viernes, 6 de noviembre de 2015

5 DE NOVIEMBRE: DÍA DE PUNO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: EN PUNO NACE ENCINAS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2015 AÑO
DE LA DEFENSA DE LA VIDA
Y DEL PLANETA TIERRA
 
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TUPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL

 
*****
 
PRÓXIMA ACTIVIDAD
DE CAPULÍ
 
HOMENAJE
A SANTIAGO DE CHUCO
EN SU SEMANA JUBILAR
 

SÁBADO 7 DE NOVIEMBRE
5:00 pm. RESTAURANTE TARWI
Pasaje Ayulo 131. Jesús María.
Altura cuadra 1 de la Av. República
Dominicana, entre las cuadras
12 y 13 de la Av. Brasil
 
– VOLVER A LA TIERRA
MANUEL RUIZ PAREDES
 
–PUEBLO INOLVIDABLE EN MI RECUERDO
MANUEL VEJARANO SÁNCHEZ
 
– EL DIOS CATEQUIL Y SU TEMPLO
EN SANTIAGO DE CHUCO
RAMÓN NORIEGA PAREDES
 
– LA TIERRA Y SU SUSTENTO TELÚRICO
WALTER VÁSQUEZ VEJARANO *
 
– POEMAS DE CÉSAR VALLEJO
FREDERIK SOTOMAYOR
 
– LONCHE
DE CONFRATERNIDAD
 
*****
 
5 DE NOVIEMBRE
 
 
DÍA
DE
PUNO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA

 
EN PUNO
NACE
ENCINAS
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
1. Donde se reza
y se baila
 
Manuel José Antonio Encinas Franco nace el 30 de mayo de 1886, en Puno, ciudad asentada a las orillas del Lago Titicaca, de donde, según la leyenda, surgieron Manco Cápac y Mama Ocllo, con el encargo divino de civilizar a los hombres montaraces y dispersos, y enseñarles el conocimiento de la naturaleza, de la vida y de las costumbres, orientados por una moral que fue capaz de fundar, organizar y desarrollar un gran imperio sobre la faz de la tierra.
Aurora Encinas, devota y adorada hermana de José Antonio, ha escrito de Puno, y más precisamente del Parque Pino, donde nació el maestro José Antonio Encinas, lo siguiente:
"Puno era una ciudad pequeña, con sólo dos plazas, tres o cuatro jirones, con poquísimas calles. La única joya arquitectónica era la Catedral, de estilo barroco, que se levanta en una explanada, ofreciendo majestad y belleza.
El parque Pino se encuentra a tres cuadras de la Plaza de Armas. Este lugar es el salón y corazón del pueblo. Aquí se reúne la gente para hacer amistades y cultivar amores. En las fiestas patronales, en honor a la Virgen de la Candelaria, y en los carnavales, es el centro de reunión, donde se reza y se baila toda una semana."
2. Calles
empedradas
 
De la ciudad de Puno de aquella época José Portugal Catacora no dice:
Durante el día, Puno "...parece un joyel de diamantes y topacios rutilando en un cofre cubierto de terciopelo verde; y durante las noches semeja un nidal de luciérnagas o un haz de estrellas caídas del infinito... Ciudad siempre lavada por el agua de las vertientes o por las brisas lacustres."
Y José Luis Ayala, de otro lado, precisa:
"Puno, a fines del siglo XIX, era una pequeña ciudad con calles empedradas, donde se distinguía claramente la Catedral construida a base de piedra, un poema labrado por manos aymarás; la capilla de San Juan, "para uso exclusivo de los indios"; el local del colegio San Carlos, cuatro tiendas comerciales grandes, la calle Lima y otras adyacentes que conformaban la ciudad... Había dos centros de reunión social, los clubes de la Sociedad Puneña, que reunía a gamonales, funcionarios del Estado y a comerciantes, y la pastelería París, situada en lo que se llamaba la Casa de Piedra del parque Pino, donde se reunían contertulios generalmente intelectuales, profesores del colegio San Carlos, y   quienes normalmente acudían a tomar un café y comprar los periódicos de Lima, La Paz y Buenos Aires."
3. Alta
misión
 
José Antonio Encinas nace justamente allí, en una casa hecha de adobe y techada de paja, situada en el Parque Pino que queda en la esquina que forman las calles Lima, N° 172, y Azángaro. Se ha referido, asimismo, que en el patio de la casa natal:
Habiendo sido ésta la casa donde vivieron los Encinas Franco en Puno, hay familiares que sostienen que José Antonio nació en una casa de la calle Lambayeque de la ciudad de Puno, donde vivía la señora Fortunata Franco, abuela por parte de madre, aunque Aurora Encinas Franco desmintió enfáticamente esta versión, destacando más bien que en la casa del Parque Pino:
...se levanta un árbol de eucalipto, el más alto de la ciudad, de tronco grueso, consistente y vertical, de numerosas ramas y amplio follaje, que en días de sol proyecta una amplia sombra. .este árbol, (ha sido dicho) simboliza su personalidad, rectilínea como su tronco, amplia como su copaje y consistente como su dignidad moral.
José Antonio Encinas fue el hijo mayor de una ilustre familia puneña, algunos de cuyos miembros habían abrazado la alta misión del magisterio. Su padre fue don Mariano Encinas, y su madre doña Matilde Franco. Por el lado materno descendía de Remigio Franco, el honorable y digno Senador que defendió con firmeza los intereses del Perú.
4. Se apeó
del caballo
 
Fueron siete hermanos, en el siguiente orden: José Antonio, Moisés, Enrique, Victoria, María Asunción, Guillermina y Aurora.
Sus estudios primarios y secundarios los realiza en su ciudad natal, donde los inicia en 1894, en la Escuela dirigida por don José María Miranda, y los prosigue en 1899, ingresando al Colegio Nacional San Carlos, fundado por el Libertador Simón Bolívar en los inicios de la República, a su paso por Puno, en 1826.
Los primeros años de su infancia transcurrieron entre Puno y Acora, ciudades donde su padre ejercía el cargo de Gobernador.
Entre los parientes se cuenta la anécdota que cuando José Antonio cumplió los seis años de edad, sus progenitores decidieron trasladar a la familia de Acora, donde el padre ejercía la autoridad política, a fin de llevarla a un ambiente más desarrollado como era el de la capital del departamento de Puno.
Siendo así, se alistó escrupulosamente el viaje, pero al cruzar la caravana la Plaza de Armas del pueblo, despidiéndose de aquel lugar pobre y confinado, el niño se apeó del caballo y se aferró a un poste, manifestando que él no quería dejar ese lugar.
Lo curioso es que no hubo razones, promesas ni seducciones que valieran antes sus ojos para convencerle de que era bueno dejar ese lugar.
5. Voluntad
de acero
 
Se le insistía que el pueblo al cual iban era grande lindo y con muchas diversiones, que este era feo, pobre y sucio, hecho que más lo enfadaba. Se le pintaba que en aquel pueblo al cual irían había autos, cine y grandes tiendas comerciales:
– No, no quiero ir. No quiero dejar a mis amigos. Yo aquí me quedo.
Se trató de utilizar la fuerza y fue peor: se aferró aún más al poste. Al final, ni resondros ni castigos valieron para hacerle cambiar su terca idea de no abandonar lo que él consideraba su terruño. Y hubo que desensillar acémilas, volver a acomodar cuantas cosas habían sido recogidas de las habitaciones, y retomar actividades y asuntos diarios sólo porque el niño de apenas seis años era inquebrantable en su decisión de no alejarse de Acora.
En ello se nos muestra los dos componentes que fueron esenciales de su personalidad: su amor por la tierra, es decir, sus afectos irrenunciables a los pueblos y a su gente, por pequeños que sean. Eso de un lado, y de otro: su voluntad férrea, implacable así le cueste todos los sacrificios imaginables. Y fue esa voluntad de acero, de granito y diamante aquello que más resalta en su vida. De allí que, después, déspotas y tiranos encontraron en Encinas a un resuelto e irreductible defensor de sus propias convicciones.
6. Los mejores
alumnos
 
Desde muy joven, José Antonio debe asumir el sostenimiento de su familia, trabajando primero como amanuense en el Concejo Municipal y, después, como secretario en la Prefectura de Puno.
Ahora bien, ¿cómo lo recordaban físicamente a José Antonio Encinas las personas que lo conocieron en aquella época? Así: De contextura recia, rostro severo y siempre sereno, frente amplia y despejada, de ojos pequeños y penetrantes. De estatura más bien baja. De amplias espaldas,
De pie semejaba más bien una estatua pétrea. Su rostro de perfiles circulares ostentaba una frente amplia, con convexidad propia de los hombres de talento superior. Sus ojos negros y pequeños parecían estar escudriñando el trasfondo de las cosas o proyectándose hacia lejanías inalcanzables.
Sin embargo, en 1905 llega a Puno la noticia de que se inauguraba en Lima la primera Escuela Normal del Perú, puesta en funcionamiento por el ministro Juan Manuel Polar, siendo presidente de la República don José Pardo, encargándose la dirección de ese flamante establecimiento educativo al educador belga Isidoro Poiry. La primera Escuela Normal del Perú funcionaba en base a becas otorgadas a las diversas regiones del Perú, buscando atraer a los mejores alumnos que querían ser maestros.
7. Trascendental
y legendaria
 
Es en ese contexto que surge, representando a su departamento, José Antonio Encinas, quien viajó directamente desde Puno hacia Lima, siguiendo el llamado de una vocación que lo atraía profundamente. Sus estudios los realiza de manera brillante, en los años 1905 y 1906, siendo uno de los alumnos sobresalientes de su Promoción. Así, José Antonio Encinas se convierte en uno de los primeros maestros graduados con título profesional, integrando la primera promoción de la primera Escuela Normal del Perú.
Por ser egresado de esa institución de élite en el campo educativo a él le correspondía el cargo de Inspector de Educación, pero solicita el puesto de docente de aula de la escuela más pobre de su departamento, nombrándosele director del Centro Escolar de Varones 881 de Puno, escuela fiscal destartalada y sin local aparente del cual se hizo cargo, y en donde inició, a los 21 años de edad, una experiencia de innovación pedagógica que apenas duró cuatro años, hasta 1911.
La experiencia realizada por José Antonio Encinas en dicha escuela de Puno, la daría a conocer posteriormente en el libro Un ensayo de Escuela Nueva en el Perú, escrito en París veinte años después de culminada dicha proeza. Mirada desde la perspectiva de poco más de un siglo, aquella práctica pedagógica resulta trascendental, legendaria, y visionaria en sus planteamientos válidos para el Perú de todos los tiempos.
 
 
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