jueves, 18 de septiembre de 2014

ESTAMPA DEL MES DE SEPTIEMBRE: HAN SUSPIRADO EN LA PUERTA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
 
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
 
*****
 
LA MISIÓN DE MÉDICOS
DE SOLIDARIDAD ANDINA
EN CAPULÍ DE MAYO DEL 2015
 
En el XV Encuentro Internacional Capulí,
Vallejo y su Tierra del presente año y luego
de participar en la Carrera de Chasquis Milicianos
del Alba, subió al escenario en la Plaza de Armas de
Santiago de Chuco el Dr. Pablo Pérez, quien junto con
su primo hermano el Dr. Santiago Calderón impulsan
Solidaridad Andina, para anunciar que la misión de médicos
que ofrecen ayuda gratuita en diferentes especialidades
trasladándose desde los Estados Unidos concurrirán a prestar
servicios en la Telúrica de Mayo de Capulí, Vallejo y su Tierra,
a desarrollarse el entre el 19 y 24 de mayo del año 2015.  Esta
es una misión de profesionales de la salud que viaja
voluntariamente desde los estados Unidos a Santiago
de Chuco desde el año 2009 y que en diferentes
especialidades atienden consultas, realizan
intervenciones quirúrgicas, donan medicinas
e instrumental médico.
 
Cuenta el Dr. Pablo Pérez que esta misión
surgió cuando al regresar el año 2008 a su pueblo
natal dijo: “Pero no puedo llegar con las manos vacías”,
y juntó dos cajas de medicamentos, las embaló y con ellas
llegó al hospital de nuestro pueblo.  Y al ver a los pacientes
aglomerados con sus dolencias de siglos dijo: “¡No! ¡Jamás!
¡Nuestra ayuda no puede reducirse a esto! ¡Con esto no basta!
¡Esto en realidad no es nada! ¡Aquí se necesita poner todas las
manos, el hombro y el alma! Es así como en apenas siete años
esta misión alcanza en las últimas  versiones de su realización
el número de aproximadamente medio centenar de personal
médico. ¡Bienvenida la Misión de Médicos de Solidaridad
Andina a la Telúrica de Mayo del año 2015, y que muchos
o varios de ellos participen en la Carrera de Chasquis
Milicianos del Alba y reciten a César Vallejo como
lo hizo también el Dr. Pablo Pérez en el escenario
a plaza abierta y frente a nuestros apus milenarios!
 
 
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18 DE SEPTIEMBRE
 
 
ESTAMPA
DEL MES DE
SEPTIEMBRE
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
HAN
SUSPIRADO
EN LA PUERTA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
…parecen salir del aire,
sumar suspiros…
César Vallejo
 
 
1. Una fibra
del alma
 
Mi infancia tuvo dos momentos o etapas marcadas por la personalidad de mi padre. Para explicarlo primero diré que nací y crecí en Santiago de Chuco, donde mi padre era un maestro severo, riguroso y hasta inflexible.
 
Pero también humilde, atento y gentil, con mucho respeto y consideración hacia las personas, y especialmente a los niños. Quien tenía a la vez el don de observar, analizar cada situación, reflexionar y, sobre todo, escuchar a los demás con profundo aprecio y deferencia. 
 
Así, después del yantar de la noche en la cocina era infaltable la narración de cuentos, principalmente de almas en pena, de espantos y aparecidos;  de duendes y demonios que pueblan el universo.
 
Y quienes narraban esos cuentos que dejaron helada una fibra de mi alma, estrujada mi visión de la realidad, así como estremecida mi mente para siempre, eran mi madre, mi abuela Sofía, mis tías y hasta mis primas mayores, que cuando yo era pequeño ellas eran ya grandes.
 
2. Al fondo
de la casa
 
Mi padre nada más que escuchaba. Y si bien nos protegíamos arrimándonos lo más que podíamos en las faldas de mamá por el miedo que sentíamos, la imagen de fortaleza la daba mi padre incólume y sereno como un farallón en medio de la sombras tenebrosas y de las olas del mar en plena tempestad.
 
Él no fantaseaba en lo mínimo, ni deformaba los hechos ni una pizca, ni alteraba la realidad por ningún motivo. Y jamás mentía. Y, sobre todo, era honesto y valeroso. Confiábamos que ante él todos los esperpentos del universo tendrían que inclinarse y reverenciarlo por justo y estricto.
 
Bastaba ver que él estaba aquí para sentir que nada malo nos sucedería, que cualquier fantasma tendría que pedirle permiso u obedecerlo, haciendo lo que él les consintiera hacer. Pero llegado un momento en los relatos él se ponía de pie y se retiraba, ingresando por la puerta interior hacia el fondo de la casa, pasando por las habitaciones a oscuras y eso nos ponía la carne de gallina, pero a la vez nos robustecía.
 
Atravesaba el cuarto en donde había muerto el tío Juan, los pasadizos donde jugó el Perico cuando estaba vivo, la sala donde habíamos velado a la bisabuela Asunción, y donde cuelgan los retratos de abuelos y bisabuelos de rostros sepulcrales.
 
3. Frente
al oleaje
 
Todo lo transitaba a oscuras, para luego escuchar el resonar de sus pasos firmes, seguros y acompasados por la escalera en plena tiniebla en donde almas y demonios se encogían en silencio para darle paso, impotentes, sumisos y humillados ante varón tan insigne. Hasta sentirlo entrar al cuarto del segundo piso en donde recién encendía una lámpara a kerosene, para sentarse a trabajar, ya muy cerca del techo y del terrado donde se refugian y esconden los espectros, espantajos y otros endriagos.
 
Estos hechos y el que nunca contara un relato de seres de otros mundos, ni tratara jamás de algo discutible o evanescente, constituía la base y el cimiento para sentir que el mundo es firme, estable y no tambaleante, ni que se bate como un corcho en el mar picado, ni como una rama al arbitrio del viento.
 
La exactitud de mi padre en todo nos establecía la cabecera de playa de nuestra autoconfianza; la plataforma y la nave de nuestra seguridad para salvarnos y sentirnos libres, frente al oleaje de este mundo poblado de seres pavorosos; aunque él escuchara al igual que nosotros, tantas y tantas historias horripilantes y luctuosas.
 
4. Con
su aliento
 
– ¿Y tú, papá, no has visto nunca alguna aparición, o un muerto andando?
 
– No. ¡Nunca!
 
– ¡Pero si hemos visto al penitente! –Acota mi madre, incitándole a que cuente algo. 
 
– Sí, pero el penitente es un hombre real.
 
– ¡Pero, cuéntanos del penitente, papá!
 
Sonríe ruboroso, pero no se anima a contar nada que sea discutible.
 
– Y entonces cuenta tú mamá? ¿Cómo fue?
 
– Salimos de noche y al voltear la esquina vimos que estaba arrodillado azotándose el penitente envuelto en su túnica blanca que relumbraba tanto que yo creo que no era de esta vida. Le extendió a su papá la disciplina para que se azote y su papá ni se inmutó, aunque yo temblaba tanto que me parecía que iba a caerme. Recibió la disciplina, se arrodilló junto a él y se dio de azotes. Y fue lo mejor, porque el penitente cuando no se le obedece sopla y mata con su aliento. ¡No ven que está condenado!
 
5. En esta frágil
trama
 
– ¿Sí, papá?
 
– Eso dice la gente de los penitentes. –Contesta lacónicamente, pero con expresión tranquila.
 
Para él todo es racional. Todo en él es lúcido y cabal, hasta matemático. Coincide esto hasta con su manera de vestir: atildado, elegante, sin una sola arruga ni mancha en sus ternos impecables.
 
Todo sucedía así, hasta un día repentino, súbito y sorprendente. Aquel día fue en realidad para mí como si se cayera o desmoronara el mundo. Fue como si se dividiera en dos la vida, con un antes estable y firme y un después tambaleante e indeciso.
 
Como si se resquebrajara el orden del universo. O más aún, se rompieran definitivamente las cuerdas o las bases en que se sostiene la realidad.
 
Como si nos quedáramos desamparados y desasidos para siempre y sin consuelo en esta frágil trama, tela o red, que es la realidad, condenada a ser lo que es, es decir espeluznante.
 
6. Ni siquiera
fue de noche
 
¿Qué ocurrió ese día aciago y trágico, cuya eclosión y estallido solo fue una frase dicha por mi padre? Ningún otro suceso visible aconteció ese día. Ninguna otra circunstancia física se hizo manifiesta. Ningún signo exterior acompañó a esta catástrofe, sino que todo se redujo apenas a un enunciado sin apariencia de ser tremendo y una catástrofe, como fue.
 
Incluso, fueron menos de diez las palabras de esa frase, pero que significaron el naufragio de todo lo seguro, fue el sucumbir de todo el suelo donde estábamos parados. Y del reinado del orden se pasó al caos.
 
Esto ocurrió, además, a la hora del desayuno, cuando yo tendría unos nueve o diez años, sin estar preparado ni prevenido para un desastre como éste. Ni siquiera fue dicha de noche esa frase, a la hora de contar los cuentos, sino de día, más bien temprano para que resultara de efecto devastador sin que ninguno lo sepa ni quiera que sea así, en donde es imposible pensar que se va a hacer un anuncio de esa índole, con esa carga demoledora de debacle y desgracia que tuvo y todavía lo tiene para mí.
 
7. En el misterio
que es la vida
 
Fue dicha esa frase cuando mi padre desvelado ese día sin terno ni corbata, sino vistiendo poncho y bufanda, pronunció esa frase tremenda que supe que iniciaba o torcía mi destino de manera ineluctable, y atroz, y para siempre irrecuperable en relación a lo que ese día yo perdí.
 
Y fue cuando dijo:
 
– Anoche el muerto ha suspirado en la puerta.
 
Fue el día de mi vida en que se rasgaron los cielos. A partir de entonces mi padre fue diferente. Avanzó en una elipsis desde la más límpida racionalidad hacia el más intrincado mundo mágico: el de los fantasmas, el de los cuentos acerca de espíritus vagabundos, y pertenecientes a otros mundos.
 
Avanzó hacia el orden inapelable de la oscuridad de lo laberíntico. Desde abarcar todo con la lógica, el cálculo y el raciocinio, para hundirse maravillado en el misterio que es la vida.
 
8. Hacia aquel
paraje
 
Avanzó mi padre de las formas a las esencias, desde lo occidental externo a lo andino singular y entrañable. Avanzó de tener y buscar respuestas, a todas las preguntas, a ensanchar hasta el extremo las interrogaciones. A saber quedarse habitando una pregunta y a tener más bien incógnitas no resueltas. 
 
Avanzó de la rectitud a la excelsitud. Dejó sus ternos, sus corbatas y se hizo sencillo como todos nosotros. Fue en septiembre en que ocurrió este suceso. Por eso un día como hoy me acerco a su tumba y le rezo, mirando su lápida donde está estampada otra frase que él dijera en el momento de su agonía y que dice:
 
– ¡Niños, es hondo, pero lo podemos cruzar!
 
Rindo homenaje en la figura de mi padre a quienes después de defender la ciencia durante años en prudente mutismo respecto a las almas avanzó hacia aquel paraje de los hombres sencillos, cual es el de las tradiciones, las creencias y de la sabiduría.
 
 
 
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TRUJILLO:
MIÉRCOLES 20
 
HUAMACHUCO
JUEVES 21
 
SANTIAGO DE CHUCO:
VIERNES 22
SÁBADO 23
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