lunes, 6 de marzo de 2017

EL MUNDO AL REVÉS: EL FESTÍN DE LA CORRUPTELA - ESCRIBE LUIS GARCÍA MIRÓ ELGUERA


EL MUNDO AL REVÉS:

EL FESTÍN DE LA CORRUPTELA



Todo lo que rodea esas historias de corrupción tejidas alrededor de hechos reales –fruto de la podredumbre sembrada en el país por mandato del régimen izquierdista brasileño, a través de una escuadra de constructoras venales a su servicio– tiene ribetes falsos. La escoria no sólo circunda a la clase política; asimismo a la burocracia, al empresariado, a los gremios, etc. Por ejemplo, los abogados. Todos esos contratos han pasado por manos de poderosos estudios cuyos letrados encontraron la forma de eludir –sino burlar– la ley. Empezando por grandes firmas auditoras que todo lo valoraban al compás del cheque que recibirían por verificar los balances de sendas compañías envueltas en una mafia para robarle al país; balances elaborados por contadores que colocaban cifras y conceptos más bien ligados a la prestidigitación que a la verdad. Incluso se dan casos de informes legales elaborados con prontitud más que sospechosa, que inducen a pensar que fueron fabricados a medida de la consulta que hacían los representantes del Estado, sujetos al pago de insultantes estipendios por “servicios” prestados por presuntamente impolutos bufetes de jurisconsultos. El festín era perfecto. La factura la pagaban los imberbes ciudadanos, ajenos a estos enjuagues empaquetados como proyectos estupendos para mejorarle la calidad de vida a la sociedad. La típica engañifa de siempre, aunque esta vez urdida por un equipo fantasmagórico dirigido por algunos políticos en complicidad con determinados empresarios, profesionales de las finanzas, especialistas contables, auditores y juristas.

Desde luego que ninguno de los actores de este teatro de la perversión imaginaba que algún día el cohecho se descubriría y volarían por los aires las pruebas fehacientes del fenomenal contubernio para robarle a esta nación, gestado a la sombra de un gobierno “químicamente puro”, como trataba de retratarse el Alejandro Toledo, a quien hoy todo apunta que resultó más corrompido que su predecesor. No obstante, apelando a aquella vieja costumbre peruana de hecha la ley hecha la trampa, los comediantes de ayer se han transformado en tragicómicos hoy, rasgándose las vestiduras a diario en los medios de prensa para alegar que todo lo que hicieron –balances trucados, auditorías bamba, informes legales nebulosos, etc. – encuadra perfectamente dentro de las normas.

Ejemplo alucinante es que el abogado Juan Monroy Gálvez, figura televisiva durante la semana pasada, adujera que Odebrecht SA no es Odebrecht porque lleva el agregado SA. ¿Dónde estamos? Es más, Monroy Gálvez alega que un informe suyo citado por Proinversión –que lleva fecha 4 de agosto 2005, amparado por factura emitida el 23 de agosto 2005 referida precisamente al citado Informe– no lo entregó en esa fecha, como precisan tanto aquel documento, la citada factura de su Estudio Jurídico y los cargos, firmas y sellos de recepción de Proinversión. “Lo entregué el ocho o nueve”. Es su inicua respuesta, sin exhibir prueba alguna. Monroy –hoy investigado por la Justicia– intentaría evadir responsabilidades pues en dicho informe contradijo a la Contraloría en asunto tan espinoso como el affaire Interoceánica con Odebrecht y Graña y Montero. ¿Qué tal? Este país está enfermo.

Fuente:

Diario Expreso