FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
ES CAVAR
EN LAS NOCHES
PROFUNDAS
Danilo Sánchez Lihón
1. Sombras de luz,
torrentes quedos
Poesía es lo que fluye, sin mano que lo ataje y sin brazo que lo ciña.
Emerge
y brota al libre albedrío, sin razón, ilación ni juicio; en completo
desatino, indiferente a su ventura, azar o su desgracia.
Es lo que fuga, pero también lo que se aprisiona; es lo que huye, pero también lo que se enreda, aquieta y permanece.
Es lo que se guarda y lo que se dilapida.
Es la licencia y la norma, el vuelo inalcanzable y el hielo que espejea.
Poesía
es revelación, conmoción y crisis. Es trazar el perfil de algo muy
querido, lejano, incomprensible. Es lo inconfesado de uno mismo en el
espejo.
2. Alumbrar
el enigma
Es paz que estalla.
Lluvia que no se fotografía.
Aleteo que se perenniza. Levedad que se torna en algo grave.
Es asir lo efímero, sin que se sienta preso.
Es tejer la hebra de cabello que hace la ruta del vuelo de una golondrina, y tener el nido que lo abriga.
Es palpar lo eterno en lo fugaz. Son espadas, puñales, atisbos que fulguran en plena oscuridad.
¡Oh, poder de la poesía para desencadenar un rayo y alumbrar el enigma, con otro enigma!
3. Voz
de tiempo
Es voz y silencio que se muerden. Temblor y vida que rezuma el tiempo, que lo alisa, afina y sumerge.
Poesía es poner a prueba el tiempo, aquello que lo tiempla, lo reduce y lo estira.
¡Tiempo!,
que ella hace piedra preciosa, quinta esencia, perla viva, edad que
perdura. Tiempo que se sintetiza y se torna brillo, eternidad, diamante.
Porque
el tiempo nos deja a lo largo de sus hondos e infinitos precipicios,
marcados estos hitos, y estas señales de auxilio, estos avisos urgentes e
imposibles a favor de la vida y en conmiseración de la muerte.
El tiempo que apretuja entre sus piedras estos brotes, que ensalza en su tallo más alto esas luces y esos fuegos fatuos:
4. Batallas
y gestas
Flor
de la pitajaya, luminosa, fulgurante, inalcanzable; que le disputa
rojos y amarillos al sol; y en torno a la cual sucumben las aves con
intensidad y furor en sus vuelos.
Los poemas son girasoles de tiempo y los poetas son sus aparceros.
El
tiempo, con su sabiduría que acrisola estos tenues albores y trazos:
los poemas; que son su pasión, su gracia y su antojo de ser.
¡El tiempo!, ese monarca a veces achacoso, de caminar tambaleante, quien aguza estos tatuajes y vestigios.
En poemas que son cicatrices de batallas y gestas en su devenir silencioso y como tributo a los dioses, a sus pasos y caminos.
El
tiempo que arrastra su manto de rey o su capa de mendigo por las
baldosas. El tiempo en su cuerda suprema y en su nota infinita.
5. Y noches
insomnes
Poesía son los seres a pesar de sus nombres, es caminar en silencio bajo los árboles.
Es cavar en las noches profundas.
Es rayo que no cesa.
Son relaciones prohibidas, es lo simple y lo compuesto.
Son los pasos en la escalera y en la morada oscura cuando nos quedamos a solas, como niños castigados.
Los sonidos mínimos de la calle que resuenan en las habitaciones encerradas, en las noches insomnes,
Son los recuerdos y las cosas escondidas.
Es sumergirse en las aguas primeras de la vida y del amor.
6. Es el mañana
que se va
Poesía es el mar inconmensurable que nos habita. Donde no hay huellas. Por aquí antes nadie pasó por estos páramos.
Donde
tus pasos son las primeras señales en estos parajes. Y son a la vez la
huella del tigre, del elefante, del jabalí. Y del ángel.
Son negras carabelas capturadas por navegantes ebrios.
Es el hondo silencio de las estrellas. El claro silencio de la flor. Es el agua que roza en su vaivén la quilla.
Es lo pasajero, lo efímero. Una imagen que se esfuma, lo que entierra y devora el tiempo.
Es esta tarde y todo lo que no volverá. Y tú como si nada ocurriera.
Es el ayer que viene, el hoy que sale a su encuentro y el mañana que se va.
7. Son
ínfimos detalles
Es el alma humana que enfrenta una tormenta. Es atalaya, minarete, luz que fulge junto a las estrellas.
Es brazo y defensa de la vida. Es pregón, es clarín, es proclama.
Es el alma humana en el gobernalle de una nave en la noche tenebrosa bajo la tempestad.
Es faro que titila y alumbra. El temblor de un cuerpo que se estremece al atravesar una borrasca.
Es el valor de arriesgarlo todo, de dar la vida, de pararse al borde del barandal decididos a todo.
Son dos pechos estremecidos en la sombra. Es una mirada, un gesto, son ínfimos detalles.
Es el amarillo viejo que tienen algunos pañuelos sobre los cuales se ha llorado.
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