viernes, 3 de abril de 2015

CONOCÍ A DIOS: UNA BELLA ANÉCDOTA DE SEMANA SANTA - POR ÁUREO SOTELO HUERTA


CONOCÍ  A DIOS: UNA BELLA ANÉCDOTA DE SEMANA SANTA

Por Áureo Fermín Sotelo Huerta

En primer lugar un saludo por la Semana Santa, tan necesaria para la reflexión en estos tiempos de catástrofes naturales, la incomprensión al cuidado del planeta; nuestra morada y a la falta de amor y de autoestima.
 
LA FERIA DEL LIBRO Y MAVI MÁRQUEZ. 

Hace unos 7 años se realizó en el  Jockey Plaza de Surco, la Feria del Libro. Una noche decidí visitar a los grandes maestros del mundo, a aquellos que Francisco Petrarca llama: Amigos de trato placentero de toda época y de todo país, que han sobresalido en la ciudad y en el campo y merecen ser honrados especialmente por sus conocimientos científicos. Nada me cuesta hablar con ellos porque siempre están a mi servicio…”; desde luego que don Pancho se refería a los libros y a sus autores. Llegando a la feria efectivamente me  encontré con algunos libros que siempre había querido comprar y estaban a buen precio. Para mi buena suerte también nos saludamos con algunos amigos y sobre todo con Mavirquez, con quien después de recorrer estantes la invité a tomar un café. Ella como tenía un paisano chileno que ofrecía un buen café de Chanchamayo nos acomodamos en ese ambiente. Pasamos algunas horas llenas de recuerdos, y de pronto ya cerraban y tuvimos que salir. Al pasar por el cajero de Scotiabank, que había en el Jockey, como era viernes, saqué dinero para el mercado del día siguiente. Avanzamos hacia la puerta de la Av. Javier Prado. Le pregunté si tomaría un taxi, ella me dijo que no, que al frente un bus  la dejaría en  la Av. Brasil.  

APARECIERON LOS HAMPONES. 

Como todo caballero decidí acompañarla a cruzar el puente de pronto aparecieron tres hampones; la cara y los gestos los delataban. Al vernos y asegurarse que éramos dos personas de la tercera edad, hicieron cálculos para el asalto artero. Mavi rezaba en voz alta pidiendo a Dios nos envíe sus ángeles, y yo recogía de todos mis bolsillos el dinero que poseía, incluyendo los sencillos; eran como 500 soles y ensayaba las palabras que les diría a los facinerosos. La angustia de Mavi  era el temor que esos delincuentes me hayan visto en el cajero del banco  y que serían capaces de arrastrarme obligándome a darles la clave. Los tipos para disimular pasaron de largo para asaltarnos por la espalda. Nosotros tratamos de acelerar el paso pero el puente nos pareció muy largo; interminable y cuando esos malandrines ya se nos lanzaban encima, de pronto apareció  un joven de un metro 80  aproximadamente de estatura y me saludó. 

EL ÁNGEL DE LA GUARDA LLEGÓ DE MILAGRO. 

- ¿Cómo está profesor Sotelo - me dijo el desconocido que apareció de la nada, casi a la mitad del puente.
  
- Hola, ¿de la Ricardo Palma? Le pregunté. 

-Sí - me dijo. Ante una señal que le hice del peligro, muy calmo nos dijo

- No se preocupen, ¿qué novedades por la Richi? 

- Todo bien, fíjate que entre las 130 universidades del país estamos en el décimo lugar. 

- Qué alegría me da -comentó el personaje. Sin darnos cuenta volvimos la mirada y ya no vimos a los rufianes. Raudo bajamos las escaleras y tratamos de avanzar a donde había un conglomerado de gente y cuando lo logramos, quisimos agradecer el gesto ese joven de llegada providencial, ¿quién era? lo buscamos con angustia por todas partes; había desaparecido. Desde luego que para Mavi era el Ángel de la Guarda, pero yo, como agnóstico, no sabía cómo explicar el misterio. Esta vez ni Vico,  Lavoisier ni Antúnez me pudieron ayudar. Tengo que admitir que fue un milagro. Pero, ¿por qué a mí?  Tengo que  aceptar como Shakespeare: "To be, or not to be, that is the question” (Ser o no ser, esa es la cuestión). Para los religiosos la respuesta es obvia, es el milagro, pero un agnóstico trata de  recurrir al auxilio de la ciencia.  

Me siento contento por haber conocido este misterio. 

Lima, Viernes Santo 2015

Cristo y el Cirineo - Tiziano