miércoles, 7 de mayo de 2014

RECORDANDO A LA "GRINGA MARÍA" EN EL DÍA DE LA MADRE - POR BENEDICTO JIMÉNEZ BACCA

 Plaza de Armas de Pisco - 1954 - La Gringa María, Benedicto y Juan
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RECORDANDO A LA "GRINGA MARÍA" EN EL DÍA DE LA MADRE
Por Benedicto Jiménez Bacca.

En los momentos menos esperados, nos asalta el recuerdo de la madre ausente. He querido extraer un capítulo de la obra "La Captura del Siglo", que está en este blog, para rendirle homenaje con motivo del Día de la Madre.

Si bien está ausente, pero su temple, carácter, sinceridad, amor, valentía y esperanzas, viven en nosotros y la vemos reflejada como herencia en las miradas y rostros de nuestra progenie..

Ese 12 de setiembre, fecha en que se escribiría una de las páginas más gloriosas de la pacificación nacional en nuestro país, los tibios rayos solares penetraban por la ventana del departamento ubicado en el quinto piso del edificio 5 de Fonavi-Pando, en el distrito de San Miguel. Un barrio de clase medía donde vivía con mi esposa Mara y mis tres menores hijos..

Para el peruano que sobrevive todos los días en un país impredecible hasta decir basta, era un día como cualquier otro y nada hacía presagiar, que ese día, en horas de la noche, caería el líder del grupo terrorista, Abimael Guzmán, que durante doce años se mantuvo en la clandestinidad, desde el 18 de mayo de 1980 cuando quemaron las ánforas electorales en un poblado de la serranía de Ayacucho, dando inicio a su llamada "Guerra Popular"..

Me levanté de la cama apenas sentí el suave roce de la luz matinal y pude observar a mi mujer que se encontraba en la habitación contigua, intentando a duras penas, levantar de la cama a mis tres hijos, apurándolos para que se vistan, tomen su desayuno y salgan disparados hasta el paradero ubicado por inmediaciones del Edificio “15 de Setiembre", cuadra 5 de la avenida España donde esperaba, hasta cierta hora, el ómnibus del colegio que los llevaría al “Alcides Vigo Hurtado", centro educativo donde estudiaban la mayoría de los hijos de los que procedíamos de la PIP, en la urbanización Higuereta ( Surquillo)..

Mientras me aseaba, prendí el trasmisor-receptor walkie talkie que había amanecido encima del pequeño velador, ubicado en la cabecera de la cama. Las manecillas del reloj marcaban las seis de la mañana y a los lejos se escuchaban las débiles voces de los agentes del Gein (Grupo especial de inteligencia), en momentos que se dirigían a ocupar sus puestos de Ovise (observación y vigilancia), tanto fija como móvil. Era el rito de todos los días: “Mercurio se dirige al Castillo con su grupo, sin novedad", gritaba el teniente Joe Sánchez, con la intención, a todas luces, de que "Ingeniero", el tercer jefe del GEIN, note su presencia. “Cobre ya instaló su equipo cerca a la cueva del Zorro“, reportaba el teniente Tiburcio, oficial a cargo de un grupo de Ovise conformado por 3 agentes (un chofer y dos agentes ). “Anteojado se reporta presente, cerca del Zorro”, anunciaba el capitán Aguirre, oficial a cargo también de otro grupo Ovise. Esta era la rutina de todos los días: el trabajo empezaba rayando el alba. Sabíamos cuando empezar, pero nunca cuando iba a terminar..

Mientras mi esposa alistaba a mis tres hijos, aproveché para ducharme; el agua fría alejó los pedazos de sueño que aun quedaban. Como era costumbre, mi esposa había salido con mis hijos y no pude despedirme de ellos. Vestido y listo para salir al trabajo, me apresté a tomar el desayuno que mi mujer había dejado sobre la mesa del pequeño comedor del departamento donde vivía hacía 11 años con mi familia, desde que tuve la fortuna de salir ganador en el primer sorteo del Fondo de Vivienda (Fonavi), edificios construidos durante el Gobierno del ex presidente, Fernando Belaúnde..

Mientras saboreaba el jugo de papaya, los rayos solares estaban en su esplendor, y seguían filtrándose suavemente por las delgadas cortinas de la sala, cayendo sobre las adormecidas plantas ornamentales, de una esquina de la sala. De pronto, mi mirada se posó sobre “Teresa Raquin” de Balzac, que estaba en la mesa del comedor. En sus páginas aparecían varias frases que había subrayado días antes con la finalidad de coger las ideas centrales del mismo. De manera disciplicente, dibujé una sonrisa y pensé: "Honorato de Balzac con James Joyce son los que más se burlan de la miseria humana". Poco a poco me dejé llevar por la lectura, mientras percibía que las voces de los agentes del GEIN, que salían de las radios, se volvían tenues, perdiéndose en el espacio. "¡No leas mientras comes, negro, es mala educación!", escuché en el silencio de la sala el grito de mi madre. Ella sabía que nunca iba a poder superar la "mala costumbre" que me acompañaba desde niño. Decía que nunca se pueden hacer bien dos cosas a la vez: leer y comer.Ya adulto, frisando los 39 años, el hábito de leer mientras comía, se me pegó como chicle. Cada vez que la "Gringa María", mi madre, me veía en ese trance de entelequia, lanzaba recriminaciones y terminaba alejando el libro de mis manos, diciéndome con su mal trajeado español: "Deja de leer, Negro, es mal hábito y te daña la digestión". Ese día, en la soledad de la sala y comedor, mi memoria traía su imagen. Apenas había pasado un año y medio desde su partida hacia el viaje sin retorno y aun flotaban frescos sus recuerdos en cada rincón de mi mente y corazón..

Pobre mi madre, venir de tan lejos para morir en este país de grandes contradicciones, de profundos abismos sociales, donde a veces sucede todo y nada a la vez, que conoce todos los antagonismos y donde ser peruano es una cuestión de fe, de aferrarse a una creencia, hasta creer en hechos aún no realizados. Saqué una pequeña foto de mi cartera, violada por el tiempo, y empecé a observarla, mientras me sumergía cada vez más en profundos pensamientos mientras las voces de los agentes que estaban en el aire se alejaban hasta tornarse imperceptibles. Su rostro aparecía surcado por profundas arrugas en contraste con su mirada fresca, franca y directa..

La "Gringa María" hablaba sin ambages, con sinceridad, directa, iba al grano, miraba a los ojos. Le daba una terminación especial a las sílabas. Ser franco y sincero en sociedades como la nuestra, donde impera la hipocresía, la deslealtad y la traición, es buscarse problemas y terminas casi siempre haciéndote odioso. Con el tiempo -era de esperarse- mi madre se ganó más enemigos que amigos, pero hasta sus últimos dias, los afanes de la vida, engaños, miseria y soledad, no cambiaron su forma de ser: carácter abierto, confiada, generosa, pero franca, sincera, valiente. Era uno de esos seres que llevan en sus hombros los sufrimientos de la Humanidad, y al final, terminan acabados por dichos sufrimientos. Le condolía todo lo que sucedía en el mundo, empezando por nosotros, sus cuatros hijos, Pedro, Juan, Elena y yo..

Los recuerdos que tengo de ella se pierden en la nebulosa del pasado. Llegó al Puerto del Callao, dejando atrás la Segunda Guerra mundial. El destino la trajo al Perú de manera casual, su destino inicial era Venezuela, pero nadie supo cómo o qué viento la trajo al país. Llegó casada con un español que se dedicó al buceo con escafandra, pero tal poco tiempo terminó sus días con una embolia pulmonar, dejándola en la orfandad con dos menores hijos. Cuando muere el español, mi madre se vio inmersa en la terrible soledad de verse perdida en un país extraño, sin amigos y sin trabajo. Se sintió sola y abandonada en una tierra que ni siquiera es grata y bondadosa con sus hijos, menos es con extranjeros o extraños. Esta oportunidad fue aprovechada por mi padre, un zambo chinchano, guitarrista, constructor de obras públicas, que hábilmente logró enamorarla y embaucándola le dijo que era soltero. Mi padre, cada vez que se emborrachaba se jactaba entre sus amigos, gritando que tenía una griega como mujer, descendiente de los grandes filósofos de la antigüedad: Sócrates, Platón y Aristóteles. Con fácil labia la convence para vivir en el bello y apacible puerto de Pisco, ubicado en el sur de Lima; tierras que vieron crecer al poeta iqueño que escribió el himno a Pisco: "Tristitia". Es fácil deducir que mis raíces me hacen ser un producto mixto, resultado de una inmigrante griega y de un zambo chinchano. Mi madre cuando se entera que era la segunda mujer de mi padre, se siente engañada y desde ese momento, nunca más volvió a confiar en él. Siempre se sintió traicionada..

Nací el 7 de mayo de 1953 en una casa de adobe y techo de quincha ubicada en un barrio pobre, conocido como "Santa Rosa", bajo el signo de Tauro, situación que me hace de mente analítica, reflexivo y perceptivo, amigo de profundas soledades, con la facultad de adelantarme a la quinta intención de las personas, cualidades que me ayudaron mucho en mi carrera de investigador criminal, especializado en la lucha contra el terrorismo..

Pasé mi niñez (hasta los siete años) en ese pobre vecindario, después viajé a Lima para proseguir mis estudios, transitando de tía en tía, hasta que regresé a Pisco para estudiar dos años de secundaria en la Gran Unidad Escolar "José de San Martín". Recuerdo que la "Gringa María", como la conocían las morenas del barrio "Santa Rosa!", también conocido como "El Imperio del Sol" (por la gente morena que allí vivía), cuando explotaba de ira, era aconsejable no estar muy cerca de ella. Y su enojo llegaba al paroxismo si sentía que le tocaban a sus hijos. Saltaba como una fiera y nos defendía con uñas y dientes. Las veces que estaba tranquila y su alma en paz con el mundo, mostraba su cariño a su manera. Nunca pude superar el abismo que hubo entre los dos y esto me hace sentir culpable cada vez que siento que dejé pasar momentos preciosos, únicos, para decirle o demostrarle todo el cariño que sentía por ella. Creo que a muchos nos pasa lo mismo. Dejamos al final las muestra de afecto y cariño, pensando que las madres son eternas y nunca se irán al viaje sin retorno. En las noches cuando despertaba somnoliento, sentía en la penumbra sus manos acariciándome con ternura la frente y rezando en griego no sé qué oración..

Por su peculiar personalidad, mi madre se movió en extremos: grandes amigos o grandes enemigos. En cuestión de amistad, nunca aceptó medias tintas o claro oscuro. Si no conseguía un buen amigo o enemigo, prefería estar sola. Heredé de ella esa manera de hacer amigos. Con los años mi madre se redujo de tamaño y su cuerpo engordó. Nunca se acostumbró a este país, añoraba el suyo, Atenas, el lugar donde había nacido y extrañaba a sus hermanos. Siempre aprovechaba la llegada de algún barco griego al puerto de Pisco para enviar una carta a su familia, pero nunca recibió contestación. Su desesperación crecía al darse cuenta que con los años las imágenes de sus hermanos se perdían en el tiempo. Cuando era cogida por esa tristeza sideral, se aferraba a unas amarillentas fotografías que guardaba en un viejo baúl de madera que trajo consigo de Europa. Al verla en ese trance, para calmarla, le decía muy quedo: "Mamá, cuando tenga dinero te voy a comprar un pasaje para que vayas a Atenas y visites a tus hermanos". No pude cumplir con esa promesa porque se murió el 13 de enero de 1991, soñando en regresar algún día a su lugar de origen. Actualmente la casa donde pasé la infancia y parte de mi juventud, es conocida como "la casa de la Gringa María". Todavía existe y es habitada por uno de los morenos que crecieron conmigo en ese populoso barrio pisqueño, semillero de futbolistas, voleibolistas y delincuentes avezados. Elena, mi hermana de sangre, cuando frisaba los diciocho años, abandonó el país en los inicios de la década del 80, como tantos otros peruanos cansados de la miseria y la desocupación, y se fue a residir a los Estados Unidos de Norteamérica..

En 1971, apenas culminé mi secundaria, me presenté al Centro de Instrucción de la Policía de Investigaciones y me hice policía de investigaciones por una cuestión de supervivencia, la vocación vino después. La verdad, carecía de dinero para seguir mis estudios universitarios. En el primer intento fracasé, volví a intentarlo al año siguiente ingresando al Centro de Instrucción de la Policía de Investigaciones (CINPIP) el 12 de marzo de 1973..

Después de un año de cadete, gané el puesto de brigadier de año, cargo que no solté hasta el cuarto año (1976), egresando el 01 de enero de 1977 con la jerarquía de alférez, número uno de mi promoción (Placa de Honor) y con la especialidad de investigación criminal.
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Escuela de Oficiales PIP, como instructor
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El año de la captura del líder senderista Abimael Guzmán, tenía dieciséis años como policía, ocho años trabajando en la Dirección Contra el Terrorismo; y lo cierto, es que estaba metido en camisa de once varas. Por propia iniciativa me había convertido en un combatiente antiterrorista y cargaba con la responsabilidad de capturar al terrorista más buscado del país, al líder de Sendero Luminoso, considerado el “enemigo público número uno”, desde inicios de la década de los 80.
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Como todos saben, capturar a “El Cachetón” (clave que utilizábamos en las comunicaciones radiales), no era tarea fácil. El llamado”Presidente Gonzalo" se movía en la clandestinidad y nunca daba la cara, motivo por el cual se tejieron en torno a su persona miles de conjeturas, algunos analistas especulaban que estaba en la Selva Central, otros en Bolivia, algunos en Francia, incluso en su tierra, Arequipa. Muchos creían verlo por todos lados , por lo que su figura se hizo cada vez más misteriosa, dando rienda suelta a las imaginaciones y especulaciones.

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El aumento del tono de las voces de los agentes provenientes de los radios transmisores me volvió a la realidad, sacándome de mis cavilaciones. Las últimas palabras que recordaba de mi madre, unos días antes de morir, porque presentía que su vida llegaba a su fin, era que se había soñado que el líder de Sendero Luminoso había sido capturado por mi grupo de inteligencia. Después, me aclaró que lo había visto en las cartas, habilidad que aprendió en sus soledades y la hizo famosa como adivina en el barrio "Santa Rosa".

Mi madre se fue sin regresar a su país de origen; la vida continúa, cada uno de sus hijos la recuerdan a su manera. Unos se lamentan no haberle dado un poco más de cariño, otros la recuerdan cada vez que esperan alguna señal para dar un paso en la vida o para aconsejar a sus hijos. Mi madre ya no está presente en este valle de lágrimas y miserias, pero con esperanza y fe en el destino de la Humaniadad, su presencia se siente cada vez que vemos a nuestros hijos o a los hijos de nuestros hijos enfrentándose a la vida con valor, diciendole "ladrón al ladrón" en su cara, como ella lo hacía, levantándose y encarando al delincuente y desenmascarando a los hipócratas de estas tierras donde nació el "Cholo Sagrado", así tenga que pagar un alto precio por decir la verdad.

Cada vez que percibimos en las miradas y rostros, gestos y actitudes de nuestra progenie, los mismos gestos de la "Gringa María", estamos seguros que vive. Ella morirá cuando nos vea débiles, temerosos y avasallados por la mentira, la hipocresía, la corrupción. Ella morirá eternamente cuando ante la presencia de un "lobo vestido de cordero", no levantemos la voz y lo encaremos para que deje de mentir y engañar a la gente y sea sincero y honesto, más aún, si es político o dirige las riendas del país. Ella morirá eternamente cuando no encontremos en las miradas, gestos y actitudes de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos, esas cualidades que hicieron que se gane el respeto y admiración en el barrio que crecimos: carácter, valor, sinceridad, generosidad y esperanza en en la humanidad.


Fuente:

EL PACIFICADOR .


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Amigo Benedicto, con la primera estrofa de Tristitia, que meció tu niñéz en Pisco, viene a mi memoria aquel 12 de setiembre DE 1992, al mediodía, en que por cosas del destino visité con Lula tu departamentito de Pando (5to. piso, sin ascensor), buscando la luz al final del túnel; luz que no solamente ahora nos ilumina más, sino también nos abriga, haciéndonos más humanos.

Un fuerte abrazo,

Nalo

Mi infancia que fue dulce, serena, triste y sola
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana...
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Abraham Valdelomar


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GEIN: 
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CAEN PÉTALOS DE MI ALMA DORMIDA
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.¿Se puede mantener una sonrisa de máscara?
no lo creo, pues cuando el Perú sangra
zozobra el corazón
en un torrente de lágrimas.
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13 años de dolor, ¿será el pago justo?
yo digo: ¡qué importa el sufrimiento
y la vida misma, si la paz clama
en ardiente llaga!
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No humillamos a nadie
por sus ideas ni modos de vida;
y aún cuando no agradezcan el trato,
queda sosegada la conciencia.
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No preguntes qué siente el alma,
tampoco pidas pantomimas;
que tras el
útimo gemido
vendr
á un hálito de calma.
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Peruano, en largas noches sin abrigo,
fuiste un bello ejemplo de coraje;
y hoy, que Benedicto va errante,
el GEIN le canta al amigo.
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Nalo - 12 SET 93
 
RECUERDOS 
 
PRESENCIA DE BENEDICTO EN VIRGINIA 2013