domingo, 17 de septiembre de 2017

17 DE SEPTIEMBRE, 1822: SE INAUGURA LA BIBLIOTECA NACIONAL - FOLIOS DE LA UTOPÍA: AVE FÉNIX Y LLAMA VOTIVA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 


Construcción y forja de la utopía andina
 
2017 AÑO
DE LA IDENTIDAD Y DEL PATRIMONIO
INALIENABLE DE NUESTROS PUEBLOS
 
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL

 
*****
GARÚA
Tus labios que nunca pensé
besar,
que hoy me duelen, que hoy
inclinan
mis hombros, haciendo más
lentos
mis pasos. Que me dan sed;
que hoy
me entumecen y empapan
 de pies
a cabeza. Y me estremece.
¡Garúa
que moja y enluce las calles
de Lima!
Pero, ah, tus labios infinitos
como el
mar, altos como una estrella,
 raíz y
flor que desbordan en un río.
Tus labios
en el instante de mi muerte,
cuando
trate de justificar a mi vida.
En el momento
de perder y recuperar todo.
Tus labios
húmedos y resecos; breves
y abiertos.
¡Puros y llenos! Encendida
y apagada
fogata que los desesperados
elevan y
hacen arder en sueños. ¡Tus
labios
que dan de ti y nos quitan de
ti.
Que he vuelto a palpar en la
noche,
en inextinguible y ya eterna
despedida.
DANILO


*****
17 DE SEPTIEMBRE, 1822
 
SE INAUGURA
LA BIBLIOTECA
NACIONAL

 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
AVE FÉNIX
Y LLAMA
VOTIVA
 

Danilo Sánchez Lihón
 
 
…y un libro, yo lo vi sentidamente
un libro, atrás un libro, arriba un libro
retornó del cadáver ex abrupto.
César Vallejo
 
 
1. Lo mejor
de sí mismo
 
Hoy día, 17 de septiembre del año 1822, se inaugura la que será llama votiva de América, la Biblioteca Nacional del Perú, después de un año y 20 días de haberse promulgado su fundación, por Decreto Supremo del 28 de agosto del año 1821, refrendado por el Libertador don José de San Martín y don Juan García del Río, apenas a un mes de declarada la Independencia del Perú.
Ha sido fundada en el fragor de las batallas para consolidar la emancipación de los pueblos de América del Sur recién acabada de configurar con la libertad del Perú, y al calor de los ideales de erigir en nuestros suelos grandes naciones y sublimes esperanzas; y con las alas abiertas para aspirar a construir aquí y ahora un mundo mejor, y la utopía largamente anhelada por el hombre sobre la faz de la tierra, de una vida en concordia universal. ¡Y ese es el espíritu con que se vive hoy día!
El General José de San Martín, hombre bueno, noble y sabio, ha sido el primero en donar sus libros de cabecera para acumular sobre esa base sus colecciones futuras, edificando así ese sueño permanente de libertad. Qué nosotros leamos sobre lo que él ha leído, ¿no es una herencia suprema? ¿No es legarnos lo mejor de sí mismo? Porque no es su espada ni su uniforme de militar lo que nos lega ¡sino sus libros sobre los cuales él ha soñado!
 
2. Antorcha
fulgurante
 
Siendo así la Biblioteca Nacional del Perú se funda con el propósito de consolidar la idea de la libertad y alentar siempre la forja de la utopía social. Es decir, en su cimiento está el sueño de libertad más acrisolado, pues lo fundó el mismo General que liberó gran parte de la América del Sur.
Ocupa el cargo de primer director el clérigo arequipeño don Mariano José de Arce, un místico de la bondad humana, y el local escogido para su funcionamiento es el antiguo Colegio del Príncipe, ahora denominado Colegio de la Libertad.
Así se funda esta institución tutelar pensando en América de la cual el Perú es centro y, en gran medida, matriz. En menos de 60 años este anhelo se consolida de tal modo que llegó a ser la primera institución cultural en América del Sur considerada así por los hombres de letras más sobresalientes y los viajeros ilustres que la visitaron en esa época.
Sin embargo, dicho arquetipo se vio destrozado por la bota de un país títere del imperialismo inglés, que después de la ocupación de Lima en febrero del año 1881, aquella llama votiva y antorcha fulgurante fue convertida en ruinas.
 
3. Los barcos
que partían
 
Aquel sueño de la libertad de América fue saqueado, pisoteado y convertido en muladar por las tropas chilenas, al ser utilizado como cuartel de un regimiento de caballería en la ocupación de Lima en la infausta Guerra del Pacífico.
Y allí puede verse en contraste y en perspectiva lo que hacen unos y otros hombres. Y unos y otros pueblos. Y en el juicio y las responsabilidades que tienen que asumir ante la historia.
Sus libros, muchos de ellos incunables, sufrieron expolio, destrucción y los más codiciados fueron enviados hacinados y a montones– en los barcos que partían del Callao a Valparaíso.
A Chile arribaron en dos viajes sucesivos de sus embarcaciones 103 grandes cajones y otros 80 bultos que fueron recibidos y catalogados por Ignacio Domeyto y Diego Barros.
Y en agosto de 1881 se publicó en el diario oficial de ese país el inventario realizado bajo el título: “Lista de libros traídos del Perú”. Luego, y finalmente, los que no se pudieron llevar fueron quemados. Cuando se asume la tarea de su reconstrucción apenas se encuentran 700 ejemplares esparcidos de los más de 300 mil documentos que lo integraban antes.
 
4. ¡Y qué
grandeza!
 
Una desgracia así, por el patrimonio que sus colecciones significaron, es sólo comparable en su holocausto a la destrucción y al incendio de la Biblioteca de Alejandría. La misma que fue fundada por Ptolomeo en el año 306 a. de Cristo, e incendiada, aunque en este caso no de manera intencionada sino casual, en el siglo primero antes de la era en que vivimos. Y fue cuando Aquilas en noviembre del año 48 a. C. asedia a julio César y a Cleopatra, y lo hace con cruce de teas incendiarias, y que en el intercambio y en plena acción bélica, se produce el incendio.
Pero frente al salvajismo y perversidad que aquí se perpetra se levanta, como un gigante que la reconstruye, el famoso tradicionalista Don Ricardo Palma.
A la espada de sueños de don José de San Martín en su edificación se une ahora el corazón y la pluma del autor de las tradiciones peruanas. Quien fue llamado desde entonces el “Bibliotecario mendigo” por el peregrinaje, la terquedad y porfía que puso en recoger y solicitar libros por todo el mundo. ¡Y qué grandeza! ¡Porque toda América, España y el mundo entero respondió!, y otra vez concurren para ayudar a levantarla y sobresalir de aquella desgracia impuesta a este sueño de libertad.
He aquí una de las cartas que Ricardo Palma dirige a uno de sus amigos, académicos y escritores de todo el mundo:
 
5. El pan
de la inteligencia
 
Lima, noviembre 20 de 1883
Señor Don
Marcelino Menéndez y Pelayo
Madrid
Muy señor mío:
La antigua y rica Biblioteca del Perú fue transportada a Chile. En el último cuarto del siglo XIX han sido los libros, el pan de la inteligencia, considerados como botín de guerra. Hemos retro-cedido a los tiempos bárbaros del califa Omar.
El Gobierno del Perú ha decretado la fundación de una nueva Biblioteca honrándome con la dirección de ella. El país ha acogido con entusiasmo el propósito y, en menos de quince días, he recogido donativos por más de cien mil volúmenes.
La nueva Biblioteca, según el decreto, debe ponerse a disposición del público el 28 de julio próximo.
Un Bibliotecario mendigo se dirige, pues, al ilustre literato, para pedirle la limosna de sus obras, y que avance su caridad hasta solicitar de sus esclarecidos compañeros, en las Academias de Historia y de la Lengua, contribuyan a la civilizadora fundación encomendada, más que a mis modestas aptitudes, a mi entusiasmo y perseverancia.
Me es grato presentar a usted mis respetos y ofrecerme como su muy sincero admirador y amigo.
Ricardo Palma
Correspondiente de la R.A.E
 
6. Allí
se acrisola
 
Otra vez la Biblioteca Nacional del Perú se convirtió en el sueño que abrigan y al que dan calor muchas mentes y almas generosas de todo el mundo. Así llega a tener pronto 600, 700, 800 mil volúmenes, sólo comparable a la Biblioteca del Congreso de Washington en Estados Unidos. Y se convierte en el centro del debate intelectual de su época. A ella acuden jóvenes a construir, a la luz de los libros, sus sueños, ideas y utopías. A ella acuden las conciencias en busca de la luz de la verdad.
Allí se acrisola la mejor poesía, la mejor narrativa y el mejor ensayo del movimiento indigenista. La gloriosa generación Colónida de Abraham Valdelomar bebe de esa fuente, época en la cual la Biblioteca Nacional es el crisol, la fragua y el yunque que forja y hace posible la prestigiosa generación de intelectuales que afloraría después, en el año 1945.
Lamentablemente, la noche del 10 de mayo de 1943, ocurrió otro suceso desgraciado: el pavoroso incendio que prácticamente destruyó todas sus extraordinarias colecciones. Salas íntegras de las cuales no se pudo rescatar absolutamente nada, y hasta quedó seriamente dañada su infraestructura, en el antiguo Convictorio de San Carlos, hoy Centro Cultural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en el Parque Universitario en el centro histórico de nuestra ciudad capital.
 
7. Utopía
posible
 
Allí aparece otro gigante para hacerla renacer, como la mítica Ave Fénix, de los escombros, de los carbones restallantes y de las cenizas tumefactas en que se convirtieron los valiosos libros. Y sobre el lodo y la pena que cubría sus volúmenes, se funda la Escuela Nacional de Bibliotecarios, en base al voluntariado de los jóvenes, hombres y mujeres casi adolescentes, que hasta altas horas de la noche y hasta en la madrugada, rescataban libros del fango acunándolos en su regazo.
Y allí mismo, imaginando otra vez sobre esas ruinas se diseña y construye el edificio de la Avenida Abancay que hasta ahora funciona. Así, a la espada de los sueños del Libertador, al corazón y la pluma generosa del Bibliotecario Mendigo se suma la moral y el registro minucioso del historiador de la República, el eminente don Jorge Basadre, que viviera en su Tacna nativa en época del cautiverio. Hoy día, mirémosla, ¡tan lozana, orgullosa y esperanzada en su nuevo y flamante edificio de la Av. de la Poesía!
¡Gracias a los hombres y las mujeres que en ella trabajan! ¡Gracias al esfuerzo y la devoción de muchos peruanos que la han puesto así de pie, regia y soberana, que nos da gusto ostentarla con orgullo y veneración. ¡Vean cómo en ella se estudia, sueña y trabaja! ¡Gracias a todos los que lo han hecho posible!, a quienes saludamos y felicitamos por ofrecernos una casa primorosa y significativa como ésta. Y gracias a todos quienes la imaginaron, ¡y la hacen cada día utopía posible y llama votiva de América!
 
 
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