miércoles, 20 de mayo de 2015

MANUEL ACOSTA OJEDA: UN HOMENAJE A SU CREACIÓN Y MODESTIA - POR FRANSILES GALLARDO

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MANUEL ACOSTA OJEDA:

UN HOMENAJE A SU CREACIÓN Y MODESTIA

Escribe: Fransiles Gallardo
 
“Disculpen que esté sentado; pero a mis 81 años un problema de columna; que mis buenos amigos médicos han ayudado a empeorar, hacen que me sienta bien y no pueda pararme tan bien”.

Con la enjundia de su bohemia acumulada, la ironía con que se ha divertido con sus amigos y enemigos y con las calles, callejones y bares recorridos y bebidos; así inició sus “Confidencias, sólo sé, que tengo sed” el maestro Manues Acosta Ojeda; en una noche cultural organizado por un amante de la poesía y la música criolla y amigo de toda su vida, el médico ancashino Alvaro Vidal Rivadeneyra, actual mandamás de la Seguridad Social en el Perú.

Los que asistimos a este homenaje, pensamos que sería una noche para la revisión de tu gran antología musical y que los cantantes que te rodeaban iban a hacernos cantar todos tus valses; pero no.

Nos quedamos con la ganas; estimado Manuel.

Sólo nos recordaste que “Cariño, allí no hay tristeza, ni miedo ni envidia; ese lugar soy yo”. Buena, maestro

Sucede que tu modestia es tan grande que preferiste recordarnos a tus amigos, a los que iniciaron, impulsaron, defendieron y mantuvieron vigente al valse y la polka peruana; contándonos las anécdotas vividas y bebidas con tus incontables amigos y los grandes de la música criolla.

Es decir, un homenaje a la música criolla y no a ti.

Un aplauso Manuel.

Nos quedamos con las ganas de escuchar la leyenda de “ Madre, cuando recojas en tus manos mis besos, todos los labios rojos, que mi boca besaron, huirán como sombras, cuando llega la luz” que la escribiste sobre la envoltura de una cajetilla de cigarrillos en víspera de día de la Madre de 1951, en el ya desaparecido bar El Silletazo.

Nos hablaste de Felipe Pinglo Alva y su hermoso El Plebeyo, al cual le corregirías un verso, sino fuera ofensa al maestro: “mi sangre aunque plebeya, también tiñe de rojo” por “mi sangre porque es plebeya, tiñe más de rojo”.

Creo que el maestro Pinglo no se opondría. Yo tampoco.

Nos ilustraste que el valse más cantado hasta ahora es “Nube gris”, del gran Eduardo Márquez Talledo.

El segundo es “Alma, corazón y vida”, de letra y melodía del piurano Adrián Flores Albán, del distrito de Bellavista, de la calurosa Sullana, escrita en 1948 anotándolo sobre el exagrama de su guitarra; puesto que Adrián, al igual que la mayoría de los que hacen la canción popular en el Perú, conocen primero “el palo trinador” y después la teoría musical.

Nos contaste que “la culpable” de la existencia de este hermoso valse fue una señorita tumbesina de nombre Eva, quien se casó con un comerciante limeño, lo que motivó que Adrián la siguiera y se asentara en los Barrios Altos.

En 1952, Teresita Bergamino, casi una niña, graba este valse, causando un gran impacto entre los aficionados a la música criolla.

Luego, lo graba Esther Granados; pero es con “Los Embajadores Criollos” que rompe todos los topes de promoción y venta conocidos.

Nos contaste de tu amistad con el amauta José Carlos Mariátegui y el bueno de Juan Gonzalo Rose en el desaparecido Palermo; de la egolatría de Lorenzo Humberto Sotomayor, quien le decían “que tenía dos ombligos” y tus discrepancia con Augusto Polo Campos por tu tenaz defensa por el arte, liderando durante cuatro décadas en la Sociedad de Autores y Compositores.

"Siento dolor por la impotencia de no poder cambiar el país y de no contribuir a la felicidad colectiva", dijiste en un momento y nos sentimos abrumados.

Nos quedamos con las ganas terribles; por lo menos Blanca Aurora, mi compañera de siempre y yo; por tararear tus clásicas canciones: Si tú me quisieras, Puedes irte, Canción de fe, Madre, En un atardecer; valses testigos de sombras en busca de luz, de orfandad y arrepentimiento, de algarabía y felicidad, de reflexiones y silencios.

Tus letras son testimonios de años de una vida libre, austera y digna.

"Mi mayor halago es el reconocimiento popular, sobre todo el de mis amigos", aseveras.

Sabemos que cantaste con tu voz cruda, tocando la guitarra sin despedir los amaneceres y compartiste el sentimiento popular en más de un millar de canciones.

Contigo han bebido entrañables amigos, como los poetas Francisco Bendezú y Juan Gonzalo Rose y los escritores Julio Ramón Ribeyro y Alfredo Bryce Echenique y que podemos comentar sobre esa hermosa anécdota en París con Carlos Barral, el dueño de la editorial Seix Barral.

El tiempo construyó tu fama de bohemio curtido por el ron, recibiendo las mañanas acompañado por la música de una guitarra, un cajón; en cualquier bar, jarana o callejón.

Manuel, gracias por este hermoso y nostálgico recorrido musical por el valse limeño, sus variantes, sus variables y sus cultores.

Álvaro Vidal Rivadeneyra nos recuerda que siendo dirigente estudiantil sanmarquino, viajaron juntos a Bulgaria y que su amistad viene desde esos años.

Contigo también Álvaro compartimos unos cafés en el Haytí de Miraflores, leyendo poesía con el poeta uruguayo de Abrace Cultura Roberto Bianchi y Pepe Vargas de la Casa del Poeta peruano.

Estoy ya, en el bullicio de Larco mar y la avenida Larco y sigo repitiendo “solo sé que tengo sed”.

Una buena mulita de pisco, no caerá mal, digo yo; para calentar esta friolenta y trajinada noche miraflorina y la nostalgia acumulada entre pecho y espalda..

Salud.

Fuente:

Fransiles Gallardo Plasencia
 
 

Poeta y escritor. Nació en Magdalena CAJAMARCA