jueves, 1 de octubre de 2015

1º DE OCTUBRE: DÍA DEL NIÑO EN EL SALVADOR - POR RODOLFO ASCENCIO BARILLAS



1º DE OCTUBRE: DÍA DEL NIÑO EN EL SALVADOR 

 Por Rodolfo Ascencio Barillas

Este día es sumamente especial, porque hoy celebramos el Día Nacional del Niño, con gran amor y regocijo, ¿pero qué significado tiene en nuestros corazones?, cuando fuimos niños veíamos tantas cosas bellas que aún viven en nuestra alma, que las llevamos siempre, y con ella moriremos, pues los niños  son y serán todo lo que la Humanidad es y será. Un niño tiene la capacidad de ver lo que no se puede ver, de sentir lo que no se puede sentir. Sus sentimientos son tan nobles, que nos enseñan lo que no podemos comprender, ellos son sinceros, amorosos, sencillos, inocentes, complacientes, sonrientes y comprensivos, Por eso tenemos el deber de cuidarlos, protegerlos, cultivarlos, y asegurarles su futuro en el mundo,  y cuando hablo por el día del niño, estoy hablando también de las niñas, que merecen toda nuestra atención, cuidados y cariño, y quiero hacer este homenaje a todos los niños del mundo, cual quiera que sea la condición social, económica, color, credo, y origen todos por igual son la belleza de nuestro existir, díganme, ¿quién no quisiera volver a ser niño?, ¿quien quisiera volver a la hermosa infancia?, ¿quién no quiere volver a comenzar? Todos, queremos volver a ser niños, y si existiese la oportunidad, volver a los días que dejamos atrás, volver a vivir la majestuosa niñez, volver  a sentir la lluvia de los atardeceres, a jugar con barquitos de papel, volver a soñar con las estrellas, las luminosas noches de verano, a dormir en los brazos de su madre, volver a contemplar los resplandecientes amaneceres, a vibrar con la magia del mundo maravilloso. Pero esos días pasaron, ahora me lleno de regocijo al contemplar las vivencias de los niños. Hoy me siento muy feliz al saber que rendimos un gran tributo, y merecido homenaje a todos los niños del mundo, y expreso mis afectos, y felicitaciones a los que contribuyen a la felicidad de todos los niños en todas las naciones de la Tierra.



NIÑO

Por Rodolfo Ascencio Barillas

Yo, era un niño que amaba las estrellas
y desde mi techo las contemplaba;
y veía el resplandor de tus tiernos ojos,
y la dulzura de tu suave sonrisa,
y en tu rostro se dibujaba un arcoíris.
Cuando la lluvia caía en mi costado,
Torrentes ilusiones brotaban de mi pecho.
Yo amé las nubes que viajaban con mis sueños
y las aves que volaban con mis fantasías,
y la brisa emotivamente sonreía
de grandes esperanzas eternamente seducía,
 aquellos momentos eran tardes de tranvía.
Yo me bañaba en los manantiales de tus rosas,
mil doncellas hermosas sollozaban;
con la dulce melodía que despertaba soñando mariposas.
Yo miraba la lluvia danzar en los bosques,
y exhalaba el aroma de tus  bellas azucenas.
¡Felices las horas que en la infancia vivía!
y cuando el sol de mis horizontes aparecía,
un amigo desde el llano me clamaba,
yo atendí el ardiente llamado,
fuimos por  los montes y quebradas,
aventuras que susurraban con el viento,
eran días que mi alma encendía,
y los pájaros en los árboles de mis parajes,
y el temblor del rocío mis labios acariciaban,
y las horas perfumaban los helechos,
después caían otros torrenciales aguaceros,
fue  las risas de un resplandeciente enero,
cuando de niños jugábamos a escondidas,
y el secreto habito por años en mi pecho
de aquellos sueños que vivían por derecho.
Yo recuerdo la voz de mi madre que me llamaba,
y me acosijaba, por el frío de la noche,
no quería, pero yo siempre le amaba,
eran bellos los días que murmuraban con el viento,
y a gritos anunciaban las flores del verano
pero, todo había pasado en un suspiro,
en las montañas, en las selvas y en las lluvias,
y en los encantos de aquel hermoso cielo,
y en  el viento que volaba con mis ilusiones
y las mariposas  que llegaban a mis jardines.
¡Oh! cuanto amé los hermosos días de mi infancia,
mi luz, mi sueño, mi estrella, mi llano, mi río,
mi amor, mi anhelo y mi triste desvarío…