miércoles, 6 de enero de 2016

5 DE ENERO: FUNDACIÓN DEL PUERTO DE IQUITOS - FOLIOS DE LA UTOPÍA - YO VIVÍ A SUS ORILLAS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2015 AÑO
DE LA DEFENSA DE LA VIDA
Y DEL PLANETA TIERRA
 

ENERO, MES DE LA DEFENSA DE LIMA
DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS, HERAUD
Y LOS PARADIGMAS DE MACHUPICCHU
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
 
 
*****
 
5 DE ENERO
 
 
FUNDACIÓN
DEL PUERTO
DE IQUITOS
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA

 
YO VIVÍ
A SUS
ORILLAS

 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
1. Preso
en sus aguas
 
Viví nueve meses, de abril a diciembre del año 1968, a orillas del río Ucayali como profesor en el Colegio Nacional Genaro Herrera de Contamana. Pero fue como si viviera no un año sino milenios, suficiente como para llevar a esa región en el alma y para toda la vida. Y aún ahora me duermo o me despierto sumergido en su vaho mítico y en sus imágenes alucinantes.
Sucumbí a su hechizo y dejé que la Amazonía me inundara apacible por dentro y deslizara tranquila las aguas de sus ríos por todo mi ser, para así poder seguir viviendo. Y de ese modo la Amazonía se quedó para siempre extasiada mi alma y yo sumergido en ella.
Fue a tal punto su impacto que permanecí muchos años subyugado, embrujado y avasallado por su hechizo, y sin poder pensar en nada que no fuera su entraña fantasmagórica. Huía para librarme de sus recuerdos y sobre todo de su honda fragancia, recorriendo urbes y ciudades disímiles a fin de escapar de su sojuzgamiento.
Pero me fue imposible encontrar alguna región donde refugiarme. Porque en el momento menos pensado volvía a deambular por en medio de sus bosques, lagunas y ríos. Y a hundirme preso en sus aguas subyugantes y fantasmales.
 
2. Nunca
más
 
Tanto fue así que quince años después de haber estado allí, cruzando en cierta oportunidad la Plaza San Martín de Lima, al atravesar por en medio de la gente presurosa y agitada, una señora me detuvo, entre la multitud que por allí camina.
Ella incluso ya había traspuesto varios pasos en su caminar, pero regresó y viniendo detrás de mí me cogió del brazo, para indagarme con toda curiosidad, diciéndome:
– Joven: ¿usted ha estado en la selva del Perú, no es cierto?
– Sí. En Contamana.
– Ya ve. Ya ve. ¡Igualito le pasó a mi marido! ¡Dónde estará!
De esta forma me impetró. Y fue para mí como si algo hubiera puesto en evidencia y delatado mi crimen. Ante mi anonadamiento y sintiendo que se acababan para mí los fingimientos, mirándome de frente a los ojos con su rostro expectante, continuó.
– ¡Y aún sigue atrapado en ella!
– Sí, señora. ¿Pero, cómo es que lo sabe y me pregunta?
– Lo sé por su mirada lo sé. Porque tiene la misma mirada con que regresó mi esposo después de servir en un puesto policial de la selva. Regresó con esa mirada que usted tiene y nunca más lo pude atajar.
 
3. Más
pudo la selva
 
– ¡Ah! –Dije yo.
Y como evocando, perdida en sus recuerdos, reiteró:
– ¡Ay, nunca más pude retenerlo! Tuvo que dejarme y él volverse a ese infierno que no conozco pero sí sé que es un infierno que atrapa y devora a la gente.
– Como una boa
– Sí, señor. Porque mi esposo era un ser leal, cariñoso y apegado a su familia, que adoraba a sus hijos por quienes él se desvivía. Y regresó embrujado, loco, enajenado. Pobrecito, se fue, lo tragó la selva. ¡Con quién y cómo estará el pobre!
– ¡Ah! –Dije yo asombrado–. ¿Y de eso hace varios años?
– Sí, señor. De eso hace varios años. Lo perdí para siempre. Y nunca más lo he vuelto a ver, como si hubiera sido devorado por una serpiente insaciable. ¡Cuídese, señor! ¡Usted está igual, padeciendo lo mismo! –Me dijo, me palmoteó el hombro, compasiva. Y desapareció.
Lo que expresó era un diagnóstico exacto de lo que a mí me ocurría desde hacía años atrás. Y ella era una mujer joven y hermosa, pero más pudo la selva en cuanto a sortilegio para quien fuera su esposo.
 
4. Mundo
primero
 
Tuve que admitir lo que ella me hizo notar. Reflejó todo el embrujo en el cual yo estaba sumido y atrapado. Me dio un diagnóstico certero de mi padecimiento. Estaba siendo devorado por la serpiente o la boa cósmica.
Y esa interpelación fue el inicio para sanarme. A partir de entonces yo sabía y era consciente del encantamiento que sobrellevaba y en el cual estaba sumido.
¿Cuánto tiempo había pasado siendo yo un cautivo? ¡Quince años!
Ese fue el punto de partida para tratar de curarme, y uno de los pasos para esa salvación fue escribir un libro que titulé “En noches de luna, en torno a la hoguera”.
La Amazonía es el mundo que recrean esos relatos y que no sólo es una realidad sino un universo y hasta un cosmos.
Región honda e incandescente, que nombrarla es como decir mundo primero, luz y agua primigenias.
Himno auroral así como también –y lamentablemente– es tragedia que se olvida, devastación impune y drama secular.
 
5. La vida
y la naturaleza
 
Porque en el territorio de la Amazonía perteneciente al Perú, actualmente viven aproximadamente tres millones de habitantes, de los cuales cerca de un millón doscientos mil son agricultores.
Gran parte de ellos son ribereños, con tasas de ingreso individuales que figuran entre los más bajos del Perú, que de por sí son escalas de penuria, con índices alimenticios que los condenan al hambre crónico.
A ello se suma una catástrofe periódica, cual es la inundación del río Amazonas, la serpiente cósmica, que antes era benéfica porque se trataba de un ciclo estacionario perfectamente concatenado al orden vital del universo que el hombre sabía respetar.
Siendo así los modelos de convivencia con todos los seres vivientes producía bonanza, riqueza y bienestar, debido a que todo estaba acompasado en una perfecta armonía entre la vida y la naturaleza.
Ahora no, las inundaciones cíclicas de los ríos en el llano amazónico son devastadoras, causando muertes, hambruna, destrozos y desolación porque se han alterado procesos básicos y fundamentales  con la sobreexplotación de recursos y la contaminación de aguas y terrenos.
 
6. Todo está
por hacer
 
Y es porque el hombre ha dado las espaldas y ha cerrado los ojos frente al universo natural para dejarse influenciar por modelos de desarrollo extraños a su realidad.
Es porque el hombre se ha sometido al influjo de las tecnologías hegemónicas las mismas que depredan nuestro medio ambiente vital.
De allí que en el vínculo que podemos establecer actualmente con la Amazonía se combina la maravilla y el horror, la fascinación y el escándalo, lo que exalta el alma y lo que da ganas de llorar.
Por un lado la reverencia hacia lo pródigo y, por otro, la indignación por el desprecio a que ha sido sometida esta región, acorralada por el instinto de rapiña de un modelo económico extractivo que saquea sus riquezas y explota inmisericorde al hombre.
Por un lado, el apreciarla como un lugar donde todo es pleno y acabado, y por otro saber que ha caído en manos del capital extractivista más infame e inescrupuloso que explota sus recursos sin importarle depredar lo que después será imposible de recuperar.
 
7. Desfile
interminable
 
Escribo con plena emoción estas líneas por el hecho de haber vivido en esa región bebiendo la gota más exquisita, como también la más amarga, de su licor fuerte y bravío.
Habiendo ingresado con una canoa por entre su follaje alucinado, habiendo navegado en una lancha fantasmagórica por esa noche original que sólo se da en los ríos milenarios de la selva.
Contemplando un amanecer estupefacto, luego de sobrevivir a un remolino que cubría de banda a banda el gigantesco río Ucayali.
Envueltos en una honda explosión de neblinas, tantas que parecían el orto de la creación.
Asombrado de ver cómo el río, ¡qué bien sabía yo cuál era su curso!– se deslizaba ahora en sentido contrario e inverso, y todo esto porque lo surcaba una mijanada de peces.
Cardumen tan grande que demoraba horas de horas en su desfile interminable, haciendo rebrillar la superficie de su lomo, de por sí ya iridiscente, y que subían en una marejada que abarcaba todo lo ancho del río.
 
8. Más
vida
 
Y hacían ese tramonto en longitud inextinguible a desovar en las vertientes primeras, cambiando así de sentido el curso de las olas, de manera que parecía, ante nuestros ojos atónitos, que las aguas corrían hacia arriba.
Ante tales acontecimientos son tantas las preguntas, inquietudes y ansiedades que se formulan, que se quisiera traspasar la muralla de los bosques y la superficie espejeante de las aguas de sus ríos y lagunas, para obtener una respuesta que siempre será una incógnita.
Como también ingresar a cada choza de los nativos para establecer conversaciones y conocer cada uno de los elementos de ese universo.
Sobre todo, deambular por los pueblos que se enfilan como rosario al borde de los caudales de agua.
De allí que yo anduve buscando, además de pláticas con la gente, todo vestigio que pudiera dar pábulo a mis preguntas y averiguaciones sobre lo que es el enigma del universo.
De toda esa indagación y esa experiencia es producto aquel libro al cual aludí, escrito entre la paz y el delirio, entre el naufragio y la esperanza, entre la vida y la muerte más inminentes, a tal punto de no saber si esta que vivo es más muerte o es más vida.
 
 
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