martes, 13 de septiembre de 2016

13 DE SEPTIEMBRE DE 1922: EN ICHOCÁN, CAJAMARCA NACE YMA SUMAC - FOLIOS DE LA UTOPÍA: CANTAR EN LAS AULAS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
 
    
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

*****
  
13 DE SEPTIEMBRE DE 1922
EN ICHOCÁN, CAJAMARCA

 
NACE
YMA
SUMAC
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA

 
CANTAR
EN
LAS AULAS
 
 

Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Las canciones
quechuas
 
Es cantando cómo logramos una educación de la alegría y la solidaridad. Es cantando cómo nos sentimos “uno“. Y, a la vez, nos sentimos “todos”. Es con las canciones que comulgamos con la tierra que sostiene nuestros pasos, con el mundo que nos rodea y con el cielo que nos protege, ampara y cobija, ya sea día soleado, ya sea en la tarde de penumbra, o ya en la noche tachonada de estrellas.
Ya sea en la claridad de los cielos despejados, ya sea en los horizontes translúcidos y bajo cielos revueltos por los nubarrones que anuncian horas de tempestades. Sean las canciones en noches que velan nuestros sueños o ya sean en los amaneceres estupefactos.
José María Arguedas respecto a todo esto, cuando explica cuál fue la raíz de su vocación de escritor y dónde fue que recogió los elementos más primigenios de su adhesión al mundo indígena, y con ello la fuerza para trazar muy alta y lejana su realización en el mundo, explica lo siguiente:
“Creo que influyó mucho la belleza de la letra de las canciones quechuas que aprendía durante la niñez, debía tener 6 o 7 años cuando ya cantaba en huaynos algunos versos”.
Quizá canciones como esta:
Qué alegres rodeaban
en las madrugadas
lindas pariguanas
de alas rosadas
Pobres avecillas
ya no tienen vuelo
porque han perdido
todo su consuelo
 
2. El alero
del patio
 
Sobre esto mismo Juan Amós Comenius, el educador checo por su origen pero universal por su influjo, y quien tanto ha contribuido al desenvolvimiento en la formación del hombre en general, recomendaba la educación del oído y de la vista, diciendo:
“No hay nada en la inteligencia –decía– que antes no haya pasado por los sentidos y la emoción”.
Y nada hay más sensorial y emotivo, nada más personal y vital, en razón de sentirse individuos y al mismo tiempo parte del ser social, que cuando entonamos canciones.
Y mucho más si se las expresa enfervorizados, a campo y pecho abiertos, en la edad de la niñez temprana que transcurre cuando uno es niño y mejor –creo yo– si se las vincula a las aulas y a los patios de los centros educativos.
Porque, ¿quién que las haya modulado en esos espacios no recuerda con profunda emoción, en la evocación de la infancia, el alero del patio escolar y echa de menos al compañero de al lado como un hermano y camarada de destino?
Un canto de amistad
de buena vecindad
unidos nos tendrá eternamente
por nuestra libertad,
por nuestra lealtad
debemos de vivir gloriosamente.
 
3. Ya
de pie
 
En el patio de mi escuela todas las mañanas el profesor desde el corredor iba dando la nota de las melodías y nosotros lo seguíamos con nuestras voces colmadas. Todo el plantel cantaba en el patio, canciones llenas de lirismo, quimera y exaltación por la vida.
Y al pasar a los salones lo hacíamos en fila y cantando; subiendo a los corredores por unas gradas empinadas las cuales conocíamos mucho más que las líneas de nuestras manos en donde está grabado nuestro destino, pues sabíamos de cada una de sus grietas y rendijas y de las salientes y rugosidades de sus piedras.
Y las subíamos prolongando el canto iniciado en el patio, melodía que la seguíamos cantando a todo pulmón, por los corredores entrando así, con bocanadas de viento musical en los labios y en el pecho a los salones.
Ya de pie, frente a nuestras carpetas, seguíamos cantando.
Cual mariposas
de alas doradas
cual tiernas aves
que son criadas
en un nidal.
 
4. Trazábamos
nuestro destino
 
Los profesores entonces se quedaban en el patio para oír por qué ventanal salían las cadencias más nítidas. ¡Qué Año o qué sección cantaba con más alma y mejor!
¡Quién era el coro de voces más esperanzadas!
¡Por qué puertas salían mejor nuestros sones conmovidos e ilusos!
Y el salón y los niños que mejor lo hacían eran porque tenían posiblemente el alma más firme, plena y encoruscada!
En mi escuela, en su patio rodeado de geranios, rosas y claveles, festoneado por el borde de los tejados que recortan el azul del cielo, donde bogan las nubes blancas, entonando canciones cada uno de nosotros trazábamos nuestro destino lleno de coraje, arrojo y de valor.
Durante todo el año no pasó un solo día en que dejáramos de cantar, a la primera hora de formación. Y más que cualquiera otra enseñanza yo siento que ha quedado en mi alma el abrigo y la inspiración de las canciones que entoné junto a mis compañeros en el patio de mi escuela humilde. Así:
Hogar de mis recuerdos
a ti volver anhelo
no hay sitio bajo el cielo
más dulce que el hogar.
 
5. Esencial
amar
 
Porque es allí, en esa circunstancia de entonar una canción que el niño grita con profunda convicción su anhelo de luchar con entereza por lo bueno.
Es allí cuando promete sin que él lo sepa, trazar su propio destino con grandeza y forjar un destino mejor para todos.
Es allí cuando entresaca su heroísmo para adherirse a la causa del bien común con total sacrificio.
y con esto señalamos algo simple en la educación, muy al alcance de los maestros: las canciones escolares vinculadas al mundo de la escuela engrandecen el alma.
De la escuela, de la cual casi siempre nos olvidamos. La escuela pequeñita, mansa y hasta destartalada, pero que exorcizan para siempre las canciones elevándola por las nubes.
En donde desde entonces se criba todo, incluso en donde se decide lo trascendente de nuestras vidas, que ocurre cuando allí se canta.
De eso estoy seguro. Y en esto de algún modo está la clave para que los niños de hoy sean gigantes mañana.
A su sombra las ovejas
se congregan en tropel
en sus ramas las abejas
cuelgan panales de miel.
 
6. Educación
en valores
 
A través de las canciones no solo se enseñan valores cotidianos, sino que se inculcan en los niños emoción de heroísmo, hecho que puede parecer incluso riesgoso mirado desde la perspectiva de la educación contemporánea tan alentadora de facilismos, comodidades y proteccionismos.
Pero en la educación es esencial infundir el amor en todos los órdenes y hasta el sacrificio, consagrando la vida a cumplir con lo que son los deberes e ideales. Y es con las canciones que el idealismo se queda para siempre vivo y contenido en el fondo del alma.
Ellas nos impulsan a ser héroes, a la vergüenza de morir por el servicio a los demás, lo cual es la herencia más valiosa que un hombre puede pretender albergar sobre la faz de la tierra.
¿Tenían conciencia de lo que hacían nuestros maestros y padres?, porque a ellos corresponde la grandeza de habérnosla inculcado.
En las canciones está viva la posibilidad de que volvamos a hacer la educación en valores, en este tiempo en que la sociedad pareciera un barco que naufraga a la deriva.
Abrid ancho paso
las palmas batir,
que va el Centro Viejo
marchando a la lid.
 
7. Amor
a todo lo creado
 
Educación en valores, que mucho necesita la sociedad actual, a cuyo respecto una solución simple de cómo incentivarlos es haciendo cantar a nuestra población, mucho mejor si en su práctica se involucran a la vez niños, adultos y hasta viejos.
Al recordar las canciones de mi infancia y ver cómo aludían a la primavera, al sol radiante brillando en las espigas, a las flores y su hermosura, y a los arroyos que espejean cristalinos. Tanto que he pensado si no estará allí la clave para fortalecer un alma luminosa y solar en los niños que fueron y hoy luchan a brazo partido sin doblegarse y alentando los más altos valores humanos.
Porque son esas canciones que nos ligan a la naturaleza, resaltando de ella su hermosura y esplendor, animando al trabajo, a la solidaridad y al amor a todo lo creado.
Porque aparentemente con el ropaje de lo sencillo e ingenuo se trasmite en el fondo una recia sabiduría de la vida.
Dos amantes palomitas
penan, suspiran y lloran
y en viejos árboles moran
a solas con su dolor.
 
8. Cara
al sol
 
Hay en ellas una elección de belleza, de los dones prodigiosos de la vida, de la dicha que es vivir entre hermanos, padres e hijos y seres vivientes, como somos los hombres, los animales y las plantas, y cómo es la naturaleza en general.
En las canciones es que podemos encontrar explicación a qué es aquello que sustenta nuestro espíritu, qué lo hace fuerte ante las adversidades, tierno incluso en los momentos en el exterior abruptos, como en los trances amargos.
Y sería bueno reavivar las canciones de los fogones de las casas nativas, aparentemente apagados pero que encierran una chispa viva en el fondo del rescoldo en que han quedado y en donde anima todavía el espíritu.
Porque, es en la canción de la infancia en donde está la base de todo el sustento emocional y espiritual posterior de las personas.  Así:
¡Oh sol! ¡Oh sol!
Oh nuestro padre el sol
tu luz, tu luz
tu luz nos cubre ya.
Ellas son el cimiento de nuestra identidad, mucho más si las hemos cantado cara al sol, con el pecho rebosante de entusiasmo, entrecerrada la mirada como lo tienen quienes van a dar el salto que los remonte a grandes alturas y distancias.
 
 
*****
 
El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
 
Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
 
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
 
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
 
*****