viernes, 31 de enero de 2014

FOLIOS DE LA UTOPÍA: CORRIDAS DE TOROS DE MI TIERRA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
 
ENERO, MES DE LA DEFENSA DE LIMA
DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS, HERAUD
Y LOS PARADIGMAS DE MACHUPICCHU
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
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FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
CORRIDAS
DE TOROS
DE MI TIERRA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Volar por los aires
 
Para quienes nacimos y crecimos en Santiago de Chuco, del cual el poblado de Calipuy es uno de sus anexos, el que nuestros labios pronuncien este nombre en nuestra niñez y juventud, es para referirnos a los toros bravos que se crían en sus potreros y breñales.
 
Desde allí son traídos a la plaza de toros que se alza en el Estadio Municipal, con barreras asignadas a cada caserío, hechas de palos recios y algunos retorcidos, amarrados con maromas de cabuyas ajustadas a los pilares que se hunden en la tierra y que se erigen bajo las galerías de asientos a cargo de contratistas y comerciantes que al pie de cada escalera implementan su boletería por donde desfila toda la familia con sus mejores galas y atuendos.
 
Todo el pueblo está suspendido sobre estos andamios que se samaquean con cada paso que dan las personas que se mecen y mueren de miedo, las niñas preciosas bajo el flamear de las telas multicolores que sirven de toldos para dar sombra, y donde el coso lleno y estremecido por los compases de los pasos dobles de la banda de músicos, parece una nave fantástica que en cualquier momento va a desprenderse y volar por los aires llevada por el viento hacia las cumbres o hacia la hondonada.
 
2. Si el ruego ha sido gentil
 
Bajo esas galerías se venden helados, turrones, refrescos y todo tipo de golosinas, sánguches, alfajores y empanadas, como otros artículos entre el bullicio de la gente que de un momento a otro prorrumpe en un grito nervioso:
 
– ¡Toro! ¡Toro! ¡Toro!
 
Y es que ha salido al ruedo un toro bayo de testuz bien alzada que busca cómo salirse del ruedo, mientras que la gente lo espanta con todo tipo de prendas. 
 
Y es que las fieras que son toreadas en los días en que hay tardes taurinas son de la Hacienda de Calipuy, que conocen y saben cuál y por dónde queda su querencia y quieren escapar. Pero que son tan bravos que revuelca a las cuadrillas de toreros que vienen desde afuera. 
 
Por eso, basta poner en el cartel de anuncio: “Con toros bravos de Calipuy”, para que la gente sepa que van a haber heridos y hasta muertos sobre la tierra endurecida e improvisada de la Plaza de Toros.
 
Entonces la plaza se colma de bote a bote, rodeada de camiones en donde la gente sube a la tolva, si son conocidos del dueño, o solo les permiten mirar defendidos encima y dentro de la carrocería si el ruego ha sido gentil y humilde.
 
3. Se demoran en salir
 
Sin embargo, a los toros los traen por el camino de herradura, en tropa con una manada de vacas, en medio de las cuales estos demonios encabritados que en el ruedo son feroces, entre las vacas  son mansos corderos. 
 
O peor aún: son como las mismas vacas. Pero ya separados y sueltos en el coso es impresionante ver la estampa que tienen y la bestialidad de su arrojo.
 
Son toros indomables, que nadie puede sacarle el “shayape” que tienen en los cuernos, que es una penca breve, y que lucen como un símbolo de su vida salvaje. Y de su libertad por los montes en donde se les ha quedado prendida, por andar entre rocas y entre sus espinas. 
 
¡Y muestra de su vivir en lo más agreste y profundo de los potreros! Con sus cuernos levantados ponían pálida a la cuadrilla de toreros. Mucho peor si son costeños, venidos de Trujillo o de Lima.
 
– ¿Hay toreros o no? –Grita la gente al ver que se demoran en salir.
 
– ¡Ya pues entra, oye! –Profieren.
 
4. Griterío general
 
– ¡Tal por cuál! ¿Eres o no eres torero, o qué serás pué?
 
Por eso, hay unos versos, incluso, que los repetimos de niños y que dicen así:
 
¿¡Ay, torero, torero!
 Ya viene el torito
 de Calipuy.
Que si te encuentra
te saca el mismo cuy.
 
Queriendo significar con ello que, quien se pusiera delante de una de esas fieras le iba a sacar el sebo más fino y delicado que tuviera en lo más recóndito e íntimo de su cuerpo, dejándolo sin aliento, sin resuello y sin entrañas.
 
Revuelcan a los toreros que vienen de afuera, quienes se esconden en los burladeros y sólo hacen volar la capa por encima de las tablas, para que el toro pase ante la gritería y pifia de la gente que les tira de todo, sobre todo las naranjas que están comiendo y que han repartido los “tíos pacá”.
 
– ¡Que entren los Vílchez! –Es el griterío general.
 
5. Delira la gente
 
Allí entonces es cuando por entre la barrera de palos amarrados entra a la plaza un hombre joven, alto y cetrino que de espaldas al toro pide que alguien le alcance su capa, capote y espada.
 
– ¡Bravo! ¡Bravo Ángel Vílchez! ¡Demuéstrales que aquí en Santiago de Chuco hay toreros!
 
Es de la legendaria familia de toreros aldeanos, quien bien ceñido en la cintura con una faja roja sobre el pantalón y la camisa de blanco espiga, hechos de bayeta entra hasta el centro de la plaza llamando al toro con voz rijosa:
 
– ¡Toro! ¡Toro! –Se le oye decir.
 
Mientras en la otra esquina es azuzado para que no salte la barrera y cuando la banda de músicos atruena con una marcha de pallos, que es cuando el toro desde lejos arremete y pasa bajo del sobaco del torero con la capa que hace un molinete que tiñe la plaza de esmeraldas, corales y espuma, mientras la gente estalla en un griterío:
 
– ¡Ole! ¡Ole! ¡Ole!
 
– ¡Ole torito de Calipuy! –Delira la gente.
 
6. El camino de su querencia
 
Calipuy nos suena entonces a lugar indómito; a piedra rodada y a barranco. A tuna espinosa y crispada.
 
Es una referencia agreste, y aguda nota de pífano. Tal como son sus toros: rebeldes, huraños, intrépidos.
 
Porque después de dejar malherido a cualquier torero que se atreviera a correr solo de un burladero a otro, aprovechaba el toro para arremeter contra los palos amarrados de la barrera.
 
Y, de un momento a otro, saltan por encima entre los alaridos de horror y los desmayos de la gente, a quienes el toro les hace el desprecio de pasar solo por encima de ellas sin recogerlas con sus cuernos.
 
Y cogen infalibles el camino de su querencia, bajando hacia el río Patarata para cruzar a la otra banda y coger el sendero transitado por los campesinos o cualquier prójimo que viene distraído.
 
Mientras, la gente que ha estado en las barreras y hasta en los tabladillos o tribunas nos desgañitamos al borde de la pampa.
 
7. Lágrimas y alaridos
 
Y hasta lloramos avisando a los inocentes viandantes, que arrastran sus pies, ilusos y entretenidos por el camino de enfrente, gritándoles que se salven.
 
– ¡Toro! ¡Se ha escapado el toro! 
 
– ¿Qué?
 
– ¡Salgan del camino! ¡Que viene el toro!
 
– ¿Qué?
 
– ¡Se ha escapado el toro!
 
Indicándoles de ese modo que se suban a una ladera o trepen a algún árbol antes que la fiera los despanzurre y destripe sin respetar que fueran mujeres o niños. 
 
Al principio no nos escuchan de lo lejos que están. Siguen lentos y pacíficos, seguro cantando, silbando o tocando su rondín o andarita. Hasta el momento que los ven y se trepan como monos a los árboles o se arrojan a las acequias.
 
Por eso, ¡qué desesperación, lágrimas y alaridos nos ha causado Calipuy y sus toros!
 
 
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ADHESIÓN
A CAPULÍ
 
CRÓNICA DE UN VIAJE
AL EXTRAMUNDO
 
HELMUT JERI PABON
 
Y un día llegamos a ese mundo, el mismo que había albergado el nacimiento de un hombre convertido en mito por su grandeza, habíamos hecho un largo viaje solo para saber mas de su vida, recorrer los lugares que el había recorrido alguna vez, andar sobre sus pasos imperecederos, fuimos al encuentro de Vallejo y en cuanto llegamos, ya éramos parte de su sangre, parte de su alma, pues todo aquel que tiene afanes contra la miseria y la injusticia, tiene algo de Vallejo. Bajamos a prisa de la nave, volamos como pájaros por el universo,  dejamos los cuerpos reposando para el retorno, nos hicimos solo espíritu como mandaban las reglas del nuevo mundo. Cayeron algunas lágrimas y se perennizaron en el cielo.
 
No se sabía con certeza si ese lugar existía, nadie salvo quienes habían logrado llegar a el, se tejieron hipótesis muchas veces, se creyó que era un invento de las edades antiguas, y ciertamente era inimaginable que en épocas como esta, pudiera existir, o sobrevivir un lugar como Santiago. Nadie sabía de aquel lugar, nosotros si, estábamos allí, aletargados cada diez metros. Pues todo suceso bueno en la vida, no podía siquiera aproximarse a este.
 
Pasamos algunos siglos, adaptándonos a las maravillas del mundo Chuco, a su cielo diáfano, y sus calles hechas artesanalmente, a esta vida extraordinaria, entre fogatas cálidas, entre poetas espontáneos que podían emerger de cualquier rincón, bailando con entrega generosa, con el regocijo de vivir en un lugar de estructura etérea. Santiago de Chuco existía, enclavado en el cielo, existía.
 
Llegar no había sido tan difícil, pero marcharse parecía imposible cuando se dio el aviso del retorno, nos abordó la sensación de estar terminando un sueño que antes parecía eterno, nos volvimos entonces almas tristes, y como cuando llegamos, cayeron lágrimas, pero ahora muchas más, para incrustarse en el firmamento, y confirmar que cada luz brillante en el cielo de Santiago es una lagrima derramada por quien llega a sus entrañas, y por quien se va. Érase una vez Santiago de Chuco, en un viaje de ensueño. O quizá solo una utopía de los mortales.
 
 
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CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
 
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
 
TRUJILLO:
JUEVES 22
 
SANTIAGO DE CHUCO:
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
 
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