martes, 18 de octubre de 2016

18 DE OCTUBRE: DÍA DE LOS PERUANOS RESIDENTES EN EL EXTERIOR - SENTIR EL PERÚ - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


   
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

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18 DE OCTUBRE
 
DÍA DE LOS PERUANOS
RESIDENTES EN EL EXTERIOR
 
SENTIR
EL
PERÚ
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
EL PERÚ
ES
UTOPÍA
 

Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Los afectos
y la ternura
 
En ningún idioma originario del Perú antiguo se registra la palabra pobreza. Ni siquiera consta la palabra “pobre”.
Ello quiere decir que aquella condición no es inherente a nuestro ser, que nos la han traído y que es extraña a nuestra verdadera identidad.
Y es porque aquí antes no había seres en esa situación, ni había hambre, ni había desprotección.
Ninguno aquí carecía de falta de vivienda ni de empleo; porque todos formaban parte de una organización, y todos trabajaban con entusiasmo, alegría e identificación.
Pero aún más: no es que solo no había penuria material sino que no existía pobreza en el plano anímico o espiritual
Aquella pobreza más dañina y peor que es sinónimo de abandono, de desamparo y marginalidad, que es la más corrosiva de las miserias y de lo que tanto adolece el mundo contemporáneo y occidental.
Y que no se daban estos lastres ni taras entre nosotros en donde prevalecían principalmente los afectos y la ternura.
 
2. Nuestras
fortalezas
 
En el Tahuantinsuyo todos éramos ricos, nadie era pobre. Todos tenían protección y seguridad social.
Las primeras tierras que se cultivaban eran de las personas desfavorecidas. El nuestro era una sociedad utópica.
Y esa es la razón y la consistencia para que sigamos existiendo siempre con ilusión, esperanza y sueños indestructibles.
Porque alguien se ha preguntado con una frase hiriente: “¿En qué momento se jodió el Perú”.
También es legítimo revertir esa frase y quizá con mucha más sintonía en lo que somos y en la esperanza pensar por cuál es la clave del Perú eterno.
Porque el Perú no sucumbió hasta ahora pese a las más atroces agresiones, como el exterminio desatado en la época de la colonia.
No ha sucumbido pese a los asedios, a las políticas de exterminio sistemáticas y oprobiosas.
Sobrevive por sus valores, por sus fortalezas, y porque es un pueblo con identidad.
 
3. Su profunda
razón de ser
 
Y el Perú sobrevive por su inmensa identidad. Pero la identidad no se recoge o resume en un cuerpo de ideas o de ejercicios teóricos.
Tampoco se ofrece a la elucubración que terminará desfigurando ese rostro de suyo tembloroso, asustadizo y conturbado de lo que esencialmente somos.
El problema de la identidad no es cuestión o asunto de carácter intelectual.
Ni es abstracción que permita dilucidar esto o aquello como si fuera un capítulo o segmento de una disciplina o lección.
Como se podrá comprender, la identidad en general, y muy especialmente la que corresponde al ámbito del arte y la literatura, no se la aprehende, ni emprende ni abarca por la vía cognitiva.
La identidad no es una supra estructura que se la pueda esquematizar ni tampoco percibir ni ordenar académicamente.
Ni mucho menos sus conclusiones haya que resolverlas como producto de debates científicos.
 
4. Qué pueblo
para conmovedor
 
La identidad más bien es fragua y crisol diario, yunque vital, caminos y atajos de honda naturaleza emocional y afectiva.
Sino que la identidad es vida cotidiana y la utopía andina que hemos de restaurar aquí y ahora, en estas calles.
La identidad no existe si no se la vive en un intercambio y en una labor creativa permanente.
Su materia es el conjunto de problemas, de realidades, de hechos y vivencias irrenunciables que están confundidas, con el acontecer diario e histórico.
Es allí en donde hay que saber encontrar su raíz y su profunda razón de ser para proyectarlas renovadas hacia el porvenir.
Qué pueblo para hermoso, conmovedor y grande es el nuestro, heredero de la cultura incaica.
 
5. Saber
vivir
 
Cultura que incluso comparada con las demás que había en Europa, era la nuestra situada en un nivel de punta.
Mucho más avanzada, por supuesto, que todas las existentes hasta ese momento en el viejo continente.
Se la ha tratado de medir con parámetros europeos y eso no es lo legítimo, para sostener que estaba en un grado de menor desarrollo.
Y hasta en estado salvaje por su desconocimiento de la escritura y otros aparentes adelantos.
Porque lo primero que tenemos que comprender y alentar es que nuestro desarrollo es propio, genuino, que el Perú es creación heroica.
Pero, sin embargo, las políticas mundiales lo que han hecho es tratar de hacernos creer que la única alternativa y modelo son ellos.
Que aparte de la alternativa que ellos defienden no hay otra.
¿Qué alternativa eligió el mundo andino? Saber vivir.
Es cierto, no conocían ni la rueda, ni la pólvora ni la escritura. Pero es que no la necesitaban.
 
6. Su dimensión
más prístina
 
Ya que: ¿cómo aplicar una rueda en un territorio accidentado?
¿Para qué la pólvora cuando era una cultura de paz?
¿Para qué la escritura cuando la oralidad que cultivaron era perfecta?
En cambio, si midiéramos el grado de desarrollo por los valores que aquí se pusieron en vigencia.
Si lo evaluáramos por su organización, los fines que pudieron concretar y las obras de ingeniería que aquí se ejecutaron.
Por sus valores absolutamente no hay término de comparación y la cultura andina resulta hasta utópica que es su dimensión más prístina.
Pero lo peor que nos puede ocurrir en relación a la identidad es estar sumidos en la miseria, como lo estamos ahora.
Lo que nos resta, disminuye y atrasa, principalmente en el ámbito de las poblaciones indígenas, hacia las cuales se ha infligido todos los abusos, es el cuadro de extrema pobreza.
 
7. La mirada
y la mano firme
 
Lo principal que hay que corregir es que no es la identidad una visión anclada en el pasado.
Su signo no es estar dando vueltas en aquello que aconteció ayer.
Ella se sumerge en el presente de manera vigorosa y se entrega a resolver los problemas del hoy y hacia el mañana.
Lucha alentando valores auténticos en la circunstancia que nos ha tocado vivir.
Y que no se da de manera fácil o al alcance de la mano, en una situación en que hay muchos fenómenos del exterior que distorsionan la sintonía con lo que verdaderamente somos.
Porque la esencia es un núcleo muy hondo, para captar la cual hay que tener la mirada y la mano firme, señalando la dirección que debemos seguir.
Hagámonos más únicos, más solidarios, apoyémonos más y dejemos tantas peleas.
Y luego actuar animosa y consecuentemente en los pasos que hemos de andar.
 
 
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