Danilo Sánchez Lihón
1. Se la veía
hermosa
Murió
a los 31 años de edad sufriendo dolores horribles que ella rezó para
que Dios los aliviara en ese supremo momento a fin de que no le
arrebataran la conciencia de su tránsito a la gloria. Sufría de
artritis, tuberculosis y tenía paralizado mitad del cuerpo a
consecuencia de un derrame por los muchos ayunos, penitencias y
sacrificios a los cuales se sometía. A flor tan excelsa ni la muerte
pudo arrebatarle su belleza, como lo muestra el retrato que se le hizo
recién después de muerta no dejándose ella nunca antes ni siquiera dibujar por el recato que le producía su hermosura.
Fue
sorprendente cómo al conocerse la noticia de su deceso, pese a haber
sido una doncella retraída y confinada entre cuatro muros como ella
quiso y eligió vivir así, una inmensa multitud colmó las afueras de la
casa de sus protectores don Gonzalo de la Maza y de doña María de
Uzátegui, en donde ella se había trasladado a refugiarse y en donde
murió.
Gracias
a que la casa tenía dos patios y dos puertas a la calle empezaron a
desfilar la muchedumbre conmovida y reverente. Se decidió entonces
trasladar sus restos a la iglesia de Santo Domingo distante diez
cuadras. La multitud colmaba las calles y hasta las azoteas de las
casas. Se la veía hermosa como si estuviera dormida.
3. Gracia
divina
Y
no solamente tocaba la guitarra sino también el arpa y cantaba
solitaria con encanto, intensidad y arrobamiento sumos, al punto de
expresar estas palabras: “quitarme a mí el cantar es lo mismo que
quitarme el comer”.
El cantar está alabado en Santa Rosa incluso en aquella anécdota que cuenta el tradicionalista don Ricardo Palma.
En
ella se refiere que siendo aún niñita muy tierna su madre decide
cocinar a un gallito de la casa que según la señora era inútil porque ni
siquiera cantaba ni para despertar a la familia en el alba.
Entonces la niña coge disimuladamente al gallito y le dice susurrándole al oído, pero en tono y con compás de melodía:
Pollito canta,
canta de prisa
pues si no cantas
mi madre te guisa.
Y
milagrosamente el gallito se puso a cantar con tal denuedo que la madre
contenta de la ocurrencia y la inocencia de ambas criaturas le perdonó
la vida del gallito y se quedó pensando qué gracia divina era aquella
que iluminaba a esa criatura y a ese ser angelical que era su hija.
2. Y así
se elevó al cielo
Un mes antes de su muerte visitó su casa paterna para despedirse de ella, pues sabía que estaba próxima a morir.
Ese
día en su ermita se puso a cantar tocando la vihuela y entonando coplas
que improvisaba, mirándolo todo con embeleso, especialmente las flores.
Y
según los testigos irradiaba una luz tan intensa como si en esa ínfima
cabaña brillase un lucero y todo el huerto estuviera sumido en éxtasis.
Pues
entre sus prodigios se refiere que hasta los árboles inclinaban sus
ramas a su paso, y le hacían coro las avecillas, los abejorros y hasta
los mosquitos la ayudaban y acompasaban con sus melodías.
Murió
el día jueves 24 de agosto a primeras horas de la mañana. Al morir
quiso y pidió que su amiga Luisa Daza cantase para ella y tocase la
guitarra.
Y
así se elevó al cielo, con las notas pulsadas en las cuerdas de una
guitarra y acompañada por los compases de las coplas y el sentimiento
hecho cantares. Acompañada del arte que ella tanto había amado.
4. Ternura
infinita
Por
eso, el día 30 de agosto, así como la festividad de Santa Rosa de Lima,
también se celebra en el Perú el Día de los Guitarristas en honor a
nuestra santa quien, pulsando las cuerdas de su guitarra, oraba,
componía coplas, rimas y cuartetas dedicadas a su amado Jesús, y que han
inspirado a Octavio Santa Cruz, tañedor eximio de ese instrumento, a
escribir este poema:
A LA PATRONA DE LOS GUITARRISTAS
Por la ternura infinita de su canción redentora
la nombramos
Protectora
de todos los guitarristas.
Por su llanto silencioso.
Por su inefable candor.
Por llevar nuestro dolor en su corazón gozoso.
Por el gesto generoso.
Por su fragancia exquisita.
Por darle al que necesita: salud, comida, consuelo.
Por su incansable desvelo.
Por la ternura infinita.
5. Guitarrista
milagrosa
Por preferir el tormento.
Por evitar el reposo.
Por escoger el sollozo.
Por renunciar al sustento.
Por hacer diario el portento.
Y por tornar creadora
la misteriosa
y sonora
expresión del sacrificio
como secreto prodigio
de su canción redentora.
Por penetrar los arcanos
con su verso cadencioso.
Por su canto melodioso.
Por pulsar con sabias manos,
los guitarristas peruanos
hoy le decimos:
cantora,
vihuelista,
tocadora,
guitarrista milagrosa.
Y a más de llamarla hermosa
La nombramos Protectora.
6. Ese
solaz
A ella que sabe cantar
mientras su pecho desgarra
y que pulsa su guitarra para ponerse a rezar
le hemos querido brindar
nuestra rima
siempre lista.
Más no como un decimista
que a “lo divino” se asoma,
sino como a la Patrona
de todos los guitarristas.
Y
es que nuestra Santa además de ser muy hermosa, tenía mucha
sensibilidad artística. Y su consagración mística plena y total se daba
en total armonía con la naturaleza.
No
así con su cuerpo al cual flagelaba tanto que solo por referir un
detalle: quemó sus manos que eran finas, hermosas y motivo de unánime
admiración.
Y
lo hizo sumergiéndolas en un recipiente de cal viva a fin de que no
causaran ese solaz y dejaran de alabarlas; porque eran contorneadas, con
relumbres nacarados y tersas como de fino alabastro.
7. Flor
tan excelsa
Lo
extraordinario de Santa Rosa de Lima es la conmoción que alcanzó a
generar en su época, tanto a nivel local como en una dimensión
ecuménica, difícil de alcanzar en un mundo fragmentado y sin
comunicaciones. Tanto que fue así que se resalta cómo, apenas a 50 años
de vida, en una tradición que duraba siglos para una personalidad del
misticismo, ella alcanzara el pleno reconocimiento y fuera elevada a los
altares en menos de 50 años del proceso de su canonización en Roma,
siendo declarada Patrona de Lima, el Perú, América, Filipinas y las
Indias orientales.
Lo
extraordinario es cómo desde el recato y la más oprimida, severa y
acendrada intimidad, tapiada en vida en una ermita que ella misma se
construyó en el patio de su casa y en donde flagelaba su hermosura,
traspasa desde allí fronteras, continentes, etnias, lenguas e ideologías
humanas y se hace un referente universal de devoción consagrada. Lo
extraordinario es el asombro de cómo en estas tierras consideradas
primero ariscas y bárbaras, y después una ciudad como Lima galana,
cortesana y licenciosa, podía alcanzar pleno esplendor una flor tan
excelsa en amor consagrado a lo sublime y excelso, que es en síntesis lo
que representa Santa Rosa de Lima.
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