domingo, 17 de noviembre de 2013

16 DE NOVIEMBRE: DÍA MUNDIAL PARA LA TOLERANCIA - FOLIOS DE LA UTOPÍA: LA PAJARITA Y LA PIEDRA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TÚPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
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16 DE NOVIEMBRE
 
CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
 
 
DÍA MUNDIAL
PARA LA
TOLERANCIA
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
LA
PAJARITA
Y LA PIEDRA
 
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. La piedra
caliente
 
Érase una vez una pajarita que volaba, volaba y volaba por el cielo abierto, sereno y azul.
 
Era una mañana muy clara y tanto y tanto voló la pajarita que sus alas se cansaron.
 
Con sus alitas y patitas colgando divisó una piedra que sobresalía solitaria en el desierto.
 
Y hacia ella bajó agitando como pudo sus alas y estiradas sus patitas.
 
La piedra estaba caliente y saltando de ardor se le ampollaron las membranas de sus piececitos.
 
2. Rayos
fulgurantes
 
La pajarita revoloteando sobre la piedra le reprochó:
 
– ¡Piedra, piedra, piedra! ¿Por qué has quemado mis patitas?
 
La piedra alzando sus ojos azorados le dijo:
 
– ¡Ay, pajarita, pajarita, pajarita! 
 
– ¿Sí?
 
– ¿Qué puedo hacer si el sol jugando de contento dispara sus rayos fulgurantes como un niño travieso hacia mí?
 
La pajarita volteando la cabeza volvió loa ojos hacia donde alumbraba el sol.
 
Y aunque consideró que estaba lejos emprendió el viaje.
 
3. Sus rubios
cabellos
 
Alzando el vuelo volando, volando y volando enrumbó hacia donde brillaba el sol.
 
Y así iba, con sus dos alitas y patitas colgando
 
Deteniéndose no muy cerca porque le sofocara su calor, ni muy lejos que no le pudiera oír, deteniéndose en una estrella le habló así:
 
– ¡Sol, sol, sol! 
 
– Dime pajarita.
 
– Sol, ¿por qué calientas con tus rayos fulgurantes a la piedra y la piedra ardorosa y sin querer quema mis patitas?
 
El sol haciendo flotar sus rubios cabellos y abriendo y cerrando sus párpados de oro y esmeralda se sorprendió de que hubiera llegado hasta allí.
 
4. Y posada
en una de ellas
 
Y le dijo:
 
– ¡Ay, pajarita, pajarita, pajarita! ¡Son las nubes que en cualquier momento me ocultan y a veces me nublan!
 
– ¿Cómo?
 
– Jaspeando con sus vellones de lana mis ojos. A ratos me descubren, entonces caliento la piedra y la piedra quema tus patitas!
 
La pajarita volteó sus ojos a mirar a las nubes que felizmente pasaban cerca y a media carrera.
 
Batiendo sus alas alzó el vuelo dirigiéndose a un rebaño de ellas que se detuvieron al escuchar sus piidos llamándolas.
 
Y posada en una de ellas, les habló así:
 
– ¡Nubes, nubes, nubes!
 
5. orillas
del mar
 
– Sí, pajarita. –Le respondieron–. Tus piidos nos han detenido.
 
– ¡Nubes! ¿Por qué a momentos ocultan al sol, a veces lo nublan y a tatos lo descubren, y entonces el sol calienta la piedra y la piedra quema mis patitas?
 
Las nubes haciendo flotar por el aire sus bufandas blancas le respondieron:
 
– ¡Ay, pajarita, pajarita, pajarita! Comprendemos tu reclamo y te damos toda la razón, pero no depende de nosotras.
 
– ¿Entonces, de quién?
 
– ¡Es el viento quien nos sopla y nos arrastra por aquí y por allá.
 
– ¿Así?
 
– Sí. Nos lleva por praderas, por montañas y por las orillas del mar!
 
– ¿El viento, dicen?
 
6. Habló
así
 
– ¡Sí! ¡No sabemos por dónde el viento nos lleva! Y así ocultamos, nublamos o descubrimos al sol, ¡el sol calienta la piedra y la piedra quema tus patitas!
 
La pajarita miró al viento a lo lejos que correteaba como un niño travieso.
 
Alzó el vuelo y se fue volando, volando, volando tras él con sus dos alitas y patitas colgando.
 
Pudo alcanzarla y subida en uno de sus rulos flotantes les habló así:
 
– ¡Viento, viento, viento!
 
– ¡Sí, te escucho, pajarita!
 
7. Alas
del viento
 
– ¡Viento! ¿Por qué arrastras a las nubes, las nubes a ratos ocultan, a ratos nublan y después descubren al sol, el sol calienta la piedra y la piedra quema mis patitas?
 
El viento recogiendo una punta de su poncho de colores le dice:
 
– ¡Ven! ¡Sube pajarita!
 
– ¿Sí?
 
– Ven. Vamos a dar un paseo y después le diremos a las nubes y al sol para que tengan más cuidado; y el sol para que no caliente a la piedra y que la piedra no queme tus patitas.
 

Y la pajarita ahora feliz en las alas del viento recorre el mundo.
 

 
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