CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
AGOSTO, MES DE LOS NIÑOS,
DE LA JUVENTUD, LAS COMETAS,
EL DEPORTE, EL FOLCLORE Y
DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
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FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
LAS PALABRAS
EN NUESTROS
DESTINOS
Danilo Sánchez Lihón
Hay que reivindicar el valor
de la palabra
poderosa herramienta para
cambiar el mundo.
Golding
1. Ese
bien
Partimos planteando una prueba de valor superior y hasta supremo.
Dicho desafío es tratar de encontrar lo más valioso y atesorable, lo más extraordinario y soberano que se pueda encontrar en la vida.
¿Qué es aquello que justifica nuestra existencia por siempre? Intentemos pensar acerca de eso ahora. ¡Y alcanzarlo!
Si no está aquí dejemos este local y vayamos al lugar que nos parezca más próximo desde donde aspirar a aquel bien anhelado.
Y gritemos, roguemos, imploremos que aquello que tanto valoramos nos sea concedido. Y hagámosle todo el honor con nuestro esfuerzo por conseguirlo
Si no lo logramos por lo menos nos quedará la satisfacción de haberlo avizorado y convocado con nuestra voz y nuestro pulso comprometido, reclamándolo.
Y haberle tendido nuestros brazos tratando de asirlo. Y arrojando todo nuestro cuerpo con tal de unirnos a ese bien.
2. Cada
día
¿Pero qué es ese don, esa joya preciosa, ese diamante invalorable? ¿Y el cual si no lo alcanzamos y tener con nosotros nuestra vida habría fracasado para siempre?
Ese bien eminente e indiviso es una palabra cargada con sentido. ¡Esa es la merced, gracia y ofrenda absoluta! ¡Una palabra cargada del mayor sentido posible! Una palabra que lo resuma todo.
El nombre de una amada, de un ser querido, de un ideal a concretar. El vocablo dentro del cual encerramos y tenemos pendiente incluso nuestra felicidad.
Puede ser el nombre de una escuela filosófica, literaria o artística, puede ser un lema de un ideal político. Puede ser el nombre de una profesión, que sintetice un desempeño en la vida.
Un lugar dónde vivir, una promesa a cumplir, o un ideal por alcanzar. Una deidad. Dios mismo como síntesis, consuelo y amparo en mi sentir.
Un tiempo hermoso signado por valores y en el cual anhelamos habitar. O el país verdadero que otros intentamos cada día de construir.
3. Seguir
las huellas
Pero necesitamos enamorarnos de las palabras, del lenguaje, de la poesía y la literatura para cumplir nuestros sueños.
Porque en la medida en que somos invitados y visitantes asiduos del enigma de las palabras que convocan nuestros anhelos más profundos estos alcanzarán a cumplirse.
Porque las palabras son un amor probado en el ara de todos los sacrificios. Es un peregrinar por los caminos, es un deambular por el cual nos hemos acercado a todos los abismos.
El habernos enamorado de los vocablos, de sus resonancias y matices. Es un desvelo que no acaba.
Es seguir las huellas de nuestros pasos en el trajín de todos que nos aproximan a las estrellas. Porque las palabras son amantes inagotables, leales e infalibles.
Las palabras son núbiles, temblorosas, púdicas. Las palabras son amantes que se ofrecen a la vera de un ancho río cual es el lenguaje.
4. De un infinito
a otro
Uno se hace justo y digno solo cuando usa bien las palabras.
Uno alcanza a ser honrado cuando le otorga honestidad a sus palabras.
Y esa es la medida de la estatura de un hombre. Y de nuestra dignidad que es el honor de nuestras palabras.
Las palabras forman y estructuran una música propia. Tienen ritmo y tienen melodía.
Porque somos música en nuestros huesos y en nuestros tejidos, y en todo el orden de nuestras células.
Somos piezas musicales, cajas que resuenan y hasta sinfonías. Venimos desde tiempos inmemoriales con danza y compases que son la brújula que nos guía.
De lo contrario nos hubiéramos perdido; y no podríamos avanzar por la fragosidad de los senderos que van de un infinito a otro infinito.
Y adonde llegamos entonados en un baile armónico con los parajes por los cuales pasamos. Y ese compás nos lo dan las palabras
5. Donantes
de su sentido
Con las palabras se fundan universos nuevos, se establecen reinos y utopías.
Se alcanza también libertad plena. Con una sola palabra yo puedo traspasar el infinito hacia la eternidad.
Así me confinen, basta tener las palabras en mi boca para que nunca puedan encarcelarme, salvo que no reconozca ese valor en las palabras o en los sueños.
Porque las palabras son sueños, mundos ignotos. Y que se inauguran a partir de las visiones de mis ojos configurados por los verbos de mi lengua.
Por eso, debemos heredar unas palabras. Dejar como herencia un vocablo o un conjunto de ellos. Llenos de encanto y llenos de verdad.
Porque somos donantes de su sentido. Las palabras nos cautivan. Y nosotros cautivamos sus significados.
6. Al fondo
de cada una
Por eso, alcanzar la libertad en nuestras palabras. Que las palabras nos hagan libres.
Que ellas tracen nuestros horizontes abiertos e infinitos. Que las palabras nos conduzcan por caminos pródigos.
Nos produzcan ternuras, nos colmen de abrazos. La palabra amorosa. La palabra piadosa.
Las palabras nos envuelven con su música. Son como sirenas encantadas a las orillas de los mares del tiempo.
Son unicornios asombrados y sonoros en bosques innombrables. Son arlequines y arquetipos.
Hallemos nuestra libertad en las palabras, al fondo de cada una de ellas. Enlazadas unas con otras que es como construimos mundos nuevos.
En la dimensión mágica y profunda de las palabras que hacemos nuestro destino como individuos y como pueblos.
7. Vírgenes
y arrobadas
Con ellas inauguramos reinos, ejercemos un poderío pleno sobre mundos concretos, reales y totales. Fuera de esos mundos nada es cierto, nada es verdad. Solo el mundo de las palabras lo explica todo.
Las palabras vienen a ti, no es que tú vas a ellas. Se adhieren, vuelan por el aire y son atraídas en razón de una identidad con aquel misterio de que están impregnadas sus alas.
A mí se me adhirió por ejemplo la palabra alegría y en cambio pasó volando la palabra tristeza.
Hay un destino de las palabras que somos los seres humanos que nos erigimos como pararrayos de palabras, las mismas que se quedan como otras se van. Tú mueres y mueren tus palabras.
La pasión por las palabras es fundamental enseñarla porque ellas son: mundos secretos, jardines nuevos y antiguos, moradas impolutas que se ofrecen puras, vírgenes y arrobadas para quien quiere poseerlas.
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