jueves, 22 de agosto de 2013

22 DE AGOSTO: DÍA MUNDIAL DEL FOLKLORE - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 

 
CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
 
22 DE AGOSTO
 
DÍA
MUNDIAL
DEL FOLCLORE
 
 
 
PLAN LECTOR,
PLIEGOS
DE LECTURA
 
 
 
HAY UN DIOS
ESCONDIDO
EN ESTA DANZA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
“Tranquilo espera, con ese odio
y con ese amor sin sosiego y sin límites,
lo que tú no pudiste lo haremos nosotros.”
José María Arguedas
 
1. Mientras
aquí
 
Desde hace siglos nuestro país es saqueado de modo sistemático, ahora más que nunca.
Se le arrebatn solapadamente sus riquezas, sus opciones de vida, sus profesionales y recursos humanos calificados.
Pero más aún, de manera impune contaminando los ríos y el medio ambiente, para lo cual los centros de poder se valen de gobiernos obsecuentes e imperdonablemente cómplices.
En la colonia partían desde diversos puertos de nuestro litoral, convoyes de carabelas repletas de oro, plata y fabulosos tesoros.
Eran metales y especies que mantuvieron alucinadas a cortes palaciegas, frívolas y hasta degeneradas.
Mientras aquí, y a causa de ello, morían indiscriminadamente hombres, mujeres y niños, que sacrificaban sus vidas en los socavones a fin de extraer los metales preciosos.
Riqueza que sustentaban la opulencia de los países europeos, con la consecuente miseria y atraso del ande, la costa y la selva del Perú.
 
2. Salvaje
y bravía
 
Pero, además de esta rapiña, intentaron también quitarnos el alma, nuestras emociones y sentimientos; destruyendo, como política de estado, todo vestigio de creencias autóctonas, visiones propias del mundo y la voluntad de identificación que pudiera subsistir con relación a nuestra tierra y su cultura. Lo intentaron, también organizada y sistemáticamente, pero ¡no lo pudieron!
La danza folclórica del Quishpi Cóndor en tal sentido es una de las expresiones más valerosas y conmovedoras de la resistencia de un pueblo por defender su identidad.
En este caso es la defensa de la identidad regional, porque esta danza monótona, triste y compungida, tiene como base y razón de ser que un dios tutelar de nuestra cosmovisión y religiosidad nativa y ancestral, se esconde para abrirle camino –y para ocultarlo simultáneamente– a la deidad cristiana.
Para ello, adopta asombrosamente la figura del cóndor, en este caso titubeante, desplumado y puesto en tierra, aparentemente ajeno a su naturaleza salvaje y bravía.
 
3. Su secreto
y su grandeza
 
¿No es esto atroz, ya sea como verdad o simulación? Pero esa es la trayectoria de nuestra sangre, mansa o apasionada.
Y para confrontar lo que vengo diciendo, quisiera remitirme a mi infancia.
Recuerdo avergonzado que nunca hice caso del Quishpi Cóndor entre las mojigangas que desfilaban en la procesión del Apóstol Santiago de mi pueblo, Santiago de Chuco, en el departamento de La Libertad, en la región andina del norte del Perú, cuna del poeta César Vallejo y de tantos otros hombres legendarios.
Incluso, esta es la más pobre entre todas las comparsas que desde tempranas horas del “Día del Alba”, que es el 24 de julio de cada año, desfilan por la calle frente a mi casa, situada antes en el jirón Colón, ahora convertido en el jirón César Vallejo del barrio Santa Mónica, al pie del cerro Quillahirca, donde yo nací, crecí y me crié, en la parte alta de Santiago de Chuco.
No solamente no le presté atención a la danza del Quishpi Cóndor que bajaba por esa calle, sino que la desprecié, y esa era la intención que ella perseguía, por deslucida y pobre, en lo cual reside justamente su secreto y su grandeza, cual es: ocultar a un dios en medio de los harapos. ¡Ah, pueblo grandioso!
 
4. De vez
en cuando
 
En honor a la verdad, diré que era la danza que más desasosiego y extrañeza me causaba, primero porque era incomprensible.
En segundo lugar, porque no tenía la vistosidad ni la fuerza de Los Pallos de Huayatán, ni la dulzura y encanto de Los Canasteros de Citabamba que llenaban una cuadra de danzantes, ni el jolgorio de La Contradanza de Pichunchuco.
Tampoco la majestuosidad de Los Turcos de Chambuc, ni la soberbia de Los Diablos de Tulpo, o la honda emoción que despiertan Las Kiyayas de Angasmarca.
Ni siquiera el Quishpi Cóndor tenía la gracia de la Vaca Loca, que ostentaba a un torero con traje de luces y a una vaca hecha de carrizo y forrada de tela o cartón, llevando al frente una osamenta de vaca o toro con sus cuernos en punta y con un hombre metido dentro del armatoste.
De vez en cuando arremetía con sus cuernos afilados no solo en contra del torero de la comparsa, sino contra el público circundante, haciendo correr a la gente, que huía en estampida sabiendo que no era un animal sino un hombre el que iba dentro, pero que por la chicha que había bebido ya estaba tan ebrio que no sabía lo que hacía, ni medía la consecuencia de sus actos.
 
5. Esta
no
 
En cambio, el Quishpi Cóndor no hacía nada, ni siquiera asustaba.
Bajaba desde la parte alta de la cuenca del río Patarata, de aquellas tierras inclementes, frías y de jalca, tupidas de ichu, para hacerse presente en la Fiesta del Patrón Santiago.
Ahora sé que con una intención angustiosa, ahora sé que cumpliendo un rito turbado o una consigna a favor de su raza.
Toda la estrategia de la resistencia andina es una apuesta a futuro de que se restaurará el mundo que se descalabró con la llegada de europeos. Esto, ¿no es acaso conmovedor?
De allí que en ningún otro momento del año se lo veía. Otras mojigangas se hacían presentes en cualquier fecha. Esta no. Lo que causaba estupor. Y es que su trasfondo es ritual, mágico religioso y de carácter sagrado.
Además de su aspecto deplorable, incógnito y subrepticio, era esa solemnidad para ocultarse lo que hacía extraña a esta danza.
Como también el de salir solo cuando se trataba de una presencia divina tenaz y contundente.
 
6. Cuyas alas
estaban atadas
 
Porque solo aparecía en dos ocasiones, como eran: la procesión del Corpus Christi, en el mes de junio. O para confundir los pasos del Apóstol Santiago en el mes de julio. De allí que preguntaba:
– ¿Qué representa el Quishpi Cóndor, papá?
– Es una danza ritual del antiguo Perú.
– Pero ¿qué significa?
– Es el lucero del alba –sentencia.
Esta afirmación era peor que no me dijeran nada. ¿Era el lucero del alba? Porque ninguna expresión más distinta y opuesta al lucero del alba, luminoso y espléndido, comparado a la vestimenta y la apariencia llena de andrajos de toda esta comparsa.
Al final, no le hacíamos caso porque su aspecto y coreografía eran deslucidos y deplorables: un hombre con un traje de plumas polvorientas y ya gastadas. Y, encima de él, un cóndor, disecado con su cabeza y pico largos y huesudos. Y cuyas alas estaban atadas a los brazos del danzante que simulaba intentar volar.
Eso sí, su acompañante, hacía rodar una bola o un ovillo de lana, envuelta de trapos viejos y cuerdas enrolladas que yo no alcanzaba a asimilar qué podría significar. ¡Decíamos en aquel entonces que hacía rodar al mundo! En verdad no comprendía nada.
 
7. Pero
allí está
 
Pero Igual me ocurrió la primera vez con la procesión del Corpus Christi, que un día pasó con toda solemnidad y boato por la puerta de mi casa. Y yo casi me aloco porque era una procesión para nada, ni para nadie, según mi manera de entender las cosas en aquel entonces; puesto que no era para ningún santo, sino sólo para un espejo al que se le prodigaba atenciones, respeto y adoración. ¿Por qué? ¿Qué es esto? –Me preguntaba.
Pero, aun así, con ser aquella danza lamentable, abatida y pordiosera, sin embargo tenía mucho de misterio y desafío; porque, en primer, lugar procedía de las tierras altas ariscas e indescifrables.
En segundo término: llegaba por su propia cuenta. Tercero, venía sola. Cuarto, ¿qué hacía el danzante? ¡Nada! Solo saltaba sorteando la cuerda, nada más.
Pero ¿qué significaba eso? En el fondo los chiquillos queríamos que hiciera algún número acrobático y espectacular, por lo menos que se cayera. E hiciera reír o llorar a la gente. ¡Y, nada!
Pero allí está, con toda su monotonía a cuestas. Avanzando con su canción entristecida por las calles. 
 
8. Más
en el silencio
 
Debía haber una razón para que se haga presente en una fiesta, donde todo es lujo, boato y ostentación.
Y esta razón que ahora recién la comprendo era absolutamente subversiva.
Veamos, ¿a qué venía? A enredar los pasos del Dios cristiano. Por eso el ovillo o la bola, o el mundo como la llamaban, ya delatándola.
Las otras mojigangas sabíamos quiénes las contrataban, casi siempre era de parte de alguien conocido. Con un prioste que los atendía.
O bien era una familia o de una comunidad, que se hacía presente como un acto de gratitud o una ofrenda al Patrón Santiago El Mayor.
Pero de esta danza no sabíamos nada. Más bien nos daba lástima y pena. Eso sí, su tonada entraba por los oídos, se clavaba en los tímpanos y penetraba en el alma.
Su melodía tocada por uno o más cajeros, era lo que más nos conturbaba. La repetíamos inconscientemente todo el día. Más en la calma, más en el retiro, y más en el silencio. 
 
9. Haciendo
rodar su ovillo
 
Yo hasta he tarareado estos compases muchos años después de haber salido de mi tierra y vagabundeado inconsciente por las calles de la Lima virreinal y del mundo, melancólico, añorante e identificado con mí pueblo de origen.
La tonada entonces se la ha ideado con ese fin: horadar el espíritu, penetrar y allí quedarse, en nuestra sangre, cambiándonos por dentro.
¡Pobre Quishpi Cóndor!, dejándose despreciar, causándonos conmiseración en aquellas fiestas displicentes; y en aquellas calles empedradas de presunción, ostentamiento y vanagloria.
Porque todas las otras danzas eran orondas, elegantes, presumidas. Y las entendíamos de repente por qué eran así, menos a esta.
Las otras eran vistosas, galanas y hasta regias. Su esplendor se medía también por el número de sus integrantes, criterio que aplicábamos a los batallones del desfile y a las bandas de músicos que iban detrás del anda del Señor.
La danza del Quishpi Cóndor apenas son dos personajes: el danzante, de un lado, que lleva al cóndor en su cabeza y, de otro, el brujo que va haciendo rodar su ovillo.
El primero salta, intentando volar. El otro trata de enredarle los pies y hacerlo caer.
 
10. Mundo
que rueda
 
Pero, ¿cuál era la razón para que esa ave grandiosa, como es el cóndor, baile titubeante desarrapada, desahuciada y finalmente maltrecha en plena procesión? Además, ¿con las plumas viejas y carcomidas? ¿Qué relación hay aquí con la divinidad?
¡Mucha! Lo sabemos ahora gracias a la investigación de Luis Flores Prado en su libro El Quishpi Cóndor, danza milenaria, editado por el Instituto del Libro y la Lectura del Perú, en el cual se nos revela que en ella hay un dios escondido. ¡Oh, prodigio!
Que hay en ella una divinidad emboscada, clandestina y antiquísima. Que pasa de incógnita; pero que el Quishpi Cóndor contiene, detiene y se convierte en su escondrijo, en su aliento y en su rebeldía.
En el fondo creo que quizá somos nosotros mismos quienes nos escondemos tras de él.
Siendo así, el Quishpi Cóndor es un subterfugio, un tesoro escondido, el retazo esencial del alma nuestra.
– Y el ovillo, ¿por qué?
– O es un arma secreta: como la boleadora, o es, a su vez, el símbolo del mundo que rueda, pero con hilos que enredan.
 
11. Intacta su moral
y su hermosura
 
¿Te das cuenta de todo esto? ¡Es algo atroz! Esconder a un dios. Y que éste vaya detrás de otro dios, como actitud cultural es espeluznante.
Como gesto anímico es estremecedor. Que vaya triste, compungido y andrajoso es tremebundo. Más desconcertante aún, y peor, es que vaya bailando.
¡Qué manera ésta de persistir así nuestra cultura resistiendo el acoso y al avasallamiento! Aunque sea llagada, herida y con remiendos, pero siempre luchando por pervivir y mirando el futuro con esperanza.
Con ganas de ser resarcida, de ser indestructible, el alma indígena en este mundo de oprobio, aunque sea hecha trizas, danzando bajo la lluvia su sonsonete melancólico.
¡Grandiosa raigambre ésta, que nos ofrece intacta su moral y su hermosura!
Esta relación de superioridad vital y humana se refleja en la paradoja del encuentro de culturas que Claude Lévi Strauss lo advierte del siguiente modo, en su libro “Tristes Tropiques”:
“Mientras los blancos proclamaban que los indios eran bestias, los segundos se contentaban con sospechar que los primeros eran dioses. A ignorancia igual, el segundo procedimiento era más digno de hombres ciertamente”.
 
12. El sol
hecho iris
 
Nos conecta entonces el Quishpi Cóndor con esa savia nutricia, con esa raíz prístina, con ese arroyo de aguas claras y con ese rayo fulgurante que es lo que somos, aunque aún retenido pero que tiene intacto el mundo andino. Y lo conserva.
Y es esencia y conciencia por la reconstrucción y la forja de la utopía andina que pugnamos porque arraigue, se plasme y se expanda.
Danza que en su extensión tiene su raíz en la nación chuco, en la lengua culli y en el culto al dios Catequil o Catequilla, cuyo asiento está en San José de Porcón en Santiago de Chuco, volcán que ruge, de cuya lava estamos hechos y tierra trémula.
Ahora bien, sería bueno el intento de sondear en el origen del nombre de la danza del Quishpi Cóndor.
He aquí algunos elementos: Quishpi en quechua es:“piedra que descompone los colores del arco iris”.
Es el sol hecho iris, transfigurado y embellecido por acción del agua hecha lluvia. Es connubio y acto de amor entre cielo y tierra.
 
13. Un dios
tutelar
 
La danza del Quishpi Cóndor se relaciona con el lucero del alba y con el arco iris. Es el abrir los caminos, es el enseñar al hijo a batir las alas para el vuelo.
Se vincula con la lucha en el mundo, confrontación con los caminos de tierra y piedra, representados en la boleadora que porta uno de los danzantes.
Es esta un arma indígena hecha de piedra que utilizaban para enredar los pies del enemigo en una pelea, como ahora para abrir el camino.
Es el lucero del alba que antecede, haciéndose visible en el firmamento, a la presencia del dios sol.
Quishpi es ser luminoso y translúcido. Padre de los indios caciques y príncipes; protector de los sembríos.
Antiguamente se le adoraba ofrendándole polvo de concha de mullu.
El lucero del alba es un dios tutelar, un guardián, un enviado. Es un ser de altura, superior, puesto allí para preservar el orden, la protección ante el acoso del mal y garantizar la sobrevivencia. 
 
14. Soplido
que acaricia
 
Es el paje del sol, su servidor y acompañante; quien lo anuncia, lo resguarda y le vela. Es su representante y mensajero.
En algún momento el sol se vale de él, se vuelca en él. Es su sustituto. Es la alborada andina, que es de fuego y viento, contenida esta vez en las alas del cóndor.
Es la primera luz hacia el trabajo, la primera visión del día, el primer símbolo y el primer amor.
En el amanecer también encontramos la presencia de la brisa que es tenue, como un niño que está naciendo.
Soplido que acaricia las siembras en lo alto de un espacio y en lo profundo de una cañada.
Viento dormido en las plumas del cóndor que se aquieta en pleno vuelo y de aduerme al final de sus alas tendidas.
Por eso, qué ingrato que ahora, por lo menos en la danza del Quishpi Cóndor, todo esto sea ocultamiento ante una realidad cruel y despiadada.
Aunque implícita en su rito esté la idea de libertad, del ser intocado. La estrella que algún día renacerá y seremos.
 
15. Fuerza
y poderío
 
En Santiago de Chuco se cuenta que Quishpi era el apellido de un cacique, quien pretendiendo el amor de una mujer se hizo cóndor.
Ahora, en la danza, es posible que se oculte también, como la deidad antigua, milenaria y anterior al imperio de los incas, aquella historia terrena de un amor imposible.
La danza remite al cóndor, a su vuelo circular. El personaje que da vueltas, se alisa las plumas, salta en zigzag, bate sus alas.
Quien hace de Quishpi, lleva un cóndor disecado en la cabeza, pañuelos en las manos que sacude al aire para significar el viento.
El cóndor, mimetizado en la danza del Quishpi, es un símbolo del mundo andino, escogido y seleccionado por nuestra cultura, en este caso de la danza, para ocultar en ella a un dios.
Los antiguos peruanos no escogieron como alegoría que nos represente, ni a la paloma, ni al águila. Ni el oso ni al puma. Seleccionaron al cóndor; símbolo de grandeza, de fuerza y poderío.
 
16. Sin
un solo ruido
 
¿Por qué? En primer lugar, porque su vuelo es de altura, sidéreo y astral. Se eleva hacia regiones que ninguna otra ave puede llegar jamás. Conoce las elipsis del viento y se vale de ellas.
Sigue los cauces y las corrientes que abren las turbulencias y las tempestades. Es el más próximo a los dioses y a la eternidad.
Sus alas dan y recogen la energía de la gélida atmósfera; absorbe las partículas de calor y no las de frío que ella contiene.
Vuela a ratos en círculos elípticos para alcanzar grandes alturas a las cuales no llegan otros seres vivientes. Y se lanza en plano inclinado por las quebradas, en vuelo o caída vertiginosa.
A veces, pliega sus alas y se deja caer en descenso vertical, para recién abrirlas a pocos metros de tierra.
Alas inmensas que bate en una especie de rito divino, para posarse suavemente sin un solo ruido a ras de suelo.
Es aerodinámico en toda su contextura.
 
17. Alza
el vuelo
 
El cóndor es de todos los climas y de todos los aires. Duerme en los andes, desayuna a la orilla del mar, almuerza en la Amazonía y cena en la zona yunga antes de recogerse a dormir en los picachos nevados.
Domina el espacio, domina el mundo. Es el rey. No conoce fronteras geográficas ni límites telúricos. Trasmonta todos los climas: abarca los bosques y los desiertos, los roquedales y los sembríos; las nieves, los pajonales y los mares.
Vive en las cordilleras escarpadas, cerca de las nieves eternas, en las rocas y en los farallones alzados a pico sobre el pavor y el miedo, y los escoge por su altura y abruptuosidad. No comparte su hábitat.
Es solitario como especie, austero y gélido, tiene alma de roca y de piedra. Pero a la vez de cielo cristalino, tal y cómo es el Perú.
La mirada del cóndor es vasta y profunda. Atalaya las cumbres, se eleva sobre otras miradas, abarca amplios horizontes y luego agudiza sus ojos en el lugar en que quiere fijarlos, casi siempre para atacar. Tiene amplitud, profundidad y praxis.
Jamás el cóndor es domesticado. Puede permanecer cautivo pero no acepta la condición de ave de corral. Si se lo dejo libre inmediatamente alza el vuelo. 
 
18. El dios
doliente
 
El cóndor no comparte sus días al lado de otras aves. Su relación es distante con las otras especies. Mira melancólicamente las casas de los hombres, que constituyen para él, un profundo misterio. Observa a la mujer, al anciano y al niño desde su atalaya, quizá sin poder comprenderlos. Pero se abstrae en ello, silencioso y gélido. Se ha acostumbrado a respetar a esos seres que ve celebrando fiestas o sumidos en los más grandes pesares.
Por eso, esta danza conmueve y estremece, tanto por el dios como por el cóndor, que ellos dos se involucren y se oculten en un baile enmascarado. El primero mimetizado en el cóndor y el segundo ya no aéreo sino como un ser de tierra. que acompaña en las procesiones a los santos cristianos; como en el caso de Santiago de Chuco a Santiago Apóstol, el obrero.
Y que va limpiando el camino con su “bola” u ovillo para que pase el anda de aquel, al compás de la banda de músicos donde van lisiados, tullidos y deformes gemebundos.
¿Qué contradicción brutal es esta? ¿El cóndor barriendo el sendero, hecho de tierra, cascajo y polvo, del dios doliente y pesaroso? ¿No hay aquí una estrategia cultural del mundo andino, insumiso e irredento? 
 
19. Piedra
que inaugura
 
Por lo menos, se pone de manifiesto una sabiduría, una compasión, un acto piadoso, el de un dios ayudando al otro dios, sufrido y padeciente.
Aquel dios feliz ayudando a encontrar su camino al representante cristiano, que es una divinidad del dolor; sin dejarse engañar, aparentando ser ignaro, salvaje y sucio; esclavo a la vez, pero en el fondo ayudándole a alcanzar, al otro dios su sitial, a encontrar su camino, a resolver el problema de cómo afrontar el mundo y la vida.
La supervivencia del Quishpi Cóndor nos da un mensaje grande para el Perú actual, necesario para su esperanza y utopía. Cuál es que perviven, están vigentes, apenas camufladas, pero translúcidas, nuestras raíces y más caras esencias.
Es esta danza una expresión heroica de la resistencia cultural en la vía de nuestra liberación. Dentro de esta perspectiva, el hecho de que perviva es, de por sí, asombroso: es una montaña que se convirtió en una piedra mimetizada en el camino.
Es, a su vez, el pedrusco o el terrón de polvo hecho fuego, que puede convertirse, en cualquier momento, en promontorio, en roca que funda y en piedra que inaugura otra vez una cordillera señera.
 
20. Nuestra
esperanza
 
Debemos reconocer no solo el heroísmo que se da en los campos de batalla sino en nuestros hechos culturales, porque mantener vivo a un dios no es simple ni fácil. El Quishpi Cóndor es la presencia de una fuerza ancestral para no perder el hilo de nuestra identidad, pendiente de construirla y hacerla vigente aquí y ahora. Es heroísmo no protagónico sino oculto, de quien se mimetiza, se sumerge en un sueño, en una visión y en una adoración, cauta y silenciosa.
El Quishpi Cóndor es lo que está más allá de lo que se ve, oculta y aparenta. Es el laberinto en nuestras almas que esconden un tesoro. Es un conjuro, un sortilegio y una adivinanza. Vale por lo que representa. No es y sí es. Es el recipiente de una cosmogonía, de un cuerpo de creencias y de visiones del mundo. Y de fe en la vida, simbolizada no en un tótem: el cóndor, sino en un rito: la presencia delante de algo y detrás de todo.
Sentimos con ella que deben de haber herencias, legados, puentes, tan hondos y atroces como este. Que debemos estar atentos y conscientes de nuestras raíces. Y estar fuertemente sujetos y enlazados para mirar los abismos y ahí sostenernos y hasta extasiarnos, para saber quiénes somos. Y a admirarnos en el hondo legado y ancestro que cada uno de nosotros representa. Al final, nos muestra que en el fondo de cada uno de nosotros habita palpitante una esperanza.
 
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
 
 
 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
AGOSTO, MES DE LOS NIÑOS,
LAS COMETAS, EL DEPORTE
Y LOS PUEBLOS INDÍGENAS
 
*****
 
IMÁGENES DEL I FESTIVAL
DE LA DANZA DEL PALLO TRADICIONAL
EN EL XIV CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
EN SANTIAGO DE CHUCO
CUNA DEL VATE UNIVERSAL
 
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*****
 
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
VALLEJO
EN EL ALMA
 
RECITAL DE
FREDERIK
SOTOMAYOR CARRANZA
 
MIÉRCOLES 2 DE OCTUBRE
6.30 PM.
CASA DE LA LITERATURA PERUANA
ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
 
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PRESENTACIÓN
DEL LIBRO DE POESÍA
 
ALHELÍ
 
DE
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
SÁBADO 2 DE NOVIEMBRE
6 PM.
CASA DE LA LITERATURA
PERUANA. ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
 
7.30 PM.
AULA CAPULÍ
 
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CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
 
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
 
TRUJILLO
JUEVES 22
 
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
 
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CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
 
22 DE AGOSTO
 

 
DÍA
MUNDIAL
DEL FOLCLOR
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
 
FOLCLOR, Y
RESISTENCIA
CULTURAL
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
“La semilla es pequeña
pero rompe cualquier
piedra, cualquier roca,
y la hace florecer”.
José María Arguedas
 
 
1. Siempre
palpitante
 
Integran el folclor los hechos culturales propios y genuinos de los pueblos en los cuales se contienen factores de resistencia, protesta y apelación en defensa de la identidad que conforma a una comunidad de personas frente a condiciones de dominación que establecen los grupos de poder.
Se sustenta el folclore en la memoria cultural y social más legítima frente al orden establecido en razón a intereses espurios y a los modelos dominantes de la cultura hegemónica. Pero, además el folclore a través de sus expresiones logra, así como afianzar principios y reforzar convicciones en la conciencia de las personas, producir cambios y transformaciones en las relaciones sociales instituidas, reivindicando derechos conculcados.
En el terreno siempre palpitante de las ideologías, hay un entrecruzamiento de experiencias culturales contrapuestas entre el folclor y las tendencias del arte que imponen los grupos de poder, que da lugar al cotejo, a la oposición y pugna de unas y otras manifestaciones.
 
2. Sin
embargo
 
Por tales razones rendimos nuestro homenaje al folclore en general, porque en nuestras sociedades el arte popular mantiene una situación de conflicto con el sistema ideológico imperante el que por las condiciones históricas que lo favorecen es quien goza de las mayores ventajas y recursos para imponerse.
Por eso, todo lo que se gane en una presencia cada vez más intensa del folclor es vía para alcanzar la transformación cultural que anhelamos, relievando la expresión genuina de los pueblos.
Las manifestaciones que prevalezcan serán aquellas que a través de los hombres y colectividades conscientes, mayor y mejor relación establezcan con la realidad concreta y la vida circundante, pero a la vez la que es esencial a los pueblos.
Sin embargo, para los grupos dominantes, el folclor es un género menor y tienen ante esta manifestación de la identidad de los pueblos una actitud condescendiente y hasta de velado o descubierto menosprecio. .
 
3. Fuerza
y verdad
 
En nuestro caso, la belleza y la profundidad del folclore son inigualables. ¿Qué composiciones podrían compararse a la de los mitos, leyendas y cuentos populares del Perú y sus culturas que no tienen parangón por su sabiduría y refinamiento?
Es por eso que César Vallejo, bien nos decía, que:
"Todo acto o voz genial viene del pueblo
y va hacia él, de frente o transmitido
por incesantes briznas, por el humo rosado
de amargas contraseñas... "
Es la naturaleza cabal y prístina del arte popular. En cambio, se identifica mañosamente folclor con provincianismo, con arte menor, con expresión marginal.
No obstante, se los confina y se adoptan textos de otra procedencia que gozan de reconocimiento en los medios, pese a su dudosa calidad, pero consagrados únicamente porque sus autores son los favoritos del sistema.
 
4. Y
que
 
Porque ocurre en la cultura lo mismo que en la sociedad: se jerarquiza, se establecen diferencias, niveles, roles, como también se oculta, se apaña y se niega.
Quienes detentan privilegios y han capturado para sí el dictado de las normas y los gustos aplican y hacen funcionar muy bien la receta que indica: "¡Miente, miente que algo queda!" Convertida en la fórmula vigente resulta así: “Insiste, insiste que algo queda”.
Y se miente también con el gusto, campo en el cual se imponen contenidos, tendencias, formas, estilos, que alcanzan a tener un predominio y hasta cierto absolutismo de copar el escenario en determinada época.
Expresiones que toda sensibilidad sana, y todo análisis razonable, reconocen como absurdos y hasta malintencionados, que incluso lesionan la dignidad del ser humano.
 
5. Por
los caminos
 
El arte más intenso, la expresión más acrisolada de las culturas, que felizmente perviven y que son la única esperanza de redención para modificar el injusto orden social, son las del folclor, que evidencian su fuerza y verdad en el hecho de que subsisten y perviven.
Claro está, hay una estrategia de la cultura dominante para destruirlo y una de sus tácticas consiste en una aparente defensa del mismo, para lo cual recurren a la adulteración y el falseamiento fabricándolo para el consumo, que es la actitud que sublevó a nuestro amauta José María Arguedas.
Levy Strauss nos advirtió que mientras el orden instituido trafica con las ideas, el indígena las ama y atesora. Mientras el orden social las contempla con curiosidad para luego adulterarlas haciéndolas espectáculo, el hombre andino lo baila solidario y, si es canción, lo entona ensimismado por los caminos.
 
6. Del aquí
y del ahora
 
Folclor es arte del pueblo. Pero no del pueblo engañado, devaluado ni falseado. Es arte del pueblo verdadero y no está en el color local ni en la superficialidad de la anécdota.
Está en el espíritu y en la lucha de cada día, de allí que debemos considerarlo un arma poderosa para transformar la cultura y la sociedad alienadas y con él construir nuestra esperanza.
Folclor es saber tradicional del pueblo, pero al decir tradicional no queremos connotar una visión pasadista, porque de nada valdría el folclor si él no sirve para actuar en el presente y para edificar el futuro que es un compromiso ineludible empeñarnos y ponernos a erigir.
De nada servirá el folclore si no es funcional y eficaz en la solución de problemas actuales y sirva para iluminar perspectivas del aquí y del ahora.
 
7. Donde
palpita
 
De nada servirá el folclore si ha de mantenerse en una actitud arcaizante. Por eso, no puede ser expresión únicamente de cómo fueron las cosas en el tiempo pasado ni mucho menos antiguo, sino cómo son en el presente y cómo deben ser en el porvenir.
Es o tiene que ser siempre un arte totalizador. Su valor es poder dar expresión a una serie de problemas, alternativas y anhelos del presente más arduo y perentorio y del pueblo más impaciente.
Su valor es ser agente e impulsor de los procesos de cambio y liberación, factor que ayude a superar las situaciones injustas en que todavía se debaten nuestras sociedades.
Es felizmente así porque, en todas las manifestaciones folclóricas que el pueblo asume, se trasuntan de manera sublimada los problemas más álgidos que sufren las comunidades, como la opresión, la injusticia, la migración o el exilio; pero en donde palpita a la vez la fuerza de la liberación.
 
8. Cada
día
 
En el folclor se representan simbólicamente dimensiones profundas que el alma alberga y aquellos problemas esenciales del ser, por eso es universal.
Por eso, el folclor es algo que se va haciendo cada día, que se crea y se recrea a cada instante. Es algo vivo, como el habla y el lenguaje.
Por eso, es difícil desbrozar en él lo que es sustrato indígena, hechura colonial o agregado de la realidad presente y actual.
Es una veta, un rico filón que hay que mantener vivo, recreándolo con alegría, libertad y heroicidad. Inalterado en su esencia y en sus formas no nos sirve, salvo como pieza de museo.
Él debe renovarse cada día, con libertad suprema; porque entre sus virtudes está la de asumir en su esencia el ser más genuino que somos, y contener lo mejor de nuestras aspiraciones, de aquello que queremos ser.
 
9. Si es
así
 
Por eso, debe ser expresión de los problemas del presente, sentimiento profundamente nuestro, y representación de lo que anhelamos, de lo cual somos dueños y con el cual debemos sentimos totalmente capaces de resolver los problemas que nos aquejan.
Así, es menester que muchos de los relatos folclóricos sean adaptados para la lectura de niños y jóvenes –sin adulterar, por supuesto, su sentido primigenio– enfocando los temas del momento.
Y deben hacerlo los artistas y personas compenetradas profundamente con el destino de su comunidad y de sus pueblos y ello por ser este arte la expresión genuina de un pueblo vivo.
Siendo así hay que aceptar que el folclor se esté transformando cada día; traduciendo o expresando nuestros más caros intereses, valores y proyecciones de las comunidades a las cuales dichas manifestaciones pertenecen.
 
10. Si
es así
 
Si es así, la recreación del folclor es legítima cuando se hace desde dentro, por generación natural y espontánea del pueblo auténtico y legítimo, cuando es reverente a la cultura que lo ha creado.
Como, a la inversa, es una mascarada, una impostura y hasta una traición y un delito cuando se lo deforma, cuando se lo hace desde afuera, desde el márquetin con el afán de comercializar, alienar o domeñar los destinos de los pueblos.
Contra esta última postura arremetía el gran José María Arguedas cuando reclamaba que se aplique un castigo de delincuentes a quienes alteren la esencia de una obra popular, anatemizando de que ellos: “No tendrán perdón de dios".
Es correcta tal actitud, puesto que hay tráfico con relación al folclor.
 
Epílogo
tenaz
 
Hay quienes con afán comercial, y en el fondo de sometimiento a patrones culturales foráneos, lo adulteran para hacerlo más fácil al consumo.
Y, frecuentemente, terminan cediendo a todos los requerimientos del sistema vigente y entonces del arte del pueblo no queda sino una mascarada. Felizmente, esto no es lo que viene sucediendo.
Al contrario: hay muchos maestros, promotores y artistas que han sabido atender, explorar y, luego, proyectar el torrente vital de nuestra sangre contenida en el folclor.
Y allí alzar su grito trazando la perspectiva de construir con él el futuro anhelado, que nos compromete y que es un imperativo moral coadyuvar a construir.
A ellos nuestro aliento, apoyo y homenaje, puesto que al final coadyuvan a lograr lo único que nos justifica en la historia: ser nosotros mismos.
 
 
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