viernes, 3 de noviembre de 2017

3 DE NOVIEMBRE DEL AÑO 1900: FUNDACIÓN DE SANTIAGO DE CHUCO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: EL ENCANTO DE MI ALDEA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 


CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2016 AÑO
CONSTRUCCIÓN DE CONCIENCIA
Y CONCRECIÓN DE SOLUCIONES
 
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TUPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
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PRÓXIMA ACTIVIDAD
“LA FIESTA
DE LA PALABRA
EN EL AULA”
EXPOSITOR
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
VIERNES 11 DE NOVIEMBRE
3:00 A 6:00 PM.
AUDITORIO
FACULTAD DE EDUCACIÓN
CIUDAD UNIVERSITARIA
UNIVERSIDAD NACIONAL
MAYOR DE SAN MARCOS
 
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EL ABOLENGO DE MI TERRUÑO


Siempre Santiago de Chuco fue región que atrajo a los grandes exploradores de minas que llegaron obsesionados por las ricas vetas de oro que desde tiempos remotos, anteriores al imperio incaico, habían dado prestancia a estos ayllus y panacas ahora concentrados en una hermosa villa de calles empedradas y casonas ensimismadas bajo el plenilunio de las noches serenas.
Tanto fue así que un viajero y explorador de leyenda de aquella época, como fue don Fermín Málaga Santolalla –probablemente el personaje que se describe y relata cómo el ingeniero de minas en la novela “La serpiente de oro” de Ciro Alegría– llegó y se quedó por algún tiempo en Santiago de Chuco.
Se alojó en la casa colonial de don Santiago Calderón ubicada en la antigua calle de El Convento y donde décadas después construyó allí una casona de tres pisos Don Pablo Alcántara, y que pronto funcionara en ese lugar el primer cinema que encendió sus lámparas en la ciudad de Santiago de Chuco.
Fermín Málaga quien desde joven era un personaje acaudalado pidió a don Santiago Calderón la mano de su hija María. Era un joven apuesto, rico y en todo sentido honorable, y María una bella y grácil joven educada en el molde de las virtudes aldeanas. Sesionó el consejo familiar, y la respuesta fue:
– Las hijas de las buenas familias de Santiago de Chuco no se casan con foráneos.
Tal era el orgullo y la autosuficiencia de la sociedad de este pueblo legendario, de huertos floridos y “curahuas” festoneadas de cactus, malvas y geranios, y en verano de sunchus amarillos; de un aire límpido y un cielo azulino, donde se había constituido una sociedad de gustos exquisitos y de refinado abolengo, con una filosofía de la vida de profundo misticismo y de acendrada aristocracia del espíritu.


DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
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POR EL CUMPLEAÑOS DEL MAESTRO DANILO SÁNCHEZ LIHON / 3 NOV. 2017



 Maestro Danilo

Hoy día y todos los días, es menester recordar que la  voz es la llave del misterio y los deseos.

La voz es  la llave del ruego que abre el entendimiento y bifurca cielos en  risas de ironías como espinas de cactus para la reflexión.

Y tu voz, brotada de  las entrañas infalibles del silencio clamoroso vallejiano, hurta la  Luz  Prometeica  para la siembra del futuro en la piel andina del Perú.

Antorcha o  voz: Capulí, Vallejo y su Tierra, Forja de la Utopía andina, despierta y proclama los vientos de paz como espigas de justicia. Porque solo en la justicia, es posible la  resurrección de los caminos. Y tú eres la deidad efectiva de la esperanzas, el bordoneo oculto de las querellas que  arman  besos con vientos que vienen y van con antorchas confusos de fe y de dudas para armar la utopía andina.

Así pues, maestro Danilo Sánchez Lihón, en tu voz, el clamor celoso de la conciencia con su cetro sacrílego de compromisos, corona responsabilidad.

Con su prosa poética, demuestra que La justicia es la frialdad  de la paz alimentada por  ternura poética; y no es posible el fuego de la ternura,  en donde la justicia sea papel quemado.

La justifica puede multiplicar los panes, transformar guerras de rapiña en proclamas fraternas y brindis  de amor. Y la justicia, no lo hacen los jueces y sus argumentos tramposos, sino, las conciencias, buscando en la verdad, la utilidad de  la vida y no  justificación de  canalladas con rectitud de leyes torcidas.

Así pues, Maestro Danilo Sánchez Lihón, toda evocación, arrugando  el ceño en la articulación confusa de las gratitudes, es  santuario de la piedad con uno mismo ante la distancia que se escurre de la memoria.

Feliz día, maestro Danilo Sánchez Lihón, gracias por su militancia por un Perú más justo, vallejiano, fraterno y eterno.

Un abrazo, de un poeta caminante.

Régulo Villarreal Dolores
 
3.11.17

 
3 DE NOVIEMBRE DEL AÑO 1900
 
 
FUNDACIÓN
DE SANTIAGO
DE CHUCO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


 
EL ENCANTO
DE
MI ALDEA


 Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Entre ponchos
y rebozos
 
El lugar donde yo nací es un lugar recóndito y hermoso, abrupto y en algunos aspectos difícil e inextricable. Muy complicado de llegar en el sentido de su aislamiento y soledad. Pero, al mismo tiempo, un lugar que es difícil de dejar de amar: sus caminos, sus colinas, sus hondonadas, sus flores extasiadas.
Más aún aquellas que se asoman ingenuas o impenitentes hacia los barrancos. Y las otras que brotan entre las piedras y en las rendijas de los muros para ofrecernos sus corolas y sus pétalos de colores estallantes.
Difícil dejar de amar los ojos de sus niños, la mirada transparente de sus mujeres, sin escollos ni barreras sino francas, confiadas y fraternas, que recorren incansables los senderos.
Sus faldas ribeteadas de cintas, grecas y encajes, representando flores, hojas y frutos del campo. ¡Su cielo añil! Y, al lado de su escabrosidad, su limpidez en todo; especialmente en su gente. Y el alhelí de sus huertos. Y sus muros colmados de manzanas que maduran sobre los muros y tienden su dulzura hacia la calle entre los cactus ariscos.

2. Boga
imponente
 
Así es Santiago de Chuco. Y entonces, cómo no identificarse con la luz de su sol, con el sol que allí alumbra; con sus niños y niñas plenos de anhelos, que albergan sueños, esperas y grandes ilusiones.
Cómo no identificarse con la naturaleza, con sus campos sembrados, con sus colinas doradas, con las gamas de verdes que se extienden por sus planicies.
Con las cañas de mayo que algunas son jugosas, heladas, azulinas. Que esas mismas son dulces como la miel o la ambrosía. Con el pan de sus mesas y que es un alimento sacramentado, ritual y bíblico.
Con la una que se desmaya dejando enredada su túnica azulada en las ramas de los alcanfores, y ahora boga imponente en el cielo sereno.
¡Cómo no identificarse en su suelo con la ternura de los labriegos que se tiempla y adelgaza en la prueba y en el trance del trabajo, y frecuentemente del dolor!
 
3. Siento
un total respeto
 
Pero también con la esperanza que se esconde muy honda en el alma y el candor de todos los que allí habitan, hombres y mujeres.
El amor infinito que se tienen. Y con que acogen al peregrino y al visitante. Y al hijo pródigo que regresa.
Yo confieso: que, cuántas veces lo he anhelado, he sido otra vez en mi tierra el niño aldeano acogido y aceptado entre ponchos y rebozos de la gente sencilla a la cual quiero y con quienes me identifico total y plenamente.
Amo sobre todo de aquella gente buena sus preguntas, sus expectativas, su inquietud impaciente porque las situaciones cambien y mejoren.
Me identifico con la limpidez de sus secretos, el amor furtivo de las muchachas que escogen al varón fuerte, al duro e íntegro para el amor y el trabajo.
Y siento un total respeto a su pena, a su historia, desgarrada que es también mi historia, por ser mi pueblo y también el tuyo, mi hermano.
 
4. Ni
una calle
 
Amo todo lo que no me cupo en suerte conocer. Como aquello que ni siquiera pude tocar.
La niña que amé hasta desangrárseme el alma en mi infancia no supo ni sabe nada de mí.
Y cuyo temblor de su mano extrañaré hasta la infinitud, como algo que no me cupo en gracia tocar ni palpar, sentir ni tener.
No guardo en mi experiencia el calor de su piel, anhelo que llevaré hasta que el pálpito cese en mis venas.
Amo lo que no fue, la nostalgia infinita de aquello que quise tanto y no alcanzó a concretarse ni existir.
No hay en mi historia hacia aquella niña, ni una cita, ni una calle, ni un sólo instante de habernos cobijado bajo un alero de los que tanto adoro.
Y mi voz nunca se unió a su voz, ni en una pregunta ni en una respuesta, ni importando si esta hubiera sido exacta o titubeante.
 
5. Es
fuente
 
Y pienso para consolarme que fue mejor así, para que todas las citas, todas las calles, todos los aleros y todas las voces sean las de ella. Y yo viva infinitamente enamorado de lo que está detrás, oculto en la eternidad, allí en mi pueblo mínimo y candoroso.
Por eso, es significativa hacer la travesía y llegar hasta Santiago de Chuco en la caravana que año tras año realiza el movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, porque ello constituye el viaje a la raíz, que somos hacia adentro y hacia afuera.
Y es la proyección hacia el futuro que queremos ser y el vuelo hacia lo distante. Y el vuelo hacia lo alto y a lo lejos. Es empinarse hacia la transparencia y la infinitud.
Esta peregrinación, también denominada Telúrica de Mayo, es sumergirse en la entraña de nuestro ser, para alcanzar a renovar nuestra identidad, aparentemente perdida pero más bien latente, soterrada y escondida, donde Santiago de Chuco es fuente.
 
6. Entrañas
de amor
 
Viajar a Santiago de Chuco es el testimonio de que apreciamos que en el ámbito interior del país se encuentra lo mejor de nosotros mismos.
Incluso, que al interior del ser del hombre cabe toda la dinámica social y, dentro de ella está lacerante el drama del retorno y del adiós, antes que externamente, al venir unos y marcharse e irse otros.
Es constatar cómo en nuestro propio ser se hace y deshace al mismo tiempo, con grandeza y pesar, el mundo y la vida, en lo escondido de las casas, las calles y el paisaje, como en la intimidad del alma de su gente.
Santiago de Chuco es "... ríos de luz y entrañas de amor", en la frase con que lo definiera el poeta César Vallejo, donde hasta las paredes y las piedras rezuman amor y ternura.
Y en otra oración que dijera el autor de los Poemas Humanos en relación a su pueblo es: “Ciliado arrecife donde nací”.
 
7. Lo mejor
de nuestro aliento
 
Y volvamos por el alhelí, que allí luce con todo su esplendor, con toda su luz, secreto y perfume, aunque nadie pose sus ojos ni perturbe su silencio arrobado.
Viajar y llegar hasta su plaza es sentir el Perú profundo: el risco, la lluvia que cae y la pluma del alba que somos y que se eleva, erigiéndose y desplomándose en el fondo del ser y de nuestro destino.
Es importante y significativo conocer el perfil de sus montañas porque con el amor que él nos inspire propugnaremos el retorno de los hermanos que se han ido. Y con la visión que él nos plantee se nos hagan claros los caminos, sus desafíos y las soluciones que avizoremos.
Retos y pruebas en cuya forja pongamos nuestro empeño, dedicando lo mejor de nuestro aliento y nuestra vida, por difícil  que ello sea, en la construcción de un orden nuevo en el Perú, que ha de ser aquello que nos salve y nos redima.
 
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