sábado, 29 de noviembre de 2014

LA AGONÍA DE JOSÉ MARÍA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
 
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TUPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
 
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AULA CAPULÍ
VIERNES 5 DE DICIEMBRE
7 PM
 
MESA REDONDA:
“¿CAMBIO CLIMÁTICO O
CAMBIO DEL SISTEMA?”
 
JR. MANCO CÁPAC 440 INT. B
MAGDALENA DEL MAR
CUADRA 29 AV. BRASIL
TOCAR TIMBRE DE LA DERECHA
DETRAS DE LA REJA, SOBRE CAJA
DE CORREOS DONDE DICE: "PUNKU"
 
 
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CAPULÍ SE ADHIERE
A LA GRAN MARCHA
POR EL CAMBIO
 
MIÉRCOLES
10 DE DICIEMBRE 10 AM.
 
CONCENTRACIÓN BRIGADA
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
CAMPO DE MARTE
PARA DESPLAZARNOS HASTA
LA PLAZA SAN MARTÍN
 
COORDINADORES GENERALES:
 
RAMÓN NORIEGA Y
MAGNA DE LA CRUZ
 
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 LA AGONÍA
DE
JOSÉ MARÍA
 
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
EL SENTIDO
DE
UNA BALA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
Es ya la única
chispa
que puedo encender…
José María Arguedas
 
 

1.
 
        Igual que tú
Mal lo he pasado, José María, en estas ciudades, adonde llegué, te juro,  avergonzado
Pidiendo permiso como ante lo ajeno, haciendo venias a todos lados, hablando como en mi tierra,
Queriendo encariñarme con todo o siquiera con algo, pero  sin permitírmelo, como contemplar arrobado un árbol.
Pero pronto me corrigieron, que aquí no se saluda a la gente que pasa, “¡que van a sospechar de ti!”.
Además: “Levanta la cabeza”. “Camina ágil y rápido”. “Como si fueras a un punto fijo,
Sin mirar nada ni a nadie. “Cambia de cara”. “Aparenta por lo menos ser duro”. “¡Deja
El candor!” “¡Este mundo no es para ingenuos!” “¡Olvídate de la pureza” “¡Aquí no hay puros!”
Yo empalidecí entre estas calles. Me hice silencioso y huraño. Ya nada era cordial, sincero ni humano.
Había que recelar de todo. Y empezó hasta hoy el lento sinsabor de las evocaciones,
Y en reconocer que todos los mundos propicios son los mundos que se han perdido y se esfumaron.
 
 
2.
 
        Igual que tú,
Cruzar la Av. Grau o Abancay en el centro de Lima no podía, por la avalancha de carros,
Que corren veloces y se atropellan hasta ahora. Me senté desolado en una vereda
A esperar que cesaran de pasar autos y camiones, Y cada vez me fue espantando más
Su rugir de animales de una fauna antediluviana. Y me dormí a su vera, Y soñé otra vez
En mi infancia aldeana. A dormitar y volver a soñar que felizmente dura hasta ahora.
Reconociendo que la cultura nativa pese su ostracismo de siglos sigue siendo tierna y generosa.
“¡Niño!” nos dicen a nosotros con sus rostros transparentes cuando los niños son ellos.
Y las muchachas que vienen del campo son cristalinas como los manantiales o las fuentes.
¡Tan anchas eran y son estas calles!, comparadas a las de mi pueblo cuyas paredes
Se tuercen encariñadas y a ratos parecieran que se juntaran hasta abrazarse o queriendo que quienes se quieren se besen.
Me hice taciturno, arisco y apartado; perdí mi alegría. Fui un alma en pena que deambula llorando su extravío.
 
 
3.
 
        Igual que tú
Era demasiado compungido y doblegado por el peso de lo que fue y de lo que no ha sido.
Y por esos cariños soterrados de los cuales no puedo librarme. Y más se apoderan de mi ser, ya no solo dormido sino despierto.
Y todo eso antes lo oculté siendo un alumno aprovechado tanto que tenía un bono para libros gratuitos
Y boletos para el comedor universitario, aunque lo llamaran “Muerte lenta”
¡Ingenuo, demasiado ingenuo en todo!, sin darme cuenta de las puertas y ventanas
Que se abrían ante mí para ser de este mundo concreto y me quedé en el otro iluso y fantasmal.
Un muchacho formal y correcto pero con grandes abismos y llantos desgarrados hacia adentro del alma.
Sin haber hecho jamás daño a nadie pero a quien se le endilgan cosas que no son nada frente al daño mayor
De haber perdido su universo que a duras penas ahora recompongo en unas imágenes.
No sabía lo que era el mar y ante él tomé un complejo que hoy sublimo como eternidad en unas metáforas.
 
 
4.
 
        Igual que tú,
Al final acorralado, tratando de huir por senderos escabrosos y abandonados.
Pero al final abrazando un destino ineludible e irrenunciable: reivindicar una cultura esencial como es el mundo andino.
Porque, ¿qué hacía yo sentado con los grandes señores y en donde resultaba?
¿Qué hacía aparentando importancia, cuidándome de todo, como pájaro al cual van a desplumar?
¿Por qué soportar estar allí en aquel mundo bajo arañas de cristal y sobre alfombras donde no se oyen los pasos?
Es fácil que te puedan sorprender, aunque estés rodeado de espejos
Que lo único que reflejan es tu timidez, tu rostro demacrado, quizás tu simplicidad y tu atroz desolación.
Además, había que hablar, cualquier desfachatez; había que tener una opinión en todo. Y yo no quería sino callar,
Y no tener opinión de nada. Porque mientras se discutía yo ya estaba impaciente
Otra vez correteando en los muros de la vieja casa. Y queriendo caminar a solas o con alguien, abrazado por senderos de pencas y alcanfores.
 
 
5.
 
        Pero hay un enigma,
En mi vida, José María: Que es lo que me mantiene insomne y desvelado,
Que al final no sé si nos iguale o desiguale para siempre, sin atinar a saber
Si es bueno o es malo, sin atinar a ponerle a aquello un solo vocablo que lo diluya o lo defina.
Y es el significado que tiene esa bala volando desde el gatillo activado por tu mano
Para dar en el blanco de tu alma. Hacia ti el inmenso José María, el que señaló cuál es
La verdadera belleza y lo que justifica la vida. Quien dio en el centro de todo lo amado
Quien construyó y reveló con su pluma cómo es que si vale la pena escribir.
Y es porque las palabras se entretejen con nuestros pálpitos y pasos que nos llevan a lo verdadero. Aquel enigma es:
¿Qué significa para nuestras vidas a partir de entonces esa bala, que nos mantiene insomnes
Y con la frente inclinada deambulando por estas calles solitarias bajo la bruma,
Tratando de desentrañarle un sentido a ese metal o a ese fuego sea un día de sol como es hoy o ya sea un día en que arrecie la garúa,
¿Qué hay de desafío para mí en esa bala? Siento que es mucho e sentido, y por eso indescifrable.
 
 
6.
 
        ¿Qué es?
¿Bala de agonía o resurrección? ¿Bala que indigna o que consuela? ¿Es bala mortal o bala que salva hacia otra dimensión?
¿Es bala que cierra un ataúd o que abre la puerta de una nueva morada así sea a través de una herida?
¿Es fin o es el llanto de un recién nacido en el alborear de un nuevo día?
Bala como un puente o como una encrucijada. Bala que detona para siempre
En nuestras manos y ante nuestros ojos, en lo más medular de nuestras vidas.
¿Qué es lo que ciega y qué es lo que abre? ¿Qué es lo que ultima y qué es lo que inaugura?
¿Qué es lo que sangra a partir de ella, o qué es lo que libera como en un parto?
¡Bala que se quedó quieta y suspendida en el aire, y que nunca acaba!
Serás para siempre José María esa bala detenida o volando en el aire de nuestras vidas
Por ahora entumecidas hasta que no lo descifremos en actos de fe y pasos en un camino nuevo y pródigo.
Es la única bala a partir de lo cual algo crece, se levanta y germina, entenebrecida o radiante.
 
 
7.
 
        ¡Esto y mucho más nos une!
¡Con cuánta herida en el alma te moriste y a la vez con cuánta esperanza!
Le preguntaste a Alfredo ya en la despedida si entre los estudiantes surgiría un Mariátegui,
Y al responderte él que sí enderezaste los hombros, levantaste la cabeza y sonreíste.
Y escribiste en tu diario de despedida como una consigna: “Vallejo es el principio y el fin”.
Lo que nos salva es que no somos felices, que nunca lo seremos, y que nos duele mucho el alma.
Pero de tu vida y de tu muerte están surgiendo los andenes nuevos que nos hemos propuesto volver a erigir.
Soñando intensamente, soñando a sangre y fuego, hasta el borde de la copa o del libro, o de tu herida
Soñando lejos, con obstinación, pasión y arrebato; abarcando más infinito en los brazos,
En las alas y en el corazón. ¡Y sabemos que nos queda una sola alternativa: ¡Vencer!
Aquí y ahora la victoria final, por lo mucho que se ha sufrido, por ti y por mí,
Esa es la consigna de aquella bala en nuestras vidas: a partir de entonces solo nos queda lo irrenunciable: triunfar!
 
 
 
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