domingo, 1 de febrero de 2015

GABRIEL GARCÍA MÁQUEZ, MARIO VARGAS LLOSA Y LA UNI - POR FRANSILES GALLARDO (MAGDALENA, CAJAMARCA)





GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, MARIO VARGAS LLOSA Y LA UNI

Por Fransiles Gallardo

Parafraseando al Ing° Héctor Gallegos Vargas, ex Decano del Colegio de Ingenieros del Perú, “los primeros en llegar a los lugares más apartados e inhóspitos de todos los lugares del mundo son el sacerdote, cuya misión es adoctrinar, el maestro para enseñar y el ingeniero para construir”.

Tal vez por eso, es que mis relatos tengan la certidumbre de lo vivencial, del “yo estuve allí” y sean parte de la historia de nuestra patria, la cual no ha sido realmente escrita, pero si voceada; relatada pero no registrada.

En sucesivas reuniones culturales en el Consejo Nacional y en el Consejo Departamental del CIP, sólo pretendemos demostrar que el mito de que los ingenieros no leen, que a los ingenieros no les gusta la cultura, que no les agrada el arte es consustancial, pero no real. 

Tratamos de descuadricular el paradigma y la hipótesis de que los Ingenieros solamente saben de operaciones matemáticas, de suelos y geología, de ecuaciones diferenciales, fierros, moléculas, ladrillos, voltios, cemento, planos, fluidos, estructuras y asfaltos.

Que a los ingenieros no les gustan las letras. Es una media verdad y una media verdad es también una media mentira.

Que son entonces las ecuaciones de primer y segundo grado y las cuadráticas con las que se resuelven los más elementales problemas de la humanidad.

Hay una pregunta que los poetas y escritores me la hacen siempre.

¿A los ingenieros les gusta la literatura?. Obstinadamente creo que sí.

Y para demostrarlo vamos a ubicarnos en el año 1967 y porque específicamente este año dirán ustedes. 

Y, para esta respuesta es importante remontarnos casi cinco décadas atrás. Cuánta agua ha transcurrido bajo el puente de mi existencia y sin melancolías vayamos al fondo del asunto. 

En 1967,  23 muchachos con doce años de edad, fundamos el Colegio Secundario de mi pueblo de Magdalena y gracias a esa especial situación, es que pude continuar estudiando y así acceder a la Universidad Nacional de Cajamarca y con huelgas y todo egresar de la Facultad de Ingeniería Civil para modestamente, ser el profesional e ingeniero que ahora soy.

En 1967 el Arquitecto Santiago Agurto Calvo, Rector de la Universidad Nacional de Ingeniería UNI y el Ingeniero Mario Samamé Boggio, Decano de la Facultad de Ciencias de la UNI invitan al español, jesuita, filósofo, historiador y posteriormente dos veces Rector de la UNI nuestro querido José Ignacio López Soria a escribir la Historia de esta gran Universidad, casa matriz de los ingenieros del Perú.

En 1967 en la UNI se publica la Revista Amaru, dirigida por el gran poeta Emilio Adolfo Wesphalen con el apoyo del maestro Abelardo Oquendo, uno de pensamientos literarios más lúcidos de la literatura peruana.

En 1967, el crítico literario José Miguel Oviedo es designado Director de Extensión Cultural de la UNI y tuvo la feliz iniciativa de realizar el memorable encuentro entre el colombiano Gabriel García Márquez, el Gabo, autor de Cien años de Soledad y el Amor en los tiempos del cólera y nuestro compatriota Mario Vargas Llosa, autor de Conversación en la Catedral, la Guerra del Fin del Mundo y la Ciudad y los Perros. Ambos actualmente Premios Nóbel de Literatura, creadores del boom literario y orgullo latinoamericano. 

Ese encuentro fue memorable, trascendental y único en la literatura peruana. 

Quiero transcribir textualmente lo que dice José Miguel Oviedo en su libro: Una locura razonable, memorias de un crítico literario:

"En setiembre de 1967, sabiendo que nadie se atrevería a objetarlo ideológicamente, se me ocurrió organizar un diálogo sobre la novela de Gabriel García Márquez aprovechando que estaba de viaje en Lima y Mario Vargas Llosa, quien se encontraba también en Lima, tras el nacimiento de su hijo Gonzalo.

El campus de la UNI estaba en una zona alejada de Lima, rodeada de barriadas miserables y feas construcciones industriales; el único lugar disponible era el auditorio de la facultad de Arquitectura, con duras sillas de madera, un suelo polvoriento y paredes pintarrajeadas.

Sabía que, pese a todo eso, habría mucho público estudiantil, especialmente de ingeniería; pero no estaba preparado para lo que realmente ocurrió.

Yo había instalado a Gabo en el Hotel Crillón, entonces floreciente hotel capitalino y pasé a recogerlo con antelación.

Cuando nos acercamos al auditorio, había una inmensa multitud expectante e inquieta por este encuentro. La expectativa era muy grande.

Cuando entramos, el ambiente hervía. No había un solo sitio libre, además algunos asistentes habían traído sus propios bancos o taburetes y bloqueaban entradas y salidas. No había defensa civil.

Algunos atléticos estudiantes se habían puesto en puntas de pies en el borde de los bancos para alcanzar con las manos una viga de la cual se sostenían, y así estuvieron durante dos horas.

Dentro del bullicio presenté brevemente a Mario y Gabo y los dejé frente a frente. 

Allí Gabo pudo hacerme una confidencia que nunca he revelado: Mario no es mi amigo; es mi Hermano”, me dijo. Pero los hermanos también pelean y a veces para siempre y dura hasta después de muertos.

Salieron entre vítores y aplausos”.    
                          
Ese gran número de expectantes espectadores, eran estudiantes de ingeniería y por ende futuros ingenieros del Perú.

En 1967 en el número 1 de la revista Amaru, Gabriel García Márquez publicó “Subiendo al cielo en cuerpo y alma de la Bella Remedios Buendía” parte de la universal novela  Cien Años de Soledad.

Es decir, esa generación setentina gustaba de la literatura. José Miguel Oviedo lo registra y lo confirma.

Que ha pasado posteriormente. Hay un largo debate de por medio.

Sucede que a diferencia de los Arquitectos, los Ingenieros no publicamos lo que hacemos, no escribimos nuestras vivencias profesionales ni artísticas, no registramos lo que nuestras experiencias personales almacenamos.

De escribir, escribimos; allí están los miles de Cuadernos de Obra; pero eso es otra cosa.

Si en las Universidades y Facultades de Ingeniería volvieran a darse este tipo de encuentros intelectuales, con toda seguridad tendríamos una mayor cantidad de ingenieros amantes del arte y la literatura.

Solo un dato. Somos más de 170 mil ingenieros colegiados en todo el país; de ellos no más de 10 practicamos la literatura, hemos publicado y alcanzado algún reconocimiento.

En consecuencia, a los ingenieros y estudiantes de ingeniería si les interesa la literatura.

El tema y la agenda pendiente es: Que hacer, como hacer y que responsabilidades tienen las Facultades de Ingeniería de las Universidades del país y los Colegios Departamentales de Nuestro Colegio de Ingenieros del Perú.

 Bar del Hotel Bolívar, Lima, Perú Enero 20, 2015;
donde saborearon interminables pisco sours:
William Faulkner y Ernest Hemingway; Cantinflas y Ava Gardner:
Clark Gable y Yul Brinner; Mick Jaegger y Keith Richardas;
Andre Malraux y Pablo Neruda.