martes, 17 de junio de 2014

POETA PERUANO CARLOS GARRIDO CHALÉN, SOSTIENE QUE NO HABRÁ PAZ EN EL MUNDO, MIENTRAS EXISTA EL ANALFABETISMO (III FESTIVAL INTERNACIONAL DE ETNIA NEGRA, EN PANAMÁ)


EL POETA PERUANO CARLOS GARRIDO CHALÉN SOSTUVO EN PANAMÁ QUE JAMÁS HABRÁ EN EL MUNDO UNA PAZ VERDADERA, SI EXISTEN 872 MILLONES DE ADULTOS ANALFABETOS, 1,000 MILLONES SIN ASISTENCIA MÉDICA Y 192 MILLONES DE NIÑOS GRAVEMENTE DESNUTRIDOS

Fue en el marco del III Festival Internacional de la etnia negra de Panamá.

El poeta, abogado y periodista peruano Carlos Garrido Chalén dijo en Panamá, que la paz entraña la comprensión del hecho de que todos somos interdependientes y estamos relacionados los unos con los otros; pero que individual y colectivamente, somos responsables del bien común, que incluye el bienestar de las generaciones futuras; que entonces debemos saber cuáles son nuestros derechos y cuáles nuestras obligaciones; pero que jamás habrá paz en el planeta, si como lo ha confirmado la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU), existen 872 millones de adultos analfabetos, 1.000 millones de personas desprovistas de cualquier tipo de asistencia médica, 192 millones de niños gravemente desnutridos, muchos de los cuales mueren por esa causa; más de dos millones de niños mueren de enfermedades contagiosas que se pueden prevenir; II900 millones de personas que no saben leer ni escribir; 80 millones de niños que no asisten a la escuela primaria; y 1.300 millones de personas que sufren los efectos del abastecimiento de agua no apta para el consumo.

Durante la Conferencia Magistral que ofreció en el marco del III Festival Internacional de la Etnia Negra, realizado en Panamá del 21 al 25 de mayo, el poeta peruano, Presidente Ejecutivo Fundador de la Unión Hispanomundial de Escritores (UHE), anotó que la paz nos exige que respetemos la Tierra y todas las formas de vida, y que ese es un proceso que no tiene fin, que nos obliga a plantear propuestas y estrategias para la seguridad social y nacional, para superar la crisis, la prepotencia financiera, la colonización económica, higienizar el mundo de todas las banalidades que siembran frustración y trabajar por una cultura de paz con justicia social y por una ética de la solidaridad que aliente y estimule en su código, las posturas colectivas más unánimes.

“Sin salarios justos y dignos no hay paz. Sin desarrollo social no hay paz. Sin igualdad no hay paz. Sin solidaridad la paz, es obtusa. La paz no existe en el formato de la malignidad y la injusticia. Se consolida cuando los individuos se acogen a un comportamiento humanitario. Qué paz es esa – se preguntó -  que alienta las diferencias entre seres humanos con fines excluyentes; que se solaza en la barbarie; que atiza odios, discriminaciones, envidias y mezquindades. Que no es tolerante, que la envanece la soberbia de los poderosos y la humilla el dolor de los excluidos, que han perdido la fe en el mañana”.

El autor de más de 30 libros publicados, Premio Mundial de Literatura “Andrés Bello” 2009 de Venezuela, dijo ante una nutrida asistencia de afro descendientes de varios países, que entonces el problema no es simple: la paz no es un globo de defecciones, que aparenta quietud cuando no hay una guerra crucial que la delate. Es una obligación y un derecho para que la humanidad se reconozca en dignidad. “Sino es configurada de esa forma, entonces no existe. Es sólo un pergamino, para justificar la retórica de Caín, que es en el fondo, el detergente con el que los hipócritas lavan sus propios pecados mortales”, acotó. 

Carlos Garrido Chalén, Embajador Universal de la Paz en Perú, del Círculo de Embajadores Universales de la paz con sede en Ginebra – Suiza y París - Francia y Embajador de Buena Voluntad de la Humanidad de SPMUDA, con sede en Filipinas, expuso que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha considerado el tema de “la cultura de paz”, como una obligación moral de su mandato constitutivo, orientada a contribuir a la paz y a la seguridad del mundo, estrechando, mediante la educación, la ciencia y la cultura, la colaboración entre las Naciones, para asegurar el respeto universal a la justicia, la ley, los derechos humanos y las libertades fundamentales; y que para ese fin, ha adoptado específicamente diversos enfoques transdisciplinarios, para la realización de los cuatro principios fundamentales de una cultura de paz inventados por los enciclopedistas del pacifismo moderno: no violencia y respeto a los derechos humanos; comprensión intercultural, tolerancia y solidaridad; coparticipación y libre circulación de la información y, finalmente, la plena participación y fortalecimiento de las mujeres.

“Lamentablemente ese proyecto transdisciplinario, que es la más gomosa manera de no arribar a la paz, no ha tenido el eco que necesita para conceptuarse – lo que es francamente una ofensa a la inteligencia humana perpetrada por los “sabios” de la conceptualización moral del mundo – y no ha brindado hasta ahora una base estable para el fomento de una cultura de paz, porque a pesar de esa larga tradición de enseñanza y promoción de los principios básicos de la paz y los derechos humanos y la divulgación de los resultados y acuerdos logrados en sus Convenciones internacionales, ninguna Organización, ha podido trasmitir a sus países miembros, y especialmente a la dirigencia gubernamental mundial, que es imprescindible superar esa retórica barata que tiene sin cuidado a los hacedores de la guerra y la violencia, porque carece de un credo que la fundamente, compulse y defina; y convalida, de una u otra forma, directa o indirectamente, que se mantenga al Planeta, en las más viles condiciones de injusticia social que se recuerde”.

Garrido Chalén refirió que la propia UNESCO, ha dicho por ejemplo, que "la educación para los derechos humanos y la democracia, en último análisis, significa el fortalecimiento de cada persona para participar con sentido activo de responsabilidad en todos los aspectos de la vida política y social; pero qué es esa, sino una frase de cliché demasiado inocente para ser tenida en cuenta, cuando los derechos humanos son sólo un hermoso himno para ser paporreteado por los que poseen más. Jamás por la gran masa de desposeídos del Planeta.

“Los pobres del mundo – expuso - no tienen quien los defienda, y la democracia es un festín para los que se encaraman en el poder y lo usan para satisfacer largas secuelas de arbitrariedad y corrupción imperdonables. ¿Cómo fortalecer al hombre y empujarlo a participar con sentido activo de responsabilidad en la vida social?. Difícil, si esa sociedad que le ha confeccionado una larga lista de obligaciones por cumplir, y es mentirosa porque hecha la ley, hecha la trampa, no se interesa por su desarrollo mediático, y ni siquiera por su sobrevivencia y le impone un trato excluyente y egoísta  y no es capaz de vincularlo a la justicia. ¿Esa es la cultura de paz que proclaman los pacifistas de nuevo cuño? Pues es la cultura que menos conviene. 

El laureado escritor sudamericano, postulado este año al Premio Nobel de la Paz por su ensayo: “Si esa es la paz, devuélvannos la guerra” y el año pasado desde once países al Premio de Literatura en habla castellana “Miguel de Cervantes” de España, sostuvo que en varias Conferencias Internacionales de Educación (CIE), una de ellas en Ginebra, se presentaron propuestas para reforzar una cultura de paz mediante la educación, incluyendo los conceptos de formación y práctica en la resolución y mediación en conflictos en el sistema escolar, entre el personal y los estudiantes, así como mediante la participación de la comunidad en el resto de la sociedad; incorporación en el currículo de información sobre movimientos sociales (nacionales e internacionales) por la paz y la no violencia, la democracia y el desarrollo equitativo; revisión y renovación sistemática de los currículos para asegurar un enfoque de las diferencias étnicas, raciales y culturales que enfatice su igualdad y contribución singular al enriquecimiento del bien común; revisión y renovación sistemática de la enseñanza de la historia, para dar por lo menos tanto énfasis al cambio social no violento como a los aspectos militares de la historia, con especial atención al papel de las mujeres en la historia; y comprensión intercultural, tolerancia y solidaridad; todo basado en que la paz debe sustentarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad; pero sin hablar de la justicia social.

“¿Se puede hablar – preguntó - de solidaridad intelectual y moral y de paz con los excluidos del armatoste social, que cuando se acuestan para ir a dormir, no tienen ni siquiera un pan o un vaso de agua para engañar el hambre que los mata?. ¿Se puede bosquejar un símil elemental de la paz cuando miles y miles de personas, especialmente de los países sub desarrollados, no tienen un trabajo fijo para asegurar a su familia elementales condiciones de subsistencia y pernoctan en casuchas improvisadas de barro, caña o cartón, sin los más elementales servicios de agua, luz o desagüe, que les permitan vivir dignamente como seres humanos?. Las Naciones Unidas proclamaron 1995 como “Año de la Tolerancia”, siguiendo una propuesta sometida por la UNESCO a la Asamblea General de las Naciones Unidas. La Asamblea General designó a la UNESCO como agencia rectora, responsable de una campaña internacional de toma de conciencia del público y las subsiguientes actividades de seguimiento. En la 28a reunión de la Conferencia General, se aprobó una declaración sobre esa virtud, que reafirma el compromiso de la UNESCO al "respeto, aceptación y valoración de la infinita riqueza de las culturas de nuestro mundo", destacando la tolerancia como la piedra angular de la construcción de una paz duradera y justa, e instando a todos los Estados Miembros a comprometerse en la aplicación activa de estos principios en sus respectivas sociedades. Pero el mundo sigue igual, porque falta una idea revolucionaria que redefina la paz en el Planeta y a partir de esa redefinición se trabaje los siguientes correlatos”.

“Los comprometidos a trabajar en la configuración del significado de la propia paz, no entienden hasta ahora, que la paz no es solamente lo que ellos creen, sino mucho más. Que la paz que ellos enarbolan, pertenece al vademécum de los pacifistas obtusos, que le zanganean a la guerra, y cumplen un papel adscrito a la vana repetición de fórmulas que ya no sirven. El dinamismo de la propia historia obliga a nuevas confrontaciones con una realidad que es en definitiva la que manda. La paz del paraíso terrenal, no es la misma del siglo XXI. Ahora ya no está Adán, ya no está Eva. El Edén yace depredado, y hay que tener cuidado, porque hay una lista inmemorial de Caínes francotiradores y fantoches apuntando a matar la paz que pareciera mimetizarse en los fragores de la guerra. Son otros los tiempos y otras las circunstancias. Otro el hombre y otra la realidad que enfrenta y la calle huele a muerte. Otros son los componentes mecánicos de leyes sociales, que se vuelven inmarcesibles en el conato de las confrontaciones permanentes. Lo que obliga a los investigadores científicos a replantear la visión de la paz desde las perspectivas que expresamos”, terminó diciendo Garrido Chalén.  













Fuente:

Unión hispanomundial de Escritores