiabas cada mañana. Dedicaste toda tu vida al trabajo honrado, olvidándote de la alegría de las fiestas. El cine y otras diversiones no existieron para ti; nunca te vimos llevar joyas ni maquillaje. Ni un día de reposo en la noble tarea de amasijo, ni siquiera el que te obligaba tu religión evangélica, siempre laborando infatigable, bello signo de tu paso por Chiquián que anidó tus grandes sueños de paloma. Recuerdo tu horno impecable, con palas de madera y tus estantes repletos de latas lustrosas donde dormían las semitas y los ricos bizcochuelos. También recuerdo a tus risueños panaderos Honocho, Policarpo, Pepel y Rococho, a quienes poco a poco vi envejecer con sus rostros tallados por el tiempo y el sudor del trabajo honesto. La práctica piadosa fue el bálsamo para tu alma y cuerpo; fue un sublime ejemplo de entrega que nos enseñaste desde niños: ¡dar, siempre dar, fue tu consigna siguiendo el ejemplo de Jesús¡; hoy tus oraciones y tus cánticos con trompetas que resuenan en el cielo nos arrullan como poemas celestiales. Por todo ello, nunca podré agradecerte por el gran padre que nos diste y porque en tu casa estudié mis cinco años de educación secundaria.
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Así continuó Armando su vida en los cuarentas: fiestero, chupacaña, futbolista y camionero, entre Chiquián, Huaraz, Barranca, Huacho y Lima, siempre procurando el bienestar, no solamente de sus numerosos hermanos, sino también de los chiquianos y los amigos de los pueblos vecinos, con quienes siempre fue solidario y leal compañero a cambio de una linda amistad y cariño sincero que mantuvo, mantiene y mantendrá. Una vez le pregunté si sus compañeros de viaje pagaban pasaje. Él, risueño como siempre, me dijo: 'el servicio de pasajeros de panagra (baranda) no, pero el transporte de carga sí, sino me iba a la quiebra'. ¡Y qué hay de los pasajeros de caseta!, le retruqué. 'También gratis, porque ahí sólo viajaban mujeres y chiuchis', me dijo contemplando el horizonte con sus ojos brillantes...
 
En 1948 contrajo matrimonio con Teresa Jesús Balarezo Calderón, con quien tuvo siete hijos: Mirtha Victoria, Arnaldo Armando (fallecido), Armando Arnaldo, Felipe Segundo, Catalina Teresa, Elizabeth Victoria (fallecida) y Edith Victoria. 
 
Desde los cincuentas a los setentas se dedicó en cuerpo y alma a supervisar los negocios de su mamá Victoria, a administrar una tienda comercial y al transporte de ganado, productos de pan llevar y minerales hacia Lima, y de retorno a Chiquián, productos manufacturados de la costa para abastecer las tiendas de la localidad y las poblaciones cercanas; todo ello, atravesando la difícil geografía ancashina, que para ese entonces sólo contaba con una vía de penetración afirmada y encalaminada, donde las ruedas traseras del camión, de vista a los precipicios, salían sobrando.
 
También se dedicó a compartir con sus compañeros del Tarapacá la responsabilidad de organizar la fiesta de Santa Rosa en la década de 1950, participando como Capitán, Abanderado y Acompañante, con un chinguirito en una mano, con una cerveza en la otra y una palla en cada brazo durante las pinquichidas y las huaylisheadas que se desarrollaban de Umpay a Quihuillán y de Jircán a Shulu; aunque no faltaban las serenatas con arpa y violín, techas de casas con huarastucoj, pinkullo y roncadora, así como los felices encuentros nocturnos en el “Video Pub” de Penco donde Bellota, Jacinto Palacios y Cañita cantaban tangos gauchos, boleros cantineros y huaynos llorones con guitarra y cucharas.
 
Asimismo fue Gobernador, Subprefecto, Comunero y uno de los más entusiastas fundadores del ecológico Tarapacá de sus amores, equipo de fútbol donde militó por muchos años con su zurda prodigiosa, ganando trofeos a lo largo y ancho de Ancash y los pueblos colindantes de Huánuco, junto a sus compadres de la verde, el chinguirito y la cerveza al polo; solo que de las copas ganadas nadie sabe dónde están, seguramente algunas sirvieron de tiestos, otras de ollas y tal vez una que otra de bacinica o tal vez un buen samaritano las donó a algún equipo anémico de triunfos, todo es posible en la “Incontrastable Villa”. En una oportunidad le pregunté si su equipo ganaba todos los partidos. 'Es una ofensa que preguntes eso hijo, pregúntame por cuánto era la goleada', me dijo y lanzó una carcajada a la brisa del recuerdo.
 
Como experimentado lazador de toros para transportarlos a la costa, ingresó muchas veces a los ruedos de los pueblos de la provincia, saliendo victorioso, hasta que una tibia tarde taurina de Santa Rosa (3 SET 63) fue gravemente herido en el cuadrilátero de las mil palincas de Chiquián, y elevado al cielo eternos segundos por los chuecos pitones de una vaca machorra de Jahuacocha que lo encontró en su loca carrera mirando distraído a una palla de Obraje. Lo curioso de aquella tarde de vacas locas, no de arena, ni de cal, sino de tierra que raspaba como lija, estuvo más sobrio que nunca, pues desde el primero de enero de 1960 para adelante nunca más se metió un trago a excepción de un caramelo de licor y otro de menta para endulzar los sentidos. Desde aquel entonces colgó el poncho y la bufanda en la plaza de toros de Jircán. Hoy torea a los bravos en el plato, bien condimentado, encebollado, con abundantes papas fritas y dos huevos montados sin sus yemas, para evitar el colesterol elevado.
 
En agosto del 64, después de una semana de cólicos estomacales fue internado de emergencia en la clínica Good Hope. Allí los médicos lo desahuciaron debido a una severa septicemia producto de una apendicitis que lo consumió segundo a segundo hasta llegar a pesar 39 kilos pijama y todo; pero para asombro de los galenos, cuando ya elucubraban con una inminente necropsia, se levantó como el Ave Fénix y a los dos días reapareció en Chiquián manejando su carro azul. Sus amigos al verlo no lo reconocieron, porque parecía una calavera parlante al volante. Un año después, en ese mismo vehículo, fue hallado inconsciente lejos de la carretera en Pampas Chico cerca de Conococha (4,100 m.s.n.m), sentado con la cabeza pegada al timón, al lado de su amigo Turco. El lento envenenamiento subiendo Raquia, Vinuc, la curva de Huambo, Incahuaganga y Chojlla, fue ocasionado por la rotura de la matriz del tubo de escape del motor, de donde salió monóxido de carbono e ingresó a la caseta dejándolos morados con aroma a panteón... al cabo de unas horas de cuidados intensivos, asistidos por las manos generosas de Víctor Tadeo Palacios, reaccionaron ambos y continuaron el viaje vivitos y coleando. Lo anecdótico fue que no se acordaron de nada y esa misma noche retornó a Lima con cien sacos de mineral del profesor Manuel Roque Dextre y veinte chipas con quesos de Tallenga de la familia Ramos Ibarra.
 
A mediados de los setentas se trasladó a la ciudad de los reyes, donde impulsó la formación de empresas de transportes de pasajeros en Lima, Callao y Ancón, con su hermano Santiago y su primo Pancho Alva, actividad que cumplió hasta 1995 en que fue atraído por el aroma a tierra mojada por la lluvia y a musgo verde de la cascada de Putu, retornó a Chiquián para cumplir uno de sus más bellos sueños, reconstruir con ayuda de su esposa Jesús y su hijo Felipe, la casa materna que mamamita Victoria construyó con mucho sudor y prestó de todo corazón por más de 30 años y que fue casi devastada por los tinyacos del Coronel Bolognesi y los shulacos del Instituto Agropecuario, así como por los detenidos del Puesto de la Guardia Civil y los internos de la Cárcel de Chiquián, que habitaron la casona. 
 
Desde el viaje eterno de su esposa Jesús el 20 de febrero del 2002, radica entre Lima y Chiquián. En Lima como consejero espiritual de sus hijos, nietos y bisnietos, también como lector de la sección modas y pasarela de los diarios matutinos, y en las noches como comentarista familiar de reportajes televisivos de la política chicha y la farándula chola. En Chiquián administra media docena de chacras con muros de piedras y hualancas y un próspero hospedaje popular estrellado, que más que ganancias le da satisfacciones por los servicios prestados a los sufridos viajeros que hacen escala en 'Espejito del Cielo'.
 
'Don Arman', como te llamamos de cariño, en este bello día cumples 83 setiembres primaverales, eres el segundo hijo del matrimonio chiquiano Alvarado Montoro, de cuyo sólido tronco también nacieron los finaditos Rómulo, Ela, Telmo el crespo, Hilda, Medardo, Telmo el lacio, Adolfo y Betty. Hoy nos acompañas en este amado mundo con tus queridos hermanos: Chela, Abel, Edivia, Chanti e Imicha. Un fuerte abrazo papá, te queremos mucho.
 
A NOMBRE DE TUS AMIGOS, HIJOS, NIETOS Y BISNIETOS. MUCHAS GRACIAS POR TU EJEMPLO Y TU CALOR COTIDIDANO, CUAJADO DE DATOS SOBRE TU LARGO ANDAR BOLOGNESINO CON LOS QUE ALIMENTO MI AUTODIDACTA PLUMA. QUE DIOS TE COLME DE BENDICIONES'.
 
Nalo
 
15 SET 2005
 
 
COMENTARIOS DE LIBROS PRESENTADOS EN EL 
 
1st. Hispanic Heritage Book Fair de Miami (Oct.15-19 2018)
 
“EL EXPRESO DEL SOL” de Pilar Vélez (Colombia)
 
Basado en una historia verdadera esta crónica literaria nos muestra las penurias de los colombianos desplazados y con menos recursos. La autora, de forma ingeniosa y con un estilo que atrae al lector –por sus imágenes y sentimiento- nos lleva, en un viaje pleno de verdades, esperanzas y coraje, que refleja tres generaciones que a través de los años sufrieron, murieron y sobrevivieron, hacia un futuro añorado que se plasma cuando el “tren” llega a su última estación.
 
Corintia, su madre y en especial su abuela, son personajes que siempre recordaremos. Ellas tienen características distintas pero, con lo común de la tragedia que aún agobia a muchos pueblos de América Latina, cautivarán al lector y quizá identifiquen a esos seres reales que con sus sacrificios y anhelos luchan por ser mejores, en un desamparo que molesta.
 
Impresiona el detalle de las descripciones de los ambientes, la forma de las expresiones de los conceptos que se manejan y, especialmente, el relato ameno que sabe crear el interés del lector por llegar a cada una de las estaciones por las que nos lleva “El expreso del sol”. Queda un mensaje humano de lo que aún tenemos que construir en el mundo para ser mejores. Es un libro que entusiasma.
 
“NO ES TIEMPO DE MORIR” de Margarita Dager-Uscocovich (Ecuador)
 
Keled y Samira quedarán en el corazón del lector luego de leer esta crónica del horror de la Guerra en Siria. Su autora nos comparte el dolor y muerte que sufren sus pobladores, en esta zona del mundo, debido a un gobierno ambicioso, rebeldes deseperados, la presencia rusa y la insanía del Estado Islámico.
 
Con una narración clara, directa, Margarita nos lleva, poco a poco, a la tragedia de los sirios contada desde adentro donde se truncan las esperanzas de Keled, un niño de 13 años que pierde a su familia y queda ciego para morir luego. Atendido por Samira, bella enfermera, que es todo amor hacia sus pacientes, entrega al pequeño un tiempo de serenidad  dentro del horror de una guerra sin sentido.
 
Pero Samira será protagonista de algo similar a lo ocurrido con Keled. Perderá a su padre para luego huir de su país con su madre y hermana de las cuales se desligará, entre bombardeos y ataques de los crueles terroristas del Estado Islámico. Raptada, humillada, golpeada y violada, la historia de Samira muestra lo terrible de la guerra, en donde nadie quiere morir, pero a veces es preferable partir al más allá porque los dolores de esta guerra absurda son atroces. Finalmente huye de Mosul hacia la libertad y para empezar una nueva vida. Vale la pena leer este libro de Margarita.
 
(Comentarios de Addhemar H.M. Sierralta, peruano).

 

ELLA ERA INFIEL SOLO CON LA MIRADA.
 
Por Andrés Fornells (España). 
 
Se veían todas las mañanas, ella caminando en una dirección, y él en otra. Cruzaban siempre una mirada fugaz sin detenerse nunca a hablar. Él la amaba, y a ella, él no le era indiferente. Ella estaba casada, él era soltero. Él se detuvo una mañana delante de ella y, obligándola a pararse, le dijo con voz vibrante de pasión:
 
—Tú sabes que yo te amo con locura. Que nadie te amará jamás con la devastadora fuerza que te amo yo.
 
—Tú sabes que yo nunca le seré infiel a mi marido. Lo siento por ti y por mí —ella con sinceridad y también firmeza inquebrantable.
 
Él no volvió a intentarlo ninguna vez más. Y envidió al marido de ella como nunca antes había envidiado a ningún otro hombre. Lo envidió por la inmensa suerte de haberse casado con una mujer que, aun no amándole, jamás le traicionaría.
 
Si le ha gustado este relato tal vez le guste también leer mi nuevo libro SED NEGRA. Varios capítulos gratis sobre el mismo en este enlace. 

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(Copyright Andrés Fornells)
 
 
 
LOS VIAJES MARAVILLOSOS (Cuento).
 
Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).
 
Cuento escrito para Anya Cathalina, hija de mi amiga Margarita Dager-Uscocovich, que siguen siendo maravillosos seres humanos a los que todavía les encanta soñar.
 
Quería conocer el mundo y siempre preguntaba a sus padres cómo eran los desiertos, cómo eran las selvas, cómo eran las nieves eternas…por qué había gente de color, gente con ojos casi cerrados, otros pequeños y otros gigantes…también por qué unos eran buenos y otros malos y otros pobres y otros ricos…y cuando iba a dormir pedía en sus oraciones tener, además de las respuestas de papá y mamá, la posibilidad de conocer todo lo que su curiosidad de niña deseaba.
 
Margarita, vivaz y alegre, era una niña de nueve años, estudiosa y obediente que vivía en Guayaquil. Una noche mientras dormía sintió que alguien la llamaba con voz dulce:
 
-      Margarita, levántate, levántate, te estamos esperando.
-       ¿ Quién está allí ?, dijo la niña entre dormida y despierta.
-       Somos  Alí y Hala…queremos mostrarte algo.
 
La pequeña vio a un costado de su cama a un niño y a una niña, tenían como unos diez o nueve años…le llamó la atención verles vestidos a la usanza árabe o del medio oriente y que ellos estaban sobre una alfombra que no conocía.
 
-      Vístete para que nos acompañes a conocer el mundo, dijo Alí. 
-      Déjenme pedir permiso a mi papá y a mi mamá.
-      No lo requieres porque viajaremos en la alfombra del tiempo.
-      ¿Y cómo es eso?.
-      Para tu papá y mamá solo pasará un instante mientras que este viaje lo haremos a la velocidad  del infinito, añadió Hala.
-      No entiendo, dijo Margarita.
-      Será tan rápido que tu cuerpo permanecerá dormido en tu cama. Así si ellos entran podrán verte y no tendrás problema alguno, puntualizó Alí.
 
La niña se vistió y preguntó:
 
-      ¿Y a dónde iremos ?, inquirió la pequeña.
-      Estamos para cumplir tus deseos, dijo Hala.
 
A Margarita se le iluminó el rostro y pensó de inmediato ir a lugares que siempre quería conocer. Y muy contenta exclamó:
 
-      Llévenme a conocer una cumbre con nieve, una selva con muchos árboles y un desierto con mucha arena.
-      Hummmm…estamos casi en la mitad de la tierra…cerca de la línea ecuatorial…y para lograr todo esto más rápido hay un lugar no muy lejano al que podemos ir y así regresar muy rápido para no inquietar a tus padres, indicó Alí.
-      Sería lindo, vamos allí, dijo la niña.
 
Y subiendo los tres en la alfombra del tiempo tomaron rumbo al sur y pronto estuvieron volando sobre una hermosa montaña con nieve en las alturas. Se sentía frío.
 
Margarita deslumbrada por la belleza y el panorama pregunto:
 
-       ¿ Y cómo se llama tan hermosa montaña ?
-      Su nombre es Huascarán y estamos en la Cordillera de los Andes, en Perú, contestó Alí.
-      Es un lugar muy hermoso, replicó la niña.
 
Y luego, como por arte de magia, se encontraron volando sobre un enorme manto verde con ríos rojos y marrones como serpenteando en una enorme selva…bajaron y vieron árboles muy altos que ocultaban el sol que no llegaba a tierra y después entre lagunas llegaron a ríos caudalosos que parecía mares . Un calor tremendo y humedad les rodeaba.
 
-      Qué maravilla y cuántos animales hay, qué hermosos loros, bellas tortugas, tigrillos, monos de todos los tamaños, caimanes, esto es bello, exclamó Margarita.
-      Algún día regresaremos para que conozcas más, dijo Hala.
-      Estamos en la selva peruana y ese río que parece mar es el Amazonas, añadió Alí.
 
Más tarde se elevó la alfombra del tiempo y sobrevolaron unos cerros amarillentos y extensas zonas áridas, con calor muy fuerte. En esa zona vivían lagartijas y víboras pero era algo deslumbrante por los reflejos y ondas en los arenales. Alí le contó a Margarita que estaban en la zona del desierto de Sechura en el norte de Perú. En realidad visitaron lo que Margarita quería ver y aprovecharon la cercanía con su país para hacer más corto el viaje y no preocupar a sus padres.
 
Regresaron a casa y como dijeron Alí y Hala casi no habían transcurrido sino algunos minutos y el papá y mamá de la niña dormían plácidamente.
 
Al día siguiente regresaron y decidieron mostrar, a la maravillada Margarita, cómo vivían los seres humanos pequeños y gigantes en el África. Al otro día marcharon a China para ver a los de “ojos jalados” y todos disfrutaron mucho.
 
Pero dejaron para el final, y no porque fuera menos importante, conocer lo bueno, lo malo y lo feo de los seres humanos. Y para ello marcharon a Siria, el país de Alí y Hala.
Ver el sufrimiento de las familias, donde nadie era ajeno al dolor de la guerra, de la maldad de quienes conducían los pueblos…pero también encontraron seres buenos, solidarios no solo con la gente de su tierra sino con los extranjeros. Vieron miles de inmigrantes, muchos muertos inocentes, el Mar Rojo, estuvieron en Damasco, Aleppo, Sueida, Daraa, Tadmur y otras ciudades. Muchas destruidas.
 
Allí le explicaron a Margarita que el ser humano, independientemente de su raza o etnia, de su religión o condición social o económica puede tener malos y buenos. Las lágrimas brotaron de los ojos de la niña. 
 
Este recorrido, cambió algo en Margarita. Así unos días más al despertar un fin de semana corrió a abrazar a sus padres y les dijo:
 
-      Cuando grande quiero luchar por evitar los odios, las maldades, las guerras y las diferencias entre los seres humanos. Pediré a Dios, que si todos somos humanos, nos de espíritus buenos.
-      Qué bien hijita, dijeron al unísono el papá y la mamá de Margarita.
 
Y de pronto sintieron un ruido afuera de la casa. Los tres se asomaron por la ventana y vieron sobre la alfombra del tiempo, que se elevaba al cielo, a dos niños que les hacían adiós. Eran Alí y Hala.
 
-      Son mis amigos, dijo Margarita y mientras sonreía, y unas lágrimas caían sobre su rostro, ella explicaba a sus padres de sus viajes maravillosos en la alfombra del tiempo.

 

  
 
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Fuente: 

TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL
 
 
Addhemar Sierralta
 
Año 10 Nº 338 de 12 de noviembre de 2018