sábado, 31 de mayo de 2014

DÍA MUNDIAL DEL NO FUMADOR - POR JUAN RODRÍGUEZ JARA (PISCOBAMBA)

DÍA MUNDIAL DEL NO FUMADOR

Por Juan Rodríguez Jara

El tabaco como cigarro en sus diferentes presentaciones, para muchos es el fiel compañero: en verano fuman para refrescarse, en el frio para calentarse, al trabajar para concentrarse, al viajar para distraerse, en las fiestas para lucirse y así las disculpas que inventan para seguir fumando sin darse cuenta que están exponiendo a enfermedades graves su propio organismo y de las personas que le rodean como fumadores pasivos. 

El cigarro últimamente se ha extendido su consumo hacía la población infantil y al género femenino, cuando antes eran casi exclusividad de los hombres. Este consumo es incentivado por los amigos, propaganda comercial y otros factores del medio que exigen imitar a fumar muchas veces a los familiares, artistas, profesores, etc. El tabaco contaminan todos los órganos por donde pasa el humo: labio, boca, ojos, laringe, tráquea, esófago y pulmones. De acuerdo a los últimos estudios también puede afectar el torrente sanguíneo, atacando los vasos y el corazón. Finalmente ataca o estropea las diferentes partes del cerebro. 

A pesar de los altos índices de enfermos a consecuencia del cigarro no hacen nada los gobiernos y las instituciones encargadas por frenar este flagelo que silenciosamente viene consumiendo a la población, menos se puede hacer algo de prevención en los colegios. Se dice que los consumidores se vuelven adictos al cigarro por lo que deberían de ser internados en centros de tratamiento especializado que tiene su consiguiente costo. Esta tesis puede ser rebatida con testimonios de quienes consumieron el cigarro por años han dejado por la fuerza de la voluntad individual. 

Este testimonio puede narrar el autor de la nota, quien a los 16 o 17 años de edad comienza con los cigarros cuando con hijos de los lugareños de las tierras en las estribaciones del río marañón, iban huaquear, llevando porción de coca y cigarro para Chaqchar y fumar a fin de encontrar huacos. Posteriormente ya en secundaria con amigos y compañeros de colegios después de una mañana futbolera o de básquet después del duchazo o en las reuniones “sociales” de barrio o fiestas patronales, siempre venía un cigarrito “pucho”. Por escases de recursos se hacía siempre una chanchita para comprar un cigarro popular “nacional” o el de mejor linaje “inca”. De haber una reserva de algún amigo, este invitaba el cigarro que daba la vuelta de labio en labio, besando a todos los
mozuelos en camino a la adultez. El fumar no era una necesidad sino un vicio adquirido por imitar, por ser monos o para que le digan “ya fuma” aceptaba una invitación de los pudientes que compraban y ponían a la mano del amigo así pasó los cinco años de secundaria entre humo, esperanza y despreocupación. 

Una vez concluido su educación secundaria viaja a Lima, “ahora venía lo lindo” tomó su carrito verde y blanco a Lima, donde ingresó a eso de las 8 de la noche, llega a la casa de una tía, donde todas las mañanas chequeaba el diario “El comercio” a ver si le llamaban para la chamba, después de muchas actividades por la Lima criolla, en marzo se perfila ingresar a un centro superior, lo hace a un centro Militar, pero la varita no había, entre los pesares y caminatas siempre había un cigarrito que traía el recuerdo de ayer, de aquellos tiempos mejores. Por sugerencia de un pariente de su padre, postula a la policía nacional, donde ingresa y en abril se interna a la escuela ubicada en la vieja casona de la Av. Los Incas, donde en las noches después de las clases se formaban un círculo de amigos de grupo o sección para las tertulias, contando sus pasajes de estudiante o añorando la lejana tierra, fuman por “lo bajo” sin que se percaten los jefes o instructores de Servicio, estaba de moda cigarrillos “instituto armado” de color rojo y blanco de diez unidades y su costo era bajo. Algunos de los alumnos llevaban en sus mochilas durante la marcha de campaña y a la hora del descanso era “saludable una paqueadita”. 

Ya en el servicio de calle urbano había cuatro turnos de servicio: franco, disponible, reten y servicio. Éste último se cubría en la madrugada de una de la mañana a siete, donde los minutos eran años y el cansancio y sueño dominaba al custodio, para afrontar aquello el cigarro salía imitar a las luciérnagas, unos cuantos cigarritos se consumían en el servicio esperando al Jefe de Servicio o al temido Jefe de Ronda. Mientras ya se hace hábito fumar porque con el sueldo podía ya comprarse una cajetilla de “Inca”; también había cigarros con filtro, americanos con envoltura de lujo y algo costoso. A la final entró a los cigarros importados y a fumarse siempre unas cuantas, donde estuviese, algunas veces en las fiestas se iba con sus dos o tres cajetillas, cuando trabajó en la oficina salía al patio o al baño para devorar con el humo uno o dos cigarritos. Sin cigarro no podía estar en la casa, en la calle en reuniones y en todas partes el cigarro estaba en la mano, al día fumaba mínimo 20 cigarros, en fiestas dos o tres cajetillas, como si estuviera en concurso, era una chimenea. 

Familiares y amigos le pedían que no fume; pero esto le incentivaba aún más. Siempre creo en un ser humano que llega a un momento de cordura, un instante de reflexión, cuando aparecían ciertos malestares: la boca amanecía amarga, los dedos pintados de nicotina, los labios secos, ojos rojos y apestando a nicotina. Inclusive le aconsejaron seguir una terapia para dejar el cigarro, eso era imposible había visto a muchos sometidos a un régimen de rehabilitación al final fracasaron. 

Un día el fumador saca la cuenta del gasto que venía haciendo en cigarro, al menudeo era más caro en cajetilla salía mejor, papel y lápiz al día en forma normal fumaba 15 o 20 cigarros, el gasto era la cuarta parte de lo que ganaba en un mes, hasta que en el año 2005 una mañana soleada de enero, prende un cigarro y absorbe profundamente para soltar el humo como el de una bomba atómica, miró el cigarro y lo arrojó al suelo y como "los trece del gallo" juró y se hizo la promesa de no volver a fumar después de 45 o 50 años de fumador. 

Cuando se deja de fumar y el ser humano mentaliza no volver hacerlo lo hace, estimo no es necesario someterse a tratamientos y tomar medicina, insertarse agujas y tantos inventos de los curanderos que no logran erradicar el cigarro, mientras no se limpia el cerebro seguirá fumando así le apliquen miles de agujas.

Ahora bien, las consecuencias del cigarro tarde o temprano deja secuelas, se paga con creces; nuestro personaje que fumó casi medio siglo estaba con Dios para que no tenga mayores males, actualmente tiene principio de asma y la garganta se le cierra cuantas veces quiere hacerle recordar del vicio mal concebido. Mientras que otros fumadores sus amigos han fallecido con cáncer a los pulmones, a la faringe o laringe, paro cardiaco, fibroma y tantos más que ya se conoce por la destrucción del organismo, sencillamente por haber tenido el lujo de fumar. Los estudiosos han detectado en los órganos reproductores de la mujer la presencia de la nicotina tal afirma el Director del Hospital de Neoplásicas del Perú. 

En el Perú no existe una planificación para erradicar el consumo del cigarro, solamente se concretan colocar etiquetas advirtiendo que es dañino para la salud tal y conforme rezan en las cajetillas que ofrecen al mejor postor, en los colegios debe iniciarse una enseñanza sobre las consecuencias nefastas del consumo del tabaco. Hoy es día del no fumador, de que vale un día hacer campañas, recordar y prohibir tal vez, cuando el resto del año el consumo es mayor. 

Curemos las mentes humanas para tener un juicio completo de lo que vale la vida porque una vez deteriorada es difícil volver a su estado anterior. 


 “Si quieres vivir bien no fumes” 

Fumador: en humo nadaste
en la galaxia de la ilusión;
no conquistes la muerte,
y no cultives el dolor
para tu familia
que te ama.
Vive
para
ti
asegura tu vivencia futura:
El final del vicio es muy doloroso.